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11/06/2024

Dende a paisaxe lusitana con la Banda Municipal en As Praterías

 Praza das Praterías, Santiago de Compostela

 Concierto en As Praterías con la Banda Municipal y su titular David Fiuza Souto-día 13 a las 20´00 h-, para un programa de hermanamiento con el país vecino a través de cuatro compositores con los que pretendemos ponernos al día, Duarte Ferreira Pestana, José de Silva Marques, Manuel Inacio da Encarnaçao y Joâo Carlos de Sousas Morais, pensando en los grandes compositores que han dejado huella como los románticos Francisco de Sà Noronha (1820/81)m autor de obras como Beatrice di Portogallo y L´arco di Sant´Anna; Miguel Angelo Pereira (1843/1901), del que se recuerda Eurico, ou o Presbítero de Carteia, ópera que tuvo una gran acogida; Joaquim Casimiro Junior (1808/62), autor de entretenidos vodeviles de notable aceptación y muy en en estilo de la época; Francisco Alvarenga (1844/1883, el llamado Offenbach portugués, por la temática de sus operetas; Francisco Norberto dos Santos Pintos (1815/60), destacado por el apartado predominante de obras sacras; el pianista Joâo Guilherme Daddi (1814/87), autor igualmente de canciones y obras escénicas y una elegía a la memoria de Meyerbeer, el pope de la Grand- Opéra francesa. Así se consolidará una escuela de la que saldrán compositores como Bernardo Valentim Moreira de Sá (1853/ 1924); Augusto Machado (1845/1924); Alfredo Keil (1850/1907) o la figura por excelencia que será José Viana da Mota (1868/1948) y el no menos ilustre Luis Freitas Branco (1890/1955), maestro en el que dominaría la escuela francesa muy en boga entre los músicos del momento.

Para el programa de la Banda Municipal, valdrá recordar lo que fueron en Portugal las Filarmónicas por su papel fundamental en la vida de la comunidad tanto en pequeños pueblos como en mayores urbes. Combinaban músicos de mayor rango profesional con jóvenes aspirantes, una forma evidente de crear escuela, destacando la figura del maestro de banda que recibía un trato de preferencia en los asuntos económicos. Un modelo importante habían sido las bandas militares y de ello tenemos ejemplo en los compositores que nos acompañan esta tarde. Las llamadas Filarmónicas apareciendo de forma casi natural en el segundo cuarto del siglo XIX, para conseguir consolidarse en el día a día de ejercicio voluntarioso, siempre condicionados por la situación económica cotidiana. Asunto similar al conocido por nuestras bandas populares, multiplicándose especialmente entre los años 1850/90, un toque de gracia que alude a esa voluntad de supervivencia. Un historiador, Rui Casçao, dejaría escrito que su desarrollo tendrá bastante que ver con las fricciones entre alternativas rivales, no quedando exentos los asuntos políticos. El número de tales Filarmónicas, no cesaría de crecer con el paso de los años. En 1946, Freitas daba cuenta de unas doscientas bandas activas y que se triplicará en el plazo de tres décadas, asunto que tentaría el interés de los investigadores. Ya se trate de la composición instrumental como de los uniformes, del porte de los músicos y su estilo de presentarse en público o la disciplina, saltará a la vista de cualquier recién llegado. Los miembros de las Filarmónicas, se iniciaban en las prácticas de un instrumento desde muy jóvenes, integrándose evidentemente en calidad de aprendices.   

Duarte Ferreira Pestana, con Paisajem Ribatejana (Fantasía nº 5) y Abraço de Portugal (Fantasía nº 3), hizo pronto carrera compartiendo con sus hermanos trabajos en bandas, recibiendo de joven las primeras lecciones por parte de su abuelo, mentor y fundador de la Filarmónica de Gouvices. Siguió sus experiencias en Oporto, en 1926, ampliando en las materias más diversas, desde clarinete a composición. Se integró como miembro activo en la histórica Banda de Música de la Garda Nacional Republicana, por la que también pasarán algunos compositores que tendremos en programa. También Lisboa supo de sus quehaceres artísticos en una banda de similar talante, ampliando en la Orquesta Sinfónica de Radiodifusión Nacional, en los teatros más activos como el Sâo Carlos o el Clube da Radio Portuguesa, en temporadas líricas. Fue abundante el legado de su obra en géneros diversos asistiendo al estilo escénico proyectado en Gouvices. Pasando el tiempo, ya en nuestra época – 2011-, fue homenajeado en su centenario en el Auditorio del Conservatorio Nacional de Música de Oporto, precedido por  una charla de Hernáni Petiz (autor de importantes trabajos teóricos).

