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29/07/2025

Michael Dorner e Ilona Timchenko, piano a cuatro manos dentro de Peregrinos Musicais

 Praza de Mazarelos, Santiago de Compostela


Concierto en Mazarelos como actividad de Peregrinos Musicais a cargo de los pianistas Michel Dorner e Ilona Timchenko, para un programa con obras de J.S. Bach, F. Chopin y G. Gershwin- día 31, a las 20 h-, un pianista de Munich con estudios en la Hochschule für Musik und Darstellende Kunst (Stuttgart), autor de unas 60 obras y que mantuvo cercanías estilísticas con Alfred Schnittke y Sofía Gubaidulina, ejerciendo en la actualidad la docencia en la Hochschule für Musik Granz Liszt, de Weimar. Ilona Timchenko, comenzó su formación con A. Goliak, en Crimea, antes de trasladarse a Moscú, en donde tuvo como maestros a Vladimir Bunin, María Polivanova, Elena Richter, ampliando en composición con Albert Leman y Roman Ledeniov, para proseguir en Holanda con Alexander Gold-que tan excelentes impresiones dejó en nuestra ciudad en la Escola Berenguela-y Rian de Waal. De sus obras, destaca el sexteto Dedicatoria a Aviñón, muy apreciada por Sofía Gubaidulina. Entre sus galardones, la Beethoven Competition (Viena); la Liszt Competition Utrecht (Holanda); Enescu Competition de Bucarest; el Maria Callas Grand Prix (Atenas) y ya en la proximidad, el Antón García Abril. Es promotora del Festival Peregrinos Muscais desde su primera convocatoria en 2011, en el que los Jovenes Talentos del curso, había ofrecido dos galas, en el Teatro Principal, bajo la dirección de Maximino Zumalave, con la RFG.

Johan Sebastian Bach- Suite inglesa, en la m. BWV 807-obra de la que el autor no dejaría explicación alguna sobre este asunto aunque para el especialista y biógrafo J.N. Forkel, posiblemente la serie de todas ellas, habían sido una dedicatoria a un potentado aficionado inglés. Karl Geiringer, aceptaría que las piezas recibirían influencias de las suites para clave de Charles Diepart (1670-c. 1740), maestro cuya trayectoria profesional se cimentaría en Londres. La Suite Inglesa nº2, en la m. BWV 807, se despliega en sus movimientos que van desde el Preludio, imbuido del espíritu camerístico con dos temas desde el primero con su vigorosa energía que acabará repitiendo en diversas formas. La Alemanda, apacible y expresiva, se sustenta en el principio de imitación, teniendo cada parte su propio motivo temático, observando en la segunda la serie de seis exposiciones sucesivas y que van pasando de voz en voz. la Courante, un modismo alla francesa, claramente diferente a la ofrecida en la suite primera, aporta una inestabilidad rítmica menos pronunciada. La Zarabanda, con una evidente influencia francesa, va seguida de su doble, con una anotación ornamentada. El Doble se manifiesta por su contrapunto en estilo italiano y su curiosa ornamentación. Las bourrés I y II, se reparten por su talante desde la primera vivaz, rápida y alegre  y la segunda más tranquila y expresiva, cobrando importancia el uso en los pedales de armónicos de tónica y dominante.  La Giga de conclusión se reafirma por esa fidelidad a la forma musical que se utiliza como reclamo, una giga en estilo italiano, dominada por un único elemento temático.

Frederic Chopin- Barcarola en Fa sost. m. Op. 60-, estrenada en París en la Salle Pleyel, el 16 de febrero de 1848. Obra cargada de sutilezas y sensuales evocaciones, la única barcarola del músico que ha sido considerada como una de sus obras cumbre, aspecto que fue valorado por Friedrich Nietzche- músico ocasional y autor de obras para personal deleite-, e incluso André Gide, quien no pudo resistirse a su encanto por la serie de resonancias de visión italianizante. No faltará en elogios, Maurice Ravel, músico que llegó a considerar las ideas avanzadas que se encuentran en esta pieza, hasta el extremo de sentirse en parte heredero suyo. El tema en terceras, para Chopin, resulta ágil y delicado, envuelto con resolución por excitantes armonías deslumbrante, destacando la primicia melódica en cuanto a su continuidad. La intensidad aumenta antes de aparecer un nuevo motivo de estimulante lirismo, en el que analistas confirma la inspiración italianizante. Una pieza comenzada en Nohant, uno de sus refugios, durante el otoño de 1845, trabajo que le ocupará algunos meses y con el detalle a mayores de que el músico recurrirá a una tonalidad inusual, con el añadido de convertirla en una escritura incomparable. Un cuadro lírico de vivacísimos colores que conservan esa familiaridad italianizante, refrendada por apuntes de tintes impresionista que anuncian épocas venideras. Para redondear perfiles, habría quien consideraría la  Barcarola como el mejor Nocturno salido de su firma

