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17/06/2024

Séptimo concierto de alumnos de la EAEM

  Escola de Altos Estudos Musicais, Santiago de Compostela

Llegamos al final de los conciertos de alumnos  de la EAEM, en su propio centro- día 19 a las  20´30 h-, con otros dos participantes, comenzando por Pablo Martínez Peiró, alumno de Jorge Fernández, con Simona Velikova,  que nos ofrecerá tiempos de obras a partir de Franz Joseph Haydn, en su Concierto en Mi b. M. Hob. VIIe. 1, para trompeta, última obra concertante aunque resta la posibilidad de que el Concierto para dos trompas  Hob. VII. 2, perdido, fuese compuesto después. El autógrafo está fechado en 1796, y se conserva en el Archivo de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena, con la indicación curiosa de per il clarino, conociendo su estreno el 28  de marzo de 1800, por su dedicatario Anton Weidlinger (1767/1852), un músico que era miembro de la Orquesta de la Ópera de la Corte de Viena, desde 1792, músico que había inventado hacia 1795, una trompeta de llaves en Mi b., llamada al principio organisterte Trompete. No habían faltado con todo los intentos de perfeccionar el instrumento por las continuas presiones de los intérpretes, apurado por mejorar los recursos que planteaban las llegadas de obras que demandan mayores medios expresivos. Un apuro en memorar las posibilidades de instrumentos naturales, heredados de la época barroca, en medio de un clasicismo que imponía sus reclamaciones expresivas. Se fueron pues abandonando aquellos registros facilitando a la trompeta desempeñar un rol distinto en las orquestas, un avance innegociable para la mejora del sistema de pistones, experimentado entre 1811/2, por Heinrich Stölzel y Friedrich Blühmel.

George Philipp Telemann, el galante por antonomasia, dejará el Concierto en Re M., para trompeta, cuerda y continuo, sobre una música luminosa y seductora, especialmente en los movimientos con brio, rápidos para mayor realce y que se plantea en cuatro movimientos, con un Adagio inicial cuidadosamente equilibrado, espejo del quehacer del músico nacido en Magdeburgo, y con importante carrera en Hamburgo, llegando a fundar en Leipzig una orquesta de estudiante que dejará memoria, el Collegium Musicum al tiempo que era nombrado director del Teatro de la Ópera, lo que le ocasionaría enfrentamientos con otro histórico maestro, Kuhnau. Inquieto por carácter, se instalará en Eisenach, ciudad que asociamos con la familia de los Bach, convirtiéndose en pope y señor de las formas renovadas de música en Frankfurt, artista de envidiable evolución, acabaría rechazando la invitación para incorporarse al puesto de Gotha, aceptando en su lugar la plaza de Hamburgo, como kantor, del Johanneseum, repartiendo labores entre las cinco iglesias de la capital. De la obra elegida y gracias a las posibilidades de sus recursos, no estará de menos citar el Allegro brillante, bien desarrollado, pero puestos en materia de sus obras concertantes, igual trato merece el Concierto en La M. para oboe d´amore y cuerda, de timbre apagado que realza el carácter pastoral.

Pablo de Miguel Sánchez, alumno de Manuel Fernández con Eriko Ishimoto,  nos ayudará a descubrir a una compositora, Elsa Barraine (1910/99), a través de su pieza Crepúsculo y Fanfarria, para trompa y piano. Autora de un estilo propio del final del período neoclásico , el de Les Six, Maurice Ravel e Igor Stravinski, recibiendo pronto una aceptación de reconocimiento entre sus colegas de generación, llegando a ganar el prestigioso Prix de Rome, en 1929, por su cantata La vierge guerrière, una trilogía que recibió el título de Joan of Arc, siendo la cuarta mujer en recibir tan prestigioso galardón, después de Lili Boulanger, en 1913; Marguerite Canal, en 1920  y Jeanne Leleu, en 1923. Fue alumna de Paul Dukas, quien formaría a músicos como Yvonne Desportes, Maurice Duruflé, Claude Arrieu y Olivier Messiaen, y la influencia musical le llegaría a través de su propia familia, en concreto por su padre Alfred Barrier. Participó en la Resistencia Francesa en los años crudos, como parte activa de un grupo de señalado compromiso, dentro de una organización que editaba la revista Musiciens d´Aujour d´hui, organizando conciertos y otras actividades, en coparticipación con Roger Désormiére, Louis Durey y miembros de Les Six. EN 1972, el Ministerio de Cultura la nombró Directora de Música y entre sus obras destacan, Avis (1944); L´Homme sur la Terre (1949), ambos sobre la poética de Paul Éluard.

