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10/06/2024

Béla Bartók y Manuel de Falla: templando el cobre

  A Coruña - 31//05/2024

Joaquín Riquelme fue solista del Concierto para viola y orquesta de Béla Bartók, con la OSG, dirigida por José Trigueros quien hubo de sustituir por urgencia a Juanjo Mena, alterando el programa previsto con la incorporación del Amor Brujo de Manuel de Falla en la versión para cantaora con la voz de Marina Heredia, que nos compensó en una obra que en sus dominios, una real gitanería estilística, maneras que ya nos dejó la pasada semana con ¡En libertad! de J.Albert Amargós.  Riquelme realizó una importante etapa de formación con la Berlin Philharmoniker, orquesta con la que también tuvieron experiencias maestros como Fernández Arbós y Santiago Cervera para proseguir en la Berlin Universität der  Kunste, con Helmut Rohdun mostrando  siempre interés por las experiencias camerísticas, con maestros como Emmanuel Pahud; Christian Zacharias; Jörg Widmann; el Cuarteto Memderling o el Berlin Ensemble.

Béla Bartók en obra póstuma, perfilada en su última etapa en los Estados Unidos, en una agotadora experiencia frente a una situación insuperable, mientras Tibor Serly- músico que nos ha servido para la elección de esta versión- le ayudaba en la culminación de ese proyecto que se confirmará con el estreno gracias William Primrose y Antal Dorati, en 1949.  Ernöbalogh, nos pondría al día de su situación entonces: Bartók conocía la naturaleza de su enfermedad, aunque el día que lo ingresaron pensaba seguir componiendo. Durante ese último verano trabajó de la única manera que sabía: de la mañana a la noche. En esa condiciones fueron compuestos el Tercer concierto para piano y este Concierto para viola; forma típica de trabajo y que también veríamos en el Concierto para orquesta. En vida no gozó del reconocimiento y popularidad, un trato que se limitaba a los profesionales de vanguardia. Sin embargo, dos de los Conservatorios, la Juilliard School y Curtis, así como la Seattle University, le ofrecieron cargos bien remunerados como profesor de composición.

Un período de posguerra que venía precedido por la Rapsodia para violín o el Segundo concierto para violín, permitiéndose coqueteos con el jazz, asunto que destacará Julie Brown. Una puja por probar con nuevas aportaciones y aquí nos encontraremos con la ufana severidad de las dos Sonatas para violín. Venía el autor se sobreponerse a esa obligada huida que le distanciaba definitivamente de Nagyszentmiklós, su lugar de nacimiento y que se integraría en Rumanía o de Pzosony- donde vivía su madre-, que pasaría a Checoslovaquia, un puzle de sabidas consecuencias. Bartók mantuvo la fidelidad al paisaje de aquellos sueños enmarcados por la oculta trascendencia de los modismos campesinos, que alcanzaban hasta Turquía y el Norte de África, mientras su país se abocaba hacia el gobierno autoritario de Miklós Horthy, momento en el que esa lealtad a esos posicionamientos traerán consecuencias reprobatorias curiosamente vejatorias, tildándole de poco húngaro. El Concierto para viola, es obra que se resolverá en tres tiempos: Allegro moderato; Adagio religioso y Allegro vivace. El primero en forma de sonata de elaborado sobre temas contrastados, para ceder la entrada a la viola exponiendo sus detallismos expresivos e idiomáticos con un desarrollo en el que se incluye una recapitulación cara al Adagio religioso-Allegretto, lírico en la dimensión de su planteamiento en un a modo de ejercicio meditativo tratado en forma de ABA. El Allegro vivace, será la respuesta precisa a los tiempos anteriores en lo relativo al equilibrio del conjunto de la obra, dentro de un moto perpetuo. Serly, en la responsabilidad que le atañía, supo mantener los presupuestos estéticos bartokianos gracias a un tratamiento orquestal reconocible. No menos podremos decir de Joaquín Riquelme en su enfoque sobrecogedor en el conocimiento de la obra en cada uno de sus tiempos electrizantes e idiomáticos dejándonos como bis la Allemande de la Suite primera, en Sol M. BWV 1007, deJ.S. Bach

