12/02/2024

Ludwig Dürichen: Jesús Torres en su Concierto para violín

 A Coruña / Pontevedra - 10/02/2024

Jesús Torres puso en atriles  su Concierto para violín con la Sinfónica de Galicia en interpretación de Ludwig Dürchen, dirigido por Andrés Salado, incluyendo en cartel la Sinfonía nº 1, en Fa m., de Dmtri Shostakovich. Ludwig Dürchen, ayudante de concertino de la orquesta  desde 2005, fue miembro de formaciones como Staats Kapelle Dresden, la Berlin Deutche Oper, la Elbephilharmonie de Hamburgo, la München Staats Oper, la Kassel Karlsruhe O., la O. Giuseppe Verdi, de Salerno, entre las principales además de colaborar con certámenes como los BBC Proms, el Musikkolegium Wintertuhr y otros de primera línea, dinamizando iniciativas en colaboración con compañeros suyos en agrupaciones camerísticas como el Trío Ludovicus o el Cuarteto Atlántica, en proyectos divulgativos junto a la violinista Carolina Cygan, el viola Jeffrey Johnson, Mariana Prejvaslkaia, Rousslana Prokopenko o Filipe Pinto Ribeiro.

Andrés Salado, director, llegó a esa especialidad tras sus estudios de piano, flauta barroca y percusión y en este espacio disfrutó de las docencias de Miguel Romea, Peter Rudell, Jorma Panula, Peter Gülke, Peter Eötvös, Antoni Ros Marbà y Sandro Gorli. Su carrera le permitió conocer experiencias con formaciones como la JONDE, la Joven de la Comunidad de Madrid, la de Extremadura, la ONE, la O. Simfònica i Nacional de Catalunya, la RFG, la Real O. S. de Sevilla, la Filarmónica de Oviedo y en el ámbito internacional, la O. S. de México, la O.S. de Yucatán, la Casa da Música do Porto, el Divertimento Ensemble, la Salzburg Soloist Chamber, en la Mozart Sommerakademie. La ópera es también una temática de su interés, abordando títulos como Il Barbiere di Siviglia (Rossini); Il segredo di Susanna (Ermano Wolf Ferrari); El Martirio de San Sebastián (Debussy), en una producción con La Fura dels Baus o The thelepone (Gian Carlo Menotti)

Jesús Torres ofreció su Concierto para violín, alumno que fue de Francisco Calés y de Luís de Pablo, ampliando con Francisco Guerrero en materias avanzadas y confirmando su trayectoria a partir de Vísperas, una obra camerística que se acercaba a Derive de P. Boulez por sus arabescos y  gestualidad y como herencia de las influencias de Stockhausen, compondrá los Preludios en consideración a su pianista de confianza Ananda Sukarlán, puerta abierta a piezas como los Dúos para Miquel Bernat y Henry Bot (percusión y clarinete). El Concierto para piano, dedicado a Sukarlán, fue Premio Reina Sofía  (2000), un estreno con presentado en la Tribuna Int. de Compositores de la UNESCO. Ambición suya fue el hecho de aproximarse a las poéticas como el Cántico espiritual de J. Guillén: Vísperas de mí o Presencia del aire, en tratamiento musical confiado al Ensemble Köln Munchenglabach o La destrucción o el amor (V. Aleixandre), encargo del CNDM  y Sonetos del amor oscuro (García Lorca).

El apartado instrumental fue dejando obras como Tiento, Tropos, Fugace- encargo del Grupo Pärlor för Svin-; la Partita- en dedicatoria a músicos en residencia de la JONDE-; La máscara Roja y el lirismo que se manifiesta en Fantasía o experiencias como Crepuscular, pura investigación tímbrica que llegará en este ideario hasta Accentus y Ausencias. En lo fundamental, la asunción de las tendencias francesas entroncadas con la impregnación en el estilo de Takemitsu realzando con ello en refinamiento armónico de perfiles cuidadosamente elaborados sin centrarse en esa sensualidad tímbrica con aspectos que supo tomar a partir de las polifonías renacentistas culminadas en una notable densidad de escritura. Un ideario en permanente evolución auspiciado por las múltiples formas, marcando armonías transparentes sin renunciar al uso de polarizaciones tonales. La etapa con F. Guerrero, había supuesto una necesaria atracción por los procedimientos dodecafónicos surgidos de las vanguardias en plenitud y que se ratificará en las obras inaugurales de su catálogo, una inmersión en la reflexión y las búsquedas que mantendrán una trayectoria evolutiva de signos perceptibles.  