 Richard Strauss con el Concierto para trompa y orquesta, nº 1, Op. 11, género en el que compuso dos obras, con la mente puesta en su padre, notable intérprete del instrumento, trabajo de sus estudios en Munich y que estrenará Bruno Hayer, en la Tonkunstlerverein, bajo la dirección de Gustav Leinohs, con la Orquesta de Meinengen, en marzo de 1885. Su padre era trompa solista de la Orquesta de la Corte de Munich, y siempre quiso influir en su futuro como profesional. El Concierto nº 1, Op. 11, estéticamente obra clásico- romántica, dentro de un posicionamiento conservador, que se distanciaba de ese wagnerismo que tanta influencia ejercería sobre el propio Richard Strauss, mostrando aquí detalles que le acercan a Robert Schumann, en el movimiento central e incluso a Karl Mª von Weber, en el Final, en su resolución impetuosa. Las dos obras de este estilo, mantienen rasgos muy comunes a pesar de los años que las distanciaban.

Ramón García Balado    

04/06/2024

Rosanne Philippens: Un Korngold concertante

  Ferrol - Santiago de Compostela días 30 y 31 de mayo

Clausura  de temporada con la con participación de alumnado de la EAEM, dirigida por su titular Baldur Brönnimann en un programa que presentaba tres obras, el Concierto para violín, en Re M. Op. 35, del compositor apreciado por su amplia carrera internacional Erich W.Korngold, en especial por los años destinados al cine en los Estados Unidos; el estreno en nuestro país de Atlas Eclípticalis, de John Cage y la Sinfonía en tres movimientos de Igor Stravinski.  Rosanne Philippens estudió en la Escuela Amstelveen, con Anneke Schilt, para seguir en el Conservatorio de La Haya. Es artista de Channel Classics y se maneja con un Stradivarius Barrere (1727), cesión de la Fundación Elise Mathilde.

El Concierto para violín en Re M. Op. 35 de Erich W. Korngold, es obra impregnada de profundos autoplagios de material procedente de sus bandas sonoras en un momento de excelentes resultados dedicados a sus compromisos para el cine tras dubitativas experiencias profesionales en esa Alemania de amargas expectativas y que dejaría trabajos como su ópera Die tote Stadt. Algo tendría que ver Max Reinhardt en este trasvase a un mundo del que se beneficiará con creces, tras el compromiso de un arreglo para la obra incidental a partir de A midsummer night´s dream (Mendelssohn), preparando su entrada a los trabajos consecuentes con la Warner Bros. Este concierto sobrado de guiños, gozó del estreno a cargo del virtuoso Jascha Heifetz el 15 de febrero de 1947. Tres movimientos en el contexto habitual a partir del Moderato nobile- soberbia lectura de Rosanne Philippens-, para el que recurre sin reparos a la banda sonoro de Another Dawn, filme de 1937- Errol Flynn y Kay Frances- tomando elementos melódicos amplios y detalladamente expresivos a los que  responde una nutrida orquestación, para ceder a un segundo tema procedente de la banda de Juarez (1939), modificando algunos detalles perfilados por sutilezas refinadas.

El Romance, segundo tiempo, destilado de ese melodismo que tan magníficamente le caracterizaba, recupera argumentos de Anthony Adverse (1936), que le supondría un Oscar, ofreciéndonos un tiempo atractivo y contagioso, camino del Finale de notables exigencias interpretativas y que se inspira en la banda de El príncipe y el mendigo, resuelto en dos temas con variaciones sobre un ingenioso tramado constructivo, desde una forma de ancestral giga que presume un estilo de pieza épica con dominio de la sección de metales, para permitir a la solista desplegar sus argumentos más virtuosísticos. Siempre resaltando en conjunto del desarrollo, la importancia de la respuesta orquestal. Un diálogo de fructífero enfrentamiento entre la solista y el grupo orquestal. Obra bien recibida en su estreno con el curioso detalle del criterio del analista Raymond Kendall, quien aguzando el ingenio dirá: falta oro (gold) y sobra grano (korn), una picajosa valoración.

