04/11/2025

Orfeón Terra a Nosa: Concierto en San Martiño Pinario, con obras de Mozart y Giovanni Battista Martini

 San Martiño Pinario, Santiago de Compostela


Concierto del Orfeón Terra a Nosa con entradas restringidas dentro del Congreso Ética e Intelixencia Artificial, y que se anuncia en San Martiño Pinario- día 6, a las 21´00 h-, bajo la dirección de Luís Martínez, teniendo como solistas a Aida López (soprano), Julia Portela (mezzo), David Ferreiro  (tenor)  y Pablo Nieves (bajo), en programa, el Requiem en Re m. K. 626, de W. A. Mozart y el Magnificat en Do M. H.H. de Giovanni Battista Martini. El Orfeón Terra a Nosa, veterano por excelencia, tuvo como directores a su fundador el Padre Feijóo (1926/ 92); Miro Moreira, Mateo Iglesias y Luís Martínez. Colaboró con la Xoven Orchestra de Galicia, con Joam Trilho, la RFG; la O. S. de Castilla y León; el Collegium Musicum Prague; la O.S. de Brno; Le Baroque Nomade, bajo batutas  como el añorado Alberto Zedda, Víctor Pablo Pérez, Antoni Ros Marbà, Edmon Colomé, Paul Daniel, López Cobos, Oliver von Kantorow, Maximino Zumalave, Massimo Spadano (concertino de la OSG), Enrique Ricci, Jean Christophe Frisch o Michel Piquemal. Ayudó a recuperar el patrimonio de maestros de capilla de la Catedral, como José de Baquedano, Buono Chiodi, Santiago Tafall, Ramón Palacios, o músicos como Juan Montes, Joam Trilho, Millán Picouto y Paulino Pereiro, entre proyectos recientes, la participación en trabajos como A Amnsia de Clío, ópera de Fernando Buide del Real; el estreno de Tempos velados (Abe Rábade), la Misa ao Apóstolo Santiago  (Marco Frisina, 2022, dirigida por el propio autor, la integral de motetes de Marcial del Adalid, en el Teatro Abanca (Vigo) y recientemente, el Requiem de Mozart (versión de Spengel, 1832, con su propia orquesta, el Requiem del salzburgués que tuvimos  con la OSG, dirigida por Roberto González- Monjas, junto a la Sinfonía nº 44, en Mi m (Trauer-Symphonie), destacando como solistas Maëlys Robinne (soprano), Carlos Mena (contratenor); Rodrigo Carreto (tenor); Ferrán Albrich (barítono/bajo) y el Coro de la OSG, de Javier Fajardo. Del Orfeón Terra a Nosa, un recuerdo de reconocimiento precisamente por la selección de los motetes de Marcial del Adalid, ofrecidos en grupos de tres tanto a varias voces como a solo, y que se nos ofrecieron en San Domingos de Bonaval, dirigidos por Luís Martínez y los solistas Aida López  Cruz, David Ferreiro, Pablo Nieves, con acompañamiento pianístico de Juan Manuel Varela.

El padre Giovanni Battista Martini (1706/84)- Magnificat en Do M. H.H. 26a-, fue un prolífico compositor y musicólogo nacido en Bolonia, destacando precisamente como teórico junto a otros maestros como Johann Christian Bach- el Bach inglés-, Gréty, Jommelli y el propio Mozart. Fue monje franciscano debutando como compositor entre 1720/25, tomando el puesto de maestro de capilla en Bolonia, en donde se mantuvo hasta su retirada tras padecer una dolencia crónica, entregándose con fe a sus labores de compromiso litúrgico, al tiempo que reuniría una amplia biblioteca además de la serie de importantes retratos de sus alumnos y el mantenimiento de relaciones artísticas con talentos como Farinelli, C. Williwald Gluck o el viajero Charles Burney. Poco sabrían de su figura fuera de su Italia natal, llegando a rechazar un puesto en el Vaticano, mientras cultivaba una abundante correspondencia con músicos de su tiempo. En 1758, la Academia Filarmónica suprimiría las normas excluyentes de la orden monacales, que llegaron a afectarle profundamente. En 1776, sería nombrado miembro de los Arcadi de Roma, que le supondría un beneficio sustancial, y que dejaría un total de más de 1500 obras, en su mayoría oratorios, misas, arias profanas, sinfonías o sonatas para clave, además de otros tratados instrumentales dedicados a la música en general, alguno como la Storia della musica, quedaría inconcluso.

