Teatro Colón, A Coruña
Concierto en el Teatro Colón, dentro de las actividades de la LXXIII, de Amigos de la Ópera de A Coruña- día 24, a las 20´00 h-, con el sopranista Samuel Mariño, acompañado al piano por Jonathan Ware, una voz de especiales características, en la cuerda de contratenores, y que cobran un claro protagonismo por la evidencia de sus recursos. Para Samuel Mariño, una de las virtudes de esos estilos, es la aproximación a la estética queer, por sus modismos y actitudes tanto escénicas como canoras, convirtiendo sus galas en un auténtico show, de travestismo y virtuosismo, que conceden a su espectáculo renovados planteamientos. Nacido en Caracas (1993), comenzó sus estudios de voz, danza y piano en el Conservatorio de París, tras haber desarrollado durante su adolescencia una mutación en la que sabría cuidar el timbre agudo, que mantendrá ya desde entonces. No hace tanto le tuvimos dentro de las propuestas del Teatro del Canal (Madrid), con la orquesta de la Ópera de Versalles, compaginando una ópera escenificada en el Festival de Glyndebourne, presentando su primer registro en cd para el sello DECCA. El cantante afirma que la diferencia entre un sopranista y un contratenor, se expresa en las cualidades del segundo por su cercanía a la voz de mezzo, mientras que la de sopranista se acerca a la de soprano. Las posibilidades de registro, le permitieron en cuanto a volumen y proyección, a probar con roles como Sophie (Rosenkavalier, de Richard Strauss) o Sussana (Le Nozze di Figaro). Colegas suyos probaron en este repertorio de sopranista, pero su voz natural es la de tenor o barítono. En su caso, no tiene muchas opciones, ya que por su condición biológica, su laringe no baja más y su registro ese el que muestra. Cantar repertorio castrati, sin el legado heredado por el cambio hormonal de la ancestral castración, requiere dificultades imposibles de plantear. Esa estética queer, de renovadas perspectivas, ayuda a recrear personajes dentro de la disidencia sexual, prescindiendo de acostumbrados cánones al uso. Pueden resultar sus espectáculos auténticas performances para seducir al aficionado. En su horizonte, The Baroque Project (Sony), Ensemble Teseo; las colaboraciones con el CNDM: Concerto d´ cavalieri Marcello di Lisa. Galardones como el Barbara Bonney, Premio Neue Stimmer; Care Pupille o el DECCA, classics, de sopranistas. Fue artista invitado por el Concertgebouw (Amsterdam); la Elbphilharminie; el Theater an der Wien; o el Festspiel d´Ambronay; la Casa da Cultura Belén (Lisboa) o el Musikfeast Bremen. Entre sus roles: obras de Monteverdi y A. Vivaldi; Oscar (Un ballo in maschera, de Verdi); Romeo (I Capuleti e I Montescchi) o Arsace (Aureliano in Palmira).
En las últimas temporadas de este certamen, y en el registro de esta cuerda vocal, asistimos en 2018, al protagonismo de Alberto Miguélez-Rouco, en el ciclo de Novas Voces Galegas, a su sesión en Afundación, cantante ya consolidado y que procedía del Coro Cantabile, para formarse en Basilea, llegando a cantar bajo la dirección de Christophe Rousset, presentándose esta vez con acompañamiento orquesta, para legar obras de W.A. Mozart, Monteverdi o Henry Purcell, entre otros. En la misma temporada, y en el Palacio de la Ópera de A Coruña, Serse, de G. Friedrich Händel, con la orquesta Il Pomo D´Oro, de Maxim Emelyanychev, destacando como solista el contratenor Franco Fangioli, compartiendo escena con Inga Kalna, Vivica Genoux, Ana Quintans, Andrea Wolf y Biagio Pizutti, una lectura en versión de concierto. La temporada 2022, nos descubrió en el Teatro Colón, uno de esos títulos que comienzan a mostrar su excelente salud, Vendado es amor, no es ciego, de José de Nebra, uno de los proyectos bandera de la Orquesta Los Elementos, que dirige Pablo Miguélez Rouco, una de esas recuperaciones que ha logrado abrirse espacio en las propuestas de proyectos barrocos, de impronta ibérica. La cita 2021, y también de G.F. Händel, en versión semiescinificada, Parténope, en una ostentosa visita del siempre magistral William Christie, con Les Arts Florissants, con tratamiento escénico de Sophie Daneman, para lucimiento de dos contratenores: Alberto Miguélez Rouco y Hugh Cuttings, arropados por Ana Vieira Leite, Helen Charlston, Jacob Lawrence y Matthieu Walendzik. La temporada 2022, en el Teatro Colón, un nuevo Händel, con Ariodante, ofrecido por Il Pomo D´Oro, dirigido por George Petrou, en la que volvía el contratenor Franco Fagioli, velada de éxito seguro por los protagonistas en escena, Melissa Petit, Sarah Gilford, Luciana Mancini, Nicholas Phan y Alex Rosen. Entre otros barroquismos, Il ritorno d´Ulisse in Patria, de Claudio Monteverdi, del Ensemble I Gemelli, de Emiliano González Toro, casi en la clausura de 2023, en la que el propio director, Emiliano Gómez Toro, asumió el rol de Ulysse, frente a la Penelope de Fleur Barron.