Estreno en España de Atlas Eclipticalis, de John Cage, modelo de un período en la década de que había roto amarras a partir del Concierto para piano y orquesta y un segundo, en ese caso para piano preparado y orquesta de cámara, con la sana pretensión de liberar a la música del encadenamiento emocional mientras esa generación de músicos se acercaban a los postulados del estructuralismo lingüístico. Cage se había acercado a los postulados de Schönberg, con evidentes resultados como ese distanciamiento a favor de una necesaria emancipación del sonido y el ruido, consolidando una ostensible individualidad, auspiciada por el ojo crítico de Pierre Boulez, en Alea, con obras que se convertirán en ilustraciones de ideas, una música refractaria a dimensiones simbólicas. Obras como la impactante 4´33- un puro desconcierto por su salto al vacío-; Music for Chances o el citado Concierto para piano y orquesta, experimentos cruciales en una trayectoria preclara. Podría hablarse de una saturación de excesos teóricos que plantearán la desaparición del arte. Una inevitable explosión impulsiva surgida en el espacio calificado como annus mirabilis.

Un cuarto de siglo marcado por el distanciamiento de la escuela de Schönberg, quien dirá de él: No es un compositor; es un inventor; cierto que un inventor de genio. Años precisamente de obras como el Cuarteto para percusión- sin instrumentos concretos-; o la que nos afecta esta vez Atlas Eclipticalis- inicios de los sesenta-, un equilibrio incesante entre la teoría y la composición, modelo de distribución entre los sonidos y silencios, en una justa duración que supera la impaciencia de un oyente quizás perplejo. Quizás la invención pueda determinar esta etapa de sus obras, entregadas a una especie de frenesí  que poco deberá a obras precedentes como Imaginary Landscape o las tres Constructions y los ballets para piano preparado desde Bachanale- colaboraciones con Merce Cunningham-, entre otras piezas quizás menores, junto a las Sonatas e interludios (para piano preparado), y Atlas Eclipticalis. La gran tradición sinfónica y orquestal arraiga de refilón, con apuntes dispersos en el último Stravinski o la Segunda Escuela Vienesa, quedando discretamente Atlas Eclipticalis como su testimonio postrero: un equilibrio que presume quebrarse, silencios que puede simular como excesivos cara un oyente menos común de lo acostumbrado, superado por sonidos aislados.

Igor Stravinski- Sinfonía para tres movimientos-, obra de entreguerras, de los años 1942 a 1945, con estreno por la New York Philharmonic, el 24 de febrero de 1946, bajo su propia dirección, y que en principio llamaría Sinfonía de Guerra, aunque de manera evasiva, observando conciencia de los acontecimientos cotidianos, reflejados en cada uno de sus tiempos sobre episodios de la vida en impresiones concretas. No resulta una obra programática ni siquiera neoclásica, como descubrimos en tantas otras. El Allegro de sonata, primer tiempo, presentaba un pasaje ligeramente agresivo lanzado al agudo entre detalles de percusión, en respuesta, con un final repetido in extremis, como punto de cierre que respondían a un encadenamiento de puentes e ideas sorprendentes que contribuyen a una serie de ideas sorprendentes. La Sinfonía en tres movimientos, resulta la obra más rica en el plano sonoro desde La Consagración de la primavera, patrón que recuperamos en esta obra, precisamente por la pertinencia del timbre como función motora y fundamental.

 El Andante,  una especie de pura coreografía  con tintes italianizantes, descritos por la fiorituras de la flauta a caballo de un fondo pulsado de cuerdas, permitiendo un protagonismo a través  de siete compases vacilantes y tensos que nos trasladaba al movimiento final, en el que sí se ofrecen aspectos procedentes  de La consagración de la primavera, en una consentida aceptación de pasajes permanentes a través de densos acordes, en oposiciones rítmicas clarificadoras para las intensiones ansiadas que remiten a la Danza de la tierra, superponiendo armónicamente acordes ya expresados en el primer movimiento. Se trata de un procedimiento que confronta estructuras rítmicas horizontales y verticales cortantes. Un episodio sombrío de instrumentos graves, con ritmos desdoblados, evocan en la coda, una inspiración en La danza del sacrificio, en busca de una notación más fácil para los intérpretes.    