El Amor Brujo de Manuel de Falla, la gitanería de 1915 nacida de un canción para Pastora Imperio y que evolucionará en pretensiones a una pieza de género chico para renegar de sí misma mientras vive de los asesoramientos de Martínez Sierra y María Lejárraga, un embrión que dará razones posteriores ampliaciones y revisiones, tras el encuadre en los límites de las breves piezas escénicas conocidas como apropósitos, espectáculos del género de las variedades y entretenimientos sin apelativo preciso. Para la obra, un orgánico sencillo- flauta (y piccolo), oboe, trompa, cornetín, piano y quinteto de cuerdas, que se ampliará en la del año siguiente. Nos quedamos pues, al servicio de la cantaora, con el sencillo esquema de dos cuadros: Un primero en siete detalles musicales, repartidos desde la Introducción y escena previo a la Canción del amor dolido, el pasaje del Sortilegio; la Danza  del fin de día y el añadido de El amor vulgar (que sería suprimida en el ballet); el Romance del pescador para completar el descriptivo Intermedio que dejará lugar al Cuadro segundo, con El fuego fatuo; la escena del terror y la Danza del fuego fatuo dejando que otro Interludio que prepare la Canción del fuego fatuo en encadenamiento hacia el Conjuro para reconquistar el amor perdido; la Escena del amor popular, La danza y canción de la bruja fingida en un revoloteo del Finale con Las  campanas del amanecer. ¡Ya está despuntando el día!  ¡Cantad, campanas, cantad! ¡Que vuelve la gloria mía! Voz quejumbrosa y rota de Marina Heredia en el desgarramiento agónico.

Ramón García Balado

 

Joaquín Riquelme/ Marina Heredia.

Orquesta Sinfónica de Galicia/Juanjo Mena

Obras de Béla Bartók y Manuel de Falla

Palacio de la Ópera,  A Coruña

publicado en RITMO, edición digital

07/06/2024

Fragmente Stille an Diotima, de Luigi Nono, por el Arditti

 A Coruña - 01/06/2024

El prestigioso Arditti Quartet se apuntó al punto álgido del VII Festival Resis de A Coruña, en el Auditorio Afundación, ofreciendo obras de José Manuel López López- Cuarteto II Infinita Domenica-; Rebecca Saunders- Flecht- y del homenajeado Luigi Nono, en Fragmente Stille an Diotima. Miembros del Arditti Quartet, son en la actualidad  Irving Arditti, el único que permanece de los miembros fundadores; el segundo violín Ashot Sarkissjan; el viola Ralf Ehlers y el chelista Lucas Fels. Como tal formación y desde los comienzos, han mantenido una relación permanente con los autores de las obras sobre las que trabajaron e investigaron,  músicos que a lo largo de tan extenso período les ha permitido intercambiar pareceres con creadores de referencia. Artistas como Thomàs Ades; P. Dusapin; Franco Donatoni; Henri Dutilleux; Morton Feldman; Helmuth Lacenmann; ; Gyorgy Ligeti; W. Lutoslawski; Luciano Berio; Elliot Carter; B. Ferneyhough, Iannis Xenakis; Wolfgang Rhin o Giacinto Scelsi.  Nace el grupo en 1974 por iniciativa de Irvine Arditti,  junto a sus compañeros Livine Andrade, Lennox Mackenzie y John Sterne, en el espacio de la London Accademie of Music, tomando pronto relación artística con el prestigioso La Salle Quartet.  El fundador del grupo, había probado ya en 1973, el acercamiento al repertorio contemporáneo, descubriendo obras de Stockhausen y Gyorgy Ligeti y en 1974, se presentarán en público con obras de Hans Werner Henze y el citado Ligeti. En 1977, la BBC les concederá un programa presentando el Cuarteto de cuerdas nº 1, de Jonathan Harvey. Pronto llegarán los galardones de prestigio: el Deutsche Shall Platten Preis; varios Gramopohone; el Charles Cross; el Coup de Coeur o el Ernst von Siemens. En el apartado discográfico, merecen mención los registros realizados sobre esos compositores con los que compartieron asesoría en el momento de trabajar sobre las obras en concreto.