El Concierto para violín fue obra encargo de la Fundación BBVA, escrita en 2012 y estrenada por la O.S. de Madrid en el Teatro Monumental bajo la dirección de Kees Bakels, con Miguel Borrego para ser editado por Tritó, recibiendo el Premio Nacional de Música en 2013. Obra característica en el estilo de los grandes conciertos del siglo XX, mostrando un planteamiento que se manifiestaba en sus tres tiempos: Dramático, Apasionado y Estremecido, dentro de un ámbito vagamente etéreo, observando peculiaridades en su construcción tonal por su carácter expresivo asimilable a cada tiempo, que la convierte en un gran canto y que en algún pasaje rememorará el Concierto a la memoria de un Ángel, de Alban Berg. El segundo tiempo resulta un Presto y en resumen será difícil atribuirle una idea determinada para el oyente. Obra esperanzadora a la par que fatalista cuya coda final se resume gracias a una sección de dobles cuerdas sin vibrato entre un sonido que se diluye en el silencio con la indicación diminuendo…a niente, de precisión ambivalente. Destaca la prestancia de las tensiones internas acentuadas por apuntes acentuados por clusters en enfrentamiento entre solista y orquesta con texturas complejas que se diluía definitivamente en una cadencia casi imperceptible en manos de Ludwig Dürichen.   

Dmtri Shostakovich- Sinfonía nº 1, en Fa m. Op. 10-, composición de 1926, momento en el que se acercará a personalidades como Boris Assafiev e Ivan Sollertinki, quienes influirán en su evolución inmediata, fundamental el primero de ellos por las influencias recibidas de Anatoli Liadov, maestro en las programaciones del Teatro Bolshoi y que mostraba interés por las músicas de vanguardia de procedencia Occidental que programará en los certámenes de su entorno, momento en el que publicará la primera monografía de Stravinski, cultivando igualmente su cercanía a Prokofiev, en su Sinfonía Clásica que le fue dedicada. Amigos comunes harán posible nuevas expectativas y como resultado, el detalle de Shostakovich presentándole las Variaciones para piano de Valerian Bogdanov- Berevich.

Para Shostakovich, era  Assafiev una autoridad indiscutible, momento en el que le ayudará a estudiar obras de Schönberg, Krenek, el propio Stravinski  y músicos del Grupo de Les Six. En cualquier caso, esa fidelidad tendría sus resquemores que parecen a la postre como pequeños detalles sin importancia, como el hecho de no trasmitirle la carta de felicitación enviada por Alban Berg, con motivo del estreno de la obra, que había dirigido Bruno Walter. Más  susceptibles serían ciertos posicionamientos estéticos sobre obras suyas como la suite Aforismos- para piano-, y su primera opera La nariz, curiosamente bien recibidas por Assafiev. Vendrán años en los que los posicionamientos de ambos, se distanciarán irremisiblemente.

La Sinfonía nº 1, en Fa m. Op. 10,-media hora de música para el medido control de Andrés Salado- tuvo estreno en Leningrado con dirección de Nicolaï Malko, obra juvenil de un alumno de Conservatorio de ya había escrito algunas obras orquestales menores- dos Scherzos y Variaciones, y que recibirá el asesoramiento para su escritura de Glazunov, necesario apoyo para un compositor que arriesgaba en un formato mayor, con temor al  riesgo, retoques necesarios para asegurar la confianza en sí mismo y con el seguro asesoramiento de maestros de confianza. Obra que se iniciaba  a partir de un  Allegretto. Allegro ma non troppo, encuadrado en el espacio de ese humor que caracterizará el conjunto de su sinfonismo de madurez y en el que no está exento un guiño rebuscado, tan perceptible en su estilo creativo, con sus posibles enigmas enriquecedores.

Vuelta a un Allegro ma non mosso quizás un posible scherzo redundante que reafirma esa voluntad medianamente provocativa merced al piano incorporado como respuesta de actitud a la espera del trío de ritmos contrastados de relieves acentuados que imitan un aire popular insinuados por el teclado.  El tiempo Lento Largo lento (attaca) abunda con creces en esa imprescindible línea melódica, en un enfrentamiento entre los estados de ánimo más susceptibles que confirman el espíritu de la obra.  Un extenso Finale resuelto desde un Allegro non molto-Lento-Allegro molto meno mosso. Allegro molto meno mosso Adagio,  obsesivo para una obra de claras pretensiones, se reafirmaba por las pinceladas grotescas provocativas, de temple enérgico y tenso. Densidad en un sentido de la creación orquestal, que tan excelentes impresiones nos dejó temporadas pasadas.        

