22/09/2023

Hixa Mia: La tradición sefardita en Espazos Sonoros

 San Pedro de Soandres (A Laracha)

San Pedro de Soandres, A Laracha (A Coruña)- sábado día 23  a las 19´00 h.-, tras una visita por la ruta de Gabenlle por las cercanías del río Anillóns, en un descubrimiento del patrimonio- 15´45-, actividad propia de Espazos Sonoros, y que  acoge al cuarteto formado por la cantante y gambista, además de directora Pilar Almalé, a la que acompañan el violinista Thomas Kretzschmar, el guitarrista Álex Comín y el  percusionista Fran Gazol, para un programa anunciado como Hixa Mía. Pilar Almalé, está vinculada a otro nivel con las llamadas World Musics, y ha colaborado con artistas como Carlos Núñez, Jordi Savall o Dulce Pontes. Se especializó en esraj, en la Escuela de Varanasi  y es codirectora del Dúo Caranzalem y del espectáculo Claroscurso de Artemisa, con Ana Continente y vocalista del grupo Biella Nuei.

Thomas Kretzschmar, está especializado en jazz, en una actitud cercana en lo estético a Stephan Grapelli, artista con experiencia internacional que le facilitó colaborar con Birelli Lagrène, Angelo Debarre, Tchavolo Schmitt o Peter Verts. Grabó trabajos con su sello a nombre del Thomas Kretzschmar Quartet, mientras imparte talleres y masters centrados en el jazz. En 2019, se estableció en Zaragoza con su cuarteto Tribute to Grapelli.  Fran Gazol, estudió en Musikene, y es miembro del quinteto de jazz El Eje, además de colaborar con el trío de Carlos Bernal y otras agrupaciones en esas tendencias.  Álex Comín, guitarrista y pedagogo, es igualmente instrumentista de jazz, que siguió masters de Kurt Rosenwinkel, Guillermo Klein, Gilad Hekselman, Marco Mezquida, J. Colina y A. Serrano.

La música sefardita como eje radial, junto a improvisaciones como las de Pilar Almalé- Improvisación sobre la cadencia andaluza o La patética, Blue lamento-, o una tradicional italiana, Pizzica di San Vito, y detalles de aproximación a compositores en otras latitudes. Hablaríamos de John  Dowland- Flow my tears (The second book of songs). Dowland, tratado recientemente en un estudio de Alberto Álvarez Calero: John Dowland (1563/1626): la música inglesa en los tiempos de la  melancolía, artista al que califica como uno de los más brillantes del Renacimiento, incluyendo a Henry Purcell y uno de los más destacados de reinado de Isabel I, de Inglaterra. Entre su producción, destaca el inestimable corpus de canciones, así como la excelsa colección de obras para laúd, que brillan con luz propia entre sus coetáneos: William Byrd, Josquin des Près, Jacob Obrecht, Adrian Willaert, Adrian Leroy, Alfonso Ferrabosco, Luca Marenzio o Thomas Campion. Dowland supo mantener su seguridad inquebrantable en tiempos de tormenta y oscuridad, que lograría unirnos en una armonía serena.

Marc Antoine Charpentier (1643/1748)- con un Passecaille, del Concert pour 4 parties de violes H. 545-,  compositor sobre el que pesará la fascinación de C.  Monteverdi, Carissimi o T. Luís de Victoria, que escucharía en los oratorios de San Felipe Neri, a través de los voluptuosos coros de los templos y de prestarse con entusiasmo al género escénico que le brindará Molière, para proseguir en esas temáticas laicas  en el Théâtre-Français. Las tragedias sacras, serán otro asunto de sus preferencias y en líneas generales, su obra logrará en estudiado equilibrio entre la escuela franco-flamenca de Lassus o Du Caurry y la italianizante de  Carissimi, Gabrielli y Luigi Rossi.

Distinta aportación hispana gracias a Santiago de Murcia (1673/1739)- Folías gallegas (Códice Saldivar nº 4)-, guitarrista en el espíritu del barroco tardío, en la búsqueda de nuevas inspiraciones, en la senda de sorprendentes hallazgos, que incluían aspectos como la melodía, el ritmo, la armonía o las ornamentaciones con un cuidado preciso en la elegancia de esas melodías que le convertirán en músico excepcional.  El galante Georg P. Telemann (1681/1767), igualmente un compositor entre escuelas cruzadas que anuncian otros tiempos, nos aportará Scaramouche, pieza de la Ouverture-Suite, en Si b M. TWV 55:B8.

La tradición sefardita a través de piezas como Los guisados de la berenjena; esta Hixa mía, cabecera del programa anunciado; A la una yo nací, en el espíritu que embarga esta velada. Símbolo y memoria de la obligada diáspora tras la exclusión de la cultura judía en tiempos de los Reyes Católicos a partir de 1492. Sefarad, embrión que arraigará por los mundos que les acojan, ayudará a encontrar destinos insospechados que dejarán profunda huella hasta los tiempos presentes, consolidando nuevas raíces de fructíferas confluencias y cuyo legado musical, con notables resultados reviven desde hace algunas décadas. Muchas de esas herencias musicales se recuperarán gracias a la fidelidad de la tradición oral, mantenida conjuntamente con los legados de archivo y recientemente, con los registros discográficos.  Las investigaciones históricas no serían posibles sin aquellas fuentes manuscritas y que tendrán definitivas diferencias entre ellas por evidentes razones de procedencia. En un momento preciso, con respecto a nuestro entorno cercano, la relación entre judíos y árabes, en Al-Andalus, poco conocida, dejará campo a la especulación, con motivos que permitirán a que Ziryab, pudiese ser considerado como el fundador de la escuela árabe de Al-Andalus.

Recuerdo impagable habían sido en el año 1994, los Encuentros de Música Tradicional Sefardí, celebrados en Santiago en el Parque de Bonaval, en los que participaron Rosa Zaragoza, en representación de Cataluña, quien ya había colaborado en Ribadavia en la recuperación de la Festa da Historia, entre actividades que incluían distintos espectáculos consagrados a la herencia sefardita  y cuyo precedente podría trasladarnos al año 1693, en una iniciativa del INEM. La norteamericana Betty Klein, estudiosa del romancero hispano y que solía acompañarse por la instrumentista Elena Bob. La canadiense Judith Cohen, etnomusicóloga de la Universidad de Toronto, que vino acompañada por Riad Ahmed (percusión); Xavi Murcia (laúd y mandola árabe) y el violinista Jordi Tarrida, destacando sus preferencias en los géneros del piyyutim (himnos hebreos). Flory Jagoda, en representación de Bosnia con su cuarteto atento a esas tradiciones sefardíes para completar Jacinta, procedente de Francia y de ascendencia ruso-polaca, que ampliaría en las esencias de las formas yiddish.

Ramón García Balado

 

                                                                                                               

 

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