Un caso para constatarlo, era precisamente la obra que abría  programa, el Cuarteto II Infinita Domenica de J. Manuel López-López, un compromiso con el CNDM, entre el Arditti y el compositor, destinado al Palau de les Arts de Valencia y que tendrá refrendo en registro con la productora Kairos. La presentación de la obra, compartió fecha con obras de Héctor Parra- el Primer cuarteto Leaves of reality- y la pieza de Henri Dutilleux Ainsi la nuitLópez-López, es un músico con especialización en Francia en el Institut de Rechesches et Coordination Acoustique/Musique y en la École des Hautes Études Sciences Sociales (IRCAM-EHESSE), ampliando en el SIMC y el International Computer Music Conference (ICMC). Entre los Premios Nacionales, destacará el de Fin de Carrera de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero y el juvenil de la JONDE. Siempre influenciado por las tendencias actuales, supo superponer las distintas opciones de desplegar los posibles esquemas evolutivos. Obras como Aquilea, que afirma la característica de esa expresión musical. Memoria de un tiempo imaginario (1988), trabajaba sobre el color orquestal dominante orientándose hacia sonoridades inarmónicas (percusión), establecidas a la parte aguda del registro (piano, metal).  Rhea  (1989), sabrá disponer a los solistas en el espacio para reforzar el poder de discriminación.

 Experimentos en la tímbrica, para fundamentar sus obras, le permiten la concepción de las mismas, por esa relación espacio/temporal en el que cabe también la voz, con efectos variables en la idea armónica entre los parciales que calificará como proceso de clonage.   El maestro en su consolidación que subirá grados en los noventa, con Sottovoce, equivalente de la descomposición de las técnicas vocales, con microfiguras cantadas en directo y en diferido. Como Ligeti, supo crear la ilusión de niveles diferentes de velocidades simultáneas, con superposiciones de esquemas de tiempos demasiado complejos para ser percibidos. Para ejemplo Memoria de un tiempo imaginario, en la que juega con masas orquestales para elaborar una especie de politemporalidad  en la escucha a  base de sobreimpresiones. Las indagaciones sobre el gesto instrumental se observará en  sus percepciones en obra tan emblemática como Viento de otoño. La intuición será patrón permanente dentro del discurso marcado por la hipersensibilidad en fineza de los sonidos tratados, para idea la densa concentración sin reposo posible en Infinita Domenica ante un público atento al más ínfimo detalle y que en todo el programa mantendría un respetuoso silencio tal cual nos había propuesto el director del certamen Hugo Gómez Chao Porta.

Rebecca Saunders-Flecht-, tras Fury II, de esta compositora en interpretación del Arxis Ensemble, volvíamos a encontrarnos con ella, artista merecedora este año del León de Oro de la Bienal de Venecia y que profesionalmente siguió la escuela de Wolfgang Rihn en la Hochchule für Musik, en Karlsruhe, había recibido consideraciones como el Busoni Kunst Arts Berliner o el Premio Mauricio Kagel. Flecht, obra para acordeón y recitador, cuenta con registro publicado por Kairos, una pieza que destaca por su agresividad sonora hasta un límite agobiante, partiendo en su texto en forma de monólogo de Molly Bloom- Ulisses, de James Joyce-, obras suyas comenzaron a tener mayor presencia en programaciones de músicas actuales como las Xornadas Contemporáneas por el Plurar Ensemble- Fabián Panisello-, o Vertixe Sonora, en Xeografía no tempo.

Luigi Nono-Fragmente-Stille an Diotima (1979/80)- obra encargo del Cuarteto Lasalle y estrenada en Bonn, una muestra que revela cambios en su forma de componer, una posible vuelta al pasado anticipando con todo el futuro. Nuevas lecturas y amistades, nos llevan al encuentro de un poeta como Edmond Jabès o el pensador Massimo Cacciari, que dejarán como rédito esta serie de fragmentos sobre la poesía de Hölderlin. Fragmentos extraídos de la Oda an Diotima, en la que el poeta alemán expone sus estrechas relaciones entre lo individual/biográfico y lo político/social. Aspecto del que da razones la propia música en su consentida asincronía que resultará un acabado en forma laberíntica. El silencio, tiene un papel determinante en su desarrollo aunque claramente distante del usado por John Cage. Esos silencios que corresponden a fragmentos extraídos del propio texto. Fragmente-Stille, An Diotima, respondía al deseo expresado por el Quatour  LaSalle quienes le pidieron una obra acorde con sus ambiciones. Nono supo convencerles como ya había hecho Schönberg en su Segundo cuarteto. No es obra jalonada por la importancia de los silencios, como en las Bagateles, de Webern, sino también por los deslizamientos entre los aspectos que se reafirman en los condicionantes hasta el límite de lo inaudible. Diotima sería el nombre de simbólico concedido a Suzanne Gontard, mujer amada en una relación compartida e inspirada en la poética de Hyperion. Una de sus grandes obras maestras por ese tratamiento significativo del valor de los silencios que dotaban a la obra de su carácter reflexivo e inquieto en esa búsqueda de lo indefinible.