Ramón García Balado

Rosanne Philippens
Real Filharmonía de Galicia / Baldur Brönnimann
Obras de John Cage, E. W. Korngold e I. Stravinski
Auditorio de Galicia
Auditorio de Ferrol

Publicado en RITMO, edición digital

05/05/2024

Concierto de cámara de la Cao, en la Sala Mozart del Auditorio de Galicia

 Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Nuevo concierto de la Cao esta vez en la Sala Mozart del Auditorio de Galicia- día 7, a las 20´00 h-, con una selección de obras de Robert Gerhard, Fran Danzi y el norteamericano James Stephenson. Roberto Gerhard, está teniendo esta temporada una especial atención por parte de la RFG, curso en el que pudimos escuchar obras como la Suite del Ballet Alegrías y la Sinfonía nº 1, bajo la dirección de Sebastian Zinka, una verdadera prueba de fuego tras recibir un apunte previo de la musicóloga Rosa Fernández. Ya en octubre, con la batuta de Pablo González, un programa que traía de la mano a este compositor con su maestro Arnold Schönberg para escuchar Albada, interludi i dansa, composición que recurría a la herencia de su propia cultura con las influencias de esa vanguardia en la que estaba inmerso y que había dado a conocer en el Palau de la Música Catalana en el otoño de 1937.

Dos serán las obras suyas en agenda, comenzando por el Cuarteto de cuerdas  nº1, del que serán intérpretes David Poghorosyan y Teresa Barcelona, violines; la viola Gema Gallardo y el chelista Emilio Ubaxhi. Alumnos del aula de Carlos Méndez. Esta obra camerística es una obra de plena  madurez sobre la que trabajó entre los años 1950 y 1955, período en el que los trabajos más importantes se dedicarán a las experiencias puramente dodecafónicas. Así aparecerán obras menos conocidas como el Concierto para piano y  cuerdas, estrenado en uno de los certámenes de mayor consideración en el ámbito europeo, el Festival de Aldebourgh, precisamente en la convocatoria de 1951,  siempre con la mente puesta en Benjamin Britten, quizás el músico más respetado en la Inglaterra de aquellos años. Aquel concierto citado, había sido interpretado por el pianista Mewton-Wood, y la colaboración del director Norman del Mar. De entonces, también la Sinfonía nº 1 (1952/3), que se puso en atriles por primera vez en 1955, en el célebre Festival de Baden-Baden, por la Orquesta de la Radio del Sureste de Alemania, dirigida por Hans Rosbaud. El cuarteto que tendremos, comienza con un Primer movimiento Allegro Assai, que se mantiene en el ideario de la forma sonata, con un arranque dentro de una tonalidad tradicional y que desemboca en una forma serial. Los otros tres movimientos están dotados de una vivacidad y un dramatismo que para algunos estudiosos, descubrirá detalles bartokianos. Un Allegro final, muestra una visible huella de las experiencias llevadas a cabo con la música electrónica, prueba entonces de nuevas aventuras creativas. Una obra que cae de lleno dentro de lo estudiosos como Susan Bradshaw, autora del apartado incluido en el Groves, se aceptará como música atemática, atendiendo a la apreciación del autor.  Una obra difícil que se resuelve entre el pensamiento musical y la realización sonora.

El Quinteto de vientos de Roberto Gerhard, se distribuye entre los tiempos Moderato; Andante cantábile sostenuto; Allegro giocoso ma non troppo mosso y Vivace scherzando. Para su interpretación, tendremos a Marta Zlatkovich (flauta); Sergio Rodríguez (oboe); Víctor Lardies (clarinete); Belén Carril (fagot)  y Pablo de Miguel (trompa). Profesor del grupo, Juan Ferrer, al que no hace tanto disfrutamos con la OSG del estreno de Áurea. Rapsodia concertante para clarinete y orquesta de Pacho Flores, en buen entendimiento con Christian Vásques. El Quinteto de vientos, es la primera obra de Gerhard en la que emplea la técnica serial, aunque no dodecafónica. Fue presentado como obra de fin de curso y en él se percibe la influencia de su maestro Arnold Schönberg. Para David Drew, la obra es al mismo tiempo un homenaje a su maestro y una declaración característica de independencia. Es serial, pero no dodecafónica, polifónica, pero con fuertes inclinaciones homofónicas, no tonal, en la estructura general, pero casi tonal en muchos pequeños detalles.