Ramón García Balado         

  

Ludwig Dürichen

Orquesta Sinfónica de Galicia / Andrés Salado

Obras de Jesús Torres y Dmtri Shostakovich

Auditorio-Sede Afundación, Pontevedra

Palacio de la Ópera, A Coruña

Publicado en RITMO-auditorio (edición digital)

06/02/2024

Orquesta Galega de Liberación. Ensemble Liberdade en el CGAC

 Centro Galego de Arte Contemporáneo, Santiago de Compostela


 Concierto en campo abierto de interpretación, actividad que tomó protagonismo en el CGAC, y que se entrega a una experiencia sonora sin limitaciones dentro de una apuesta tendente a medir la resistencia receptiva de los oyentes, en otra de esas iniciativas que se dejan arrastrar por los sonidos resultantes con preferencia a la conseguidos preferentemente en sesiones de confluencia con el aficionado comprometido. El equipo de la Orquestra Galega de Liberación se presenta con una formación que no necesariamente es estable y que en citas como la ofrecida reunía a Elena Vázquez-viola-; Macarena Montesinos-chelo-; Saul Parga-contrabajo-; Diego Alonso-saxo soprano- Xosé Miguélez- saxo tenor-; Javier Pereiro- trompeta-; LAR Legido- batería y  percusiones-, bajo la dirección de Xacobe Martínez Antelo. Concerto en Construcción por este Ensemble Liberdade- Concerto Inmediato para Refugallo Ensemble, en otro de sus patrones de músicas en tempo real y sin condicionantes previsibles, atendiendo a modelos como los realizados con músicos como Charles Haden, en sus proyectos Liberation Music Orchestra.

Teóricos al estilo de Frank Kofsky, había trazado posibles límites hasta encumbrarse en la evolución desde las tendencias del free-jazz y que se pronunciará como un voto de no confianza en los valores de las sociedades occidentales sobre el sentido de una sociopolítica que se haría valer por apreciaciones en la línea de Ekkehard Jost, un historiador del movimiento que lamentaba que los aspectos musicales autónomos de la evolución del propio free-jazz-asimilables a las actitudes como las de estos músicos reunidos en el CGAC-, llegaron a ser puestos en duda, ya que trasvasarías barreras de lo aceptable. Una libertad que años antes había cobrado razones en músicos como Ornette Coleman y Cecile Taylor, siguiendo en distancia a Lennie Tristano, que había experimentado con técnicas libres en piezas como Intuition, Digression o Descent into the Maelstron- muchas de finales de los cuarenta-, Otras de Bob Graettinger se incorporaron a la banda de Stan Kenton- City of Glass-, inconformista y provocadora, que se oponía a las convenciones de las técnicas armónicas y melódicas existentes, al igual que el registro de  Jimmy Giuffre-Fugue- (1953). Los clásicos por antonomasia, intentaban utilizar instrumentos jazzísticos por explorar, dentro de las técnicas de vanguardia: Ebony concert-I. Stravinski-; o All Set (1957)- Milton Babbit-, vivencias que harán mella en otro insigne, Gunther Schuller, músico y teórico que acuñará el término Thrid stream y en ella casi estamos, avezado maestro y autor de la publicación teórica Atonal Studies for Jazz (1948). Se decía de esa corriente creativa, que había llegado a  presentar una atonalidad de rostro sonriente, vestida de frac y sombrero de  copa, mientras que el propio Free-jazz, muy al contrario, tendía a representar una generación de bohemios y jóvenes airados de los cincuenta. Curiosos paralelismos con el surgimiento del  bebop.  A finales de los treinta, como en los cincuenta, los músicos de mayor talento promovían experimentos enfocados a la ampliación del vocabulario del jazz y derivados.