Ramón García Balado 

         

Festival RESIS

Arditti Quartet

Obras de J.M. López-López, Rebecca Saunders y Luigi Nono

Auditorio de Abanca, A Coruña     

publicado en RITMO, edición digital 

 

04/06/2024

Rosanne Philippens: Un Korngold concertante

  Ferrol - Santiago de Compostela días 30 y 31 de mayo

Clausura  de temporada con la con participación de alumnado de la EAEM, dirigida por su titular Baldur Brönnimann en un programa que presentaba tres obras, el Concierto para violín, en Re M. Op. 35, del compositor apreciado por su amplia carrera internacional Erich W.Korngold, en especial por los años destinados al cine en los Estados Unidos; el estreno en nuestro país de Atlas Eclípticalis, de John Cage y la Sinfonía en tres movimientos de Igor Stravinski.  Rosanne Philippens estudió en la Escuela Amstelveen, con Anneke Schilt, para seguir en el Conservatorio de La Haya. Es artista de Channel Classics y se maneja con un Stradivarius Barrere (1727), cesión de la Fundación Elise Mathilde.

El Concierto para violín en Re M. Op. 35 de Erich W. Korngold, es obra impregnada de profundos autoplagios de material procedente de sus bandas sonoras en un momento de excelentes resultados dedicados a sus compromisos para el cine tras dubitativas experiencias profesionales en esa Alemania de amargas expectativas y que dejaría trabajos como su ópera Die tote Stadt. Algo tendría que ver Max Reinhardt en este trasvase a un mundo del que se beneficiará con creces, tras el compromiso de un arreglo para la obra incidental a partir de A midsummer night´s dream (Mendelssohn), preparando su entrada a los trabajos consecuentes con la Warner Bros. Este concierto sobrado de guiños, gozó del estreno a cargo del virtuoso Jascha Heifetz el 15 de febrero de 1947. Tres movimientos en el contexto habitual a partir del Moderato nobile- soberbia lectura de Rosanne Philippens-, para el que recurre sin reparos a la banda sonoro de Another Dawn, filme de 1937- Errol Flynn y Kay Frances- tomando elementos melódicos amplios y detalladamente expresivos a los que  responde una nutrida orquestación, para ceder a un segundo tema procedente de la banda de Juarez (1939), modificando algunos detalles perfilados por sutilezas refinadas.

El Romance, segundo tiempo, destilado de ese melodismo que tan magníficamente le caracterizaba, recupera argumentos de Anthony Adverse (1936), que le supondría un Oscar, ofreciéndonos un tiempo atractivo y contagioso, camino del Finale de notables exigencias interpretativas y que se inspira en la banda de El príncipe y el mendigo, resuelto en dos temas con variaciones sobre un ingenioso tramado constructivo, desde una forma de ancestral giga que presume un estilo de pieza épica con dominio de la sección de metales, para permitir a la solista desplegar sus argumentos más virtuosísticos. Siempre resaltando en conjunto del desarrollo, la importancia de la respuesta orquestal. Un diálogo de fructífero enfrentamiento entre la solista y el grupo orquestal. Obra bien recibida en su estreno con el curioso detalle del criterio del analista Raymond Kendall, quien aguzando el ingenio dirá: falta oro (gold) y sobra grano (korn), una picajosa valoración.

Estreno en España de Atlas Eclipticalis, de John Cage, modelo de un período en la década de que había roto amarras a partir del Concierto para piano y orquesta y un segundo, en ese caso para piano preparado y orquesta de cámara, con la sana pretensión de liberar a la música del encadenamiento emocional mientras esa generación de músicos se acercaban a los postulados del estructuralismo lingüístico. Cage se había acercado a los postulados de Schönberg, con evidentes resultados como ese distanciamiento a favor de una necesaria emancipación del sonido y el ruido, consolidando una ostensible individualidad, auspiciada por el ojo crítico de Pierre Boulez, en Alea, con obras que se convertirán en ilustraciones de ideas, una música refractaria a dimensiones simbólicas. Obras como la impactante 4´33- un puro desconcierto por su salto al vacío-; Music for Chances o el citado Concierto para piano y orquesta, experimentos cruciales en una trayectoria preclara. Podría hablarse de una saturación de excesos teóricos que plantearán la desaparición del arte. Una inevitable explosión impulsiva surgida en el espacio calificado como annus mirabilis.