José de Silva Marques (1888/1955)- Capricho Varino-, se incorpora a la nómina de fundamentales maestros que ejerció en la O.S.de Oporto y como maestro de bandas: Sociedade Palmeirense y Euterpe Alhandresse, tras comenzar como intérprete de requinto en el Regimiento de Infantería de Oporto (1908) y disfrutar de una amplia etapa en la Banda do Batalhâo de Lisboa. Tuvo como maestro especial a Silva Dioniso. También tuvo experiencias profesionales en Brasil y de sus obras, junto a la elegida, destaca Panorama Luisiada; Serranescas; Rapsario de Fados o la Rapsódia Ribeirinha.  Compositor de mérito, es Manuel Inacio da Encarnaçao (1875/1918)- Cenas espanholas-, al que un estudioso dedicará un trabajo biográfico en profundidad, y que también paso por la Banda de Bombeiros Voluntarios de Santarem. Cubrió una labor de dinamización en la promoción de agrupaciones juveniles  como la Infantil de Beja. Maestro que repartió actividades entre bandas militares y civiles, promoviendo la Asociaçao da Uniâo Seixalense.   Joâo Carlos de Sousa Morais (1863/1919)-  Rapsodia hilarina-, fue autor de especiales piezas ingeniosas, tras conocer una sobrada experiencia que le llevaría desde Évora, a Oporto o Lisboa. De sus obras, destacan la serie de oberturas, fantasías, marchas y rapsodias, además de probar como músico independiente en ambientes urbanos como el histórico Café Chaves, de Oporto.

Ramón García Balado

04/06/2024

Dende o paralelismo: Banda Municipal, danzas húngaras y eslavas

 Praza das Praterías, Santiago de Compostela

Concierto en As Praterías  de la Banda Municipal con su titular David Fiuza Souto en ese apartado de Postais Ciclo III- día 6, a las 20´00 h.-, con un programa asentado en el patrón Dende o paralelismo que recurre a selección de piezas de gran dominio público tomando una selección de Danzas húngaras de Johannes Brahms y de Danzas eslavas, de Antonin Dvorak, tan habituales en los repertorios de las grandes orquestas y que no desdicen lo más mínimo en estas adaptaciones para banda, hermanándolas por lo que de común tienen en su evolución histórica y por la afinidad estilística entre ambos compositores. Johannes Brahms, no dudará en recurrir a sus composiciones para el piano para trasladarlas a nuevas perspectivas en sus populares composiciones orquestales, tan apreciadas igualmente por las bandas de música. Un ejemplo lo tendríamos igualmente en otros trabajos para el piano o en las Variaciones sobre un tema de Haydn, en Si b, del año 1857 o en las respetables canciones populares arregladas para coro de 4 voces sin acompañamiento y en los arreglos personales de temas procedentes de los Zigeunerlieder, una actitud que ayudó a engrandecer la figura del compositor. Más que los valses, habían sido estas Danzas húngaras para dos  para dos pianos, publicadas en 1869, excelente muestra de ingenio y asimilación de las posibilidades de tomar en préstamo, esas piezas de dominio público, piezas para todo tipo de entretenimiento, como las canciones de taberna y las que las familias utilizan en el ámbito doméstico, de las que sabrá extraer el ingenio de las posibilidades de los llamados zingarismos de procedencias dispersas y que en buena medida habían sido recopiladas por maestros como Reményi. No sorprendía que el conjunto de estas danzas lograse un éxito inmediato, conservando sus virtudes y natural frescura artística. Un Brahms menos ambicioso pero no menos dotado de sus grandes capacidades creativas, elevando las piezas a un nivel superior en cuanto a su factura de elaboración. Otros músicos se atreverán a repetir la experiencia a partir de esas propias piezas. En 1880, se publicaron dos cuadernos de Danzas húngaras, que incluían tres piezas originales (números 11, 14 y 16), piezas de artística elaboración y de mayor profundidad en cuanto a resultados, ofreciendo mayor ingenio del autor en los resultados  que la inspiración de procedencia.

