Palacio de la Ópera, A Coruña
Concierto de Navidad de la OSG, con piezas para estas fechas, tomadas de pasajes sonoros de bandas sonoras de John Williams y dos suites de la ópera Carmen de Georges Bizet, bajo la dirección de su titular Roberto González-Monjas y el protagonismo de los coros juveniles y de niños de la propia formación, Daniel Artés y Sofía Rodríguez, con reconocida experiencia, en el caso de ella por su incorporación a la titularidad del coro Anxos de Compostela, de la Catedral compostelana- día 19, a las 20´00-, esas piezas de John Williams que nos llevarán desde bandas sonoras como Harry Potter y el prisionero de Azkaban, y el blues/coutry de Ottis Rush, a Solo en casa, de Crish Columbus, con el niño temeroso Macauly Carson. John Williams, había fijado sus cimientos artísticos en bandas para El busca del arca perdida a E.T. el extraterrestre, convirtiéndose en taquillero por excelencia ya desde los años de formación en la Costa Oeste, en la UCLA University, siguiendo las escuelas de maestros como Mario Castelnuovo-Tedesco y ampliando en los estudios de la Columbia con veteranos como Bernard Hermann, Alfred Newman o Franz Waxman. Entre las décadas de los 50 y 60, ejerció como pianista en las orquestas de André Previn y Henri Mancini, grabando discos dentro de los estilos más diversos como The Blues and the Beat; Combo!; Peter Gunn; o Hollywood Composers. En medio darán sus frutos serie de catástrofes y televisivas, para la 20 th Century Fox, precisamente de John Williams, preparando la irrupción de comedias ligeras y musicales cercanas al jazz. La Guerra de las Galaxías (1977), arrastrará el entusiasmo de las taquillas gracias a sus descomunales orquestaciones y un criterio del sinfonismo en las claves del Hollywood más clásico.
Sería a comienzos de los 80 nombrado director de la celebérrima Boston Pops Orchestra, fundada un siglo antes y convirtiéndose en formación emblemática, con giras permanentes por todo el país y con la que colaboró hasta 1993. En 1994, su consideración se encumbrará gracias a La lista de Schindler , con un cuarto Premio de la Akademia, así llegarán Tiburón; Encuentros en la tercera fase; En busca del arca perdida; Indiana Jones; El imperio del Sol, Hook; el capitán Garfio; Parque Jurásico; El mundo perdido; Salvar al soldado Ryan; Inteligencia artificial; La terminal; Indiana Jones y otras perlas destinadas al público más común. De las influencias asimiladas a lo largo de los años, no encontramos con las herencias claramente wagnerianas, las aportaciones recibidas de los compositores eslavos como Béla Bartók y otros investigadores en esas tendencias centroeuropeas; inglesas como las de maestros comoWilliam Walton o Sir Edward Elgar, Aaron Copland; Sergei Prokofiev, en la vanguardia rusa, y hasta del alemán Erich Wolfgang Korngold, que arraigará en los Estados Unidos dedicándose a la composición también de bandas para el cine, tras la huida de la Alemania nazi, aspectos que redundarán en los tratamientos de sus planteamientos de la intensidad dramática, el uso de elementos de fanfarria o las marchas enérgicas y vibrantes frente a ideas melódicas perfectamente tramadas para la consecución de los efectos más sorprendentes. Con John Williams, colaborarían músicos como Herbert W. Spencer, en calidad de orquestador en muchas de sus bandas, en esa búsqueda del llamado sonido Williams, cuyo producto será la más apreciada trilogía: La guerra de las Galaxias y En busca del arca perdida. Mark O´Connor, un violinista que dejará sello en El patriota; Tim Morrison, trompetista que ampliará registros tímbricos en Nacido el Cuatro de julio; Stomu Yamashta, marcado recursos electrónicos de amplia gama de percusiones; David Foster, en el manejo de teclados para Inteligencia artificial; John Ellis, gracias a los de oboe coloristas usados en Quédate a mi lado; James Thatcher, marcado el solo de trompeta en Sleepers; Tony Hinnigan y Michael Taylor, por las flautas de pan, de pinceladas ancestrales, para Un horizonte muy lejano; Mike Lang, reafirmaciones sobre el teclado en Hook; Tommy Tedesco, diversidad de guitarras, en Cuando el río no crece; Johnny Mercer, por su aportación de letras confirmada en canciones como El largo adiós; Shirley Bassey, popular cantante apreciada por todo tipo de públicos, con canciones como Can you Real my Mind?, incorporada a Superman, y eliminada en el montaje final del filme; Yo-Yo-Ma, por los solos de chelo, para Siete años en el Tibet o Alan & Marilyn Bergan, también por sus aportaciones como letristas para Cuidado con el mayordomo o Risas y lágrimas, además de Itzahk Perlman, con su solo de violín, para La lista de Schnidler.
Dos suites de la ópera Carmen de Georges Bizet, la Suite nº 1, en la que sus números están extraídos de piezas elaboradas por la orquesta y que preceden a cada uno de los actos hacia una Segunda Suite procedente de diversas escenas que ayudan a recrear un ambiente que evocan los pasajes más populares de esta ópera de impregnación hispana, con sus reconocibles aspectos de cartón piedra, un curioso estilo que no acerca a los típicos exotismo tan utilizados en aquel tiempo, en la búsqueda de orientalismos que dejarán su sello en tantas ópera de la época, de la que también tenemos ejemplos en compositores de tradición rusa y eslava. La Primera de esta Suite bizatiana, se reparte entre los números a partir de un Preludio, tres Entreactos, el tercero conocido como Aragonesa. La Segunda Suite, se reparte entre la entrada Con la guardia entrante; la Habanera, pieza de pleno colorido instrumental y reconocible recreación pintoresca; La Danza Bohemia y la curiosa Danza de los contrabandistas. Dos suites cuyo interés ha calado con seguridad fuera del contexto, como no podía ser menos, de la propia ópera. Una ópera que había sido un éxito desde las primeras producciones escénicas aunque se sembrasen ciertas dudas en lo relativo a su aceptación, siempre fuera de la realidad constatable. Su primera representación se llevó a cabo en marzo de 1875, en el teatro nacional de la Opéra-Comique parisina, manteniéndose afortunadamente en cartel durante 37 ocasiones, un trabajo a la par en lo artístico entre Georges Bizet y los libretistas Henri Meilhan y Ludovic Halévy. Bizet manejaría entre ciertas incertidumbres durante la composición de sus óperas conocidas, el caso de Les Pecheurs de perles o La Jolie fille de Pert y la también exótica Djamileh. La cercanía al mundo hispano, llegaría en el momento de mayor esplendor y madurez musical.
Ramón García Balado

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