Un cuarto de siglo marcado por el distanciamiento de la escuela de Schönberg, quien dirá de él: No es un compositor; es un inventor; cierto que un inventor de genio. Años precisamente de obras como el Cuarteto para percusión- sin instrumentos concretos-; o la que nos afecta esta vez Atlas Eclipticalis- inicios de los sesenta-, un equilibrio incesante entre la teoría y la composición, modelo de distribución entre los sonidos y silencios, en una justa duración que supera la impaciencia de un oyente quizás perplejo. Quizás la invención pueda determinar esta etapa de sus obras, entregadas a una especie de frenesí  que poco deberá a obras precedentes como Imaginary Landscape o las tres Constructions y los ballets para piano preparado desde Bachanale- colaboraciones con Merce Cunningham-, entre otras piezas quizás menores, junto a las Sonatas e interludios (para piano preparado), y Atlas Eclipticalis. La gran tradición sinfónica y orquestal arraiga de refilón, con apuntes dispersos en el último Stravinski o la Segunda Escuela Vienesa, quedando discretamente Atlas Eclipticalis como su testimonio postrero: un equilibrio que presume quebrarse, silencios que puede simular como excesivos cara un oyente menos común de lo acostumbrado, superado por sonidos aislados.

Igor Stravinski- Sinfonía para tres movimientos-, obra de entreguerras, de los años 1942 a 1945, con estreno por la New York Philharmonic, el 24 de febrero de 1946, bajo su propia dirección, y que en principio llamaría Sinfonía de Guerra, aunque de manera evasiva, observando conciencia de los acontecimientos cotidianos, reflejados en cada uno de sus tiempos sobre episodios de la vida en impresiones concretas. No resulta una obra programática ni siquiera neoclásica, como descubrimos en tantas otras. El Allegro de sonata, primer tiempo, presentaba un pasaje ligeramente agresivo lanzado al agudo entre detalles de percusión, en respuesta, con un final repetido in extremis, como punto de cierre que respondían a un encadenamiento de puentes e ideas sorprendentes que contribuyen a una serie de ideas sorprendentes. La Sinfonía en tres movimientos, resulta la obra más rica en el plano sonoro desde La Consagración de la primavera, patrón que recuperamos en esta obra, precisamente por la pertinencia del timbre como función motora y fundamental.

 El Andante,  una especie de pura coreografía  con tintes italianizantes, descritos por la fiorituras de la flauta a caballo de un fondo pulsado de cuerdas, permitiendo un protagonismo a través  de siete compases vacilantes y tensos que nos trasladaba al movimiento final, en el que sí se ofrecen aspectos procedentes  de La consagración de la primavera, en una consentida aceptación de pasajes permanentes a través de densos acordes, en oposiciones rítmicas clarificadoras para las intensiones ansiadas que remiten a la Danza de la tierra, superponiendo armónicamente acordes ya expresados en el primer movimiento. Se trata de un procedimiento que confronta estructuras rítmicas horizontales y verticales cortantes. Un episodio sombrío de instrumentos graves, con ritmos desdoblados, evocan en la coda, una inspiración en La danza del sacrificio, en busca de una notación más fácil para los intérpretes.    

Ramón García Balado

Rosanne Philippens
Real Filharmonía de Galicia / Baldur Brönnimann
Obras de John Cage, E. W. Korngold e I. Stravinski
Auditorio de Galicia
Auditorio de Ferrol