George Gershwin- Rhapsodie in Blue-, tratamiento para cuatro manos según Henry Levine, una sugerencia de Paul Whiteman, con el que en un principio no se sentía especialmente interesado, queda ese acercamiento al mundo del jazz y Gershwin comenzó por los tanteos en versión para dos pianos, a comienzos de 1924, y durante ese meditado proceso, Ferde Grofé se había instalado en su apartamento neoyorquino, cercano al del compositor de esta obra. Como arreglista de Whiteman, Grofé se haría responsable de la orquestación de esta perla concertante, hoy en día verdadera obra maestra que sirve para todo tipo de usos. Aquella orquestación se realizaría de forma pausada a pesar de que la urgencia apremiaba. El primer ensayo general de la Rhapsodie in Blue, tuvo lugar en la cita de una velada en el Palais Royal, en la que asistieron como invitados Walter Damrosch, W.J. Hendeson (crítico musical), Edwin Hughes (pianista y profesor); Victor Herbert, Leonard Liebeling (editor musical, del Musical Courier, Pitts Sanborn (especialista en música contemporánea), y H. O. Osgood (editor del Musical America). Un momento que sirvió para la presentación pública de Gershwin, por medio de Whiteman, ante un público perspicaz e interesado, lo que trajo como consecuencia la insalvable disparidad de criterios entre tanto agudo sabueso. La historia vino a demostrar que las opiniones positivas se llevarían la palma. Para Sanborn, la opinión se resumirá en las palabras: No es que me sintiera encandilado por los temas o la ejecución, pero el asunto tenía fuerza y empuje. Whiteman en ningún momento se sintió descorazonado, estaba seguro de la  Rhapsodie in Blue, sería un éxito por absoluta suficiencia, un mazazo merced a su sólido magisterio por lo que para asegurarse de su seguridad, invitó a un almuerzo colectivo con parte de los asistentes que se dieron cita en aquel estreno.

Ramón García Balado

28/07/2025

Quintacorda Ensemble y otros colaboradores para Peregrinos Musicais, en A Praza de Mazarelos

 Praza de Mazarelos, Santiago de Compostela


Concierto en A Praza de Mazarelos con el protagonismo de Quintacorda Ensemble, Sergey Arutunyan, Ilona Timchenko, añadiendo la participación de Yuri Golubev- contrabajo-, Jeroen Der Herder- chelo- y la pianista Evelina Vorontsova-día 30 a las 20´00 h-, para un programa a repartir entre obras de W.A. Mozart y F. J. Haydn.   Wolfgand A. Mozart, con el Concierto para piano, en La M. 414, en sus tiempos Allegro, con cadenza  de IlonaTimchenko; Andante  y Allegretto, siendo solista la  directora del evento, responsable del mismo desde su primera convocatoria, una pianista de la que recordamos una impresionante interpretación de la temible Sonata Op. 106, en Si b M. (Hammerklavier), de Beethoven, en el Paraninfo da Universidade, igualmente por el trío que compartió  con la chelista  Barbara Switaska y la violinista Elina Viksne, el Trío Magri. Fue la primera en abordar los 24 preludios y fugas, de D. Shostakovich y la integral pianística del apreciado Antón García Abril. Obtuvo el Premio del Concurso Abstract Securities Landor (2007), logrando un contrato con la firma Lardon  Records, manteniendo una regular presencia en certámenes y festivales desde la Musikverein Wien; el Concertgebouw (Amsterdam); la Gran Sala del Conservatorio de Moscú. El Concierto K. 414, primero de una tríada, inaugura la serie vienesa de los seis grandes para piano y orquesta, compuestos entre 1782/86, y que alcanzan el climax  por su multiforme agógica, por la variedad de sus formas y los problemas técnicos. Este concierto será definido por Hönig como perfecta música de divertimento vienés, representando un modelo de gracia y poesía. Destacan las maravillosas virtudes que se muestran en la inagotable invención temática, además de la expresión favorecida por la luminosidad de la tonalidad, en La M., merced a un diálogo variado ya desde el Allegro, con su melodía central y el entusiasmo que nos propone, aspecto realzado por el estudioso Rattalino. La  serie de los tres primeros conciertos, se escucharon en público a finales de 1783, bajo el reclamo en forma de suscripción, con vistas a su publicación inmediata. Para Alfred Einstein, bastaría con saber que el salzburgués quería ofrecer al público tres obras- K. 413; K. 414 y K. 415-, tres géneros completamente diferentes en lo relativo a la idea de concierto, distintos en cuanto a la tonalidad, pero típicos en el ámbito de cada una de ellas. Desde un primero pastoril e ingenuo, pasamos al actual más poético y amoureuse y el último brillante y convencional.

