Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Intenso y competido resultó el VIII Concurso Compostela Lirica, actividad otoñal propuesta por Amigos de la Ópera de Santiago y que ya en los corrillos de discusión previos a la sentencia definitiva traería más de una opinión de tanteo fuertemente contrastada a tenor de quienes serían los afortunados ganadores dado el alto nivel mostrado en esa jornada final del domingo 23. Los que sí recibieron el galardón de reconocimiento fueron los pianistas-repertoristas Berta Brull Sardaña y Rubén Sánchez Vieco, por su entrega a las consabidas exigencias requeridas atendiendo a las particularidades canoras de cada uno de los diez participantes que fueron elegidos para ocupar plaza en tan disputada final. Cada voz, un mundo, y llegará con recurrir al Presidente del jurado Arturo Reverter, en su obra testimonial El arte del canto. El misterio de la voz desvelado, en su Cuarto capítulo. Tesitura y extensión. Tipos vocales, en el que el crítico y maestro incida sobre Rachele Maragliano, quien apuntaba que además del timbre y ocasionalmente la tesitura, deberán observarse otros aspectos, como la extensión y las zonas de pasaje, los puntos de sutura entre los registros de pecho y cabeza. Según las particulares actitudes psico-físicas, de los sujetos, las múltiples exigencias de los estilos y de los repertorios, las caracterizaciones de los personajes que los cantantes interpretan en el ámbito de su tipo vocal, las categorías se terminan por subdividir más y más. Ha de quedar claro y todos los estudiosos están de acuerdo en ello, que no hay una voz igual que otra, que hay por tal motivo, tantos tipos vocales, como voces existen en el mundo. Las clasificaciones y subclasificaciones que tratan de situar y de definir las voces, con nomenclaturas diversas no son más que orientativas ante la imposibilidad de llegar a la clasificación ideal. En el siglo XVIII solamente se conocían tres tipos: soprano, tenor y bajo, aunque en tiempos anteriores se matizara más finamente la hora de situar las distintas líneas de la polifonía: cantus (o superius), altus, tenor y bassus. Palabra de Reverter, quien con su aspecto de taumaturgo encantador, siempre supo ayudar a que comprendiésemos las casi inabarcables escuelas de canto, a través de conceptos como messa di voce, sfumatura, portamento, fiato, ataque o coloratura
Cruda sorte, para el final de la toma de decisión en esa tarde brumosa, en la que como es de oficio no dejó de dejar ciertas insatisfacciones entre los no elegidos aunque igualmente merecedores: Sophie Burns, María Isart, Tanja Jannelli, Yasmin Forastiero, Ana Beard Fernández, Willigerd Giménez o Ting Yu, un brindis por todos ellos, a los que debemos su generosidad y entusiasmo, por los pasajes elegidos que fueron desde el Bizet de L´amour un oisseau rebelle al Massenet, de Adieux notre petite table, de Manon; el Mozart de Idomeneo, en Quando avran fine o mai… Padre, germanio Addio!. El Donizetti sobre la ostentosa cavatina que encumbraba La Favorita en Fia dunque vero, Oh Ciel…Oh, mio Fernando. Verismo descarnado por exigencia de rol en Leoncavallo, trágica consumación en Paggliacci, para dejarnos con el aliento en vilo E fra quest´ansie in eterno vivrai o los orientalismos desde una puesta escénica primorosa, el La forza del destino verdiana: Pace, pace mio Dio, o Un bel di vedremo, de la pucciniana Madama Butterfly
Un Tercer Premio con plenitud de méritos para el checo Daniel Kfelir, dotado con 1000 euros, por su interpretación de el Mozart de Le Nozze di Figaro, en el aria Hai gia vinta la causa? Vedrò mentr´io sospiro, del Conde Almaviva, ante la presencia de Figaro, su criado que parece regodearse en el Acto Tercero en el Salón del Palacio, ópera que destaca como primer gran alarde canoro tratado a partir del libreto de Da Ponte. P. I. Tchaikovski, con Uzel ta sama, de la ópera Evgeni Oneguin, aria especialmente apreciada en recitales tomada del Tercer acto, en una ópera cargada de escenas y que se valoran especialmente las desarrolladas en el Salón de actos del Palacio de San Petersburgo y en el Salón de actos del Príncipe Gremin, en ese Tercer acto. Para rendir pleitesía, la asistencia pianística de Rubén Sánchez Vieco. Un Segundo Premio, dotado con 2000 euros y un recital remunerado, concedido al barítono ucraniano Nazar Mukullyak, a quien acompañaría la pianista Berta Brull Sardaña, en sus méritos, el Bizet de Les Pêcheurs de Perles, en el aria L´Orage s´est calmé, aria de Zurga, el pescador de perlas, amigo de Nadir, y enamorado perdido de Lêila, para un aria de desasosiego en esta ópera que curiosamente, ocupa un grado inferior en celebridad con respeto a Carmen e igualmente tratada sobre un argumento exótico sobre un texto de Prosper Mérimée y que pone distancias con La Jolie fille de Perth, o con Djamileh. Para exotismos, todo un descubrimiento para Konstantyn Dankevryn (1905/84), en el monólogo de Bohdan Khmelnytskyi, compositor ucraniano formado en Odesa con V. Zolotarev y M. Vilisnki, y conocido por su ballet Lileya, exigencias para un barítono dramático y de tintes heroicos, un barítono- bajo que nos recordarán a personajes complejos como Boris Godunov, de Mussorgsky, y otros de similar cuerda comunes en óperas rusas de compleja nervadura. Para el Primer Premio, la soprano checa Lada Bocková, asistida por la misma Berta Brull Sardaña, en su dotación, 4000 euros, una actuación con la Real Filharmonía de Galicia y un recital en el marco del Festival Les Musicales du Luberon y un rol en la temporada de la Ópera de Oviedo, recordaremos la presencia en el jurado del presidente y fundador del Festival du Luberon, Patrick Canac. Lada Bocková, soprano, sentó sus méritos en dos arias de gran calado, el Mozart de Don Giovanni, Ossia il disolutto punito, en concreto Crudele…Non mi dir, bell´idol mio, aria en lamento de Donna Anna, la prometida de Don Ottavio, aristócrata y tenor lírico, en este cuadro cuarto del Segundo acto en el que el prometido demanda la cita para la fecha de los esponsales, pero la muerte de su padre supone un impedimento, un aria con recursos spinto y con penetrante squillo, aspecto determinante en lo posible para inclinar la balanza a su favor. Para redondear por la alturas, el Charles Gounod de Roméo et Julliete, a través del aria punzante Ah! Je veux vivre, declaración de poderío en el Primer acto, en la que Julliete confiesa a su aya que tan sólo ansía divertirse, claro contrapeso con respecto a la página anterior. Ópera de consabidos trasfondos shakespereanos situada en la Verona del siglo XIV y dentro de un estilo muy francés en sus típicos cinco acto, sobre un libreto de J. Barbier y M. Carré. Segura y convencida parecía en todo momento esta cantante checa, quizás ya con experiencia en otros certámenes. El VIII Concurso de Canto de Amigos de la Ópera de Santiago, confirmaría por ello su veteranía y madurez entre los que se celebran en el ámbito nacional e incluso europeo. Albricias y a por la convocatoria que en agenda comienza a preparase.
Ramón García Balado
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