Auditorio Reveriano Soutullo, Ponteareas

Concierto en
el Auditorio Reveriano Soutullo de Ponteareas-día 21, a las 21´00 h.,
con interpretaciones pianísticas de Zee
Zee, realizadas por Ferenz Liszt,
tomadas de lieder de F. Schubert,
a partir de dos de sus lieder, de
fundamentales ciclos de su catálogo. El primero Der Müller und der Bach,
perteneciente a Die schöne Müllerin (La
bella molinera), D. 795, ciclo por excelencia de los grandes ciclos,
realizados a partir de poemas de Wilhelm
Müller y que tendría su origen en un juego literario de sociedad, fruto del
entretenimiento de jóvenes talentosos intelectuales, durante el transcurso del
invierno de 1816/7, en Berlín. Dos fuentes contrastadas procedentes de testigos
de primera mano, proporcionarían información al respeto: una del crítico y
novelista Ludwig Rellstab, cuyos
poemas serán utilizados en el Schwanengesang
(1828), y la segunda que corresponde a los poemas de Müller, editados en
Berlín. Aquellos jóvenes se daban cita en los salones privados del consejero Friedrich August von Stägemann,
acompañado por su seductora pareja Elisabeth y su hija, en las tardes de los
jueves en la Bauhofstrasse. Serán las protoschubertiadas que supondrán un
preámbulo de escuela que traería imitadores. Der Müller und der Bach, ocupa el lugar 19, de Die schöne Müllerin, un Lied dialogado al gusto del autor,
estructurado en los pasajes ABA, en
el que las dobles corcheas de la sección
B, apuntan al encuentro de los personajes en liza. El otro Lied, Liebesbotschaft, pertenece al ciclo Schwanengesang (El canto del cisne), del año 1828, un ciclo que
como unidad y por opiniones autorizadas, se constata por la ausencia de un
clima común y de un hilo conductor, como sucede en otros de sus ciclos. El Lied
elegido Liebesbotschaft (Mensaje de
amor), ocupa el primer lugar del ciclo, remitiendo a la poética de Rellstab, al que había conocido en
1825 y que será una de sus últimas
composiciones. Sobre el murmullo del agua, se eleva la frescura de una
encantadora melodía que podrá recordarnos al estilo de Die schöne Müllerin.
Félix Mendelssohn, con
el Octeto para cuerdas Op. 20,
del que serán intérpretes Amaury
Coeytaux y Veriko Tchumburidze
(violines); Lausha Fang (viola); Henri Demarquette (chelo) y el Elaia Quartett, obra de su estancia en
el Palacio Recksche, un foro de
diálogo y cambio de impresiones de las que serán consecuencia este octeto,
dedicado al joven violinista Eduard Rietz,
aunque no llegase a conocer la fecha de la primera ejecución pública, previa a
la ofrecida por Baillot, en el
Conservatorio de París, el 17 de marzo de 1832, ante un Mendelssohn perplejo a la vista del ambiente cultural que le
rodeaba, lo que redundó a la postre en su propia gratificación. Cuatro tiempos
comenzando por el Allegro moderato ma con
fuoco, de sublime elegancia en su intensidad y con una dilatada exposición
que se elevará hasta la cuarta cuerda al aire, del violín. El Andante, ayuda a posicionarnos ante una
atmósfera que remite a una balada medieval, con un tema principal, de una
siciliana, expuesto en fragmentos dispares, en unas frases errantes que modulan
sin una meta aparente. E.Wolf, un
biógrafo del autor, quiso descubrir un coro de ángeles que evocaban el cielo,
con un lenguaje dulce y claro, por el que pasaba un soplo de ensueño íntimo. Todas
las penas terrenales serán apaciguadas por la belleza divina. El Scherzo
(Allegro leggierissimo), remite al texto de encabezamiento: Las nubes y los vapores resplandecen en la
cumbre de los montes; el viento acaricia las copas de los árboles y los cañaverales
¡todo se desvance! Ejemplo de la magia del autor que encontrará su más
perfecta manifestación en la Obertura
de El sueño de una noche de verano, scherzo mágico que ha quedado para la
posteridad con arreglo a los criterios como tempo vivo, ritmo incisivo,
interrumpido, staccato inmaterial,
notas breves repetidas, sonoridades en miniatura, difractadas acordes atenuados
y misteriosos, brumosos, que convergen finalmente en un calderón que interrumpe
este discurso. El Presto, ávido de
novedades en un recuerdo a la obertura de La
flauta mágica. La recapitulación del fugato
con un nuevo contrasujeto en valores largos sobre un arpegio de Mi b intenso. Conciertos dados junto a
este Octeto Op. 20, precisamente en
la Gewandhaus, de Leipzig, incluirían la Sonata
para violonchelo Op. 58, de Niels Gade, partitura editada por Breitkopf & Härtel, de Leipzig, los Dobles cuartetos de Ludwig Spohr,
o la Obertura de una noche de verano,
que tardará en llegar en unos meses. Durante toda su corta vida, el músico
simboliza el choque estético entre dos universos. Nunca una obra camerística
había brillado hasta ese nivel, por su juventud, de arrebatado pasión y
fogosidad. Vitalidad y encanto en cuanto a su libertad de concepto, sus
inéditas sonoridades, su maestría formal, su riqueza temática que seguirán
siendo fundamentales a lo largo de toda su vida. Robert Schumann apreció la obra por su fascinación asentando: Ni en los tiempos antiguos, ni en
nuestros días, puede encontrarse una perfección mayor en un maestro tan joven.