Mozart-Requiem, en Re m. K. 626-, obra del momento de una pausa en la composición de Die Zauberflöte K. 620, obra inacabada como bien sabemos y que ayudó a ensalzar el mito. Para Prud´homme, ese Requiem no es sino la elegía de un artista moribundo, una lamentación puramente humana, el canto de resignación y de la confianza en la inmortalidad ideal. Entendido como un adiós a la vida, esta obra es un ejemplo de belleza conmovedora. Abert, dirá que es una obra sacra en el más puro sentido de la palabra y a pesar de todo, fue una obra modernísima ya cuando se publicó. De las variadas versiones, a las que nos fuimos acostumbrando, no hace sino engrandecerle. Tras la desaparición de su compañera Konstanza, el Requiem, pudo sobrevivir gracias a su insistente voluntad con aspectos como el encargo a Süssmayr, su dilecto alumno, un primer trabajo que no dejará de tentar a músicos como J. Ebler, muy estimado también por el compositor, quedando por medio la historia del enigmático emisario, un tal A. Leitgeb, quien se le presentó como intermediario del conde vienés Franz von Walsegg, tema que como bien sabemos, arrastró inabarcable literatura a través de todas las formas de expresión. Un Requiem estremecedor desde el Introito Requiem aeterna; a las Secuencias Dies Irae, Tuba mirum, Rex tremenda, Recordare, Confutatis y Lacrimosa; los Ofertorios Domine Jesu y Hostias; el Santus; el Benedictus y el Agnus Dei-Comunion. Obra de una vuelta de uno de sus viajes con resultados afortunados como la ópera La clemenza di Tito y curiosidades de obligado compromiso masónico, metido hasta lo más íntimo pero conservando las debidas distancias, hablaríamos de la Pequeña cantata masónica K. 623. Mozart no dejaría de padecer insoportable achaques mientras se entregaba a estos obligados compromisos, aunque todo lo que se barrunte sobre su biografía, no pasará de divagaciones ciertamente azarosas. Valga este Requiem por sí mismo, como eterno homenaje a una figura que llenó capítulos en la historia de la música hasta nuestros días, un homenaje que los intérpretes agradecidos, no harán sino engrandecer al compositor de las grandes óperas- en especial a la trilogía central-, el inmenso legado de sus sinfonías, cuartetos de cuerda y otras obras camerísticas o la inabarcable herencia de las biografías nacidas en su entorno, soportando incluso el ingrato biopic de Amadeus, según Milos Forman. Mozart, Wolfgang Amadeus Mozart, por encima de todo posible atropello.

Ramón García Balado

Ruth Reinhardt, con obras infrecuentes de Hubert Parry y Detlev Glanet, dirigiendo a la RFG

 Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Centro Cultural Afundación, Pontevedra 


Programas de la RFG, bajo la dirección de Ruth Reinhardt con obras de Núria Giménez-Comas, estreno en la serie Cometa, junto a obras próximas al entorno brahmsiano, Elegía para Brahms, de Hubert Parry; el estreno en nuestro país de Idillium, de Detlev Glanert, y la Serenata nº 2, en La M. Op. 16, de Johannes Brahms, y que se ofrece en el Auditorio de Galicia- día 6, a las 20´30 h., con sesión previa de Conversando con…en la sala Mozart, en una charla abierta con la propia directora, a las 19´45 h-, para repetir mañana en el Centro Afundación de Pontevedra, a las 20´30 h.-, una directora con estudios en el Altenkessel Saarbrüken, y que se presentó profesionalmente con la ópera Das Keine Gespenst, basada en su relato de Olfried Pressler, en el Alte Feuerwache,  (Theater Saarbrüken), mientras ampliaba su formación en la Academia de Artes, de ese coliseo. En la Zürcher Universität, dentro de su Hochschule der Kunst, tuvo como maestro a Rudolf Koelmann, para ampliar en dirección con Constantin Trink y Johannes Schaefl,  y la Juilliard School neoyorquina con Alan Gilbert y James Ross, probando en la puesta escénica de obras para los públicos más jóvenes como The Little Mermaid, de Michael Muggli o Wessilissem de Dennis Bässeke; dirigió a formaciones como la Sidney S. O.; la Rhode Island O.; la Rundfunk de Frankfurt; la Orchestre  d´Ile de France; Los Ángeles Philharmic O. o la Tonküstler, de la Baja Austria. Núria Giménez-Comas, estudió en el ESMUC con Christophe Havel y Mauricio Sotelo antes de especializarse en Ginebra con Michael Jarrell, Luís Naón y Eric Daobresse, indagando en el ámbito de las formas acusmáticas multicanal, además de recibir una beca de la Fundación Caja Madrid, realizando trabajos con el Cuarteto Diotima y asistir a la Ac. Schelss Solitude, de Espacialización Sonora, para seguir en Voix Nouvelles de Royaumont, con Clara Czernowitz y Brian Ferneyhough; y en el IRCAM/ZKM, en el proyecto Esculturas Sonoras, y en el IRCAM Centre Pompidou, en el que llevaría a cabo su trabajo Nostalgie 2175, para el Teatre del Liceu, preparó la ópera en pequeño formato Shadow. Euridice Say.