Publicado en RITMO, edición digital

02/06/2024

La cantaora Marina Heredia: ¡En libertad!, el camino de los gitanos

  A Coruña - 01/06/2024

Concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por José Trigueros, en un programa que anunciaba como especial primicia   ¡En Libertad! El camino de los gitanos, obra de Joan Albert Amargós y José Quevedo Bola, composición bien recibida en su estreno por la Philharmoniker Duisburger , en colaboración con el Instituto Cervantes de Hamburgo, en una sesión que incluía La vida breve, de Falla y el ballet Estancia Op. 8, de A. Ginastera.  Para los dos conciertos de la cita, se añadieron  la Suite de la ópera Háry Janos, de Zoltan Kodaly y la Primera Rapsodia, en La M. op. 11, de George Enesco. Un programa asentado pues en raíces profundas de las esencias populares. George Enesco, con esa Rapsodia compuesta en su etapa parisina, marcada por esa necesidad de afirmar su sentimiento y procedencia, obra que recibirá una excelente acogida logrando divulgar su popularidad, en especial por el sugerente detalle de la imitación del canto de la alondra, que imita aquellos cantos populares. Enesco, artista universal gozó de una notable carrera profesional repartida entre Viena- estudios con Brahms y Helmberger, en violín-, y posteriormente, para mayor fortuna en París- Marsick (violín), ampliando con Dubois, Fauré, Massenet o Gédalge, Tuvo como alumno a Y.Mehuhim y no menos importante, serán sus colaboraciones como intérprete camerístico con Cortot, Pau Casals, Lipati y otros maestros de primera línea, llegando a promover un cuarteto que llevaría su nombre.

Zoltan Kodaly- Suite de Háry János-, ópera en forma de singspiel fantástico y de trama imposible, sobre libreto no menos audaz de  Bela Paulini y Zsolti Harsanty, a partir de la poética de János Gray, con estreno en Budapest (1926), espectáculo que se apoya en ese folklore magiar, en cuanto a estructuras melódicas y rítmicas, sobre un colorido armónico de influencias aportadas por las vanguardias del momento, como el impresionismo de Debussy. La trama, descabellada y osada, ayuda a tomarse con indulgencia el resultado de esta especie de singspiel que remite a las fantasías rocambolescas del húsar Háry János, en un a modo de epopeya legendaria. Con cierta indulgencia, en los aspectos musicales, no dejamos de hallar afinidades estéticas con su compañero Béla Bartok, en El castillo de Barbazul. En esta ocasión, la alternancia de arias y diálogos, se hilvanan a la elaboración de un complejo narrativo carente de credibilidad. La Suite de Háry Janos, desbordará con creces el éxito de la ópera, consiguiendo una obra que, con regularidad, escuchamos en sesiones de concierto, como pueden ser las Danzas de Galanta o las Danzas de Marosszek. Destacó el solista Cyril Dupuy, como intérprete de címbalo húngaro, con bis incluído.  La suite que nos interesaba, tuvo como especial circunstancia el hecho de haber sido estrenada en Barcelona, el 4 de marzo de 1927, en una selección casi azarosa en lo relativo a la selección de las piezas elegidas del singspiel.  Cinco años antes, se había solicitado a varios músicos húngaros una obra con motivo de la unión de las ciudades de Buda, Pest y Obuda. Bartok, compondría la Suite de danzas, en la que incluirá una danza rumana y Kodaly, ofrecerá la obra Psalmus Hungaricus, dejando Dohnányi, la Obertura solemne.

