Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Sesiones de la RFG, dirigidas por Sebastian Zinka en el Auditorio de Galicia- días 23 y 24, a las 11´00 h-, una idea enfocada hacia los más jóvenes, según concepto de M.A. Cajigal (El Barroquista), además de narrador y en que el James Dahlgreen, será concertino de nuestra formación. Un programa a caballo de piezas selectas tomadas desde los clásicos hasta compositores actuales, destacando citas procedentes de bandas sonoras de Ennio Morricone y Bernard Herrmann. Como entrante, una Battaglia de H.I. F. Biber, violinista y compositor austríaco siempre al servicio de distintas cortes y que artísticamente, se caracterizaría por ser genuino representante del Sur de Alemania, frente a la pujanza italianizante, precisamente por su querencia por el uso de la scordatura y las cuerdas dobles. L. v. Beethoven, con dos piezas: La victoria de Wellington Op. 91 (Wellington Sieg), eligiendo un pasaje de esta fantasía musical dedicada al príncipe-regente de Inglaterra, futuro Jorge IV y que el compositor dirigiría en Viena en beneficio de los soldados austríacos y bávaros, heridos en la batalla de Hanau. Una gala organizada por el mecánico de la corte Johann Nepomuk Mälzel, inventor del metrónomo. De la Sinfonía nº 7, en la M., Op. 92, el tercer tiempo Presto, un característico scherzo, brillante y extenso, que se convertiría en uno de los más animados de sus sinfonías. Händel- dos tiempos de la Suite en Fa, de la primera Water Music, aquellas obras destinadas a un paseo por el Támesis, el 17 de julio de 1717, una fiesta que la realeza remontaría el río desde Whitehall a Chelsea, con cena incluida en la villa de Lord Ranelagh, con vuelta a Saint James Palace. Nos quedaremos de esta Suite en Fa, con la Bourré, que para el autor debía tocarse tres veces: la cuerda, la madera y todos juntos, y un Hornpipe, de ritmo sincopado e insistente, oponiendo trompas y maderas.
Florence Price (1887/1953)- Sinfonía nº3, primer movimiento- digna representante de la negritud reivindicativa quien se vería abocada a enfrentarse a todo tipo de problemas, en épocas de la gran represión y las leyes Jim Crow, que imponían una segregación racista. Con suerte, llegó a ser jefa del Departamento de Música de la Universidad de Clark Atlanta, antes de casarse con el abogado negro Thomas J. Price. Su legado musical incluye cuatro sinfonías, varias piezas orquestales, obras para piano y órgano y piezas para canto, con clara influencia de las tradiciones europeas, desde Antonin Dvorak y Tchaikovski. Tras su muerte su figura cayó en el olvido hasta que en la actualidad, de la considera una compositora importante, especialmente a partir de 2009, con un concierto en las afueras de St. Anne (Illinois). Amy Beach- Invocation (en arreglo de Sebastian Zinka)-talento precoz de la que la historia recuerda sus tanteos infantiles sobre el piano, poco antes de que a los dos años, recibiese sus primeras clases de composición. Un don natural que abrirá perspectivas a través de obras orquestales como la Sinfonía gaélica, estrenada en 1896, años en los que se movía dentro de los círculos prestigiados merced a sus propios méritos que conseguirían encumbrarla como la compositora referente de toda una generación, en especial por un concierto que acabarían interpretando virtuosos solistas. Karl Mª von Webern- obertura de Der Freischütz- pieza menos dependiente del contexto musical de la ópera y que supuso una invitación a otros músicos que especulaban sobre ese planteamiento estilístico, siempre estimulado por un claro elemento fantástico, que se inicia con una corta y lenta introducción, anunciada por la trompa que evoca la vida de los cazadores, en medio del bosque, en todo momento, aceptando ciertos motivos maléficos, resuenan pinceladas sonoras hasta alcanzar un deslumbrante detalle, en Do M., que otorga el protagonismo a Agathe, una de sus principales protagonistas, imponiéndose al mundo de la nocturnidad.
Ennio Morricone- La misión-, incansable maestro para el mundo del cine, y que ya en los sesenta, había destacando por su colaboración con Sergio Leone, quien había sido su compañero de escuela, y que pronto se hará reconocer por aquellos géneros menores conocidos como spaghetti western, los de El bueno el feo y el malo; Por un puñado de dólares o La muerte tenía un precio. Siempre activo y perspicaz, a partir de los años 80, enfantizará sus inconfundible estilo el tratamiento instrumental de los recursos orquestales, logrando efectivos que aumentarán sus recursos en obras tan representativas como Erase una vez América, una agotadora colaboración con Sergio Leone o La misión, obra clave en esa trayectoria, gracias a la cual su caché alcanzaría cifras millonarias en contratos. Cinema Paradiso, resultó la primera incursión en el mundo de Giuseppe Tornatore, con quien tendrá una profunda amistas. Bernard Herrmann- Suite de Psycho-, a partir de 1955, se produciría una afortunada relación profesional entre el cineasta y el compositor que ya había colaborado con Orson Wells tras haber creador la New Chamber Orchestra, en 1931. Cineasta y compositor, estaban llamados a formar una entente segura, a pesar del carácter maníaco- depresivo de Herrmann, quien desarrollaría hasta el límite las posibilidades demandadas que tendrá un momento de gloria en Vértigo y el fandango de Con la muerte en los talones, en detalles como los violentos violines en forma de grito, en la estremecedora escena de Psycho. Estamos ante el momento más sublime del compositor, que también dejará argumentos de su sello en ¿Pero quién mató a Harry?; El hombre que sabía demasiado; Falso culpable; Los pájaros o Marnie La Ladrona. Su maestro Gustav Heine, la había enseñado los argumentos básicos para enfrentarse a las técnicas básicas, en el Clinton Institute. Vladimir Martinov (1946)- The Beatitudes- obra enmarcada por su solemnidad y tintes fúnebres, es un veterano maestro que se estrenó con un Cuarteto para oboe y flauta, antes de estrenar su obra para el piano Hexagramme, pero su interés se decantó desde el principio por los trabajos sobre repertorios con raíces étnicas, realizando trabajos para la ORTF y otras cadenas alemanas, siguiendo las escuelas de Alexander Scriabin, Sofía Gubaidulina, Alfred Schnittke o E. Denisov, tras acercarse a barrocos como los Gabrieli, Dufay, Machaut y las tradiciones ortodoxas rusas. Es autor de una ópera Vita Nuova, estrenada por la London Philharmonic Orquestra. Redondeando la matinal, la polca Tritsh-Trash, Op. 214 celebérrima por excelencia, un capricho de Johann Strauss hijo, piecita con personales guiños a vivencias del autor, en la que no faltan consideraciones con su entorno familiar.
Ramón García Balado






