26/07/2024

Stefania Passamonte: Homenaje a Manuel Carra, en el LXVI Curso U. I. de Música en Compostela

 Hostal de los RR.CC, Santiago de Compostela


Concierto en el Salón de Arte del Hostal de los RR.CC-día 30, a las 20´00 h.-, con la pianista Stefania Passamonte, en una sesión dedicada a la memoria de quien fuera profesor del Curso, Manuel Carra y en el que interpretará páginas de la Suite Iberia de Albéniz y algunas de las Danzas españolas de E. Granados. Stefania es Presidenta y profesora del Conservatorio de la Performing Ac.of Music y miembro del Consejo de la BPI British Phonographie Industriy, y de la BRIT AWARD Ac. en el Reino Unido. Se graduó en la Ac. Sta Cecilia (Italia), en la Royal Ac. of Music (ILondres) y en la École Normande (París), realizando conciertos en salas de prestigio como el Royal Albert Hall, St. Martin in y the Fields, la Filarmónica de Varsovia la Sala Puccini (Milán), la Sibelius de Finlandia o la Ópera de Varna. Fue Premio Ghilardina otorgado por su ciudad natal (Módena) y recibió el Artist Vision Award  (2020), otorgado por su talento y originalidad.

Manuel Carra, maestro homenajeado, fue recordado por quien fuera director del Curso, el pianista Antonio Iglesias con motivo a su incorporación al mismo en el año 1984: El día 27 de noviembre de 1983, fue una fecha aciaga para la música de modo muy particular para la música española y concretamente para Música en Compostela: falleció en accidente de aviación nuestra gran pianista y amiga fraterna Rosa Sabater, se dirigía a Bogotá, desde la ciudad alemana de Freiburg im Breisgau- donde residía ocupando una plaza de piano en su Escuela Superior de Música-, para realizar una gira de conciertos; me llamó el día anterior diciéndomelo desde el aeropuerto, llena de miedo pues era auténtico terror el que le causaban los viajes aéreos…Con su trágica desaparición que, claro está, conmovió a nuestro mundo, un hueco de contagiosa simpatía, de alegría y felicidad, sigue sin llenar en nuestro diario deambular por el Hostal de los RR.CC. y en no pocos sitios en los que solíamos coincidir; viajaba en aquel Jumbo de Avianca que se estrelló en Mejorada del Campo, cuando se aproximaba al aeropuerto de Barajas…Rosa Sabater quedó para siempre muy unida en el corazón de cuantos tuvimos la dicha de tratarla; era una excelente persona, aún muy por encima de su inmensa valía artística. Nuestro Curso de 1984, su convocatoria XXVII, fue instituido luctuosamente Rosa Sabater In memoriam y recordándola, nos dispusimos a celebrar alguna sesión conmemorativa de su desaparición: el correspondiente folleto-convocatoria, ya hubo de sustituir su nombre, con el de Manuel Carra, que quiso honrarnos sucediéndola en el cuadro docente, con su trayectoria excelente que llega hasta hoy. Carra había seguido la escuela de José Cubiles- del que fue asistente-, ampliada posteriormente con la de Lazar Levy (París); O. Messiaen, en análisis  y en Darmstadt o Siena , con Ruggiero Gerlín. Sus Cursos ganaron prestigio desde Saint Hubert de Ardennes (Bélgica), el Internacional de Granada, con historial similar al nuestro, recibiendo el 1998 el reconocimiento como numerario de la Real Academia de San Fernando y en el capítulo de sus obras, merecían mención La suite sobre antiguos temas españoles- para orquesta-; Transformaciones sobre una estructura de Cristóbal Halffter, para  dos pianos o recopilación de canciones a partir de poéticas populares o de Alberti como El alba del alhelí.