Marina Heredia, granaína de pro, inició su carrera con artistas como María Pagés, y el maestro de guitarra J.Mª Gallard; con Eva Yerbabuena, logrará un éxito de importancia en la X Bienal de Flamenco-Teatro Lope de Vega-, y junto a Mauricio Sotelo, repetirá en Modus Novus, abriendo expectativas con la ópera De Amore, en la sala Gasteig (Munich), en coproducción con el Teatro de La Zarzuela. Nueva York la esperará en 2002, para un Festival Flamenco con aportaciones  en comentario del gran especialista Ángel Álvarez Caballero.  Me duele, será una producción a medias con Pepe de Lucía, junto a J. María Cañizares, mientras compartía trabajos en cd. con José Mercé. Período que además, tendrá trabajos compartidos con Blanca Li, y su padre Jaime El Parrón, en un filme documental de Dominique BelLa voz del agua- nuevo cd-, sería resultado de un trabajo de fusión de una bienal ofrecida en el Teatro Lope de Vega (Sevilla), preparando la llegada de Con-vivencias, apoyándose en géneros tradicionales árabes- gharnati, con la marroquí Amina Alaoui.  Visita a California (2012), para colaborar con la O. S. de San Francisco- El Amor Brujo, de Falla, como obra estelar- con dirección de Pablo Heras-Casado, año en el que estrena A mi tiempo.  El Festival de Granada (2013), le reserva plaza para interpretar el Intermezzo de Goyescas (Granados); Danzas gitanas Op. 55 (J. Turina), y El sombrero de tres picos (Falla).  Tierra a la vista, renovador espectáculo, tendrá acogida posteriormente en el mismo certamen.  Templo de luz, será otra propuesta compartida con Carmen Linares y Árcangel (Sadler´s Wells).  Lorca y la pasión, se convertirá en uno de los espectáculos de mayor divulgación, en esta evolución que traerá igualmente otra aventura a medias con José Quevedo Bola, homenajeando a García Lorca: El 5 a las 5, con el tema  Los Segadores del espectáculo Lorca y la Pasión, un mar de sueños.   Marina Heredia, y la soprano Mariola Cantarero- Mar de Cantes- será un compromiso destinado a la histórica Residencia de Estudiantes (2022), conmemorando aquel Concurso del Cante Jondo (1922), en la Plaza de los Aljives, propuesto por Manuel de Falla, García Lorca y figuras representativas en lo cultural: Ignacio Zuloaga, Miguel Cerón, Andrés Segovia, J. Mª Rodríguez Acosta, Fernando de los Ríos, Manuel Ángeles Ortíz , Hermenegildo Lanz, Adolfo Salazar o Giner de los Ríos.

Joan Albert Amargós Altisent, es artífice de este ¡En Libertad! El camino de los gitanos,  con el guitarrista José Quevedo Bola.  Amargós, compositor con formación en el Conservatori del Liceu de Barcelona, profundizó en las indagaciones que descubriría en músicos como Hindemith, Dutilleux, Luciano Berio o Hans Werner Henze. Amplitud de miras, comenzará en los setenta con Sis cançons d´homenatge a Picasso y la Sonata para flauta y piano, Le cheval de Malval y las Variaciones para orquesta, en los ochenta, culminando la Cantata de la tierra, para solistas, coro y orquesta. Su formación como instrumentista le ayudará a distanciarse de recursos manidos recurriendo a procesos más elaborados, dentro de una variedad de tendencias, con acercamiento  al mundo de jazz, en su aproximación a lo que se conocerá como jazz de amalgama, en el que se conjuran músicos como Carles Benavent, con un primer trabajo discográfico, auspiciado por el Ministerio de Cultura y en esa vía, llegará Hasta siempre Jaco, para big band, en su calidad de arreglista y precisamente el espacio de los flamencos le llevó a colaborar con Camarón de la Isla o Paco de Lucía, y en esa onda, surgirán proyectos como el Concierto del Sur, con Carles Benavent, mística flamenca o la colaboración con el Ballet Nacional de España, para Tarantos, también con Paco de Lucía. La Compañía Andaluza de Danza, le encargó Requiem, para coro y orquesta, estrenado en La Maestranza de Sevilla, dirigido por Mariol Naya. Para la escena, compuso obras como El duc meu-meu;Homenatge a Picasso o Pigmalió. Quevedo Bola, compañero de esta aventura, es un guitarrista flamenco que compartió labores con Manuela Carrasco, Eva Yerbabuena, Sara Baras o Israel Galván y con cantaores/as como Esperanza Fernández, El Pele, Arcángel o Carmen Linares, y cuenta con recientes trabajos como el cd Fértil o el espectáculo Caótico con una big band de estilo jazzístico. En libertad. El camino de los gitanos, suite en la que destacaron como solistas la cantaora, el  guitarrista José Quevedo y el percusionista Paquito González, resultaba un destilado de cuadros de estilo desde la toná a la seguirilla; las alegrías, la bulería y un tanguillo, entre un apunte instrumental ubicado en mitad de la serie, en esa respuesta a una obra encargo de la Philharmoniker Duisburger, siendo la cantaora artista en residencia.

Ramón García Balado

 

Marina Heredia, J. Quevedo Bolita, Paquito González.

Orquesta Sinfónica de Galicia/José Trigueros

Obras de Joan Albert Amargós, Zoltán Kodaly y George Enescu

Palacio de la Ópera, A Coruña

Publicado en la edición digital de RITMO

Elisabeth Leonskaia, el Cuarteto Kandinski y el contrabajista Dominik Wagner, en el VII Festival Clasclás, de Vilagarcía de Arousa

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