Detlev Glanert- Idyllium- obra con estreno es España y un homenaje a Johannes Brahms, es un compositor del que escuchamos el curso pasado con la OSG su Concierto para chelo, interpretado por Johannes Moser, bajo la dirección de Anna Rakitina, a comienzos del mes de febrero, la trayectoria de este músico nos lleva a sus experiencias con Dieter de Lamotte, Günter Friedrich, Franck M. Beyer y en mayor medida, con Hans Werner- Henze, con quien realizó masters de especialización en Colonia, actividades que mantendrá a lo largo de los años. Un compositor que preferentemente se interesa por el género escénico, con trabajos como Leyla und Medjum, ópera destinada para Munich; Calígula, sobre la dramaturgia de Albert Camus, que subirá a escena en Frankfurt; Die Judin von Toledo, tomando como argumento un texto de Hans- Ullrich Treichel y que se inspira en las pinturas negras de Goya, para el Semper Opern Dresden o el ballet Nijiski Tagebuch.

Hubert Parry (1848/ 1918)- Elegía para Brahms-, obra de 1897, destaca por la importancia de sus sinfonías, obras de notable acentuación en su época, desde la Primera estrenada en 1882, un músico que también conoció una experiencia enriquecedora en Inglaterra desde Malvern a Eton y al Exeter College (Cambridge), recibiendo las atenciones de maestros como Edward Dannreuther. Su Fantasía-Sonata, para piano y violín, fue una de las obras que recibió una inmediata acogida a la que se añadirán unas Variaciones escritas a partir de J.S. Bach. Dannreuther, interpretó en 1880 su Concierto para piano en Fa sost. m, en el Crystal Palace, obra que vendría después de la obertura Guillem de Cabestanch; el Intermezzo religioso, para cuarteto de cuerdas estrenado en el Gloucester Festival. Una carrera en la que también tuvieron cabida géneros aparentemente menores, de compromiso, como las Canciones para niños, inspiradas en Milto, que ayudaron a su prestigio de reconocimiento en plena madurez, piezas que quedarían a la altura de sus arreglos realizados sobre sus obras Judith; War and Peace o A Vision of Life, mientras realizaba labores de investigación que tendrán su reflejo en los Studies of Great Composers (1886), obra de consulta para estudiosos y especialistas, y que se consolidarán con The Art of Music (1893), The Evolution of the Art of the Music, con atención al período del siglo XVII, contribuyendo a una revisión que ayudará a investigadores que vendrán casi de inmediato.

Johannes Brahms- Serenata nº 2, en La M. Op. 16-, composición de su estancia en Detmold, y que se resumen en sus tiempos: Allegro moderato; Scherzo; Adagio ma non tropp; Quasi minuetto y Finale, guarda puntos en común con la obra precedente por su serenidad y equilibrio, además de su frescura, un trabajo de juventud que anuncia sus mejores virtudes, y que cara al futuro, contará con una revisión, después de su publicación en 1860. El Allegro moderato se presenta como lírico y delicado, desde el primer tema expuesto a través de acordes sobre una melodía ornamental, remarcada en la continuación; el Scherzo, cargado de propuestas rítmicas que sugerirían un aire popular, deja paso a un Adagio que resulta una grata impresión de respiración; el Quasi menuetto, está resuelto por los instrumentos de viento que preparan el Finale, que se resume con un aire de de fanfarria, expuesto por clarinetes y fagotes. Tras la presentación en Hamburgo en febrero de 1860, la serenata se dará a conocer en Leipzig, y tras el éxito inesperado, el autor decidirá trabajar sobre otras obras que tenía en mente, mientras que acababa de participar en un concierto en la Gewandhaus, de Leipzig, con su muy estimada Clara Schumann y con Johannes Joachim, un concierto que tendría como director a Karl Reinecke. Clara, que no conocía todavía esta Serenata Op. 16, para pequeña orquesta, no resultaría muy sorprendida dejándonos la impresión de que resultaba una pieza extraordinaria, por su gran belleza. Insistiría una vez más por la impresión de serenidad, de la que quedará constancia en una carta dirigida a Joachim, compartida con otros compañeros aunque críticos como Gleich, del Leipzinger Tageblatt, tuviese una valoración menos entusiasta.

Ramón García Balado

Orfeón Terra a Nosa: Concierto en San Martiño Pinario, con obras de Mozart y Giovanni Battista Martini

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