Para Stefania, en su concierto, piezas de la Suite Iberia de Isaac Albéniz. El Corpus en Sevilla, tercera del Primer Cuaderno.  Uno de los fragmentos más brillantes y difíciles de interpretar. El autor pinta y refleja esa popular fiesta para la que se sirve de dos motivos de nítido origen popular que organiza en una muy libre forma de sonata. En el comienzo realza la sobrecogedora introducción con el Tantum ergo, del himno Pange lingoa de la liturgia hispana. Una plasmación ambiental que va desde la saeta a la algazara de un día soleado.  Almería, segundo número del Segundo Cuaderno, es junto a Evocación y El Puerto, un modelo de tratamiento técnico con parentescos con la Rondeña, por su uso de  métricas binarias y ternarias, que la acercan a la guajira a través de unos acentos suaves y cadenciosos y con detalles procedentes de la barcarola. Rica en su escritura por la reclamación de un ambiente ensoñador.  El Álbaicín, primera pieza del Tercer cuaderno, una vez más la presencia de Granada marcada por su ritmo de bulerías, las sonoridades punteadas y los constantes choques de apretados acordes de segunda o el carácter casi percutido de los compases iniciales parecen anunciar la ya inminente Fantasía Bética, la obra maestra de Falla.  Málaga, primera del Cuarto cuaderno, expresivamente ensoñadora e idea de un profundo quehacer pianístico, está aureolada por un ritmo fluido y vivaz de malagueña. El autor ralentiza su ritmo para dar cauce a un lirismo de  plena exaltación romántica gracias a un desarrollo apasionado. Tiempo que es en realidad una jota malagueña de enorme belleza, como descubrimos en todas las piezas de esta suite, en Cuatro cuaderno que han suscitado la admiración, de Olivier Messiaen, entre otros grandes del piano.

Enrique Granados, para mantenerse en este ideario estético, con  algunas de las Danzas españolas: Galantea; Oriental; Fandango; Danza  triste o Melancólica; Arabesca y Bolero. Para Walter Aaron Clark, en su monografía dedicada al  autor, en el trabajo Poeta del piano, las Danzas españolas son la primera composición importante de Granados, en este contexto de doce piezas para piano con ese título. La  obra está dividida en cuatro libros de tres danzas cada uno. Probablemente inició su composición en 1888, durante su estancia en París. No está claro cuándo terminó la obra, pero sabemos que la tocó por primera vez en Barcelona el 20 de abril de 1890, en el Teatre  Liric y que poco después la llevó a Dositeo, para su publicación ese mismo año. Poco después enviaría copias a C. Saint- Saëns, Jules Massenet, E. Grieg y César Cui, quien alabaría su armonización y originalidad, a esa relación de entusiastas, se añadirá Amadeu Vives o Bériot, junto al insigne Joan Lamote de Grignon, quien tuvo a bien orquestar la obra, al igual que otros como Rafael Ferrer. Las Danzas de Granados exhiben franqueza sin complicaciones y un encanto rítmico a la par que melódico, casi todas en forma ternaria y con codas breves y superficiales. El lenguaje armónico es diatónico y el romanticismo solo aparece como ornamento colorístico. En estas obras, en vez de desarrollar los temas, el autor recurre a la repetición, lo que constituye a la vez una debilidad y una fortaleza.

Ramón García Balado

24/07/2024

Despedida de temporada con la Banda Municipal, en A Quintana

 Praza da Quintana, Santiago de Compostela

Concierto de despedida de temporada de la Banda Municipal en A Quintana- día 27 a las 20´00 h. completando el ciclo Postais con una sesión  en la que primarán piezas vocales de los estilos más diversos y que estarán confiados a la cantante Ana San Martín.  Para apertura y cierre, Xoan Montes con dos piezas emblemáticas: As lixeiras anduriñas, de las Baladas galegas y Negra sombra que valdrá como cierre. As lixeiras anduriñas, mereció la consideración del estudioso Luís Villalba Muñoz, que en su obra Últimos músicos españoles del siglo XIX, se refirió a él cuando explicaba los inicios del movimiento del folklore español, destacando como modelo la balada As lixeiras anduriñas, aceptando que no era un simple transcriptor folklorista ni empleaba un simple lirismo de salón, logrando una personalidad única. Negra sombra, aceptada como himno oficioso de Galicia, a partir de la poética de Rosalía Castro (Follas Novas), será una canción con la que ganará los dos primeros premios de un certamen en Pontevedra, organizado por la Sociedad Económica de Amigos del Pais, en 1893, un año antes, Montes había sentado cátedra como director del Orfeón Gallego , con el realizaría importantes giras. Una curiosidad será la pieza del compositor Giulio Caccini-Ave María- en arreglo del ruso Vasili Vavrilov, un compositor interesado por recuperar la tradición barroca, preferentemente italiana, como la de Caccini, y que legará piezas como este Ave María.