Para el
viernes día 22, en la Igrexa do Convento de Canedo- 12´00 h-,
se confirmará el protagonismo de nuevo al Elaia
Quartet, con los violinistas Leonie
Flaksman, Iris Günther, Francesca Rivinis (viola) y Karolin
Spegg, violonchelo. Leos Janacek-
el Cuarteto nº 2 (Cartas íntimas)-
obra confesional en una carta dirigida a Kamila Stösslová, en cuanto a una
partitura que exigirá unos intérpretes de gran concentración, que les obligará
a impregnarse de la lógica demandada, motivada por una arquitectura unitaria en
lo relativo a su discurso. El rol dramático de la obra, lo cubrirá la viola,
siempre subida de tono. El Andante
inicial resulta agitado y de forma rapsódica, resuelto por una exposición
clara, concediendo argumentos a la viola que meridianamente, se acerca en su
sensibilidad expresiva, al canto de la
gitana en Diario de un desaparecido.
Un color sombrío por su talante, que contrasta con el encantamiento que surge
en la aparición del texto: Cuando te vi
por primera vez, tiempo Con moto
naturale, de seis compases, en manos del primer violín. El sentimiento
pasivo del comienzo, responde una alternancia de hallazgos emocionales,
ansiosos y hasta exaltados, que terminarán en un grave preparado por un fortissimo,
que a la postre claudica en un pianissimo,
de cuatro compases. El Adagio, es
tiempo que recurre a la tonalidad de su ópera Katya Kabanová, elaborado sobre dos temas propuestos por la viola,
resumido en un estado de ánimo sereno y apacible, que se traducirá en una
tensión solemne, menos común de lo acostumbrado, pero remarcado por un
virtuosismo de lectura, en las cuatro voces instrumentales, hacia un final que
se asentará en una línea tomada del Andante
inicial. El Moderato, respira un
aroma eslavo de procedencia rusa, especialmente en sus episodios primero y
último. Un Dolcissimo central, resultará agitado por un Presto largamente, desde el primer violín, en una forma de danza
desenfrenada como si de una sarabanda se
tratase, en la que intercambian ideas cinquillos y encadenamientos de acordes
en el registro sobreagudo, arrastrando dudas en los detalles que basculan en la
situación emocional a repartir entre el gozo y la angustia. Un segundo Presto, se inclina hacia un estado
depresivo, pendiente de vertiginosos y tensos accelerandos, que fuerzan un diálogo obligado a amainar el grado de
exaltación. El final Allegro, podrá
parecer un estilo de rondó, inspirado
en un tema danzante, que servirá como recapitulación en lo relativo al plano
temático, como al puramente personal, recurriendo a escenas vividas, además de
material procedente de arias de óperas
suyas, óperas como Katya Kabanová (en
el segundo violín, en pizzicatos), un
tema del Volga, redención final de De la
casa de los muertos, a la par
entrelazados como una especie de epílogo, perfecta reflexión en beneficio de
este sublime cuarteto y que sería ejecutado en casa de Leos Janacek, en
Hukvaldry, entre finales del mes de mayo de 1928. La primera ejecución abierta
al público, tendrá fecha posterior tras la muerte del compositor, quien había
dejado este mundo a causa de una neumonía, en Brno, esa interpretación sería
responsabilidad del Cuarteto Moravo y
la primera edición crítica aparecería en 1938, por iniciativa de Hudební Matrice Praha.
