28/02/2024

Otto Tausk, dirige a la OSG, en el Palacio Euskalduna

 Palacio Euskalduna, Bilbao


 Dos conciertos de la OSG en el Palacio Euskalduna, bajo la dirección de Otto Tausk-día 2, a las 11´30 h.-, ofreciendo la Segunda suite del ballet Dafnis y Cloe, de M. Ravel y una selección de Images de C.Debussy, para seguir mañana a las 18´45, incluyendo la Sinfonía Fantástica de H.Berlioz. Otto Tausk colaboró con formaciones como La Tonnhalle San Gallen, la Concertebouw, los BBC Proms, el Teatro Mariinski, la Nacional Danesa, la Giuseppe Verdi milanesa, abordando obras algunas en estreno como Annas Maske (David Philip Hefti); Written on Skin (George Benjamin); Evgeni Oneguin (Tchaikovski); Die Tote Stadt (Korngold); Ariadne auf Naxos (R.Strauss) o títulos del repertorio mozartiano. Formado como violinista, se centraría definitivamente en la dirección tras probar como asistente Olifant Prize, por su contribución de Valery Gergiev, con la Filarmónica de Rotterdam. En 2011, la ciudad de Haarlem le otorgará el a las Artes en los Países Bajos, en especial por su participación con la Holland Symphonia durante el período 2007/12. También obtuvo el Choc du Mois, de Classical France y el BBC Music Magazine Concerto por su registro con obras de Prokofiev, con Rossane Philippens.  Excelente impresión había dejado junto a Leif Ove Andsnes, con el Concierto nº 1, Op. 15 de Brahms, y la Séptima Sinfonía en Re m. de A. Dvorak.

Dafnis y Cloe de M. Ravel, en su segunda suite, etapa de los grandes ballets del compositor, desde Ma mère l´Oye o Adelaide ou le langage des fleurs, mientras que los Conciertos Collone había interpretado fragmentos del mismo, contagiando en esa iniciativa a los Ballets Rusos, en sesiones privadas tras la refundición de la Bacanal, en abril de 1912. El arte raveliano, para Emile Vuillermoz, se había afirmado singularmente con esta partitura especialmente plástica… el compositor había pretendido establecer con su trazo neto los contornos de sus dibujos…todo anunciaba un arte sólido  y finalmente acabado. Gastón Carraud, declaraba que el  elemento rítmico era en la poética y pintoresca partitura de Ravel, de una debilidad extrema y dado que el desarrollo se hacía siempre por repetición, daba la impresión de pataleo antes que de verdadero movimiento. Opiniones enfrentadas como podía verse. ¿Qué se puede decir de una obra como esta, si no es que Ravel ha sobrepasado el cuadro anecdótico del ballet para lograr una verdadera sinfonía (Roland Manuel). Una sinfonía en La de una homogeneidad perfecta gracias a un restringido número de motivos, de una diversidad infinita en los ritmos y los colores, de una asombrosa claridad si pensamos en la importancia de la orquesta?  Dafnis y Cloe, es de hecho, la síntesis de todas las dotes ravelianas. De este ballet saldrán dos suites, habituales en los conciertos, cada una en tres partes: la Primera (Nocturno; Intermedio y Danza Guerrera) y para la Segunda, que nos interesa (Amancer Pantomima y Danza general), de una duración que se acerca a los veinte minutos.

Debussy en una selección de Imágenes, obra en sus tres partes que no nacerían como un ciclo repartidas desde Ibería, dedicada a los Conciertos Colonne parisinos de 1910, y que confiará a Gabriel Pierné, hasta Gigas compuesta previamente quedando como prueba orquestal que quedará en manos de André Caplet quien sabrá aprovechar sus mejores recursos para cerrar con Rondas de primavera y que el autor abordará en las sesiones de Conciertos Durand en la primavera de 1910, siempre con opiniones divididas entre los asistentes.  Gigas, de casi diez minutos, expresan un estado doliente: Gigas..Gigas tristes…Gigas trágicas…Pinturas del alma. Alma mortificada cuyo pudor, sin embargo, se inquieta y se espanta de los desahogos líricos y disimula así rápidamente los sollozos bajo la máscara de la gesticulación angulosa de una grotesca marioneta (Caplet).   Ibería, esa España imaginaria en tres estampas: Por las calles y los caminos: Oigo los ruidos que se escuchan en los caminos de Cataluña al mismo tiempo que las músicas de las calles de Granada. El Debussy que nunca había puesto los pies en nuestro país.   Los  perfumes de la noche, pieza si cabe compleja dentro del ámbito de un lied y en la que renuncia a posibles innovaciones que músicos de su tiempo sí realizarían.  La mañana de la gran fiesta, final, se encadena con el precedente acentuando esa orquestación nostálgica que culmina un glissando de trombones.  Rondas primaverales, menos apreciada por el autor y nacida al amparo de una canción renacentista: Vive le Mai, bienvenu soit le Mai/Avec son Gonfalon sauvage. Mélodie de temple popular que encontraremos en la conocida Nous n´irons plus au bois, que había inspirado un detalle musical en Estampe.

Berlioz y la Sinfonía fantástica Op. 19- para mañana- cinco tiempos, obra engrandecida a través de sus atentas revisiones y testimonial por excelencia. Ensueños y pasiones, el arrebato irresistible que presume la embriaguez de un estado de confusión por los estimulantes que convidan a situarnos en ambiente, pesa de sí la pujanza de la llamada idea fija. Destaca igualmente como elemento articulatorio dentro de este ensueño melancólico la idea procedente del tema de la mujer adorada, un apunte que se encuentra en la Romanza de Estela, de acentuadas síncopas que se reafirma en un Allegro appasionato assai, a cargo de los violines, siempre reafirmando la idea fija.  Escena de El baile- segundo tiempo-, un tumulto festivo, de nuevo sustentado por esa idea fija y que en realidad se resuelve en forma de típico vals, de cuidada elegancia entre el juego de arpas en piano.   La escena en el campo, nocturnidad embriagadora, siempre a la sombra de la idea fija, se manifiesta con un dúo pastoril, al que da respuesta el clamor de una tormenta distante y provocativa, remarcada por una orquestación poderosa.   La Marcha al suplicio, un febril pasaje de autoinculpación obsesiva, remueve esa mala conciencia en este tiempo de trazado fatalista que nos traslada a un mundo de ultratumba, en una caída hacia el abismo que recupera pesadillas de infancia. La Marcha al suplicio, remite a una antigua marcha de guardias, usada en la ópera inconclusa Les Francs-Juges.  El sueño de una noche de Sabbath, burla de conclusión para el desafortunado músico, en una permanente orgía diabólica, inmerso en una ceremonia fúnebre reafirmada por el canto del Dies Irae. Serán las distintas familias orquestales quienes consigan el punto álgido pretendido en una apoteósica conclusión.

Ramón García Balado

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