29/12/2024

Per la ricuperata salute di Ofelia, de Antonio Salieri, recuperada del ostracismo

 Ernesto Monsalve: Salieri. El hombre que no mató a Mozart


Una cantata conmemorativa  de Antonio Salieri y de la que nos dio precisa noticia el profesor Ernesto Monsalve, que fue invitado del Curso U. I. de Música en Compostela, pues en la cita del año anterior ofreció una ponencia dedicada a Joaquín Rodrigo: En el Centenario de su primera obra, en la Capilla del Hostal de los RR. CC., se trataba  en concreto de su composición Juglares. Recordamos también su conferencia en el Curso 2023, dedicada a Pau Casals, en el 50 Aniversario de su muerte, Monsalve, además de sus oficios docentes y su relación con importantes orquestas, fue dinamizador de programas como El toque maestro y Música maestro. Monsalve puso en nuestras manos recientemente la publicación de su trabajo Salieri. El hombre que no mató a Mozart, editado por Rialp, quizás uno de los estudios más detallistas sobre el compositor, que a lo largo de su carrera, fue entregando títulos operísticos que se han labrado un seguro espacio, como fueron Don Chisciotte alle nozze di Gamace, libreto de G. G. Boccherini (1771); La fiera di Venezia, del mismo libretista; La locandiera (D. Poggi); muy especialmente, por Prima la musica e poi le parole (Giambattista Casti) 1786; Les Danaïdes (F. Du Roullet), en francés o un curioso pasticcio tomado de varios autores Le inconvenienze teatrali (1789) y Falstaff, ossia Le tres burle, tomado de Carlo Prospero De Franceschi.


Para cada capítulo del doctor Monsalve, una motivación de sugerencia, siendo el séptimo el dedicado a Prima la música e poi le parole: Mozart y Salieri ¿amigos o enemigos? Y en cada uno, una sugerencia de audición, que en este caso, nos invita a remitirnos a una propuesta: Per la ricuperta salute di Ofelia, en un registro discográfico firmado por la Heidelberger Sinfoniker, dirigida por Timo Jouko Herrmann, en colaboración con la soprano Diana Tomsche y la mezzo Esther Valentin, recopilación de Cantates et airs d´opera, Strictly Private, de A. Salieri.  Monsalve, en este capítulo, ofrece un estudio de personajes y situaciones que contribuyen a precisar aspectos irrenunciables. La figura de la soprano Nancy Storace, por la que Salieri sintió una especial devoción, desde el momento en el que había triunfado como Dorina, en el estreno de Fra i due litignati il terzo gode, de Giuseppe Sarti, el 14 de septiembre de 1782. Storace cantará roles como la Condesa Bandiera (La scuola de´glelosi), de Salieri; Angelica (Il burbero di buon core y Lilla (Una cosa rara), ambas del asimilado Martín i Soler; Il ritorno di Tobia (F.J. Haydn), quien disfrutaría de su compañía en Austria, al servicio de los Esterházy, de hecho, una de las más significativas cantatas para soprano, Miserere noi, misera patria H. XXIVa, llevó la dedicatoria for the voice of my dear Storace. Mozart y Salieri, sucumbieron a sus encantos, componiendo la cantata Per la ricuperata salute di Ofelia, escrita en septiembre de 1785, un caso tan único en una partitura que permaneció oculta a los ojos del mundo, incorporándose a la maraña de claroscuros en torno a la leyenda y la realidad entre Salieri y Mozart.