 Brahms, entre sus compañeros de generación, fue el músico del XIX, fue en resumidas cuentas el que demostró una mayor pasión y conocimiento de género, disfrutando precisamente de la excelente relación con el violinista Eduard Reményi (1828/98), colega de aventuras juveniles en las que no faltarían estas aproximaciones a la tonadas populares. Cuando se acompañaban mutuamente- al piano y al violín- solían  intercambiar pareceres para avivar el ingenio sin la menor cortapisa y de ahí vendrá la serie de las Danzas húngaras recopiladas entre los años 1852/69, siendo la forma en esencia más sencilla que las tan aceptadas como las de Ferenz Liszt, músico también venerado y admirado. Una primera serie de esas danzas, las dio a conocer nuestro artista en 1869, en una total de diez obras tanto para piano solo como para piano a cuatro manos. Las orquestaciones serán afortunada consecuencia de lo que actualmente disfrutamos con detalles como la conocida número 3, en esa transcripción orquestal, inspirada en Tolnai Lakadalmas, una canción nupcial de Rizner o la número 4, de un talante turbulento y desaforado.

Antonin Dvorak con selección de Danzas eslavas, un calco visible de una parecida aventura en lo relativo a la inspiración. Unas Danzas eslavas a flor de piel que participan del sentir profundo de ánimos ancestrales que como bien sabemos nos encontramos en la mayoría de sus obras de todo rango. La serie de danzas que llegarían en doble ciclo desde una primera entrega aproximada del año 1878, gracias a la mediación de su estimado editor Fritz Simrock, entonces en la versión para el piano a cuatro manos, preparando la siguiente para 1887, siempre bajo el mismo impulso creativo que dejará como resultado un total de 16 piezas, predominado precisamente aquellas melodías de profunda raíz popular. Un sencilla visión de soslayo a tantas de sus obras de otros géneros, nos traerán aires claramente reconocibles por esa procedencia eslava, de la que Dvorak, junto a otros compañeros de travesía, asentará un futuro de amplias perspectivas. Piezas como la que se encontramos en la serie de los poemas sinfónicos, no hacen más que acrecentar su prestigio y personalidad. Entremedias, nos vamos tropezando con aromas tradicionales compartidos entre esos países eslavos, aceptando de la misma forma obras como las oberturas sinfónicas de gran colorido instrumental y sonoro, las cinco que se reparten entre Mi hogar  Op. 62; En la naturaleza Op.91; Carnaval Op. 92; Otelo Op. 93 y Los Husitas Op. 67, junto al conjunto de las Rapsodias eslavas Op. 45.

Ramón García Balado   

28/05/2024

Dende a lembranza: La Banda Municipal In memoriam Dani Portas

 Catedral de Santiago de Compostela

Concierto en la Catedral de Santiago- día 30, a las 21´00 h., bajo la dirección de su titular David Fiuza Souto, contando con el protagonismo de nuevo de la Escolanía da Catedral, de José Luís Vázquez y las voces de Gabriel Alonso y de Juana Suárez Llanos de Mera, con un programa propicio que nos dejará una breve pieza de un habitual en otras obras habituales de repertorio, Alfred Reed; el pasaje del tercer acto de Gotterdämmerung (La caída de los dioses), de la tetralogía wagneriana; Regersam, de E. Bell y como obra de mayor calado, el Requiem Op. 48, de Gabriel Fauré. Dani Portas (1976), trombonista y director de distintas bandas, realizó una etapa fundamental en la de Caldas de Rei, tras sus estudios de formación en la Escola Unión Musical; seguiría en la Banda Municipal de Pontevedra realizando una etapa de prestigiosa trayectoria en nuestra Banda Municipal de Santiago. Le perdimos hace poco tiempo a consecuencia  de un infarto fulminante, mal que le venía aquejando con un primer aviso desde hacía dos años.   

Alfred Reed (1921/ 2005), ese compositor al que nos hemos acostumbrado por sus obras orquestales y en especial para banda, vendrá por Alleluia! Laudamus te, maestro versado en distintas escuelas forjándose en sus comienzos como dotado arreglista para la 529th. Army Force Band, especialidad que le permitirá granjearse un futuro asegurado en este ámbito de las llamadas músicas alimenticias, en el período crudo de la Segunda Guerra Mundial. Los años de bonanza traerán mejores perspectivas en general, convirtiéndole en uno de los grandes autores de referencia. Otro Alfred Reed será el que descubramos en compromisos de este estilo, colaborando también con otros países europeos y para ejemplo la responsabilidad obligada entre Estados Unidos y Rusia, con motivo de un evento que suponía participar junto a Sergei Prokofiev, en una mutua participación aportando el ruso la Marcha Op. 99, y Alfred Reed su detalle como arreglista en la Sinfonía Sexta de Abraham Lincoln Symphony, de Roy Harris. El joven Reed, había encontrado en la biblioteca de consulta, la partitura de una canción navideña del siglo XVI, que combinaría con investigaciones previas sobre música litúrgica ortodoxa, configurando una curiosa pieza para banda: Russian Christmas Music, que se estrenaría a finales de 1944, en una transmisión en directo por la NBC. Eran prometedores comienzo que abrirán camino a un compositor que no temerá probar con estilos a los que todavía no estaba acostumbrado.

