Igrexa de Santo Agostiño, Santiago de Compostela
Concierto abierto y con el aliciente de ocupar distintos espacios de la Igrexa de Santo Agostiño, al servicio de las obras elegidas que atienden a distintas épocas de las que dejarán razones la agrupación que integran Mestres da Capela da Catedral- día 6, a las 21´30 h-, formación que integran las voces de Aida López- soprano-, Mariola Gongar-alto-; Chema Ares- tenor- y el barítono Pablo Nieves, con la colaboración en la sección instrumental de Juan Manuel Varela- órgano y piano-; Diego Rojo- cítola y archilaúd-, Francisco Luengo- vyolón y viola da gamba- bajo la dirección conjunta de Miro Moreira. Un programa que abarca desde una cantiga de Affonso X, El Sabio-, a un motete de G. Pierluigi da Palestrina; un pieza gregoriana de Tomás Luís de Victoria; maestros de capilla de la Catedral compostelana; una consideración de Cristóbal Halffter, en su apartado de obras en este estilo, la mayoría nacidas como encargo; Domenico Bertolucci, compositor de nuestro tiempo y un compositor húngaro, prácticamente por descubrir, Lászlo Halmos, además de otro motete de Monteverdi y el Stabat Mater Dolorosa, de Marc Antoine Charpentier. Cada obra se escuchará en una capilla, comenzando por la Tribuna, para trasladarse al Atrio y seguir por las Naves, el Altar da Concepción., el Altar do Cristo flagelado, cerrando finalmente en el Prebisterio y bajo la Cúpula.
Affonso X El Sabio, tendrá la Cantiga nº 100, Santa María Strela do día, cantiga de loor tal cual corresponde a su número, múltiplo de cien y que contiene en su estribillo la advocación de encabezamiento que demanda el camino hacia la divinidad de forma directa para continuar con algunos detalles polifónicos, recordando en la primera estrofa cómo María consigue que los pecadores se arrepientan, perdonándoles por su actitud y entrega. En el Atrio, el motete Sicut cervus desiderat ad fontes, de G.P. Palestrina. La pretensión tridentina para el Viernes Santo, según los dictados del Papa Marcello II, una admonición donde se ordenaba la selección de obras corales adaptadas al carácter específico de la celebración, así como la exigencia de una mayor atención en la clara enunciación de los textos, un propósito dirigido al oyente, para mayor deleite de las obras. Una más amplia flexibilidad contrapuntística dentro de un equilibrio sonoro más ajustado y también más fluido. Síntesis artístico-espiritual de la que Palestrina será el maestro por excelencia, aspecto que la posteridad sabrá apreciar.
Un Himno de Cuaresma, en canto gregoriano Attende Domine, en la Nave, para trasladarse al Altar do Cristo Flaxelado, en donde Tomás Luís de Victoria, estará con Popule meus, un maestro que cubre un período extenso en el apartado de géneros litúrgicos y que se distinguió por su docencia en las materias de canto llano en el Colegio Germánico, tras ser reclamado por los jesuitas en 1571, cuando tenía 23 años, destacando como joven responsable y por su capacidad en las responsabilidades musicales. Volvería a dejar memoria en el Colegio Germánico antes de establecerse por cuenta propia como organista y cantor en Montserrat, para seguir con José de Vaquedano, maestro de Capilla, de la Catedral compostelana, para escuchar Vexila Regis, navarro de procedencia con escuela recibida en las Descalzas Reales de Madrid y cuya capilla en nuestra ciudad destacará por el cuidado del repertorio vocal, admitido como uno de los períodos gloriosos, destacando por sus motetes en una escritura cuidada y realzada por los esquemas rítmicos. Suyo será el villancico ¿Qué le diré a la bella zagala? Vaquedano, repite obra en el Altar da Concepción, con el Ave Regina Caelorum, composición encuadrable dentro de las obras que merecieron especial respeto como Angeli, archangeli, un motete a doce voces; Cuius animan, integrado en el Stabat Mater, a cuatro voces, entre la serie de sus obras de estilo severo como las Lamentaciones de Semana Santa.