Pero cuando el musicólogo alemán  Timo Jouko Herrmann, experto en la figura de Antonio Salieri, en su vertiente alemana, halló en el siglo XXI una copia, de la forma más casual posible, los hechos se reinterpretaron definitivamente…El Dr. Herrmann y el mundo de la musicología, conocía este lied/cantata, porque el catálogo Köchel, de Mozart, de 1882, lo había incorporado bajo el número 477 y la adenda a, como suplemento de la K. 477, que es la marcha fúnebre masónica Maureische Trauermusik. Históricamente había indicios de la referida partitura por anuncios que publicó Wienerblatt (18 de septiembre de 1785), y era conocida la supuesta publicación realizada por Artaria y el impresor de la Corte vienesa Joseph von Zurzböck, que es precisamente la de quien se encontró, en 2015. Sin embargo, hasta este año, no había constancia fehaciente de la misma, porque ningún ejemplar-ni por supuesto el original-, había perdurado hasta nuestro tiempo. Como se sabía que el texto lo escribió el abate y poeta Daponte, el Dr. Herrmann escribió al Museo de la Música  Checa de Praga, donde, según sus archivos, constaba que existía una edición impresa del poema: Me gustaría que me remitieran una copia del texto de la cantata, para incorporarla a mis estudios- diría el alemán-. La respuesta fue fenomenal: A fin de elaborar el escaneo oportuno, necesitamos que nos confirme si quiere el texto o también la partitura- respondería inocentemente la responsable del Archivo de Praga-. Atónito, como no podía ser de otra manera, Herrmann se presentó inmediatamente en la capital checa para constatar, con estupor, que, en unas cuartillas de un papel fino como la seda, se había hecho tantos pliegos y se había abusado tanto del pegamento, que la partitura había quedado oculta a los ojos de cualquier investigador durante siglos. Fue el desenvolver aquella suerte de sábana de papel cuando, por puro azar, fue descubierta…

Per la ricuperata salute di Ofelia, es una pieza que, en sí misma, no dice nada. Su principal valor se lo otorga el ser el máximo exponente de la buena relación que realmente existió entre Mozart y Salieri. Debe su título al personaje de Ofelia, protagonista femenina de la ópera  La grotta di Trofonio, que Salieri preparaba para Mme Storace-Ofelia-, que sufriría un enfriamiento que estropeó su voz durante los ensayos, impidiendo su estreno a tiempo. Su rol hubo de ser interpretado por otra soprano, mientras ella se encontraba en su apogeo. Treintaiséis días después de caer enferma, gracias al buen cuidado de los galenos, y casi con total seguridad, por los arrumacos de los compositores rivales, la cantante recuperó su voz. Para celebrarlo, Da Ponte, escribió su oda por La recuperada salud de Ofelia, y unidos bajo el mismo paraguas, le pusieron la música del encanto femenino, Mozart, Salieri y un tal Cornetti, que sonó en un apartamento privado, en el siglo XVIII, por primera vez, para dormir en un cajón el sueño de los justos durante 230 años. Una cantata que hasta donde se conoce hoy, será la única colaboración entre Mozart y Salieri, dejando la figura del tal Cornetti, posiblemente como pseudónimo para su Ex. José II, amante declarado de la Storace. Per la ricuperara salute di Ofelia, tan apreciada para este comentario, tuvo una interpretación gracias a la soprano Sara Mª Rodríguez, acompañada al clave por el autor de la biografía, Ernesto Monsalve, en la Real Capilla del Museo San Joaquín y Sta Ana, de Valladolid, a comienzos de septiembre de 2016. En cuanto a la foto elegida, aparecen en la misma Monsalve; la soprano Claire Elisabeth Craig, quien interpretó el estreno mundial que nos ocupa; Timo Jouko Herrmann, descubridor de la cantata y Stefanie Clement, directora- gerente de la editorial Hofmeister, en la Tanzmeistersaal, de la Residencia Mozart, de Salzburgo, en febrero de 2016.  Salieri. El hombre que no mató a Mozart, perfecto testimonio- obsequio, para curiosos de esa compleja trama histórica, plagada de prejuicios y adulteración, que ayuda a poner en su punto aquella baqueteada relación entre Salieri y Mozart, con funestas recreaciones fílmicas como Amadeus, de Milos Forman. Epílogo del estudio en el capítulo De Pushkin a Amadeus, o cómo sobrevivir a dos siglos como villano de un cuento inventado, con propuesta de audición que nos invita a In questa tomba oscura, de Salieri, en interpretación de Krisztina Laki y Gabor Kósa, posible sugerencia para un nuevo trabajo ampliado, por la materia que abarca y que confiamos a Ernesto Monsalve. Los pecados de Alexander Pushkin, en el que nos encontraremos con autores como Rachmaninoff, Tchaikovski, Mussorgski, César Cui, N. Rimski- Korsakov, Mijail Glinka y tantos otros. Pushkin, en su relato Mozart y Salieri, elegido como ópera para estrenarse en el Teatro Solodovnik, a finales  de 1898 y las derivaciones al cine, desde el período mudo al sonoro: Road to Succes, en donde habría materia para explayarse a capricho, pero es tema que, con suerte, podrá tener futuro. Una invitación sobre segundas partes.

Ramón García Balado.

 

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