Richard Wagner nos traslada al tercer acto de Gotterdämmerung (La caída de Los Dioses de su Tetralogía) con el  pasaje Siegfried Traeumermarch (La marcha fúnebre), el final del primer cuadro en una página intensamente patética y doliente. Ópera que en cierto modo, vuelve a recuperar procedimientos musicales que se observan en Tannhauser y en Lohengrin. Un acto tercero que sobrevuela los anteriores culminando a lo grande en recursos sonoros, gracias a la escenas profundamente sentidas en La muerte de amor, de Tristan und Isolde. La obra, en su conjunto, impresiona gracias al poderío de los 66 motivos conductores, de los que 14 resultan nuevos. La obra tuvo su estreno el 17 de agosto de 1876, desarrollada en un preludio y tres actos, partiendo con un prólogo que retoma el mismo espacio del cuadro final de Siegfried, en medio de la noche y las Nornas tejiendo los hechos que cuenta Wotan.

El Requiem Op. 48, de Gabriel Fauré, obra en un principio sometida al ojo crítico de ciertas opiniones, a las que respondería: Dicen que no expresa el temor ante la muerte. Alguien lo llamó una pieza en forma de berceuse (nana), de la muerte. Pero así lo veo y la concibo: una dichosa liberación, una aspiración a la felicidad del otro mundo, más que una experiencia dolorosa. De acuerdo que con el Requiem Op. 48, escrito para solistas, coro y órgano, suprime la secuencia del Dies Irae, e incluye pasajes como el Pie Jesu, o la antífona In Paradisum, que acentúa la visión de la muerte como descanso. Originalmente compuso el Requiem en cinco movimientos para el apreciado Coro de la Madelaine parisina, del que además, era su director, para recibir un acompañamiento de pequeña orquesta, integrada por violas, chelos, contrabajos, arpa, timbal y órgano, con vista al estreno el 16 de enero de 1888. Más tarde, y para conseguir un mayor énfasis, añadirá el Ofertorium y el Liberame, y al año siguiente, ampliaría con una orquestación más numerosa, recibiendo entonces una aceptación definitiva, ofrecida el 12 de julio de 1900, en el famoso Trocadero de París. En la evolución de los acontecimientos de toda esta generación de compositores, mucho tuvo que ver a partir de 1917, la consolidación del llamado Grupo de Les Six, que lograrían una escuela que todavía mantiene su vigencia. El Requiem Op, 48, de Gabriel Fauré, será recibido en homenaje a Dani Portas, en conveniente arreglo para banda.

Ramón García Balado

  

16/05/2024

Juanjo Ocón, director invitado de la Banda Municipal

 Teatro Principal, Santiago de Compostela

Dende a morriña galega, encabezamiento para el programa de la Banda Municipal en el Teatro Principal-día 19, a las 12´00 h-, y que contará como director invitado con Juanjo Ocón, para ofrecernos obras de Reveriano Soutullo, Xoán Montes y Claude T. Smith. Juanjo Ocón, ejerció como titular en la Joven Orquesta de Euskal-Herría en sus primeros años de experiencia, un forja de preparación para una carrera consolidada merced a sus precedentes en el Conservatorio de San Sebastián en las especialidades de composición y dirección con el maestro Tomás Aragués preparando ampliaciones para proseguir en los centros de educación de la República Checa. Profesores suyos de importancia fueron Kalmar, Yvasa, Svaaronwsky, Vronsky o Thrdlink. En nuestro país pudo dirigir formaciones como la O. Sinfónica de Gran Canaria, la OSG, la O. Sinfónica de Euskadi, la O.S. de Bilbao compaginando sus oficios con otras del ámbito europeo como la Orquesta Nacional de Letonia o la Orquesta Filarmónica de Bratislava. Desde 2017, ocupa plaza también en la Banda Municipal de A Coruña. Aspecto a tener en cuenta, es su interés por los repertorios corales, presentando en el Teatro Real los Carmina Burana, de Carl Orff, probando igualmente en algunas ediciones de la Quincena Musical Donostiarra.   

