21/05/2025

Requiem en Do m. (à la mémoire de Louis XVI), de Luigi Cherubini, por la Orquesta y Coro de la OSG

 Palacio de la Ópera, A Coruña


Dos obras para el concierto en el Palacio de la Ópera de A Coruña-días 23 y 24, a las 20´00 h., incluyendo en programa la Sinfonía Hob.I.44 (Trauer) en Mi m., y el Requiem en Do m. (à la mémoire de Louis XVI), de Luigi Cherubini, contando con el Coro y Orquesta de la OSG, bajo la dirección de Javier Fajardo y la responsabilidad en la dirección conjunta de Carlos Mena.  La obra de F. J. Haydn recibiría el subtítulo a comienzos de la década de 1700, tal cual podrá reconocerse por el catálogo de Breitkopf, obra identificable estilísticamente con el ideario Sturm und Drang o Estehazy II, reflejo meridiano de una transformación de la evolución y el talante del autor, conservando con meditada concisión un cuidado orgánico en el que destacaban en justo equilibrio el número de instrumentos orquestales, un poco a la par con las sinfonías precedentes, aunque probando con una expresión más cercana al espíritu galante y con una pretensión más personal, aceptando que sus propuestas en este género, se había desarrollado con actitudes ciertamente distintas, pesaba entonces el asiduo compromiso de trabajos de compromiso, logrando aquí una reconocible tensión armónica, audaces intervalos, ritmos sincopados y un contrapunto más pronunciado, observando que bastantes de obras, destacan por el uso de tonalidades menores. El primer tiempo, Allegro con brio, se avanza con un forte unísono, que recuerda a otras de sus sinfonías, aspecto en el que también coincide con Mozart y que esta vez encuentra respuesta en una idea cantabile, para seguir con un tema que recurre a motivos anteriores, en el relativo Sol M., configurando con calculada impresión un clima de desarrollo que evoca paradigmas de su quehacer y que concede cauce para la entrada el segundo movimiento, el Minueto allegretto, sombra que responde al calificativo de Canone in Diapason, acuñado por el propio maestro por esa especie de respuesta trazada en forma de canon que pone barreras frente al tiempo anterior, dentro de una necesaria respuesta, con un trío en Mi M., remarcado por las cuerdas y la trompa en registro agudo. El Adagio, valdrá para que las cuerdas en sordina, destaquen sonoridades que nos recuerden a un pasaje del oratorio La Creación, con un acompañamiento de tresillos fluidos que recrean una situación de cierta inmovilidad anímica para trasladarnos al Finale  presto que se aferra a la determinante tonalidad en menor, rigurosamente monotemática, valiéndose de un unísono que nos lleva con determinación al Primer tiempo.

Luigi Maria Carlo Zenobio Cherubini (1760/1842)-Requiem en Do m. (à la mémoire de Louis XVI) -, se expresará en estilos de confluencia entre el barroco italiano y tendencias de C.W. Gluck, merced a las influencias aceptadas del compositor de la reforma meridiana en el mundo de la ópera, prestando atención al trazado de sus construcciones y la elegancia  de su vocalidad, en obras como Armida Abbandonata, Olimpiade o Médée, claridad en sus texturas y variedad en los recursos utilizados que en las obras sacras, alcanzarán una dimensión distinta. Compositor asentado en París, fue maestro relacionado con el mundo cortesano, recibiendo por ello el protagonismo relevante de asumir la dirección de la École de Musique de la Garde National (1792), espacio que se convertirá en el Conservatorio parisino, para continuar a partir de 1822, en titular vitalicio, cargo que ostentará con una particular actitud, que le traerá más de un conflicto y burlas entre sus colegas como sería el caso de Héctor Berlioz, autoridad por excelencia a ese período histórico. Fue la ópera un argumento para proyectarse socialmente, pero en el mismo no desechamos la música sacra, que va desde la serie de Misas: Messe de Chimay, a la Deuxieme Messe solennelle, la Troisième Messe solennelle…exécutée au sacré de S.M. le roi Charles X, abarcando en total a un centenar de obra que por encargo, se repartirán entre Bolonia, Milán o Florencia, obras que muestran la herencia vienesa de F.J. Haydn y Beethoven, que se entremezclan con las obras dedicadas para la escena, un creador un tanto al margen, por lo que muchas de sus obras no superaron lacriba del tiempo.

El Requiem en Do m (à la memoire de Louis XVI, para coro y orquesta, es obra encargo de 1816, consecuencia de su nombramiento como superintendente de Capilla, un trabajo en recuerdo de Luís XVI y que se estrenó el 21 de enero de 1817, en Saint-Denis, conmemorado  la fecha fatídica de la ejecución del monarca, alcanzado en esta obra el grado sumo de las obras destinadas a este género, y que volverá a escucharse en Viena dos años después y en Leipzig, en 1820. Se acepta que tanto Beethoven, como R. Schumann, Brahms o Verdi, apreciaron la calidad del Requiem, obra que dentro de este apartado, se mantendrá en catálogo. Los dos Requiem compuestos, mantienen similares estructuras, que se resuelven en siete tiempos. Introitus et Kyrie (Largo sostenuto, en Do m., muestra una ostentosa escritura polifónica muy recogida, arropada por un solo de violonchelo y fagotes, antes de que el coro y el resto de la orquesta se manifiesten en un pasaje en pianísimo, hasta llegar al Te decet hymnus y el final Exaudi orationem.  El Graduel (Andantino largo), tiempo más breve podrá recordar a Mozart desde las primeras palabras Requiem aeternam donna eis Domine et lux perpetua luceat, en un estilo de antífona y con una orquesta limitada a las cuerdas.  Diaes Irae ( Allegro maestoso), tiempo desarrollado en un continuo sin reposo, mostrando una entrada de metales Tuba mirum, hasta encumbrarse en el Rex tremendae, con respuesta en la llamada del Confutatis y en el Vocame cum benedictis, que se completa en el Lacrymosa, con un tema de tres notas dobles con el coro en pianissimo.   El Offertorium, denso tiempo en la tonalidad principal de Mi b M., parte de un Andante sobre brillantes sonoridades Domine Jesu Christie, rex gloriae, arropado por cuerdas en ritmos incisivos que se acentúan en el De poenis inferni y en Quam olim Abrahae, hacia el Hostias concentrado e íntimo.   Santus (Andante, en La b M.), luminoso y breve para resaltar el texto Benedictus  qui venit in nomine Domini, con respuesta  de la orquesta en plenitud.  Pie Jesu (larghetto, en Fa m.), resuelto en valores largos al tiempo lírico y meditativo, marcado por las oposiciones de las familias instrumentales. Cierra el Agnus Dei (sostenuto, en Do m.) que se impone por su enervación interna y su pasión dentro de una apreciable serenidad, que deja una sensación de emoción plena por el clima recreado, con la cadencia conclusiva en Do M., en un motivo pianissimo.

Ramón García Balado

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