Franz Danzi con el Quinteto de vientos, en Sol M. Op. 56, obra en sus tiempos Allegretto; Andante; Menuetto Allegretto y Allegro. Danzi, chelista y compositor, es ese músico elegido con frecuencia en programaciones camerísticas, como vivo modelo de aquella escuela de Mannheim, de la que sería uno de sus mayores promotores. Su padre Innocenzo Danzi, había sido su principal maestro de juventud junto al abad G.J. Vogler, pero pronto encontrará un futuro profesional por su virtuosismo y su capacidad como compositor que dejará precisamente sus mejores resultados en la escuela de Mannheim (1778/81). Acaparó todos los géneros musicales y en particular en las obras cameristicas que soportaron con garantías los distintos períodos históricos, llegando a mantener una relación estrecha con Karl Maria von Weber, del que estrenaría algunas óperas.

James Stephenson tendrá su pieza Vignettes, dúo de trompeta y percusión que interpretarán respectivamente Pablo Martínez e Iñaki Iriondo. Compositor que compuso esta pieza en 2005, como solicitud del trompetista Eric Berlin, para recibir su estreno acompañado por el percusionista Eduardo Leandro . El autor y el trompetista, había sido compañeros de estudio en el Conservatorio de Nueva Inglaterra y esta pieza curiosa, se reparte en breves tiempos: Running with Lionel; Chasing Igor; Chuk´s March; Dinner with Andre; Waltz with Berlin; Leandro Perpetuo y Mox.   Stephenson es un compositor que atiende con regularidad a ciclos de masters además de compromisos como artista en residencia por Universidades. Una idea de esas actitudes son sus iniciativas mantenidas con formaciones como la Boston Pops y la respuesta a propuestas de músicos de jazz, como el saxofonista Brandfort Marsalis y el trompetista Rex Richardson. Otra curiosidad sería las obras The Devil´s Tale y el Concerts Brass, estrenado por la Orquesta de Minnesota, por Osmo Vänskä.

Ramón García Balado

  

26/04/2024

Beethoven: Sinfonía nº 5, en Do m. Op. 67, por la Orquesta de la EAEM

Auditorio de Galicia

Concierto de alumnos de la EAEM, dirigida por Sebastian Zinka, en el Auditorio de Galicia- día 27, a las 20´00h.-, y que para fecha tan especial, eligen una obra tan emblemática como la Sinfonía nº 5, en Do m. Op. 67, sobre la que han caído aluviones de opiniones  y que para la ocasión, aprovecharemos el estudio profundo de Jan Swafford, buscando un resumen lo más condensado posible. La Tercera sinfonía, en Mi b M. una tonalidad que para el autor iba asociada a las piezas de contenido heroico y humanista, propio de la Ilustración, la Quinta en Do m., es impulsiva, ominosa y fatídica. Fue concebida y esbozada al principio por el mismo arrebato creativo que dio origen a la Heroica, aunque transcurre en un mundo muy diferente, poseyendo al mismo tiempo su narración dramática, solo que esta vez no dio nombre a la historia. Está más unificada en su narración y en su material que cualquier otra. La esencia de esa unidad, será transmitida por el tamborileo de cuatro notas, un ritmo primario. Ritmo que saturará el primer movimiento y regresará con diferentes apariciones hasta el final. La esencia de la narración residirá en cómo es transformado ese motivo. Anton Schindler, amanuense de Beethoven, contaría al mundo que éste dijo del trueno inicial de la sinfonía: Así llama el destino a la puerta. El autor estaba terriblemente familiarizado con esa llamada, pero Schindler era un mentiroso compulsivo y no hay forma de saber si Beethoven dijo esas palabras. Al mismo tiempo, Schindler era un músico serio. La novedad final es una inmensa coda de igual duración que la exposición y el desarrollo, como había hecho en la Waldstein  y en la Appassionata. Beethoven logra esta vez la hazaña de llevar la enorme tensión a un punto más alto; la música se convierte en una absorbente carrera. El clímax, con las cuerdas y los vientos de nuevo llamándose unos a otros, es una arrolladora escala descendente. La coda genera tal cantidad de energía que los breves acordes finales no acaban de resolver la tensión.      

