Castelo de Castro de Ouro (Alfoz)
El pianista Denis Kozhukhin estará en el Castelo de Castro de Ouro de Alfoz dentro de las programaciones del XII Festival Bal y Gay- día 12, a las 20´00 h-, un artista que visitó espacios ilustres como el Carnegie Hall neoyorquino, el Concertgebouw de Amsterdam, la Elbphilharmonie de Hamburgo o el Wigmore Hall, de Londres, colaborando también con directores como Rafael Payare, Alain Altinoglu, Cristian Mäcelu, Hannu Lintu o Santtu- Matias Rouvali, asistiendo a citas como el Festival Verbier, Gstaad, Grafenegg, Dresde o Tsinandi. Para este certamen, le tendremos con el programa que se iniciará con la versión pianística de las Variaciones Enigma Op. 36, de Sir Edward Elgar, obra planteada sobre un tema original y que orquestalmente había dirigido Hans Richter. Un tema de seis compases prepara lo que vendrá de inmediato, en una cascada de sugestivas variaciones con leit motiv incorporado. La primera (C.A.E), resulta un retrato de Alice Elgar, compañera del compositor; la segunda (H. D. S. P.), remite a Hew David Stewart Powell, un pianista aficionado; la tercera (R.B.T.), resulta una especie de mazurka, retrato de Richard Baxter Townshend; (W. H. B.), viene a ser William Heat Baker, de temple vehemente; (R.P. A.), evoca a Richard Arnold, ameno conversador; la sexta (Troyte) Arthur Troyte Griffith, describe a un arquitecto, que curiosamente remite al propio piano; la octava (W.N.), inspira una antigua casa del siglo XVIII y a Winifred Norbury, amiga de la familia; (Nimrod), resulta un Adagio homenaje a August Johannes Jeager; (Dorabella), evidentemente goza de una motivación mozartiana de Così fan tutte; (G.R.S.), un retrato de G. R. Sinclair, organista de la Catedral de Hereford; (B. G. N.), otra pincela que describe a Basil G. Nevinson, dando cauce a la Variación (XXX), titulada Romanza y que nos traslada a la obra juvenil de Mendelssohn Mar en calma y viaje feliz, para concluir con (E. D. U.),un curioso autorretrato, bajo el apelativo de Edoo, por su compañera. En esencia, una perfecta secuencia de acertijos.
W. A. Mozart- Fantasía en Do m. K. 475- obra de su etapa vienesa y dedicada a Therese von Trattner, una desconcertante elevación, para Stiegler, en un momento de menor creación en el que predominaban trabajos de menor relieve, y para curiosos, un puente hacia los estilismo beethovenianos, optando por colores sombríos y apasionados que recuperaremos en la Sonata K. 475, con la que llegó a emparentarse estilísticamente, quizás por una actitud necesariamente admitida merced a la imaginación persistente, en búsqueda de un virtuosismo que observamos en ambas obras. Una audaz imaginación de libertad que realza los límites de esta fantasía. El nexo entre las obras, se sitúa en un plano íntimo y profundo, dentro de una pasión vehemente.
F. Chopin- Fantasía-Impromptu, en Do sost. m. Op. 66-, término que el autor incorporará en tres ocasiones con titulo aproximado, siendo en este caso un apreciado encanto por su estilo de Fantasía- Impromptu, más que una fantasía, una improvisación semejante a ciertas formas que nos trasmite F. Schubert, o igualmente a su propia obra en La b M. Op. 29. El autor rechazó la obra en cuanto a su edición, dejando las dudas de tal negativa, quizás por la mala acogida. El carácter fantasioso y libre, sugiera aspectos añadidos que condicionan la pieza, como el episodio central en forma de trío, de carácter de pretensiones expresivas, marcadas por un moderato cantabile, definido por una intención elocuente en una obra destinada a cerrar en un ambiente inusitadamente tranquilo, coronado por arpegiado de largos acordes de redonda. También de Chopin, la Polonesa- Fantasía, en La b M. Op. 61- obra que desde sus primeros compases, con lenta y cadenciosa frase ascendente, recorre el teclado desde el registro grave hasta los extremos más agudos, reivindicando esa necesaria intrepidez armónica que sorprendió a muchos de sus contemporáneos. Sus 288 compases se expanden en el marco de una arquitectura ciertamente libre, aceptando su disposición a los estilemas ternarios de la polonesa, tras pronunciarse con una amplia introducción que describe tintes de un preludio basado en una serie de cinco intervalos descendentes de cuarta justa, cuatro de los cuales dan paso a la cadenciosa frase precedente. La sección final, está elaborada por los primeros temas de la polonesa y del trío, modificados para exaltar su actitud original, con una larga coda expuesta por un largo acorde sobre la tónica.
Mily Balakirev-Islamey, Fantasía Oriental Op. 18- estrenada por Nikolai Rubinstein, en San Petersburgo a finales de 1869. Su obra más conocida y apreciada por su dificultad, que invitaría a Ravel a tomar el desafío en Scarbo- Gaspard de la nuit-, una temática orientalizante, producto de su estancia en el Cáucaso, en donde descubriría melodías y danzas sobre las que basó la primera parte. La segunda parte (Andantino), toma un canto que el compositor descubrió al escuchar a un cantante armenio, durante una velada en casa de Tchaikovski. El primer tema, en Si b m, queda expuesto sin acompañamiento, dando entrada a un tono danzante de frenesí oriental, y que conduce a una serie de variaciones, en una serie de terceras y un martilleo de acordes, en medio de saltos espectaculares. Las armonías resultan cromáticas y un ascenso de terceras, en ambas manos, se detiene en medio de un silencio. No tardará en volver el primer tema, con nuevas variaciones, aún más virtuosísticas. Tras un fortissimo conclusivo, aparecen unos acordes modulantes que nos ubican en la Segunda parte, con un Andantino no espresivo, en Re M, de un sensual lirismo tramado por armonías puras, que se animan por un pasajes de arpegios en la mano derecha, con un arrebato que nos traslada de forma natural al retorno del primer tema, acentuado por terceras precedidas de mordentes. Una prolongada reverberación, señalada por arpegios desgranados de la mano izquierda, prepara el final en el que alternan una serie de variaciones de los principales temas, que se convierten en una fogosa energía, con un martilleo de grandes intervalos, aspecto que obliga al intérprete a medir las posibilidades de sus recursos, por las exigencias físicas demandadas.
Ramón García Balado