08/09/2025

Una Carmen cuartelera y bulliciosa

  Palacio de la Ópera, A Coruña, días 5 y 7 de septiembre


Una producción artísticamente dirigida por Gianluca Martinenghi, a la OSG,  para un trabajo escénico de Calixto Bieito, con la colaboración del Coro Gaos de Fernando Briones y la Coral Xuvenil Cantabile, de Pablo Carballido, destacando como solistas Sofija Petrovic (Carmen); Oreste Cosimo (Don José); Jean-Fernand Setti (Escamillo); María José Moreno (Micalea); Susana García Zas (Frasquita); Jacobo Rubianes (Zúniga); Pedro Martínez Tapia (Morales); Gabriel Alonso (Le Dancaire) y  Eduardo Pomares Sainz (Le Remendado). Un recordatorio In memoriam, dedicado al dramaturgo Manuel Lourenzo

La puesta escénica de Calixtino Bieito, no supondría sorpresa alguna por su descarado desplante en cuanto a la simpleza de recursos, un objetivo a un ostensible minimalismo  a cuestas de un espacio escénico bajo mínimos y una caracterización de secundarios tratado como una tropa de legionarios que no dejaron de provocar actitudes de desplante, para salir del paso sin mayores requerimientos en los que el último acento lo pondría Alfons Flores con un diseño carente de toda ambición, una concesión para que los integrantes de los coros Gaos y Cantabile, sintiesen la posibilidad de acaparar un reconocible protagonismo sin dejar en entredicho ese espacio difícil de resolver.  Carmen concentraba elementos de ópera más típicos ya que en su libreto  nos plantea la categoría típica de las grandes  óperas literarias con todas sus incoherencias. Así pues, el examen del libreto no nos permitía descubrir elementos imprevistos. El papel del personaje femenino principal, está  escrito para una voz de contralto (o bien mezzo-soprano), con mínimos precedentes en toda la historia de la música. La ambigüedad del personaje de Don José, aparece pues  como la encarnación misma de todas las cualidades viriles, como una especie de ser simple y brutal, de voluntad pura y que toma decisiones rápidas sin dudas ni dificultades, que se debate entre el deber y la pasión, sometido en  cierto sentido por su madre. Micaela, fue la joven fresca y pura. En casi todas las óperas que incluyen a la vez un papel de soprano y uno de mezzo, ésta desempeña un papel secundario. Por el contrario, en este caso se establece la relación inversa: El personaje de Micaela (añadido por Meilhac  y Halévy), se subordina desde todos los puntos de vista al de Carmen. Esta inversión del equilibrio tradicional de la relación de determinados personajes típicos de la ópera, acusa también, además de la individualidad de Carmen, uno de los rasgos más contradictorios de esta ópera.

En Carmen el amor es tema aparentemente esencial, el objeto de todas las búsquedas y la fuente de todas las desgracias: Don José se pierde porque se enamora locamente de Carmen y todos sus actos se justifican por la necesidad de apaciguar su soif amoureuse y por dar rienda suelta a su pasión por la gitana. Carmen se ha transformado en un símbolo erótico porque utilizada su cuerpo como un cebo y su meneo es semejante al de una potranca, así como su vestimenta muy atrevida, una gitana española que actúa por sus pulsiones, como un animal, sin reflexionar, una belleza extraña y salvaje con su expresión voluptuosa y feroz a la vez.