Marc Antoine Charpentier- Stabat Mater Dolorosa, en el Altar do Cristo Flaxelado-, del maestro francés esas obras dentro del estilo de Dialogues, a la par que sus Misas- quizás lo más sobresaliente-, además de las obras por excelencia que fueron Les leçons de Ténèbres, músico que la posteridad reconocerá por sus obras profanas, muchas recuperadas en las últimas décadas como Le Malade imaginaire y otras para la escena comprometidas para entes como los Comédiens Français. Ramón Palacio, en la misma capilla, (1793/1863), aporta Benigne fac. Domine (contralto obligado), músico con oficio como m. c. en la Seo de Zaragoza, y del que López Calo, recordará sus años dedicados a la plaza compostelana después de recibir el reconocimiento como compositor en obras como el Miserere a ocho voces y que curiosamente se conserva en nuestra Catedral.
Un salto en siglos para ubicarnos en nuestro siglo, esta vez con Cristóbal Halffter, con un Ave María- Altar da Concepción-. El maestro de la Generación del 51, dejó impronta en débitos de obras en estos estilos, que podremos constatar en ejemplos como Planto por las víctimas de la violencia; A Gaudium et Spes; el Officium defunctorum, de gran envergadura por su duración y amplitud o Yes, Speak Out, una de sus grandes fuentes de inspiración. En esa capilla, Domenico Bartolucci (1917/2013), con Tota Pulchra est María, fue maestro que ejerció en la Capilla Musicale di Polifonía, en la Capilla Sistina, con estudios en Florencia junto a F. Bagnoli, como director de coro catedralicio y destacado autor de misas, motetes o madrigales, entre sus obras destacadas, el oratorio La tempestá sul Lago (1935). Se interesó por profundizar en el estudio de las obras de Palestrina, en Roma, con Rafaelle Cassimiri, en la Capilla de San Juan de Letrán y sus obras fueron recopiladas en la Edizione de la Capella Sistina.
Melchor López, m. c. de la Catedral de Santiago, tendrá la Missa a 8 Ad Pilssimam Maria, en el Ba importante es el apartado de obras dedicadas a este género, siempre pendientes de recuperación y restauración por lo que supusieron para la historia de nuestra ciudad, con ejemplos como el Magnificat, para coro y orquesta, los motetes importantes en número, el libro Polifonía Sacra, que muestra un perfecto dominio de la técnica a doble coro; la Missa Solemne de difuntos: Beati mortui qui Domino moriuntur o el brillante motete para contralto, trompa obligada y orquesta, Jubilate Deo. En el Presbiterio, Claudio Monteverdi, con Aduramus Te Christie, perteneciente al Libro Primo de Motetes (1620), conocido como Libro Primo del motetti in lode d´Iddio nostro signore, editado en Venecia, por Bartolomeo Magni y que tendrá respuesta en el Libro secondo de motetti in lode della gloriossiisma Vergine Marian nostra signora, que editará Alessandro Vincenti. Estas obras impresas añaden motetes del cremonés Giulio Cesare Bianchi, que trabajaba en los círculos milaneses. La obra que se ofrece, hace pensar incluso en una disposición en coros partidos cuyos ágiles intercambios contrastan con el recogimiento de la adoración expresada por la declamación homorrítmica agitada. Bajo la Cúpula, El húngaro Lászlo Halmos (1909/97), tendrá Jubilate Deo, dotado violinista y director de coros, autor de obras que van desde oratorios a cantatas, motetes y otras piezas sacras, fue titular del Coro de Gyur y profesor del Conservatorio Estatal Húngaro, digno representante de la escuela eslava que compendia a los maestro señeros de los países centroeuropeos. Ignacio Prieto (1900/80)- Regina Coeli-fue considerado por López-Calo como un maestro de tendencias profanas cuyas tendencias se reflejarán en sus composiciones religiosas mostrando un eclecticismo que le acerca a músicos en los dominios que van desde Johannes Brahms a Maurice Ravel o Cesar Franck, en confluencia con las herencias del Renacimiento.
Ramón García Balado