Un programa dedicado fundamentalmente al musical americano, en el que también tendrán cabida un par de detalles zarzuelísticos de dominio público, ambos de Gerónimo Giménez y que se escucharán inmediatamente después. La balada Me llaman la primorosa, perteneciente a El barbero de Sevilla, sobre libreto de Perrín y Palacios, en colaboración con Nieto y que se estrenó en el Teatro de La Zarzuela el 5 de febrero de 1901, con el protagonismo de la veterana Lucrecia Arana, diva de postín en aquellos años. Autor y teatro, parecían congeniar en lo artístico en un estado de permanente fecundidad, en parte por la complicidad con el elaborado libreto de sus colegas de aventura. De aquellos años, otras zarzuelas boyantes como La noche de la tempestad; La tempranica o La Mallorquina, alguna que no alcanzaría el éxito esperado, pero será esta zarzuela la que romperá amarras, convirtiéndose en uno de sus títulos de referencia.  La boda de Luís Alonso- obertura-, puesta en atriles el 27 de enero de 1897, tendrá como colaborador a Carlos Arniches, para aguzar su vis cómica, experiencia que para mayor beneficio venía de años atrás y que tendrá un reconocimiento entre los aficionados gracias al protagonismo de alagados artistas como Julián Romea y María Montes. Un espectáculo que entre dudas variadas, tiraría sin embargo del efecto propiciado por la reventa.

Leonard Bernstein- West Side Story-, el musical por excelencia de quien había sido a la par mítico director de orquesta dejando huella a través de sus registros discográficos, siendo el primer americano en dirigir en el Teatro alla Scala, a la diva Maria Callas, entre la serie de musicales de postín, tres por excelencia: West Side Story; On the Town y On the Town, además de películas como On the Waterfront. Prolífico como pocos siempre fue venerado por el común de los aficionados, una dimensión artística que podrá considerarse similar a la de Karajan, por su pose, talante y elegancia, siendo el director más respetado ya desde los comienzos en el Instituto de Música Curtis, de Filadelfia. Un aviso de lo que se anunciaba como talento excepcional

Frederick Loewe & Alan Jay Lerner- My Fair Lady-, musical que tanto debe al cine, en un fecundo emparejamiento. Loewe, nacido en Alemania (1901) y con una vida artística asentada en los Estados Unidos, destacó además del éxito de las comedias musicales, también por el ramillete de canciones que fue desperdigando al paso de los años. Loewe & Lerner, habían coincidido por vez primera en 1942, logrando de hecho un perfecto entendimiento por la química establecida entre ambos, forjando por ello un tándem de leyenda. Ahí queda como ejemplo My Fair Lady, al que se unirán otros como Camelot- un refrito de leyenda artúrica-; el folklore vagamente americano de Paint your wagon, musicales irresistiblemente adaptados al cine con sabida fortuna, confirmando como idea los Goya recibidos por Gigi. Alan Jay Lerner, por su cuenta, conseguiría galardones de postín por otros musicales para filmes de Vicente Minelli (Bodas reales) o Un americano en París, sobre música de George Gershwin.

Andrew Lloyd Webber- Cats- musical de 1981, será un musical que sabrá inspirarse libremente en la poética de T.S. Eliot, todo un reto de gran calado pero con resultados comerciales excelentes entre todo tipo de aficionados sin límite de edad, logrando ser uno de los compositores de mejor prensa entre los medios profesionales en las últimas décadas, un beneficio adquirido por pertenecer a una familia en la que la música se respiraba cotidianamente ya desde sus inicios como violinista avezado con tan solo tres años. Su padre Williams, era director de un College Music, en Londres y su madre Jean, ejercía como profesora de piano. Un musical tan popular como había sido South Pacific, fue el gancho irrenunciable de lo que sería su dedicación al género, aspecto que se añadirá a su contacto con Tim Rice, letrista que compartirá labores en The Life of Us (1966); Joseph and the Amacing  Technicolor Dreamcoat o Jesuschrist Superstar, típico producto de ópera-rock.