 Bizet no teme de ninguna manera mezclar estilos diferentes; los funde  en una síntesis perfectamente compacta. La  fría acogida de esta opéra- comique, el 3 de marzo de 1875, en la que la pasión amorosa de Don José se ve desbordada por la  gitana Carmen, se debió con claridad al tema o a la música, ya que ambas ofrecían motivos de rechazo, teniendo a Carmen como centro de la acción, que induce al soldado a la deserción, mientras canta y baila en los tugurios, culminará con el conocido final  trágico. Un ambiente social tildado de anárquico que nos deja a Carmen como mujer impúdica que dejará como rastro la prohibición de asistencia de menores. Una figura equiparable a Don Juan, Hamlet o Fausto y que en cierto modo nos acerca a las mujeres liberadas de generaciones después. Solo unos pocos compases del comienzo, anuncian su trágico final, con su leitmotiv de tintes patéticos, por su ritmo exótico y atmósfera amenazante. Más allá del estigma de mujer fatal, es diferente de la Salome (Strauss) o Lulú (Berg), no siendo ella quien conquiste a los hombres, sino que son ellos los que la persiguen. Ella presiente que quizás existe una dependencia mayor que la mera sexualidad, al constatar que Don José no sólo quiere poseer su cuerpo, sino también su alma. Carmen no conoce pasado ni futuro, sólo vive el instante y el amor no está presente en su horizonte como un antojo transitorio. Una vida urgida por la necesidad de cambio, sin otra elección, mientras coquetea con Zúñiga y con Escamillo, no hay diferencias ostensibles, reafirmándose en la inconstancia. Duelo o dúo amoroso con Don José: No se puede hablar de dúos ya que ninguno de ellos mantiene las convenciones de los dúos amorosos italianos o franceses, en los cuales las  voces de ambos cantantes se aúna logrando una tranquila armonía. Ellos se marcan tres estaciones en la acción: la seducción, el conflicto y la resolución trágica. Bizet renuncia al mundo tradicional de la opéra-comique, y la seguidilla, como tonada provocativa, es arte central recitativa que deja espacio al dúo. Don José perdió su voluntad cediendo a los caprichos de Carmen. La versión recitada y su historia, con el estreno en su forma original,  la sucesión de diálogos hablados y piezas musicales, no resultaría indicada para su representación fuera de Francia, desde la primera vienesa.  Ernest Giraud se animó a completarla con renovados recitados. En esta forma, acercando la antigua ópera- comique a la grand –opéra, será como definitivamente quede aceptada. Sólo en Francia donde garantizará un equitativo reconocimiento, en 1883, que se representará intacta en su versión  original. La legendaria puesta de Walter Felsenstein, en la Berlin Comischeoper (1949), supondrá un hito que imitarán otros teatros, con las consiguientes grabaciones, en estas versiones acostumbradas. Lo sorprendente e impresionante de su recreación atmosférica, va más allá de una descripción de temas populares, sino por el fruto logrado por el ingenio del compositor, un apunte reseñable, lo hallaremos en los orígenes profesionales en el espacio de la opereta, recuperados con cierta licencia en esta opéra- comique, con las experiencias en Roma logradas por Don Procopio y la Guzla de l´elimir, títulos ubicables en el género bufo, al que no regresará en su vuelta a Francia y cuya tentativa encontraremos en Les pêcheurs de perles.

 En sus cuatro actos no dejamos de asistir a los números precisamente representativos como el jaleo  de los figurantes en la plaza como coro de preparación a la escena en la que Micaela- María José Moreno, cantante apreciada y querida, tuvo en todo momento una recepción que suponía el reconocimiento a una intérprete que conserva frescas sus cualidades y recursos escénicos- desafiaba a  Morales- Pedro Martínez Tapia, barítono de clara dicción y de pronunciados contrastes-en  la escena Regardez, tanteando entre las coplas Voici venir un viel époux, al amparo de un cambio de guardia y un revoltoso entretenimiento de infantes.  El coro: Avec la garde montante, preparó la entrada de Zúñiga- Jacobo Rubianes, a tono con las exigencias requeridas para su rol y Don José- Oreste Cosimo, tenor incorporado por la vía de urgencia y que mostró su centro amplio sobre un agudo spinto de registro dramático- , aportaron un insidioso diálogo acerca de Micaela, mientras resonaba el reclamo  para  la salida a escena de las cigarreras, entre  devaneos, justo cuando entra Carmen, anunciada por el coro La cloche a sonné y Carmen, sur tes pas, motivándola a manifestar sus debilidades amorosas con la habanera L´amour est un oiseaux, ante la presencia de Don José, quien recogió la flor del desafío.  Micaela, amante y provocadora de Don José, tomó protagonismo cantando en dúo  buenas noticias compartidas Parle- moi de ma mère; Tu vas, m´a t´elle dit, Qui sait de quel demon; Quel son fils l´aime. El cabo Oreste Cosimo, reafirmó  su obsesión por la gitana, rodeado por el alboroto colectivo del coro ¡Au secours! tras ver su disputa con una compañera y la repentina aparición de Zúñiga, el teniente que le obliga a detenerla y que le responderá  la cantinela de Carmen Tra la la. Una escena insinuante que recibirá  como respuesta la universal  seguidilla Près des remparts de Séville y el dúo Tais-toi, con Don José. La dirección de Gianluca Martinenghi, mantuvo una cierta inseguridad durante el desarrollo de la función, clave para entenderos con el resultado artístico que se presumía más resuelto  después de los ensayos previos.