Charles E. Haden, contrabajista tan apreciado entre los miembros de la Orquestra Galega de Liberación, fue un marco de referencia por su actitud vital y profesional. Su encuentro con Ornette Coleman en el Festival de Monterrey (1966), promoviendo entre ambos conciertos en espacios abiertos, además de tomar iniciativas como la promoción de la Jazz Composer´s Orchestra (1969). Una década antes, Haden había descubierto sus primeras enriquecedoras experiencias en la Jazz At the Philharmnonic- en mente de los conocedores, la importancia de Norman Granz, uno de los míticos referentes de firmas como Verve, Pablo-,  la asistencia a Westlake, para estudiar en el College of Modern Music Jazz de Los Ángeles. La Liberation Music Orchestra (1969), dará como frutos fructíferas colaboraciones con talentos como Don Cherry, Mike Mantler, Perry Robinson, Dewey Redman, Paul Motian, Howard Johnson, Carla Bley o Gato Barbieri, el argentino con el que compartirá pareces fílmicos en El último tango en París, preparando la entrada en escena de Alice Coltrane. Como tantos contrabajistas de su generación, por su agudo instinto sabría reducir la función sencillamente rítmica para beneficiar la importancia del sentido melódico, aspecto que mucho debería a su condición de músico autodidácta.   La Liberation Music Orchestra, su apreciada formación en evolución permanente, no dejó muchos registros fonográficos, destacando el que lleva por título el nombre del grupo y ya en 1973, The Ballad Of the Fallen, con una formación ligeramente diferente. En 1988, será Carla Bley quien atraiga sus atenciones, apoyándose en exploraciones sobre las posibilidades amplias del sonido en confluencia con las aportaciones de culturas distantes. Charles Haden, nacido en un ambiente musical, mantendrá un posicionamiento profesional y estético claramente comprometido con las vanguardias y los posicionamientos reivindicativos. Las influencias hispanas y latinas resultarán una evidencia de esas impregnaciones, entremezcladas en contraste con las músicas de Hans Eisler y el legado de la Guerra Civil española, siempre con una clara intención política, en la que se incluirá las realidad cotidiana de Latinoamérica, tomando en préstamo canciones populares, bastantes en arreglos de Carla Bley. Su contrabajo, valorado como mesurado y sobrio, se aprecia por su tono justo para recoger dentro de las posibilidades del jazz, otras acentuaciones expresivas.

Ramón García Balado.

Enrico Onofri, músicas de las Reales Capillas con la RFG

Teatro Principal, Ourense/ Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Enrico Onofri, director de batuta  distendida estará de nuevo frente a la RFG para un par de conciertos muy de su preferencia, dedicado a compositores barrocos de larga estela por las cortes europeas desde D. Scarlatti a L. Boccherini, Gaetano Brunetti, muy asentados en la corte española y un portugués que para la mayoría de aficionados será un compositor a descubrir Pietro Giorgio Avondano, con la Sinfonía en Re M., para cuerdas y b.c., conciertos que se ofrecen en el Teatro Principal de Ourense-día 7, a las 20´00 h. y día 8, a las 20´30, en el Auditorio de Galicia, con sesión previa de Conversando con…en la Sala Mozart 19´45 h, a la que complementará con su resuelto gracejo e ingenio. Onofri, acogido con entusiasmo desde sus comienzos tuvo excelentes relaciones con Jordi Savall, que sabrá mantener con agrupaciones como el Concentus Wien, el Ensemble Mosaiques, Il Giardino Armonico, Il Divino Sospiro- residente del Centro Cultural de Belém, en Lisboa-, la O. de la Ópera de Lyon, la O.C. de Basile o la O. Barroca de Sevilla, entre tantas otras, llevando a cabo modélicos registros para productoras como Teldec, DECCA, Naïve, Deutsche Armonia Mundi/Sony o Winter & Winter. Ejerció la docencia en el Conservatorio Bellini, de Palermo y en la Juilliard School neoyorquina.

Entre tanto ilustre venerado por la historia, un hueco para  Pietro Giorgio Avondano (1714/82), músico al servicio de la corte de Joâo V, compartiendo oficios con Domenico Scarlatti y portugués de adopción con ascendencia  genovesa. Fue primo violino de la Real Camara del citado monarca y llegó a ostentar un grado de relevancia como miembro de la Assambeia das Naçoes Estrangeiras, haciéndose respetar, además de sus obras para distintos géneros, por sus trabajos operísticos como Zenobia, Berenice e Didone, Il filosofo di Campaña- libreto de Goldoni-, al que recurrirá también para Il mondo della Luna.