Franz Schubert-Cuarteto
en La m. (Rosamunda) D804- obra en
la que no dudará en colocar en el Andante,
un tema del ballet Rosamunda,
mientras que en el Allegretto se
apunta a un Lied de 1819, sobre el poema de Schiller,
Los dioses griegos. El uso de temas
antiguos, respondía a una voluntad del propio músico, empeñado en superar
ciertos estados depresivos de años anteriores. Una obra que tuvo su primera
interpretación en la primavera de 1824, en la Musikverein vienesa, con una
agrupación integrada también por Ignaz
Schupanzig como miembro y dedicatario, recibiendo una excelente acogida. De
sus tiempos, un Allegro ma non troppo, con una entrada en pianissimo fluido para abocarse a un denso desarrollo y una
ostentosa coda. El Andante, elaborado sobre ricas
variaciones procedentes del ballet Rosamunda.
El Minuetto: Allegretto, una insistencia sobre el Lied citado Los dioses griegos, para completar con
un Allegro moderato, pretendida
reconciliación con el mundo tanteando en una respuesta optimista, ofreciendo en
algún momento detalles de aires populares que ayudarán a encauzar la obra.
En el Auditorio Reveriano Soutullo- 21´00 h-,
el Trío para piano nº 1, en Re m. Op. 49,
de F. Mendelssohn, del que serán intérpretes Amaury Coeytaux (violín); Luka
Coetzee (chelo) y Zee Zee
(piano), obra en sus tiempos Molto
Allegro agitato, un guiño a la memoria mozartiana y en concreto al Concierto K. 466, desde un tema locuaz
en menos del chelo que se expresa por una línea melódica reconocible en sus
estilismos, marcados por breves pasajes ligados con acompañamiento de negras
sincopadas, hacia un estado de reposo que se trazará en un segundo tema dentro
de un desarrollo clásico, al alcance de los solistas en su empeño. El Andante con moto tranquilo, acepta las limitaciones de una romanza sin
palabras a cargo del violín que recuerda un aire gracioso y sin amaneramientos,
una actitud que se aproxima si cabe a ideas chopinianas, como podrían ser las
que encontramos en el Estudio Op. 25 nº 7
o un aria de la Norma de Bellini. El Scherzo leggiero e vivace, la perfección enardecida de este forma,
es una fantasía que rezuma una inspiración igualmente operística, contagio de
las modas del momento histórico, en donde el piano campa a sus anchas. El Finale: Allegro assai appasionato, deslumbrante y tratado en
el marco de un rondó-sonata, nos
ubica en un estilo bucólico anunciado por un detalle poco tranquilo al que responderán las cuerdas. El Finale, para redondear intenciones,
aporta un segundo couplet cantable ampliamente desarrollado.
Dvorak- Quinteto con piano en La M. Op. 81- obra que interpretarán Amaury
Coytaux y Veriko Tchumburidze
(violines); Lausha Fang (viola); Henri Demarquette (chelo) y Zee
Zee (piano), obra en cuatro tiempos desde el Allegro con fuoco, un diálogo auspiciado entre cuerdas y piano, se
recrea en un juego mantenido entre tonalidades vecinas que posibilitan la
evolución de la idea conductora. El Lento,
resulta el núcleo de la obra asegurado por el protagonismo del chelo a través
de un extenso primer tema grave y un apunte del piano que enuncia un clima
barroquizante. La serie de temas en cascada se completa con otro que se
resuelve en una serena ternura. El Allegro moderato, a modo de scherzo en
tres espacios, logra reclamar una mayor atención en los reconocibles como Grazioso y un Pochetino più mosso, de ritmo subyugante que se recrea con aire de furiant. El Allegro
ma non troppo, resulta un resumen acorde sintetizado por el tratamiento
expuesto en cada uno de sus pasajes, en particular en el amplio desarrollo, en
el que el piano marca la pauta entre pronunciados acordes, preparando la coda
de conclusión jubilosa.
Ramón García
Balado