Tras la tempestad y su clímax, el Andante con moto llega súbitamente in media res, con su cantarín tema en los chelos como un oasis de consuelo. El autor rotuló el primer esbozo del tema principal como Andante quasi minueto. A pesar de su dulce encanto, la  frase del chelo posee una transfiguración extrañamente angulosa, en parte porque está construida en varios aspectos sobre una forma concreta. Un tiempo coherente en su forma aunque singular: alterna dobles variaciones, primero sobre el tema del chelo con su dulce estribillo y luego un segundo tema estalla en un estridente Do M. Una fanfarria será transformada en el primer fogonazo final. La neblina de la retransición del primer tiempo, aparece de nuevo y tras las parejas de variaciones, la música se envuelve en una bruma, como si hubiera perdido el hilo del pensamiento. La última variación adquiere una forma de extraña marcha de las maderas en staccato, expresión a medio camino ente lo paródico y lo ominoso, que presagian el Scherzo. Allegro trío.

Un movimiento en Do m., por métrica, tempo y forma, pero su tono apenas se ajusta al habitual carácter lúdico;  está impregnado de la beethoveniana atmósfera de Do m., con una murmurante frase de los bajos, luego una llamada de las trompas a las que contestan los vientos con un tema severamente agresivo. Se produce un momento de farsa cuando los contrabajos se lanzan a una frase fulgurante. Además de producir un interludio cómico en la narración expresiva, puede haber aquí una broma para iniciados: Beethoven, tomándose la revancha de las críticas perennes acerca de las dificultades de sus partes de contrabajo. El trío también prefigura ideas melódicas importantes del Allegro Final, por lo que viene a ser una profecía del triunfo del Do M. Las ambigüedades entran de puntillas. El no Scherzo en Do m, regresa alterado con el tema del bajo convertido en una parodia en staccato. La  música cae en una misteriosa textura de cuerdas y vibrantes timbales. Su antecedente es el Caos de Haydn, que prepara el surgimiento de la luz.

Desde ese tranquilo caos irrumpe el fogonazo de Do M. del Finale, cuya esencia radica en los metales. Su estilo recuerda la forma sencilla y directa de la música revolucionaria francesa y se semeja al grito de la libertad  y liberación. Para intensificar el peso y flexibilidad de los metales, Beethoven añade trombones a las trompas y trompetas, casi por primera vez en una sinfonía. Su gutural estrépito otorga al Finale Allegro no solamente peso, sino una coloración particular. Para ampliar hacia el agudo los límites de la orquesta, añade una flauta piccolo. Llamaremos a este Finale una triunfante recomposición del Primer movimiento, sin el fatídico monorritmo, pero con el mismo tipo de implacable intensidad (aunque ahora de jubilosa intensidad). Los materiales del primer y del último movimiento son los mismos. El motivo rítmico primario está al principio envuelto en escalas que se proyectan hacia arriba. El motivo principal del movimiento es una figura ascendente de tres notas, profetizado en el tema de los metales del segundo movimiento. La Quinta cuenta la historia de una victoria personal y de un heroísmo interior, pintado con gruesas pinceladas sobre un épico lienzo.

Ramón García Balado   

24/04/2024

Concierto de cámara de la CAEO: Mendelssohn y Kaija Saariaho

 Sala Mozart, Auditorio de Galicia

Concierto el pasado miércoles de las actividades de la EAEM a cargo de alumnos de las aulas de la violinista Ildikó Oltai y del  contrabajista Carlos Méndez, quien también ocupó plaza como intérprete entre ellos, destacando la colaboración de Eriko Ishimoto en acompañamiento de piano y  celesta. Un reparto en programa por épocas y estilos con una atención preferente a quien a sido una de las compositoras de mayor atractivo del curso, la finlandesa Kaija Saariaho, de la que escuchamos obras como Ciel d´Hiver; D´om le vrai sense, un concierto para clarinete del que fue protagonista Kari Kriiku, del que era dedicatario y en el que alumnos de la EAEM, reforzaron la plantilla de la RFG, sesión en la que también, se ofreció  Variaciones op. 42, de Erich W. Korngold y la Segunda Sinfonía de Kurt Weill. Alumnos de la EAEM, suelen acompañarnos en los conciertos de temporada, como el vistoso ofrecido por el intérprete de sheng, Wu Wei, con la obra de encargo The Colour Yellow for Sheng and orchestra, de Huang Ruo, encargo de la RFG y la Euskadiko Orkestra, y el estreno igualmente de  Oiartzun gorriak (Ecos rojizos) de Itziar Viloria. La EAEM, tendrá pendiente para la clausura de temporada, el concierto que dirigirá Baldur Brönnimann, con la violinista Rosanne Philippens, para ofrecernos el Concierto para  violín en Re M. Op. 35, de Erich W.Korngold; Atlas eclípticas, de John Cage y la Sinfonía en 3 movimientos de Igor Stravinski.