El Adagio para violín y orquesta en Mi M. (destinado al Concierto K. 219), también de Mozart, es obra de un músico de veinte años, un trabajo para cuerda, flauta y trompas, que tendrá edición en 1801, solista en esta sesión, será Aleksander Arutunyan, resultando un trabajo en forma de Adagio de concierto a modo de pieza aislada, en medio de muchas otras de talante religioso, compuestas de obligado en Salzburgo, en 1776; las noticias sobre ella, llegarán a través de una carta destinada a su prócer Leopoldo, pendiente de su evolución y de sus obligaciones. Wyzewa y Saint-Foix, opinarán que a causa de su sencillez, el nuevo Adagio es sin duda alguna una de las obras más características de un precoz genio, en ese magnífico período de exaltación creativa. Carli Ballola y Parenti, se afirmarán en los valores de una pieza que, por su cantidad más lineal y estrófica, además de su personal concisión- dentro de la innegable aceptación de una complejidad al dictado- sabrá corregir ciertos yerros exaltados  líricos, previsibles en el fragmento original.  Brunetti, estudioso de la pieza, le dejaba la sensación de demasiado rebuscada en sus refinamientos, pero no pasaban de ser personales acepciones. Una pieza que en lo esencial, podría parecer demasiado compleja para los violinistas de la corte. Los seis conciertos para violín, de Mozart, el virtuosismo no resulta exagerado, sino más bien propicio para el resultado final de las obras, desde la excelencia musical a la concepción formal,

Franz Joseph Haydn-Concierto para violín y orquesta nº 1, Hob, Vlla.I, en Do M., en el que destacará como solista Sergey Arutunyan, como representación de Portugal y miembro de Quintacorda Enssmble. La obra de Haydn, resultará la más divulgada del total de cuatro, figurando en el Entwurtf- Katalog, a anotación del maestro, padre de la sinfonía y los cuartetos de cuerda, la anotación Concerto per il violino fatto per il Luigi, es decir, para Luigi Tomasini, el apreciado primer violín de su querida orquesta, del que acabará diciendo tiempo después, que nadie sabía interpretar mejor que él sus Cuartetos de cuerda- auténtica proa de un género que dejará nutrida escuela. La orquesta acompañante está compuesta exclusivamente por cuerdas, obra del año 1761 o quizás un poco después, revelando todavía ciertos rasgos preclásicos, sobretodo en la manera de tratar de forma un tanto arcaica, la actitud de alternar el solo  y el tutti, ya el Allegro moderato, tiene estructura tripartita  en lo que parece como una forma de sonata primitiva. El Adagio, en la subdominante Fa M, destaca la claridad de la línea melódica del solista, con acompañamiento en pizzicato, al modo de una serenata italiana, que nos lleva al Finale Presto 3/8, con un alarde de preciosismo.

Ramón García Balado

27/07/2025

Iakov Zats, Yuri Golubev y Evelina Vorontosva, en Peregrinos Musicais

 Praza de Mazarelos, Santiago  de Compostela


Concierto en A Praza de Mazarelos dentro de las actividades de Peregrinos Musicais- día 29, a las 20´00 h-, con el protagonismo del viola Iakov Zats, el contrabajista Yuri Golubev y la pianista que ya tuvimos ayer, Evelina Vorontsova. Iakov, estudió en la Escuela del Conservatorio de Moscú y en el Tchaikovski de la misma ciudad, antes de probar en Italia en la Fondazione Arena de Verona, en un amplio período, integrándose como miembro de la O.S. G.Verdi (Milán) o la O. F. Toscanini Parma, la Mahler C.O. siendo director de la O. de la Universidad de Milán Bicocca. Su compañero Yuri, con estudios en el Conservatorio de Moscú, muestra un destacado interés por las formas jazzísticas, en perfecta familiaridad con las formas clásicas.