Luigi Boccherini, venerado por derechos reconocidos, apunta a dos obra de dominio común, la inmarcesible Musica Notturna nelle strade di Madrid, en Do M- nº 6 Op. 30-, música arrebatadora desde los primeros compases y que nos invita a un paseo por el Madrid dieciochesco. Partimos para mayor gozo, de uno de los universales quintetos, delicia para intérpretes y entusiastas aficionados, que admiran profundamente la capacidad de asimilación del compositor de Lucca, en su impregnación de los modismos hispanos hasta los detalles más precisos y estilísticos. Este celebérrimo quinteto, loa y gloria por su esencialismo, se integra dentro del grupo del  Op. 6, obras del año 1780, arrastrando ese título ilustrativo de precisas pinceladas y que dio origen a otros posibles tratamientos, obra en sus cinco tiempos y que junto al   6 del Opus 11,  L´Ucceliera, será su única incursión en los estilos descriptivos. Un breve primer tiempo Ave Maria delle Parrochie, deja escuchar un tintineo de campanas para ceder al Minuetto dei ciechi (minueto de los ciegos), en imitación del  rasgueado de guitarras. El Largo assai (Rosario), meditación y quietud, prepara el pasacalles Los Manolos, populista y jaranero- de nuevo sones de guitarra-, para culminar en excelso con la sublime Ritirata, en forma de variaciones, que utilizará de nuevo en el Cuarteto con piano nº 12, Op. 57, nº 6 y en el Quinteto de guitarra G. 453.

Boccherini a más pedir, con la Sinfonía en Re b m. La casa del Diavolo Op. 12, nº 4, obra de su viaje a Viena, en donde Gluck, será persona clave en la realización de obras como esta, mientras aborda una serie de tríos. El Andante sostenuto-Allegro assai, en tonalidad sombría ubica en el espacio escénico tomando una idea de una sonata para violín de los años parisinos, siempre remitiéndonos a ese mundo escénico por su dimensión dramática, motivado por los contrastes dinámicos.  El Andantino con moto, de connotaciones métricas precisas, acentúa la variedad de los acentos sincopados con la idea puesta en un futuro prerromántico.   El Andante sostenuto-Allegro, repetición clavada del primer tiempo, con perceptibles pasajes patéticos, apunta a una chacona proveniente del ballet del admirado C. W. Gluck de Don Juan o el Convidado de piedra, destinado al Burgtheater de Viena, en el otoño de 1761.  También los contrastes dinámicos juegan un interés primordial en el desarrollo del tiempo.

La biografía de Boccherini se cruza con la de Gaetano Brunetti, del que se ofrece la Sinfonía nº 22, en Sol m (para dos oboes, fagot, 2 trompas y cuerdas). Abundante será también la aportación de obras camerísticas suyas, en especial por sus cuartetos. En lo particular estamos ante un músico hábil orquestador de sinfonías y que agudizó sus dominios en los años que estuvo en España, en la corte de Carlos IV, interpretando obras propias en la vida musical palaciega, dinamizando y modernizando las músicas de la época, aspecto que reconocerán notables mecenas como los Duques de Alba y los de Benavente-Osuna, merced a la versatilidad de su talento de renovaciones estilísticas. Brunetti (1744/98), se hará apreciar dentro de su contexto histórico gracias al mecenazgo del Antiguo Régimen, convirtiéndose por necesidad en un personaje que sortee a la par su independencia con esos débitos casi irrenunciables. Un artista nacido en Fano (Italia) y        que en 1760, habrá noticias suyas cuando pretenda ingresar en la Capilla Real, plaza que no logrará hasta siete años después, mientras espera el momento ejerciendo como maestro de violín del Príncipe de Asturias, de quien no se separará hasta el final de sus días. Con el ascenso al trono de Carlos IV, sin duda el Borbón, el más filarmónico de la historia y también violinista, situación reverdecerá laureles como figura poderosa en el ámbito privado de la Corte, supervisando la organización musical y laboral, además del uso de la práctica totalidad de la abundante producción camerística.