Dende a morriña- Soutullo y Xoán Montes-, con el añadido de un compositor norteamericano especializado en obras para banda, se trata de Claude Thomas Smith (1932/87), nacido en Missouri y con profundas raíces en esos estilos dedicados a esas formaciones de banda, de la que es ejemplo la obra Festival Variations, dedicada a conmemorar el cincuentenario de la MENC, en San Antonio, destinado a las Fuerzas Aéreas, en 1982 y que estrenaría Arnold Gabriel. Una carrera repartida preferentemente entre Missouri y Nebraska, con una absoluta dedicación a este estilo de composiciones en las que utilizará las métricas más sorprendentes para conseguir atraer la atención del oyente. Habrá quien encuentre ciertas afinidades con maestros como Igor Stravinski y Aaron Copland, influencias perceptibles en los compositores de su generación. La pieza en concreto, sorprende pues por su variedad y atención a las secciones de metal, aspecto que se descubre en muchas piezas de su amplio legado. Obras como Avondale Overture; Declaration Overture; American Song Trilogy, Black Wacht March, Stone Mountain Overture o el arreglo sobre The Battle Hymn of the Republic

Reveriano Soutullo (1880/1932), compositor inevitablemente asociado con su compañero Juan Vert por tantas impagables zarzuelas como La leyenda del beso que llegó a compartir escena en temporadas de éxito con Doña Francisquita, de Amadeus Vives, o La montería y el sainete en tres actos Encarna la Misterio y piezas jugosas en esas componendas como La Bejarena, Así se pierden los hombres y Don Quintín y Radiomanía, ampliará gran respuesta escénica con La del soto del parral.  Superando períodos de caída de interés de este género lírico, sabrán su obras mantenerse en cartel a pesar de las modas cambiantes. Para esta ocasión, lo que los buenos aficionados consideran un posible himno oficioso de Galicia, que bien merecido se lo tiene. No es otro que el pasodoble Ponteareas, que ha llegado a escucharse en interpretaciones de bandas de prestigio por el mundo adelante. Soutullo se había beneficiado de la docencia de su propio padre, entonces director de la Banda de Redondela poco antes de que comenzasen sus lides de prueba en el Orfeón Tui, de Pontevedra. De sus años de estudio madrileño, nacerán trabajos como El cofrade Matías- 1914-, curiosamente con un éxito inesperado, que preparará otros inmediatos como La paloma del barrio; Amores de aldea- que subiría a escena en el Teatro de La Zarzuela-,o El capricho de una reina, destinada al Teatro Apolo y La Garduña, para otro histórico como el Cómico. Autor inasequible al desaliento, dejará un importante ramillete de piezas para banda, bien apreciadas por los aficionados, entre las que podremos elegir la suite incluida en esta matinal la Suite Vigo, y orquestaciones a capricho procedentes del sainete de gran prestancia, La Corte del faraón, tan resultona en su ingenioso tratamiento cinematográfico o la entretenida marcha de Dolora. Otro curioso pasodoble producto de una amalgama de apuntes de opereta, desde La viuda alegre, por apuntar un preciso añadido. La originalidad de su inspiración, que se ceñirá en tomar prestados de forma obligada motivos de aires  tradicionales, aportando un ingenio propio fuera de toda duda.

Xoán Montes, la guinda del concierto por Negra sombra, para reafirmar la impronta nacionalista, el Montes de la Alborada para banda, ganadora de un Primer Premio de los Juegos Florales de Vigo de 1888, y que un año antes había recibido el reconocimiento como presidente del Certamen Musical de A Coruña, maestro que no dejará de recibir galardones en este contexto de un nacionalismo de innegable arraigo ya  desde trabajos como la Romanza para piano y canto, con mención honorífica. En 1890, con la convocatoria en A Coruña, en el Teatro San Jorge, una iniciativa del Orfeón nº 4, que dirigía Pascual Veiga, se dará a conocer Que din os rumorosos, sobre el poema de Eduardo Pondal. Cuba le esperará para dar a conocer su Fantasía, para gran orquesta y en 1893, las baladas Doce son y Negra sombra, sobre la poética de Rosalía Castro, en Follas Novas, logrará el Primer Premio del Certamen de Pontevedra, organizado por la Sociedad Económica de Amigos del País.

Ramón García Balado

Cecilia Lavilla y Miguel Ituarte: Cántame no peito en el Auditorio de Abanca

  Auditorio de Abanca, Santiago de Compostela   Concierto de la   soprano Cecilia Lavilla Berganza acompañada por el pianista Miguel Ituarte...