Un programa en el que no faltarán arreglos de Fritz Kreisler, sobre  un Andante cantabile de P. I. Tchaikovski y el Dvorak procedente de un spitiual negro, que no remite al Largo de la Sinfonía del Nuevo Mundo, la nº 9, en Mi m. Op. 95, estrenada en el Carnegie Hall, bajo la dirección de Anton Seild, su obra típicamente americana cuyo mito en forma de leyenda, se inspira en el poema de Longfellow Canto de Hiawatha, que devendrá con el paso de tiempo en la popular canción Going home, destacando el intenso arabesco de los instrumentos de maderas.  Fritz Kreisler, austríaco con residencia en los Estados Unidos, fue artista adulado por aficionados y compositores, no en vano para él compusieron Elgar, su concierto para el instrumento- el violín-; Ysaÿe, quien le dedicó la sonata para violín solo (Op.27 nº 4); Martinu, por la Rapsodia checa o Rachmaninov, en sus Variaciones sobre un tema de Corelli. Violinista de una sonoridad calurosa y sensual, merced al ritmo que le animaba, en esencia, uno de los grandes privilegiados, que sabría otorgar un sello personal a cada obra que abordaba.

Manuel de Falla- Siete canciones populares- auténtico capricho para los cantantes y perfectas en su adecuación en su traslación instrumental. Piezas que van desde El paño moruno a la Seguidilla murciana; Asturiana; Jota; Nana; Canción y el Polo, destinadas su estreno el 14 de enero de 1915, en el Ateneo de Madrid, con la voz de la admirada Luisa Vela, acompañada por el propio compositor, en una sentida dedicatoria a Mme Ida Godebska. Para Jaume Pahissa, las piezas tendrían su origen en el momento en el que una cantante española, había participado en el montaje de La vida breve. Luisa Vela, en su haber, había tomado el rol de Salud, en La vida breve. En los entresijos familiares, Ida Godesbka, era la compañera de Cipa (Cyprien Godesbky), cuya hermana Misia, se había casado con el pintor José Mª Sert, igualmente amigo de Falla, y las letras de estas canciones, aunque tradicionales, recibirán un tratamiento dentro de su estilo muy reconocible. Las piezas no suponen un ciclo, sino que acentúan el contraste, siendo la secuencia cuidadosamente estudiada, con mención especial por su popularidad a la Jota y al Polo.


Sulkan Tsintssadze
- Horumi-, es un compositor georgiano que destacó como chelista y que estudió en Tiflis, con Konsatatin Minyar  Belorucker y en el Conservatorio Tchaikovski, con Semyon Maveyevich llegando a colaborar con formaciones como la CSSR State S.O.;  como clave de referencia, mientras se dedicaba a componer un cuidado repertorio de obras camerísticas y orquestales, obras como el Séptimo cuarteto de cuerdas- a la memoria de Béla Bartók-; la serie de fantasías líricas, como la realizada a través de la ópera de Dolidze, Keto y Kote, incluso la tomada de Porgy & Bess, de G.Gershwin; Tchonguri; las 16 miniaturas o Sachidrev.

Béla Bartók- Danzas folklóricas rumanas-, en sus variantes sobre la misma temática que alcanza a las danzas rumanas para piano O. 8, los bailes que las inspiran quedarán ancladas en las Danzas populares rumanas de Hungría del propio autor, cada una con su propio sello. Algunas compuestas en 1915, dedicadas a Ion Busitia, quien le ayudaría en bastantes de las labores de investigación, profesor del Instituto en Belényes (hoy en Beius, Rumanía), el éxito y el estilo del conjunto de este estilo de danzas y bailes, pueden compararse precisamente con las Danzas españolas de Manuel de Falla, compuestas durante ese período y escritas con la misma tensión melódica de inspiración  folklórica, aspectos que en la búsqueda de afinidades, nos acerca a Karol Szymanowski, Igor Stravinski, un trazado que hará posible la orquestación posterior de muchas de esas piezas. Sellos húngaros como Hungaroton, hicieron posible la divulgación del material surgido en aquellos años, que tendrá refrendo en otros de notable protagonismo en el resto de países.