George Gershwin- Crazy for you (Girl Crazy)-, obra de 1931, años de grandes éxitos colectivos en Tin Pan Alley entre los que destacará Gershwin con este musical, un excelente espectáculo excepcionalmente tramado y que dejará huella en otros venideros. Un Gershwin que había estrenado en Broadway Luna de junio, precisamente una ingeniosa sátira del mundo de Tin Pan Alley; el guión de Girl Crazy, se debía al dúo Bolton & MacGowan, quienes poco aportaban a otras experiencias anteriores, el libreto se desarrollaba entre Custoville, Arizona hasta la vuelta a Nueva York, sobresaliendo como protagonista el playboy Danny Churchill, rico y mujeriego. Un musical que mantendrá una larga vigencia en cartelera desde el 14 de octubre de 1930, en el Alvin Theatre, dirigiendo el propio George Gershwin, a la orquesta desde la tarde de apertura. Un reparto elegido, había sido un factor determinante del éxito logrado por Girl Crazy.

Stephen Schwarz- Colors of the wind (Pocahontas)-, obra en colaboración con Alan Menken, de este compositor forjado en la mítica Juilliard School neoyorquina, ampliando a mayores en la Mellon Carnegie University, por la que también pasó en años recientes algún compositor gallego. Pronto hallaría un hueco para darse a conocer en Broadway, merced a la buena acogida conseguida por su obra Butterflies Are Free, en la que aparecería una melodía que lograría segura divulgación ante el gran público, aspecto que repetirá en otros musicales suyos. Pippin; The Magic  Show; The Baker´s Wife  o Rags. Godspell, se  convertiría en uno de sus símbolos artísticos, tras ganar dos premios Grammy.

Alan Menken & Howard Ashman- The Beaty and de Best( La Bella y la Bestia)-, ejemplo de precocidad musical en Menken, estudiando violín y piano mientras que Howard Ashman no irá a la zaga gracias a sus estudios en el Instituto Goddard y en las Universidades de Boston e Indiana, destacando precisamente como escritor. En 1979, ambos recibirán la invitación para convertir en musical la obra de Kurt Vonegut Mr. Rosenwater, quizás con una aceptación de menor grado pero que será el punto de arranque para un musical pop: Little Shop of Horrors, que arrastrará a entusiastas tribus urbanas. No será difícil que se les encasille en este género de espectáculos, tan en boga a partir de los ochenta. Serán  elegidos para abordar otro espectáculo de cartelón como La sirenita, el mismo al que hoy se recurre La Bella y la Bestia o Aladdin, espectáculos con impronta de éxito asegurado. Claude Michel Schonberg (1944)- A Dreadem a Dream, de Les Misérables (1980), y que había tenido tomando como ideario artístico del relato de Víctor Hugo, tema que vendrá de perlas a través de la comedia musical y que también será excelentemente recibida en producciones como las ofrecidas en Londres y en Broadway, logrando ocho de los  Premio Tony, de los 12 a los que aspiraba trabajo en el que bastante tuvo que ver su colaborador en el libreto Alain Boublil, quien será compañero fiel en otras de su producciones para la escena. De su firma, destacan Miss Saigon; Martin Guerre o The Queen Pirate o la que sirvió como prueba de laboratorio La revolución francesa

Ramón García Balado

 

Paulina Bielarczyk: Premio del VI Concurso Compostela Lírica

  Igrexa Santo Agostiño, Santiago de Compostela

La soprano Paulina Bielarczyk, ofreció una gala dentro de la serie de conciertos de la temporada estival de la Real Filharmonia de Galicia, como ganadora del VI Concurso Compostela Lírica que promueve Amigos de la Ópera de Santiago, que en la edición pasada estuvo presidido por un jurado representado por Patrick Canac, como representante de Les Musiciens du Luberon; Elisabeta Matos, en su calidad de responsable del Teatro Sâo Carlos, de Lisboa; Maciej Pikulski, pianista al que ya tuvimos en algunas de ediciones del ciclo de Lied; Victoria Stapells y Arturo Reverter- presidente del jurado-, como irrenunciables críticos musicales; la mezzosoprano y profesora de canto  Graziela Valceva Fierro y Celestino Varela, en representación de la Ópera de Oviedo.

