Teatro Principal, Santiago de Compostela
Ars Atlántica, el grupo que dirige el arpista Manuel Vilas, formación fundada en 2007, y dedicada preferentemente a repertorios hispanos de los siglos XVII y XVII, sentó sus bases con cantatas venecianas del Palacio Contarini, en Piazzola Sur Brenta (Padua), siendo asiduos de certámenes como el Festival Via Stellae, o este ciclo del Ateneo Barroco, fieles a sus convocatorias, y que para la ocasión tendrán como acompañantes a Nadia Vázquez (musette), Anna Margules (flautas de pico) y a la violagambista Calia Álvarez, en el Teatro Principal- día 10, a las 20´00 h-, para un programa que se anuncia como Le Grand Ballet, danzas francesas en la España barroca. E efectos, un amplio muestrario instrumental que dejan reflejo de época, la de Jean Baptiste Lully, muchos de ellos definitivamente postergados por los avatares históricos, y que se reafirma como testimonio acorde tanto con los autores, como con las obras elegidas. La colaboración de las acompañantes, contribuye a la consolidación del programa. Nadia Vázquez, estudió con Rebeca Carrera, realizando un Erasmus en la LUCA School of Arts, Campus Lemmens, en donde profundizó en los dominios de la musette, junto a Jean-Pierre Van Hees, llegando a ser invitada por la Chapelle Harmonique, en la ópera Les Paladins (Jean Philippe Rameau), recibiendo el Tremplin Price. Anna Margules, especializada en flautas barrocas con Horacio Franco, en Méjico, antes de trasladarse a Amsterdam, en el Sweelinck Conservatorium, con Walter van Hawe e indagar en el Trecento italiano, con Pedro Memeldorf y en la Escola Superior de Música, Artes e Espectáculo (Porto), recibiendo una beca del Nuffic (1991/3), al tiempo que participa en proyectos con Plural Ensemble, Los Músicos del Buen Retiro, Sforzinda, La Recisunda o Intratempo. Calia Álvarez, procede del Conservatorio Amadeo Roldán (La Habana) en donde se especializó con el grupo de Música Antigua, trabajando con maestros como Josep Cabré, Gabriel Garrido, Shalev Ad-el, y recibir asesoramientos de Jordi Savall, Wieland Kuijken, Vittorio Ghielmi, Itziar Atuxta o Fahmi Alqhai. De sus trabajos recientes y dentro de tendencias actuales, El viaje a Simorgh, de José Mª Sánchez- Verdú.
Jean Baptiste Lully, que aportará en buena medida piezas cimeras del programa, estará por un minué francés, de la ópera Perseo; una canción real francesa (del ballet L´Impatiende); un minué, de la ópera Isis; una chacona, de la ópera Armida, y de la misma, canarios del ballet El templo de la Paz. Lully (1632/87), italiano para más señas, se prestigiará en la corte francesa, la de Corneille y Racine, tiempos de Luis XIV, entre los fastos de Versalles, marcados por el signo del placer, en el que conseguirá labrarse una posición, y en la que sus ballets, se había incorporado a las ópera venecianas de Cavalli, en plenitud de boato. El joven maestro, dejará de ser el Lulli italiano, para convertirse en Lully, por su ingenio, Versalles organizará ostentosos espectáculos con la música como autoridad divina y soberana, una sociedad de apariencias al servicio de una política personal, representada por la construcción de un palacio construido por Le Vau y Hardouin-Mansart, junto a los jardines de Le Nôtre, que expandiría el mito de un universo solar. Lully, devendrá en sus dominios gracias a los ballets de cour, los espectáculos a medias con Molière- Les fâcheux-, Les plaisirs de l´Ille enchantée o L´amour médecin, el asentamiento de la ópera francesa con Quinault, precisamente en Versalles: Les amours de Diana et Endymion; Les amours de Bacchus et Ariane, mientras se beneficiará de la Nueva Academia, de la calle Vaugirard, en donde presentará Cadmus et Hermione y otras obras en la Sala del Palais- Royal y en los jardines de Le Nôtre, con Alceste, en un período de madurez con la majestuosidad de Atys; Armide, un embriagador hechizo. Integrará el ballet, elemento tradicional francés del entretenimiento, logrando que cada acto comprenda un divertissement, cuadro espectacular que armoniza danzas y coros. El ballet, es la esencia del ballet francés, del que deriva la ópera de Lully: la solemnidad, la gracia, la teatralización del movimiento. La Francia de los Valois y los Borbones, bailaría desde el Ballet comique de la Reyne (1581) y Luís XIII compondría el Ballet de Merlaison, representado en Chantilly (1635). El teatro francés era el más visual de Europa: trajes, decorados, tramoyas, iluminación, ballets y coreografías, sobre desplazamientos minuciosamente codificados.