Joaquín Turina- Jeudi Saint à Minuit-, el Turina de Sevilla Op. 2, para piano, obra compuesta en el verano de 1908, estrenada por el autor en la Sociedad artístico-musical de Sevilla, en 16 de octubre del mismo año, mientras que casi al tiempo, Ricard Viñès tocaba en el Ateneo de Madrid, los dos últimos números tal cual haría en París en mayo de 1909. Una obra que íntegramente, se presentó en Madrid por Turina, en noviembre de 1912, Un primer tiempo, Bajo los naranjos, que para él, sería un recuerdo de una etapa en Chiclana. El Jueves Santo a medianoche, resultaba la expresión de un sentimiento sevillano que no había conocido en esa ciudad, hasta que se marchó de ella, una página de seguro y bello efecto que haría recordar La noche de ronda, de Rembrandt. El tercer tiempo, tendría por nombre La Feria, distanciada de los dos tiempos anteriores.

Astor PiazzollaLe Grand Tango-, el hombre en su magnificencia artística dudoso siempre de sí en cuanto a su importancia, a sabiendas de que le tocó en suerte ser uno de los reconocibles innovadores en su dilatada carrera, según iban surgiendo las propuestas claramente definidas. Piazzolla, descreído, pondrá en solfa su real importancia, a pesar de lo que su figura siempre supuso. Responderá a la pregunta de si ¿La suerte mimó a Piazzolla? No siempre, dirá, la varita mágica lo puso de pibe en la orquesta de Anibal Troilo, y no puede haber escarapela que ésa en los caminos del tango. Pero si de suerte se trata, habrá que convenir en que la creación del Ócteto de Buenos Aires, de 1955, no tiene la escenografía más favorable.

Ramón García Balado

24/07/2025

Jeroen Den Herder & Evelina Vorontsova: Peregrinos Musicais, en la Praza de Mazarelos

 Praza de Mazarelos, Santiago de Compostela


Concierto en A Praza de Mazarelos en las actividades de Peregrinos Musicais- día 28, a las 20´00 h-, con la actuación del chelista Jeroen Den Herdey- alumno de  Dmitri Ferschtman y D. Rostropovich y la pianista Evelina Vorontsova, quien sustentó su formación  en centros de ampliación en Moscú y en Amsterdam.  En programa, Zoltán Kodály con Tres corales sobre temas de Bach, para violonchelo y piano: Ach, was ist doch unser  Leben; Vater unser im Himmelreich y Christus, der uns selig macht, compositor que estudió en la Academia de Budapest en el aula del ilustre H. Koessler, en donde compartió experiencias de criterios y proyectos con Béla Bartók, mostrando interés por el género coral, tanto sacro como profano, mientras investigaba en la Biblioteca musical de la Catedral de Nagyszombat- su nombre de entonces-, en la que era miembro coralista, interesándose por el violonchelo, en calidad de autodidácta, antes de probar con violín y piano. En ese período de evolución, realizará su tesis universitaria de fundamental trascendencia, a partir del material tomado de herencias populares, especialmente en el legado de canciones, un ejercicio que compartirá con Béla Bartók, y cuyos resultados encontraremos en repertorios actualmente en plena vigencia, un beneficioso resultado que había tenido sus fundamentos con un maestro como Béla Vikar, que sería el puente que le llevó realizar lo que dará en llamarse labor de campo, un estímulo que se respiraba en el ambiente y que supondrá una verdadera correa de trasmisión. Viajó a Bayreuth, el centro sagrado wagneriano y casi inmediatamente a París, en donde podrá conocer a Widor y a Claude Debussy, una afortunada impregnación de las corrientes tomadas del impresionismo, las mismas que se intercalarán con los repertorios sobre los que venía trabajando. Un extenso período, entre 1907 y 1940, ejerció la docencia en la Academia Ferenz Liszt, de Budapest, en el ámbito de la composición, estímulo que será una referencia de su carrera, la misma que le ayudó a crear su propia escuela que mantiene su vigencia a través de sus alumnos. La escuela húngara, tiene sólidos argumentos arraigados en nuestra tierra, por alumnos de esa escuela que han seguido sus fundamentos desde hace más de una década. La obra camerística, está presente en nuestro ciclos de conciertos pero para esta ocasión, podremos asistir a una de sus típicas obras didácticas, la serie de tres preludios corales que van desde el BWV 742 al BWV 762, para completar con el BWV 747, todas ellas para chelo y piano. No dejaremos al margen otras transcripciones como el Preludio y fuga, en Mi b, de El clave bien temperado (libro I), igualmente para dúo de chelo y piano o las obras didácticas Epigramas (serie de nueve vocalices), para voz y piano y las Danzas de Kallo, editadas por David Oistrakh.  


