Escola de Altos Estudos Musicais, Santiago de Compostela
Cinco alumnos del Aula de Cámara Airas Nunes, a los que podremos seguir en la EAEM (Escola de Altos Estudos Musicais- día 4, 19´30 h-, con una selección de piezas escogidas a la altura de su solvencia conocimientos, comenzando por Daniil Bogdanovsky, piano, quien nos ofrecerá Papillons Op. 2, de Robert Schumann, piezas cuya escritura parecía anterior a la anterior, las Variaciones Abegg y cuyo material podría provenir de los Valses, para el teclado a dos manos y de las Polonesas, a cuatro manos, que quedarán inéditas. Las fuentes literarias tendrán una singular importancia, marcando una época clave en su evolución estilística. Una inspiración en la que valdrá recordar Flegeljahre (Edad ingrata), relato de J.Paul Richter, con tres personajes principales: Walt (su alter ego) y contrario); Vult- prefiguración de los emblemáticos Eusebius y Florestan, testigos de sus desdoblamientos de carácter y Wina, la joven deseada. El conocimiento de la escena postrera de Fledeljahre, un fantástico e irreal baile de máscaras durante el cual, para enervar los enfrentamientos de ambos hermanos, parece irrenunciable para la total comprensión de este serie de doce piezas breves, precedidas por una introducción de solamente seis compases y cuya estructura musical no ofrece en cuanto a sí mismo ningún problema.
Enoch Wong (piano), entregará la Fantasía en Fa m. Op. 49, de F.Chopin, estrenada en la Salle Pleyel parisina, en interpretación del propio Fryderyk, para notables estudiosos, su obra más genial por su perfección y rotundidad expresiva, obra propuesta a partir de un solo halo y nacida como una improvisación en dedicatoria a sus principales discípulas, entre las que tendrían acogida George Sand, a pesar de un sufrido enfrentamiento entre ambos. Una obra en la que ensaya su personal visión del peso de las grandes obras, apreciada por su extensión y por su alusión a un talante ciertamente poético y de perfiles misteriosos lo que llevaría a llevar el sobrenombre de Quinta Balada de Chopin. Fruto sin duda de su primera madurez, obra de un artista dominador de un lenguaje expresivo y plenamente seguro de sus pretensiones gracias a su aparente desorden en ciertos pasajes. Momento fecundo, en un verano apacible de Nohant, residencia de George Sand, compartiendo vivencias con Katherine von Souzzo, encarecida alumna suya. En París, la obra se daría a conocer como Fantaisie por le piano Op. 49, editada por Chez Maurice Schlesinger, en 1841
Tom Paus (piano), con una obra menos frecuente de Ludwig van Beethoven, las 10 variaciones sobre La stessa, la stessissima, Woo 73, en Si b M., tomada de la ópera Falstaff, de Antonio Salieri, obra nacida en el tiempo de su Sonata Op. 13 (Patética) y el Cuarteto Op. 18. Nº 1, tomando como motivo el aria contenida en la ópera Falstaff o las tres burlas, de Salieri, a quien nuestro músico había dedicado las sonatas para violín y piano Op. 12, una ópera que tendría su estreno a comienzos de 1794 y que sería dedicada a su alumna Babette Keglevich. Las piezas en concreto no tuvieron una buena acogida. Para el Allgrmeine Musikalisches, se comentaría sobre las piezas: El Sr. Beethoven sabe tal vez improvisar, pero decididamente no sabe contruir buenas variaciones. Tranchefort confirmará: Aquí reina, en cambio, la más grande fantasía y el placer de escribir por pura diversión pianística. Una vez más, es la irregularidad métrica la que connota estas brillantes variaciones irregulares que encontramos en el pequeño Lied, en menor; en el fugato y en el Adagio, de serena belleza. También Piero Rattalino testimoniará sobre la obra: Al menos cuatro de las diez variaciones sobre un tema de Salieri- la segunda, la sexta, la octava y la novena- parecen pensadas para instrumentos de cuerda, mientras que la octava en modo menor, parece pensada para quinteto de cuerda, en la primera y tercera variación. Especialmente virtuosística, aunque sus límites no exceden las posibilidades del aficionado, es la décima variación que se prolonga a modo de Finale.
Leonnie Trips (violín), con dos obras. El Caprice nº 23, de Niccoló Paganini, la serie de sus 24 Caprichos, editados en Milán por Riccordi (1820) y en dedicatoria personal a artistas concretos , con afinidades formales que nos trasladan a los modelos del XVIII, con modelos como los Op. 3 (El Arte de violín) de Locatelli. Un conjunto de caprichos sobre fragmentos de concierto que resultan especialmente brillantes y sorprendentes logrados gracias al cuidado tratamiento de todos los problemas propios a la técnica del instrumentos. La obra de este personaje está dedicada en preferencia al violín y a la guitarra, con ejemplos apabullantes como La Carmagnole- para violín y guitarra (1795). Cada uno de sus Caprichos, quedará construido por varios episodios contrastados y en encadenamientos consecutivos. El elegido, es el último de la serie que prepara la entrada del Nº 24, en La m. escrito a partir de un tema sencillo e irregular, con variaciones de bravura sobre el stacaro
Johann Sebastian Bach-Partita nº 2, BWV 1004, con dos de sus tiempos: Sarabanda y Giga, La Sarabanda, en ¾ , precediendo a la Giga y a la portentosa Chaconne, es idea de cómo de cómo el autor intercala esta página peculiarmente emotiva, a través de la importancia de de breves pasajes improvisados que de alguna manera responderán a la serie de acordes acentuados, permitiendo el salto a la Giga, en 12/8, animada por pura evidencia gracias a los dispersos matices que no dudan entre los aires de forte y piano, tan apreciados por el maestros. Las obras para violín solo, en el reparto entre las Tres sonatas y las Tres partitas, son la prueba fehaciente de una profunda querencia en un período trascendental, mientras se preocupara de sus compromisos en Weimar y Köthen, con el beneficio añadido del cuidado de excelentes relaciones con maestros como Johann Paul von Westhoptt, uno de los genuinos representantes del estilo polifónico adaptado al violín.
Jacobo Nieto (violonchelo), para completar esta primera jornada de alumnos, quien se decide también por Johann Sebastian Bach, con la Suite n º 2 , para chelo solo, en dos de sus tiempos: Sarabanda y Giga, tendencia que el compositor sabría dinamizar tras los precedentes italianos fomentados por Domenico Gabrielli y Giovanni Battista Degli Antonio y que nos dejarán un grupo de seis suites con notables lagunas en cuanto a las fechas de composición dejando para la posteridad copias que quedaron confiadas a Anna Magdalena, su segunda compañera y a Johann Peter Kellman, un prestigiado organista y amigo suyo. La Sarabanda, en ¾, aparece intercalada entre la Courante y los dos menuets, para ofrecernos una pieza de expresión grave, abocada a un estado de ánimo sereno; la Giga, en 3/8, tiempo final, se muestra tenso, con un colorido sombrío, destacando la quinta y la séptima disminuida descendentes que articulan el tema desde el comienzo.
Ramón García Balado
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