Un programa en el que no faltaron  alicientes desde oberturas a movimientos de una sinfonía, hasta piezas por descubrir con una relevancia especial a las páginas operísticas entre Mozart y G.Verdi. Para  entrante, la obertura de Prometeo Op. 43 de L.v. Beethoven, perteneciente al ballet Die Geschöpfe des Prometheus, obra de juventud basada en una fábula clásica del héroe griego, y sobradamente descriptiva, por su puesta en escena por Salvatore Viganò, una música sustancialmente pródiga en sus pretensiones en las que Prometeo conduce a las estatuas al Parnaso y concede a Apolo el encargo de aproximarlas a los mundos de las distintas Artes y que por su parte, Apolo invita a Afinión, Arión y Orfeo a dar a conocer a las estatuas los secretos de la música, mientras invita a Melpómene y a Talía a desvelarles los misterios de la tragedia y la comedia. Prometeo, confiará a la postre a las criaturas de Terpsípore y a Pan, para que aprendan las técnicas de la danza pastoril, y a Baco para que se inicien en el mundo de las danzas de carácter orgiástico. Una obra que se estrenó en el Burgtheater vienés, el 28 de mayo de 1801, un ballet en 16 números, desde la Obertura: Adagio-Allegro-Allegro molto con brio (La tempestad).

Se trataba de ubicarnos en una ambientación propicia para un programa como el elegido Un problema persistente a lo largo de la sesión, la acústica nada propicia del templo para la música en los precisos resultados. Como primera pieza cantada, el recitativo y aria de Idomeneo de W.A. Mozart: Padre, germani, addio…, ópera antes del traslado a Viena y última de las tres grandes óperas serias que dominan la producción  frente a las óperas bufas, en Idomeneo, el rango, el peso y la pretensión de la música no dejaban muy atrás la realización escénica de acción grandiosa y solemne correspondiente a tal género. En ella, la orquesta se inserta en la construcción estructural admitiendo en conjunto su resolución y voluntad de compromiso de fundir en una ópera seria el drama operístico francés ya existente, Idomeneo re di Creta surgió como ópera del Carnaval del año 1781, por encargo de la corte del elector de Munich, trasmitido a través del  conde de Seeau, intendente del teatro. El aria resultó excelente credencial para una voz de fuerza expresiva y de un dramatismo atento a las demandas del personaje en su desesperación. Prueba de la idoneidad de esta soprano, avalada por el rigor de jurado a la hora de elegir la voz galardonada, entre la serie de ocho aspirantes en la final.

Jan Sibelius con el Vals triste Op. 44, un tiempo de (Koulema/ La Muerte), música incidental para una obra del dramaturgo Arvid Järnefeld, cuñado del compositor, para su estreno el 2 de diciembre de 1903, en Helsinki, al que pertenece este Vals triste, especialmente conocido y que destaca por aire patético y hasta lánguido que describe el episodio de una viuda que danza en brazos de la muerte, creyendo que son los de su añorado compañero. La orquestación contribuía  a realzar esa situación de lamento, distinguiendo en principio el fraseado de las cuerdas. Detalle a modo de transición gracias a la popularidad de que venía precedido.

Dos fueron las páginas elegidas de la ópera Cosí fan tutte, ossia la scuola degli amanti  K. 588, inmensa comedia perfecta en su equilibro sobre un libreto a la altura del gran Lorenzo da Ponte, comedia musical en dos actos, destinada a su estreno en Viena, manteniendo el mismo poder seductor que el Don Giovanni o Le Nozze di Figaro, definitivo drama giocoso, muy a pesar del título otorgado por el libretista aunque se evitan los números de relleno como observaremos en otras óperas, contribuyendo a una instrumentación que logra la atmósfera ansiada. Del segundo acto y en el segundo cuadro, recitativo y aria que culmina en Per pietà, ben mio perdonaFiordiligi asediada por Ferrando, mientras se debate el afecto que la une a Guglielmo, en un juego de aparentes personajes ficticios, caracterizados como albaneses. La soprano precisaba con delicadeza sus ansias de resolver un conflicto vanamente enrevesado por su imprecisa actitud. En otro momento, de Così fan tute, un encuentro en el jardín de la mansión para redundar en equívocos Fiordiligi, se nos presenta en el tercer cuadro del primer acto, en respuesta al adusto Don Alfonso, dominante en su voz de bajo y solterón empedernido, a quien sabrá contestar que tanto ella como su hermana resultarán inasequibles a sus requiebros, respondiendo con el recitativo y aria E non profaniCome scoglio. La soprano mostró una línea de canto elegante y matizada, con un legato atento a esos condicionantes debidos a las limitaciones del espacio acústico.

