Santiago de Compostela - 20/02/2025
Sesiones en las que Mirabelle Kajenjeri fue solista con la Real Filharmonía de Galicia, dirigida por Baldur Brönniman, del Concierto para piano nº 2, en La M. S. 125, de Franz Liszt sustituyendo al anunciado Vadym Kholodenko, por indisposición, como hace un par de semanas había sucedido con la Sinfónica de Galicia, que también hubo de renunciar a Lukas Sternath, para el Cuarto concierto en Sol m., de S. Rachmaninov. En programa también, un acólito de Liszt, Joachim Raff, con su Sinfonía nº 5 (Lenore), completando con Prélude à l´ après midi d´un faune, de Claude Debussy. Mirabelle Kajenjeri, con doble ascendencia entre Burundi y Ucrania, recibió galardones como el Premio Int. Sta Cecilia de Porto (2021); el Segundo Kissinger Klavier Olympic; el Arthur Rubinstein (2021), de Tel Aviv; y el Contest Piano Cleveland (2024). Su primer cd lo editó con la firma KNS Classical (Étincelles), tras recibir atenciones artísticas de las Foundations Gautier Capuçon, y Safran, el distintas convocatorias, con ratificaciones en los certámenes Wien Lieven Piano; el Yamaha Music Europea o el Yehudi Menuhin Live Music. Estudió en la Kunst Universität Wien y en la Music und Drama Universität (Hannover), teniendo como preceptores a Anna Malikova, Eva Kupiec, Natalia Grebennikaya, Mihail Faerman, Vladimir Soultanov y en Bruselas a Lorenzo Gallo, Olga Zulotareva, Ning Kem y Elisabeth Degrenand. Desde 2024, es artista en residencia de la Kapelle of Music Queen Elisabeth, junto a Frank Brovey y Avedis Kouyeumdjian. La suspensión de Kholodenko había encendido las alarmas de cambio obligado de programa, pero casi al límite nos encontramos con esta afortunada sorpresa que sorprendió muy gratamente a los aficionados que se temían lo peor.Para abrir sesión, Claude Debussy- Prélude à l´après midi d´un faune-, la poética Mallarmé, tras Proses lyriques, momento en el que gozará del estreno de Pelléas et Melisande, de Maeterlinck, en el Théâtre des Bouffes- Parisienns, con montaje de Lugne-Poe, del que también dejará memoria Mallarmé o el pintor Henry Lerolle, sucinto en sus observaciones. Los arabescos de esta obra, no se entrelazan, sino que pasan de un instrumento a otro, mientras que la armonía viene dada, al modo convencional, por el resto de la orquesta. Esta armonía, sin embargo, fluctúa en su mayor parte a un ritmo extremamente lento, a veces más o menos estacionario, ancladas las notas mantenidas o repetidas en el bajo que a menudo contradicen el movimiento de las partes internas. La elaborada languidez del fauno de Mallarmé, casi puede olerse en la textura orquestal calladamente suntuosa, móvil, pero inerte. Página breve, destinada a la Société de Musique, y confiada a Gustav Doret, fue bien aceptada, aunque en principio había sido pensada como un tríptico. Un condensado del sugerente poema ensoñador, entre ninfas y náyades, en una sucesión de instantes dispersos. En resumen, originalidad de la forma en una partitura innovadora, cuyo Prélude, termina en una reexposición abreviada del tema, con una coda que se disipa en una evanescencia mínima de imperceptibles compases, y un sonido de flauta, en la distancia, idea de una leve caricia insinuante. Página matizada y de notables recursos para entrar en concierto hacía el Liszt de amplias sugerencias tímbricas.
Franz Liszt- Concierto para piano nº 2, en La M., S.125-, obra de su etapa en Weimar, en cuya corte pondría en atriles, en enero de 1857, y que interpretaría su alumno Hans von Bronsart, obra eminentemente rapsódica auspiciada por la serie de pasajes encadenados, desde el inicial al resto de acentuada personalidad y con apuntes de meditación lírica, realzada por juegos armónicos y rítmicos. El Adagio sostenuto assai, fue clave del ideario estético merced al valor de la serie de transformaciones de recursos primordiales, definidos por sutilezas, bien expuestas por el oboe y el clarinete, a los que respondería la solista de piano, para proseguir con un Allegro moderato y un Allegro deciso Marziale un poco meno allegro, hasta un Allegro animato, culmen de esta serie de pasajes climáticos que mantuvieron el ánimo de su arquitectura sonora, con detalles como la disputa entre el chelo y el piano, llegando a una coda en manos de la solista, que se resolvía en sucesión de glissandi. En su despliegue, la prestancia de Baldur Brönnimann quien daba por hecho el grado de menor aceptación de este concierto con respecto al precedente.