F.Mendelssohn, el clásico-romántico, fue objeto de atención por una obra de sus años jóvenes, el Octeto para cuatro violines, dos violas y dos chelos, en Mi b M. op. 20, obra nacida en un período apacible por su estancia en el Palacio Recksech, y que lograría reunir a dotados melómanos del momento. Obra acorde para este programa desde la frescura y elegancia del Allegro moderato ma con fuoco, a pesar de que no se conoce cualquier ejecución pública de esta obra camerística antes de su presentación del dirigido por Baillot, en el Conservatorio parisino en la primavera de 1832. El diálogo entre los distintos instrumentos a lo largo de este tiempo, nos abocaba a un breve desarrollo que se completaría en un crescendo camino de una reexposición sencilla y una coda ostentosa. El Andante, según el patrón, pretendía recrear una balada medieval, tentación del autor por acercarse a esos estilismos ancestrales, dentro de una ambientación melancólica a partir de un aire de siciliana. El Scherzo ( Allegro leggierisimo, para redondear una ambientación propicia, remite a  la poética de Goethe en el Fausto, en los últimos pasajes de La noche de Walpurgis, que el compositor recuperará para una obra posterior. Un Scherzo mágico sobre un extenso desarrollo que tentará a Mendelssohn, para una orquestación que incluirá en la Sinfonía en Do m. Op. 11, que estrenará en Londres, desplazando al minuetto. El Presto, un ejercicio novedoso y una recreación casi jocosa, parece acercarnos al mundo mozartiano, nada extraño vistas las afinidades presumibles entre ambos compositores. El juego de contrapuntos quedará como una gratificante resolución colectiva, en una obra perfecta para estos programas de aportación colectiva, que en su momento llegó a escucharse tanto en recinto sacro como en la mítica Gewandhaus, de Leipzig.  

Kaija Saariaho, en una obra de sus últimos meses de vida, Semafore, compromiso para el Carnegie Hall y el Santa Fe Camera Festival, con motivo de su quincuagésimo aniversario. Obra que alcanza aproximadamente un cuarto de hora pero de notables exigencias para los intérpretes, detalle que descubrimos en composiciones camerísticas como Maa; Du cristal…à la fumé, destinada al Kronos Quartett; los Jardines privados; New Gates; Solar o Champs d´action. Sus propias palabras servirían para entendernos con Semafore, quien responderá a la pregunta sobre la importancia de temas evocadores, la distancia  y la comunicación. Cuando uno ha vivido   mucho tiempo lejos de su propia cultura, siempre hay un regusto de nostalgia y al llegar a nuevos lugares como un extraño, uno se acostumbra a mirar las cosas desde fuera. En términos de sonido, dedica tiempo sobrado al cuidado de construir ciertas texturas y colores específicos, tal cual si tuviera de antemano una idea o una impresión de sonidos. Siempre tuvo ideas precisas de esos sonidos aspirando a que los oyentes les escuchen como un elemento de investigación fascinante. Una impresión que por las obras seguidas esta temporada, no viene más que a confirmarse y para delectación, esta obra elegida por alumnos de la EAEM. Obra perfilada tras la composición de Vista, y que por su planteamiento pone en duda algunos detalles técnicos de su acostumbrado quehacer, el caso de las octavas distante del habitual en otras obras, las intensidades o las tensiones armónicas y las dinámicas. Una música que sabrá alterarse por los cambios de carácter y regularidad métrica. Semafore, remite al finés Ernst Mether-Borgström, autor de un conjunto de obras artísticas que la tentó desde su juventud en cuanto a sus pinturas en las que recrea ese mundo cotidiano de la urbe como una jungla.

Ramón García Balado

 

Cecilia Lavilla y Miguel Ituarte: Cántame no peito en el Auditorio de Abanca

  Auditorio de Abanca, Santiago de Compostela   Concierto de la   soprano Cecilia Lavilla Berganza acompañada por el pianista Miguel Ituarte...