Amy Beach- Invocation-, precoz compositora norteamericana, había demostrado su talento siendo niña, al memorizar y retener una melodía cuando tenía un año de edad, tocándola poco después al piano, en su segundo año de vida, sin apenas recibir clases, lo que auguraba el futuro que prometía grandezas, un caso similar al de Fanny Mendelssohn, Lili  Boulanger o Elisabeth Maconchy, para dejar constancia de la superación de obstáculos, pronto será un caso más normal, al comenzar una vida activa a los 18 años, ofreciendo cada año recitales en público, bastantes con propósitos de beneficencia. En su vida, el hecho de la obligada superación cotidiana en un medio especialmente hostil. En su catálogo, interesa un trabajo como la Sinfonía Gaélica, estrenada en 1896, que motivó numerosos elogios. Invocatión, se recibió en arreglo de Sebastian Zinca, a través de una sonata para violín y piano, especie  una ensoñación enternecedora. Zinka en esta primera temporada con la orquesta, había dejado una convincente impresión dirigiendo una suite del ballet Alegrias, de Roberto Gerhard, una las conciencias musicales  en el exilio.

Un aria esta vez por Giuseppe Verdi, por Otello, con el Ave María, lamento de Desdémona, en esta ópera sobre libreto de Arrigo Boito, partiendo del Shakespeare de The tragedy of Otello, ópera estrenada en el Teatro alla Scala milanés, en febrero de 1887. Desdémona, la despreciada esposa del tiránico Otello, canta en su amargura este Ave María, en una libre adaptación del texto. Una plegaria que ha sobrevivido al margen de la ópera, por la permanente atención de las cantantes en su deseo de incorporarla a sus recitales, pieza también conocida como preghiera.

Un Beethoven para completar la tarde, con el Primer movimiento de la Octava Sinfonía en Fa M.p. 93. Calificada como la pequeña sinfonía por el propio autor y que fue compuesta en el período estival de 1812. Críticos habrá quienes digan que es la menos lograda de todas. La ligereza, el espíritu sofisticado y la concisión expresiva, resultan las conquistas de la obra. Los dos movimientos extremos, el Allegro vivace e con brio y el Allegro vivace, presentaban con seguridad y autoridad el clima creativo de la obra. Los dos temas del primer movimiento ayudan a crear una intención de doble personalidad, entre desenvuelto y festivo.

Ramón García Balado

 

Real Filharmonía de Galicia / Sebastian Zinka

Paulina Wielarczyk

Obras de W. A. Mozart, G. Verdi, L.v. Beethoven, Amy Beach y Jan Sibelius

Igrexa de Santo Agostiño, Santiago de Compostela

 

De cine con la RFG Y Baldur Brönnimann, en A Quintana

 Praza da Quintana, Santiago de Compostela


Concierto para los Festexos do Apóstolo en A Praza da Quintana o en caso de lluvia en el Auditorio de Galicia- día 26, a las 21 h-, con la RFG  en un programa que otorga preferencia a conocidas bandas sonoras de dominio público y que encabezan la sesión de tarde. Convidados especiales serán otros tres compositores, con piezas que en cierto modo están en la memoria de los aficionados. Edward Grieg, con La mañana, de la primera suite de Peer Gynt, página incidental compuesta por compromiso para el drama de Henryk Ibsen, con estreno en Oslo en el mes de febrero de 1876, un compromiso que respondía sencillamente a urgencias económicas. Esa primera suite se avanza con la página incorporada a esta velada de media tarde, La mañana (Allegro pastoral) en Mi M., desplegando una seductora melodía para flauta, a la que responderá el oboe con una continuación de las cuerdas en un crescendo poderoso, un tiempo que prepara la también con conocida página La muerte de Ase, en manos de las cuerdas. Del ruso Aran Khachaturian, cuyo tratamiento ortográfico no deja de crear confusiones, es autor de obras  incidentales como Spartakus, el ballet Gayaneh- con su  cimbreante Danza del sable-o Masquerade, del que escucharemos el vals, movimiento  que encabeza la serie de cinco. Obra nacida para una obra escénica sobre texto de Mikhail Lermontov, en el año 1945, en plena convulsión de la Segunda Gran Guerra. De la suite, este vals dedicado a quien había sido la primera actriz, Alla Kazanskaia, que interpretaba el rol de Nina, compartiendo protagonismo Iosif Tol Tolkhanov, como Abertim. Una pieza musical en la que bastante tendría que ver Nikolai Lermontov, y cuyo estreno se ofreció en Moscú bajo la dirección de Andrei Tutyshkin. Pavorosa fue la historia de este coliseo, destruido por un bombardeo de la aviación alemana en plena representación  causando una amarga cifra de muertos.