Los países eslavos aportarán corrientes de indagación y renovación con músicos como los citados a lo que se unirán Gyorgy Kurtág, Ligeti o una extensa serie de innovadores, pero para esta cita, convendrá que recordemos a Sashom Komitas, del que se nos descubrirán las Tres canciones  de Armenia, personaje fascinante con una infancia desafortunada al perder pronto a sus padres, y que por circunstancias de la vida, las posibilidades de dedicarse a la música resultaron menos traumáticas de lo que podría presumirse, estudiando en su propia tierra en donde se interesaría al igual que los Kodaly o Bartók, por las músicas tradicionales, un oficio que resultará una constante a lo largo de toda su vida, particularmente jalonada de experiencias traumáticas. Su personalidad creativa, dejará memoria en más de 3000 obras de todo género, desde obras puramente instrumentales a composiciones corales, por las que siempre mostró un gran interés ya desde sus años como estudiante. Su nombre comienza a ser valorado en su justa medida y para ejemplo, la visión que nos aportarán los dos músicos de hoy.  Komitas había estudiado en la Universidad de Berlín, junto a Richard Schmidt, en ese agotador trasiego de vivencias que le llevaría a París, en donde moriría tras dejar obras testimoniales como Badarak (Divina liturgia), un compositor que valdrá la pena descubrir.

Fréderick Chopin- Sonata en Sol m. Op. 65, para chelo y piano, en su tiempos Allegro moderato; Scherzo; Largo y Allegro, obra sobre la que mostraría cierta desafección, detalle del que sabremos su opinión por sus escritos, obra que a la postre, serán menos conocida tras ser compuesta entre finales de 1845 y 1847, llegando a ser la última de su catálogo en la relación dejada por el autor. Hacia 1847, Chopin y Auguste Franchomme, interpretaron este dúo para chelo y piano, antes de divulgarse en público en una sesión ofrecida en febrero del año siguiente, en la famosa Salle Pleyel parisina. A pesar de su larga gestación, resultará una de sus piezas más densas y emotivas, modelo de su consolidada madurez, que nos ofrece un estilo creativo que avanza nuevos estilos que con seguridad, el franco/polaco, hubiese deseado abordar. Un estilo que concilia la riqueza armónica y la sutileza melódica, más peculiarmente chopiniano, por la profundización y atrevimiento en las características expresivas y técnicas, especialmente en el violonchelo, a través de una escritura reflexiva en la que el contrapunto y la escritura formal, revelan una sorprendente libertad de tratamiento.

Sergei Rachmaninov- Sonata en So m.Op.  19, en su tiempo Andante-, que deja la impresión de una pausa intemporal, de un humor ciertamente mendelsshoniano, una respuesta de contraste frente a los movimientos precedentes: Lento: Allegro moderato y Allegro scherzando, en los que el piano resultaba más inquieto y febril. Una especie de Lied, propuesto por el teclado, enfrenta dos melodías con todo su brillo natural, antes de ceder un evidente protagonismo al violonchelo. Una primera melodía que oscila melancólica mente, entre mayor y menor, sobre un rico acompañamiento armónico, cede el paso a la segunda en un ritmo ternario, a través de tresillos iniciales, hacia una reexposición que concede al violonchelo en una amplia meditación, con respuesta aguda del piano, en esta obra comenzada en el verano de 1901 y termina en el otoño de ese mismo año

Ramón García Balado

Una Carmen cuartelera y bulliciosa

    Palacio de la Ópera, A Coruña, días 5 y 7 de septiembre Una producción artísticamente dirigida por Gianluca Martinenghi , a la OSG ,   p...