Programa que elige piezas en ese tono, con una incidencia especial en J. Bodin de Boismortier (1689/1755), músico que cuidó la flauta, en los amplias posibilidades- musette, flauta de pico, oboe, e instrumentos de cuerda-, dentro de la forma sonata y en conciertos, a similar altura que Vivaldi, con modelos como los conciertos para cinco flautas o los destinados a un solo solista- Op. 26, para chelo, viola o fagot-, dedicado a los aficionados la especialidad de trabajos camerísticos, y una serie de obras escénicas, cantatas, obras sacras y Concerts- Spiritueles. Dejó dos tratados para flauta, que se perdieron definitivamente. Jacques Martin Hotteterre (1674/1763), el más célebre de una estirpe de músicos de gran talento, y que sirvieron en los Hautebois et Musettes de Poitou y en Les Grands Hautebois, destacó en la musette y la flauta travesera. Fue notable pedagogo y constructor de instrumentos, versátil por sus habilidades, dejando su trabajo Principes de la flûte traversière (1707), primero en su género y pleno de precisiones técnicas sobre los recursos del instrumento, especialmente en cuanto a las ornamentaciones, contribuyendo a los conocimientos prácticos de ejecución. Destacan sus Suites para flauta-en particular en la edición revisada (1715)-, con ornamentaciones complementarias. L´Art de préluder (1719), con una sección dedicada a los maestros, detallando las alteraciones rítmicas, será un tema de precisión temática. Destacó igualmente su método dedicado a la musette (1737), el más apreciado del siglo XVIII.
La contribución española estará representada por un anónimo catalán (s. XVIII), Antonio Martín i Coll (ca. 1680), organista en el Convento de Alcalá y en San Francisco El Grande (Madrid), colega de José Elías , organista de las Descalzas Reales y recopilador de obras conservadas en la Biblioteca Nacional de Madrid, una serie de volúmenes en los que figuran versos, fabordones, pasacalles, españoletas, folías, vacas , pasacalles, tocadas italianas, pavanas, zarabandas francesas, diferencias sobre la gaita, canciones catalanas, marizápalos o bailes del Gran Duque, además de danzas de hacha, villancicos o canciones venecianas. José de Torres, organista también, fue fundador de una imprenta de música que obtendría el privilegio de Felipe V de editar con cierta libertad de criterio, con ejemplos como Reglas generales de acompañar el órgano, clavicordio y arpa (1702) además de recuperar el Arte de Canto Llano, del teórico Francisco Montanos, aunque corregido y aumentado. Su imprenta tuvo una importancia fundamental en nuestra música, fomentado la divulgación de obras de compositores italianos, durante el reinado de Felipe V e Isabel de Farnesio, en el que destacaría el maestro Felipe Falconi, un posible continuador de Sebastián Durón, en años en los que Francesco Corselli, gozaría de la protección de Isabel de Farnesio. Francisco de Tejada, con siete minués, recopilación que se encuentra en la Biblioteca Nacional tras ser hallado por Asenjo Barbieri, fruto de su descubrimiento en Sevilla, y que apunta estilismos cercanos a Domenico Scarlatti, conjunto de piezas que se reparten desde En cadenas amorosas, a Triunfe el amor, La noche tenebrosa, Dexa las flechas, Libre arroyuelo, Triste memoria y Risueña fuentecilla. Músico del que no quedará más noticia.
Ramón García Balado
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