Héctor Berlioz con una muestra de su ópera Beatriz y Benedicto, la única que no debió esperar fecha de puesta en escena y que se convertirá en el adiós a ese medio, a pesar de que el compositor estaba en plenitud de facultades, tema al que  respondería que ya se sentía mayor para asumir semejantes riesgos. Un encargo de Bénazet, director musical de Baden-Baden, quien aprovecharía la apertura del teatro que se acababa de edificar en la ciudad, frente a la dura competencia de otros de mayor enjundia vigentes en otras ciudades. Un éxito absoluto y arrebatado, como garantía del entusiasmo y aceptación, logrando también que la orquesta se erigiese igualmente como gran protagonista.

El cine por excelencia comenzando con Leonard Bernstein: On the Town-Three dances-,  compositor que pronto se encumbrará desde su prèmiere con la New York Philharmonic Orchestra hasta convertirse en el mito de varias generaciones. En 1943, se estrenará con su primer musical sinfónico dedicado al teatro On the Town, que alcanzará Primeros premios de la  crítica al que seguirán Wonderfull Town o la opereta Candide y el eterno clásico de West Side Story, con la garantía permanente de su afortunada producción para el cine. Precisamente y para ese medio, un año clave será 1954, con la única banda compuesta para él como fue La ley del silencio, de Elia Kazan, sabiendo cuadrar las exigencias musicales y las urgencias impuestas por el guión.  Un músico que mantuvo en todo momento una asumida responsabilidad social, mantenida a través de programas didácticos de divulgación. Fue el primer norteamericano en dirigir en el Teatro alla Scala milanés, una garantía ganada por una larga experiencia con el medio escénico, compartiendo producciones con María Callas, para seguir en Viena, ciudad en la que se sentirá especialmente arraigado. Su vertiente literaria le llevó a escribir poemarios que le supondría Premios Grammy (1985) fundando también la institución Pacific Music Festival en Sapporo (Japón), en 1990.

John Barry- Memorias de África-, había presentado su primer trabajo con el filme Agente 007, de la serie James Bond, aprovechando el beneficio de haber nacido en un medio en el que su padre, era propietario de salas de cine, pudiendo seguir con entusiasmo en años de infancia los cortos  de Max Steiner y Korngold, asunto que impregnará su ansias de dedicarse al mundo del cine. En sus comienzos probó como intérprete de trompeta y pianista en un puente directo a la composición. En la etapa de los años sesenta se instalará en Londres, junto a otro histórico como Michael Caine, quien le animará a dirigir el filme Zulú, viviendo entonces una etapa afortunada y agitada, tras su emparejamiento con la actriz Jane Birkin, y entrando en colaboración con los popes del llamado Free Cinema. Lo demás vendrá por añadido, pero en lo relativo a las materias musicales que serán claves para sus bandas sonoras, reconocerá siempre las influencias de clásicos como Samuel Barber, Dmtri Shostakovich, S. Prokofiev o Gustav  Mahler, a los que se añaden por herencia del cine  Franz Waxman, un clásico de la época dorada.

John Williams- Suite de La guerra de Las Galaxias (2005)- ,compositor que se prodigará igualmente en la televisión, el músico de bandas como Indiana Jones; Harry Potter; Jurasik Park; The Patriot; Superman; E.T.,The Extra Terriotorial; Family Plot; The Fury…Un músico de inmensos recursos y para ofrecernos su vena creativa para esos filmes de grandes exigencias técnicas, que él mismo reconocería como una sublimación de maestros como Béla Bartók, las ampulosidades wagnerianas procedentes del Anillo del Nibelungo; Aaron Copland, William Walton, Vaughan Williams y a otro nivel, músicos obligadamente expatriados de la Alemania amarga como Eric Wolfgang Korngold, quien desarrollaría una carrera envidiable en los Estados Unidos, en trabajos para el cine.

Ramón García Balado

Dolce Rima: Saffo Novella, Barbara Strozzi, en Ateneo Barroco

  Teatro Principal, Santiago de Compostela Dentro del VI Ateneo B arroco, turno para Dolce Rima , en el Teatro Principal - día   7, a las 21...