En el Segundo acto,- en la imaginaria taberna de Lilas Pastia, un encuentro  entre Carmen, Zúñiga y otros personajes, asistiríamos a la insinuación sotto voce a Carmen, mientras ella coqueteaba con Frasquita y Mercedes para montar un número de baile con la  canción Les tringles des sistres. Escena de paso entre chismorreos que  dejaron lugar al coro Vivat, vivat le toréro y el brindis Toréador en garde. Los gitanos  Dancario- Gabriel Alonso, y el Remendado- Eduardo Pomares Sainz, voces de contrastada solvencia de las producciones de temporada- retaban a tres gitanas por un asunto de contrabando, en oposición a la negativa de Carmen, que se consumaría en el quinteto Nous avons en tête, y en Quand il s´agit de tromperie. Sonaría en la distancia la voz de Don José, quien alegremente cantaría  Halte-là,  por la aparición de Carmen, quien le provocará con su actitud. El cabo debe regresar al cuartel dejándonos el dúo Je veux dancer, la romanza de la gitana La fleur que tu m´avais jetée, y el dúo entre ambos Non, tu ne m´amais pas, tendrían como respuesta la canción Bel officier, en las voces de compañeros de escena.

En el Tercer acto, revuelco de contrabandistas entre solistas  y coro Écoute, écoute y  Notre Métier, mientras discuten Carmen y Don José por un asunto de celos a la sombra del juego de cartas entre Frasquita- Susana García-  y Mercedes-Irene Zas, voces de acostumbrada colaboración en programaciones del festival, estarían secundadas por  Carmen en  Mèlons; Et maintenant ; En vain pour eviter. En coro con los soldados Quant au duanier, la salida de escena mientras Don José les cubría la retirada. Un paraje  inhóspito y acorde con los recursos pretendidos, ponía a  Micaela cantando  Je dis que rien ne m´epouvante; Je vais voir de près. Don José se encontraría  con Escamillo-Jean-Fernand Setti, un bajo- barítono con resuelto aire torero-,  intercambiaban descaradas opiniones  que se consumarían en un desencuentro final con el dúo Je suis Escamillo; Elle avait pour amant; Enfin ma colère. Una despedida que cierra el canto distante del torero: Hòla! José! La bas est la chaumière; Dût- il m´en coûter la vie.

Para  el Cuarto acto, la  supuesta  Plaza de toros de Sevilla, el colectivo de complemento, esperaba la llegada de los toreros A deux cuartos! con la aparición de la cuadrilla, entre el bullicio y la entrada de  Escamillo- de nuevo una actitud dentro de las exigencias demandas- vendría  del brazo de Carmen, entre la alegría expresada por el coro con la marcha Les voicí!; Et puis saluons au passage…C´est l´espade, y el juramento amoroso en el dúo Si tu m´aimes, Carmen, cruzándose con el aviso de Frasquita y Mercedes, quienes confesarían  que había visto a Don José paseándose  por los alrededores sin que ella presumiblemente mostrase el más mínimo temor. El Comienzo de  la corrida   ponía en  escena a  Don José,  urgiéndola a  que volviese con ella, mientras recibía     como  respuesta el rechazo, arrojándole el anillo que una vez le regaló. La escena de ofuscación e ira, la resolvía Don José  asestándole la  puñalada mortal, mientras en el ruedo triunfaba Escamillo, cerrando  la ópera con el Dúo y coro, C´est toi?; Carmen il est temp; Mais moi,Carmen; Ansi, le salut de mon Âme; Vous pouvez m´arrêter, en un patético final. Toréador, en garde, Toréador, toreador frente un Don José que se lamentaba con el final Vou pouvez m´arrêter…c´est moi qui l´ai tuée.

Ramón García Balado

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