Domenico Scarlatti, santo y seña, abre velada con la Sinfonía en Do M., para cuerdas y b.c., compositor asociado al  clave y detalladamente estudiado por Ralph Kirpatrick, heredero de su legado en la historia de la  música. Músico divinizado entre las cortes de Lisboa y Madrid, y en lo relativo a nuestro país, apenas hubo actividad en los géneros de obras para danza, orquestales o teatrales populares que no se hayan impregnado dentro del microcosmos creado por el maestro, ampliando ese mundo de sonatas que alargará su figura. Kirpatrick, celoso de su admiración, insistirá en que ningún compositor español, incluso Manuel de Falla, ha expresado la esencia de su tierra nativa de manera tan completa en lo esencial como lo hizo este foráneo de adopción, consiguiendo captar el repique de castañuelas, el rasgueo de guitarras y el toque de los tambores destemplados, el quejido agudo y amargo de los gitanos, la avasalladora alegría de las orquestinas  de pueblo y sobre todo, la vibrante tensión de la danza española. Todo ello no expresado en una música programática impresionista de texturas deshilvanadas, sino que Scarlatti lo asimiló y destiló en todo rigor aprendido de los maestros de su tiempo, que también tendrán su reflujo en obras como esta Sinfonía en Do M., para cuerdas y bajo continuo.

Ramón García Balado        

 

01/02/2024

Daniel Lozakovich, el Beethoven de las discordias

 Palacio de la Ópera, A Coruña - 01/02/2024

Sesión de la Orquesta Sinfónica de Galicia en el que Daniel Lozakovich fue solista del Concierto para violín, en Re M. Op. 61, de Beethoven, bajo la dirección de Gabien Gabel, completando programa con la Sinfonía en Si b M. Op. 20, de Ernest Chausson. El violinista, de ascendencia bielorrusa y con raíces en Kyrsyz, se formó en la Universität Karlsruhe, antes de ampliar en Ginebra con Eduard Wulfson, consiguiendo un Primer Premio del Concurso Internacional  Vladimir Spivakov, de Moscú, logrando una plaza como primer violinista invitado del Teatro Mariinsky, dirigido por Valeri Gergiev. Recibió también un Gran Premio del XV Festival de Pascua de Moscú, momento en el que recibirá la confianza de sello DG, como artista de élite. Grabó un registro de lanzamiento con obras  de J.S. Bach, con conciertos y partitas suyas y un segundo trabajo de notable aceptación None but the lonely Heart (2019) y una nueva entrega con el Concierto para violín de Beethoven, con la Munchen Philharmoniker. Se maneja con dos instrumentos  en preferencia: un Ex Baron Rothchild Stradivarius Menuhin &  Son  y un Le Reyner Stradivarius (1727), cesión de Lunk Moët Hennesy Louis Vuitton.   

Gabien Gabel (1975), joven director, fue galardonado con un Primer Premio del Concurso de París, de 1996 y en su formación fueron determinantes sus estudios en la Hochschule für Musik Karlsruhe, llegando a recibir el reconocimiento internacional por la obtención de uno de los premios más relevantes, el Donatella Flinck Conducting Competition (2004). Fue asistente de la London Symphony Orchester y director durante un largo período (2012/21), de la Orchesta Symphonique Quebec. Pasó por la Orchestre Français des Jeunes y fue director invitado de la Tonkustler Orchester.

Beethoven con el concierto de los conciertos, el Op. 61 en Re M., como lo definía J. Joachim, obra de 1806,  en  sus tres tiempos:  Allegro ma non troppo; Larghetto y Rondó: Allegro, período en el que el autor, soportaba el fracaso de su ópera Fidelio, al tiempo que firmaba el ciclo de los monumentales cuartetos Razumowski Op. 59. Se guardaba un boceto de otro de los años finales de Bonn, que poco servirían al autor, quedando como intentos las dos romanzas Op. 40 y Op. 50, de tres años antes, dejando al amparo de la pertinaz insistencia en la posibilidad de abordar una obra tan exigente, que será piedra angular de este tipo de composiciones para Szigeti, mientras Kreutzer y Rode, agotaban el gusto de la época con vacíos pasajes virtuosísticos en carreras de stacatti y diabluras sobre la cuarta cuerda, nuestro artista sabrá sobreponerse al semejantes condicionantes. Será Lenz quien realce en el Larghetto la suave poesía de las Georgicas, de Virgilio.