Para Humphrey Searle, dos elementos de estilo dan a las composiciones de Liszt un sello personal distintivo: el experimento con la estructura formal y la transformación temática. Muchas de sus obras menores ponen de manifiesto una considerable inventiva de diseño. En las de mayor envergadura, suele realizar atrevidos experimentos: la ampliación de la forma sonata clásica de un movimiento, la unificación de las obras que constan de varios movimientos y el uso de las áreas tonales de gran alcance para nuevos efectos dramáticos. Los dos conciertos para piano, han sido revisados muchas veces, desde el Primero, en cuatro tiempos en uno, presentando nexos temáticos y este segundo, posiblemente menos brillante aunque más poético. Hasta 1870, su estilo armónico era similar al de las obras románticas de Chopin o las últimas de Schubert, además de influencias de cantinelas operísticas, especialmente en estudios como Ricordanza, de sus Estudios de ejecución trascendental. Mirabelle Kajenjeri, sorprendente en cuanto al tratamiento de la obra, fue objeto de una entusiasta respuesta, a la que respondería en el bis con el Ravel de La Alborada del gracioso, perteneciente a Miroirs, pieza con reminiscencias ibéricas por los perfilados acordes staccato que evocan a la guitarra.
Joachim Raff- Sinfonía nº 5, en Mi M. Op. 77 (Lenore)- acólito suyo, sería para el estudioso Walter Labhart, un talento con la delicadeza formal de Mendelssohn, el carácter expresivo de Chopin, el cantábile de Schumann, el pathos de Liszt, en sus elegancias y las virtudes armónicas de Wagner. La presencia de Liszt, en Basilea, le animará tentar la posibilidad de conocerle, consiguiendo un encuentro que será trascendental, ya que se interesará por él, y le invitará a acompañarle en sus giras. En 1850, se convertirá en su asistente y secretario en Weimar- aspecto resaltado por Brönnimann en la charla de antelación-,, una oportunidad única, puesto que la ciudad era un polo de atracción de compositores. Liszt le encargó la orquestación de sus poemas sinfónicos, un trabajo ciertamente intenso y que le ayudará a perfeccionar sus posibilidades. Abandonará Weimar en 1856, para dedicarse precisamente a la composición y a consecuencia de ello serán las obras sinfónicas comenzando por la Sinfonía nº 1 (A la Patria)- 1863-, premiada por la Sociedad de Amigos de la Música, de Viena, verdadero aldabonazo, que dará comba a esa realidad que dejará modelos en otros géneros, basculando entre la tradición clásica de Mendelssohn y el romanticismo programático de Liszt, con instrumentación colorista y plástica. Obras como esta Sinfonía nº 5 (Lenore)- 1872-; la Sinfonía nº 7 (En los Alpes)- 1875-, como más destacadas, pasando su obra al ostracismo a partir de los años ochenta. Quedan idilios pastoriles, marchas fúnebres y fantasmagóricas, encuentros de elfos y dríadas, con las que ganó popularidad, especialmente en sus compromisos con el Conservatorio Hoch, de Frankfurt, fundado por él. La Sinfonía Lenore, parte de un relato de Gottfried A. Bürger, encuadrable en un estilo de cuento –gótico en la tendencia de época Sturm und drang y que resume en sus tiempos una descripción de un amorío tremendista bajo el dictado de la presencia de la muerte, que nos llevaban desde el Liebesglück, al Trennung para someternos al Wiedervereingung im Tode, con la sombra del espectro que bastante debe a las herencias de los poemas sinfónicos de Franz Liszt.
Ramón García Balado
Mirabelle Kajenjeri. Real Filharmonía de Galicia/ Baldur Brönnimann
Obras de C.Debussy, Franz Liszt y Joachim Raff
Centro Cultural Afundación, Vigo
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
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