Praza da Quintana, Santiago de Compostela
Concierto dentro de los festejos locales a cargo de la RFG en A Praza de Quintana-día 23 a las 21´00 h.- con su titular Baldur Brönnimann, y posible traslado al Auditorio de Galicia si las circunstancias si el tiempo no cumple con garantías, en un programa que se reparte entre páginas instrumentales operísticas, intermedios de zarzuela y un guiño al Jacques Offenbach, en uno de sus ballets. Giuseppe Verdi, con la obertura de La forza del destino, tan habitual en las programaciones como pieza de enganche, ópera compuesta sobre el libreto de Francesco Maria Piave, y que recurre en su argumento al drama español de Ángel de Saavedra, duque de Rivas, con el añadido de una escena de Wallensteins Lager, de Friedrich Schiller, para estrenarse en el Teatro Imperial de San Petersburgo, en el otoño de 1862. Ópera en cuatro actos, a mayor gloria de sus principales personajes, de Leonora, hija del marqués de Calatrava; Don Álvaro, noble inca afincado en España; Don Carlos, hermano de Leonora; Fra Melitone, personaje bufo; el marqués de Calatrava; Preciosilla, cantinera de la tropa; Trabuco, vendedor de baratijas o el Padre Guardiano. Vuelta a la temática española del repertorio romántico, una muestra de su instinto creativo acorde con la época y que traería sus manos y sus menos para el estreno en San Petersburgo, a consecuencia de los viajes y las molestias ocasionados por el alojamiento, antes de probar en nuestro país, para presentarla en el Teatro Real, en presencia de Isabel II y del anciano duque de Rivas, tras un viaje por Andalucía, preparando la salida hacia Francia.
Tchaikovski con la polonesa de Evgueni Oneguin, ópera sobre un libreto del compositor y K.K. Shilovski, recurriendo a un texto de Puchkin, con estreno en el Pequeño Teatro del Colegio Imperial de San Petersburgo, en marzo de 1879. Esa polonesa, que tantos tratos recibió en variadas transcripciones, aparece en el Tercer acto, en versión para orquesta y coro, justo a comienzo y antes del aria de Gremin, tras pasar un período de doce años, coincidiendo con una fiesta en la que varias parejas bailan una ariosa polonesa. Entre los invitados, nos encontramos con Oneguin, que venía de seguir una carrera militar poco exitosa, mostrando por ello una clara disconformidad con la vida y amargado por haber dado muerte a su mejor amigo. Llega la esposa de Gremin, y en ella reconoce a Tatiana. También ella le reconoce y se turba momentáneamente.
Jacques Offenbach, con una selección de Gaité parisienne, ballet en un acto y que tendría orquestación de Manuel Rosenthal, con la colaboración de Jacques Brindejont-Offenbach, con argumento y decorados, además de vestuario de del Conde Étienne de Beaumont, para un coreografía del insigne Léonide Massine, estrenado por los Ballets rusos de René Blum, en Montecarlo, siendo los principales protagonistas Nina Tarakanova, Eugénie Delarova, Léonide Massin, Igor Ypuskévitch y Frederick Franklin. No resultará casual que Jacques Offenbach y el bulevar, surgieran al mismo tiempo; los dos estaban hermanados por naturaleza ¿Acaso Offenbach no era un emigrante? En el bulevar encontró a sus iguales; así mismo halló un espacio en el que podía mantener ese estado de libre fluctuación que tan bien se ajustaba a él. Allí se sentía como en casa, por que el bulevar no era un hogar en el sentido habitual de la palabra. Allí encontró el espíritu que le atraía y la vida social que le haría florecer.
Johann Strauss hijo, con el luminoso Vals del Emperador Op. 432, artista que perfeccionará el legado de su padre. Elevándolo a su grado sumo, tras comenzar como director de orquesta de baile e igualmente compositor, en pura rivalidad con Joseph Lanner. El cultivo de ese vals vienés, había contrariado hasta un punto relevante a su propio padre, pero nuestro artista supo aprovechar los estudios con Anton Kohlmann, en violín, para perfeccionar en composición con Joachim Hoffman y Joseph Drechler y en esa carrera ascendente que será una referencia incontestable, le abriría el paso para llegar a ser considerado como El rey del vals, a través de sus presentaciones con su propia orquesta, tanto en su país como en el extranjero. Destacarían los valses, las mazurcas, las polcas, las marchas o las galopas, departiendo con sus hermanos Josep y Eduard, igualmente talentosos, hasta el extremo de que Johannes Brahms le tenía en gran estima como inventor de melodías contagiosas y jugosas y en el conjunto de su obra, sobrepasará más de 500 títulos, entre ellos, junto al presente, valses como Aceleraciones (1860); El Hermoso Danubio Azul (1867); Cuentos del bosque de Viena (1868); las polcas Tritsch-Tratsch; Sangre liviana, Rayos y truenos; Pizzicato (con Josef Strauss, 1869), entremezclados con las operetas de éxito: Indigo y Los cuarenta ladrones; Las mil y una noches; El carnaval de Roma (1873); El Murciélago-opereta por excelencia-El barón Gitano o Sangre vienesa, una mezcla dramática y efectista; Cagliosto en Viena o Der lustige Krieg, entre el amplio ramillete, bastante de ellas mantienen una particular vigencia.
Georges Bizet, con la Primera suite de Carmen, al igual que con La Arlesiana, nos encontramos con dos suites tomadas de números elegidos de su ópera, siendo la Primera una muestra procedente de cada acto y en la siguiente otras escenas de similar talante. Esa Primera integra los números perfectamente reconocibles, integrados con un Preludio, el Entreacto I, el entreacto II, el entreacto III (o Aragonesa). Suite especialmente apreciada, ya que se limita a los episodios puramente sinfónicos de la ópera sin aportar mayores alteraciones, una delicia para los que deseen recordar los números más apetecibles, aunque tampoco la otra suite, desmerece en sus atributos.
Para completar con las citas zarzuelisticas una selección de La Leyenda del beso, de Reveriano Soutullo, con la que conseguiría un gran éxito en todos los escenarios en donde fue representada, lugares como Valencia, Granada e incluso en su salto oceánico, en Nueva York. Soutullo y Vert, en feliz camaradería, estrenarían en poco tiempo un nuevo sainete en el popular Teatro Novedades, con un texto de Calonge La casita del guarda, jaleado al día siguiente del estreno por la crítica aparecida en el diario La Libertad. Ambos recuperarían compromisos en el Teatro Apolo, con otra zarzuela sobre libreto de los hermanos Ramos Martín, titulada Así se pierden los hombres, que obtendría una menor aceptación, entre severas críticas de censura. La del Soto del Parral, en el Teatro La Latina, reverdecerá laureles, en octubre de 1927. Para completar, el intermedio de La Boda de Luis Alonso, de Gerónimo Giménez, sainete lírico en un acto, con libreto de Javier de Burgos y que subirá a escena en el Teatro de La Zarzuela, el 27 de enero de 1897, siendo sus principales protagonistas Julián Romea; María Montes; Vicente García Valero; José Moncayo, ubicando su ambientación en el Salón de Luis Alonso, en Cádiz, a mediados del siglo XIX.
Ramón García Balado
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