El Allegro ma non troppo, se enaltecía gracias a la melodía que lo subyuga, elevada por un golpe de ingenio provocado tras los apuntes del timbal, en una acentuación rítmica, especie de latido impulsivo e hipersensible, que contribuyó en gran medida a una sensación de espera, tiempo en su exposición, que resuelta en la idea de Lozakovitch, dejaba  la impresión de lo que fue el concierto en toda su extensión, que se manifestaba  en el conjunto de los dos temas que alternaban entre ellos, fecundados por la  tonalidad de la obra. Una cadenza generosa en su extensión para una interpretación llevada al límite hasta lo imposible. El Larghetto, propuso una serie de líneas tenues y dispersas, en parte tomadas del primer movimiento y en esencia más sosegadas, con un valor fundamental a cargo de las cuerdas de manera sosegada, dentro de una vaga solemnidad dominado el protagonismo del solista- tiempo que llegó a calificarse como inejecutable- y que ayudó a apreciar en lo estético como una impresión de una sublime romanza, a partir de un tema culminado por  una serie de seis variaciones, para redondear un refrain enfocado hacia el Rondó Allegro, que navegaba  sobre una tonada de inspiración popular de un humorismo atrevido, calificable como un alborozo  asilvestrado- según agudos desplantes de especialistas de la época-, para mayor apreciación, no se dejará en el olvido la transcripción para piano, sin mayores pretensiones que las de reproducir a originaria para violín y que sería editada por M.Clementi. El concierto recibido con rechazo en su estreno, volverá a recuperarse con Tomasini, en Berlín; con Baillot, en París (1828); con Vieuxtemps, en Viena (1833), también con dudosa fortuna, antes de que Joseph Joachim  (1844), le glorifique, siendo todavía un adolescente en Londres, con la dirección de Mendelssohn, un hito para la historia.

Ernest Chausson con la Sinfonía en Si b M., Op. 20, composición de 1889, y que valdría como antelación de su obra señera el Poema para violín y orquesta y de  Noche de fiesta, celebrado poema sinfónico, verdadero patrón del Romanticismo francés del XIX, como apuesta personal y reflejo de un momento histórico, con un talante ostensiblemente pesimista, en la que destacan las influencias de César Franck, con atisbos de insalvables dependencias wagnerianas, de las que pretenden distanciarse los compositores franceses.

Para Gabien Gabel, una garantía de sus preferencias artísticas. La obra se completó en 1890, poco antes de que se estrenase bajo el patrocinio de la Societé Nationale de Musique, en la Salle Erard, tutelada por el autor, con gran acogida al año siguiente, preparando el éxito de relumbrón en Berlín siete años después, con Arthur Nikisch, en dedicatoria al pintor Henry Lerolle. Tres movimientos a partir del Primero Lent –Allegro vivo, con una sencilla introducción de cuerdas que dejaba paso al clarinete y  trompas, recreando una atmósfera lírica y regular en sus fraseos, hacia una exposición con trompas y fagotes, con intervalos en tutti por la orquesta, abocada a una tensión rítmica e impulsiva, que cierra con pasajes de inspiración melódica.

El segundo tiempo Trés Lent,  mostraba el complejo trabajo de su elaboración en la escritura y que para Jean Gallois, resulta una especie de amplio ceremonial de un poderío poco común, por la densidad de su trazado, quizás un lamento con recursos emocionantes en sus pretensiones que surgen desde un amplio tema propuesto por las cuerdas medias y graves, perceptibles en un breve motivo de tres notas ascendentes que se manejan por intervalos de terceras. Un segundo tema, a cargo del corno inglés, con las cuerdas, nos ofrece una melodía que evoca la mélodie Le temps de lilas.

El tercer tiempo Animé,  se acercó sin el menor reparo al estilo de su apreciado César Franck, gracias al uso asumido a conciencia de ideas y motivos tomados voluntariamente de los dos movimientos anteriores, dominando los detalles de gran audacia recreados por las cuerdas en su necesidad de marcar la pauta, para proseguir en respuesta con los instrumentos de metal que dinamizan el poderío  en conjunto de toda la orquesta; un pasaje de transición con las cuerdas, cedían el pertinente protagonismo expresado en forma de tutti por toda la orquesta, para  encontrarnos con un fortissimo exultante. Fueron  las trompetas quienes se impusieron a los demás instrumentos de metal, el temple de la sinfonía preparando la evocación de un tema del comienzo.

Ramón García Balado

 Daniel Lozakovich

Orquesta Sinfónica de Galicia / Gabien Gabel

Obras de L. v. Beethoven y Ernest Chausson

Palacio de la Ópera, A Coruña

(publicado en. ritmo-auditorio)

 

El Cuarteto Novecento, en el Pazo de Rubiáns

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