En la disputa inevitable para decidirse por las condiciones de este tipo de voces, los contratenores son las voces más agudas con una extensión semejante a la de una soprano o una mezzosoprano que en apreciación de Stinchelli, se distancia del arquetipo imaginario de los castrati. Un contratenor es en general el falsetista artificial que aprovecha sobre todo la resonancia de la cabeza, es decir, la octava aguda de la voz masculina; en cuanto al registro medio y grave, no tiene la consistencia y la homogeneidad propia de los castrati, además el timbre resulta con frecuencia áspero, carente del terciopelo y la dulzura de los imaginable antiguos rivales. Son voces menos dúctiles y no podrían jamás igualar las proezas de sus rivales. Poseen características propias de color e intensidad. Además, lo que ganan en agudos, lo pierden el volumen, por lo que hacen comparar vagamente ambos recursos vocales. Conviene diferenciar a los verdaderos contratenores de los falsetistas. Un buen contratenor e igualmente un sopranista, obtendrán las notas más agudas combinando los registros de cabeza y la técnica del falsete (consistente en emitir el sonido utilizando también el registro de pecho, utilizando solo la parte de las cuerdas vocales), disimulando este último recurso también en el registro de pecho. Un falsetista puro, solo cantaría utilizando la técnica del falsete. El timbre del contratenor, resulta puro, incisivo y sutil, mientras que el falsetista, muestra una voz penetrante y aguda, dulce y quizás emitida con resuelta proyección de tintes estridentes.
Para su programa, barrocos de plenitud como Marc A. Charpentier, con Feuillage Vert de Les Arts Florissants, creador del oratorio barroco moderno en Francia y que tendrá como herederos a Campra y Bernier logrando con la armonía una técnica y una habilidad sorprendente, enlace directo con Jean P. Rameau a través de Les Indes Galantes-Viens, Hymen, recurriendo a escenas pastoriles, puede que el aspecto menos conocido en lo relativo a la personalidad de su obra, pero que la posteridad sabrá aceptar entre su legado más sobresaliente. Händel con una aria espectacular de todos conocida y que ha servido como pieza de complemento en recitales de voces entregadas a los estilos más distantes, se trata de Lascia ch´io pianga, utilizada en su ópera Rinaldo y en su oratorio Il trionfo dil mundo e dil desengano, aria baúl que tendrá aparición también en Almirena, por su suntuosidad y contagio. Del propio Händel, la voluptuosa Piangero la sorte mia, de la especie de péplum Julio Cesare.
En cambios de estilo, Mozart, Voi avete un cor fidele K. 217, aria en principio para soprano en Sol M. y compuesta en un período de retiro salzburgués, para Abert esta pieza nos cautiva por su sonido íntimo y apasionado que en las partes más lentas se aproxima sensiblemente al Lied alemán, un detalle de un joven adolescente y que coincide con la representación de La giadinera fingida K. 196. Una segunda pieza mozartiana por Voi che sapete, aria de Cherubino en Les Nozze di Figaro pura ternura. De G. Rossini en su inmenso esplendor por las peculiares exigencias del de esplendor de medios de interpretación en la muy exigente Bel raggio lusinghier de la apoteosis de Semiramide. Puestos en belcantismos, no faltará un V. Bellini con una aria de I Capuletti e I Montecchi, otro alarde gracias a Tu sola, o mia Gulietta/ De! Tu, bell´ anima
Para regusto, la mélodie, la chanson y un aria eterna por La canción de la Luna de Rusalka de A. Dvorak, Tierna Luna, en la que confía la noche su amor. Ferenz Liszt, con su canción Oh! Quand je dors, sobre la poética de Víctor Hugo del grupo de ocho melodías compuestas entre 1842/44, en este caso a partir de unos sonetos de Los tres sonetos que evocaban la relación de Petrarca y Laura. El mundo de Víctor Hugo, la había sido tratado tan acertadamente esta entonces. Reynaldo Hahn, con su apreciada A Chloris, pieza que se integraba en la serie de sus arreglos como los realizados a partir de obras en la tradición francesa como Rameau, o barrocos alemanes. Hahn, recurre a un poema tomado de Theophile de Viaux (1590/ 1616), quien destacaría como escritor y por su convulsa vida. Pauline Viardot, nos obsequiará con dos perlas de su estilo: Hai Luli y Havanaise, parisina y de ascendencia española por su padre, el tenor Manuel García, creador del rol de Almaviva en El barbero de Sevilla, estrenando ella misma títulos como El Orfeo de Gluck, en la versión francesa, en versión de Héctor Berlioz. En el capítulo de obras propia de carácter cameristico destaca romanzas y mélodies, y otras delicadezas que han contribuido a mantener en la memoria su recuerdo: Solitude; La Petite Chevrière; Villanelle; En mer; L´absence; la Terentelle o Chanson de Loïc.
Ramón García Balado

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