Praza de Mazarelos, Santiago de Compostela
Concierto en Mazarelos como actividad de Peregrinos Musicais a cargo de los pianistas Michel Dorner e Ilona Timchenko, para un programa con obras de J.S. Bach, F. Chopin y G. Gershwin- día 31, a las 20 h-, un pianista de Munich con estudios en la Hochschule für Musik und Darstellende Kunst (Stuttgart), autor de unas 60 obras y que mantuvo cercanías estilísticas con Alfred Schnittke y Sofía Gubaidulina, ejerciendo en la actualidad la docencia en la Hochschule für Musik Granz Liszt, de Weimar. Ilona Timchenko, comenzó su formación con A. Goliak, en Crimea, antes de trasladarse a Moscú, en donde tuvo como maestros a Vladimir Bunin, María Polivanova, Elena Richter, ampliando en composición con Albert Leman y Roman Ledeniov, para proseguir en Holanda con Alexander Gold-que tan excelentes impresiones dejó en nuestra ciudad en la Escola Berenguela-y Rian de Waal. De sus obras, destaca el sexteto Dedicatoria a Aviñón, muy apreciada por Sofía Gubaidulina. Entre sus galardones, la Beethoven Competition (Viena); la Liszt Competition Utrecht (Holanda); Enescu Competition de Bucarest; el Maria Callas Grand Prix (Atenas) y ya en la proximidad, el Antón García Abril. Es promotora del Festival Peregrinos Muscais desde su primera convocatoria en 2011, en el que los Jovenes Talentos del curso, había ofrecido dos galas, en el Teatro Principal, bajo la dirección de Maximino Zumalave, con la RFG.
Johan Sebastian Bach- Suite inglesa, en la m. BWV 807-obra de la que el autor no dejaría explicación alguna sobre este asunto aunque para el especialista y biógrafo J.N. Forkel, posiblemente la serie de todas ellas, habían sido una dedicatoria a un potentado aficionado inglés. Karl Geiringer, aceptaría que las piezas recibirían influencias de las suites para clave de Charles Diepart (1670-c. 1740), maestro cuya trayectoria profesional se cimentaría en Londres. La Suite Inglesa nº2, en la m. BWV 807, se despliega en sus movimientos que van desde el Preludio, imbuido del espíritu camerístico con dos temas desde el primero con su vigorosa energía que acabará repitiendo en diversas formas. La Alemanda, apacible y expresiva, se sustenta en el principio de imitación, teniendo cada parte su propio motivo temático, observando en la segunda la serie de seis exposiciones sucesivas y que van pasando de voz en voz. la Courante, un modismo alla francesa, claramente diferente a la ofrecida en la suite primera, aporta una inestabilidad rítmica menos pronunciada. La Zarabanda, con una evidente influencia francesa, va seguida de su doble, con una anotación ornamentada. El Doble se manifiesta por su contrapunto en estilo italiano y su curiosa ornamentación. Las bourrés I y II, se reparten por su talante desde la primera vivaz, rápida y alegre y la segunda más tranquila y expresiva, cobrando importancia el uso en los pedales de armónicos de tónica y dominante. La Giga de conclusión se reafirma por esa fidelidad a la forma musical que se utiliza como reclamo, una giga en estilo italiano, dominada por un único elemento temático.
Frederic Chopin- Barcarola en Fa sost. m. Op. 60-, estrenada en París en la Salle Pleyel, el 16 de febrero de 1848. Obra cargada de sutilezas y sensuales evocaciones, la única barcarola del músico que ha sido considerada como una de sus obras cumbre, aspecto que fue valorado por Friedrich Nietzche- músico ocasional y autor de obras para personal deleite-, e incluso André Gide, quien no pudo resistirse a su encanto por la serie de resonancias de visión italianizante. No faltará en elogios, Maurice Ravel, músico que llegó a considerar las ideas avanzadas que se encuentran en esta pieza, hasta el extremo de sentirse en parte heredero suyo. El tema en terceras, para Chopin, resulta ágil y delicado, envuelto con resolución por excitantes armonías deslumbrante, destacando la primicia melódica en cuanto a su continuidad. La intensidad aumenta antes de aparecer un nuevo motivo de estimulante lirismo, en el que analistas confirma la inspiración italianizante. Una pieza comenzada en Nohant, uno de sus refugios, durante el otoño de 1845, trabajo que le ocupará algunos meses y con el detalle a mayores de que el músico recurrirá a una tonalidad inusual, con el añadido de convertirla en una escritura incomparable. Un cuadro lírico de vivacísimos colores que conservan esa familiaridad italianizante, refrendada por apuntes de tintes impresionista que anuncian épocas venideras. Para redondear perfiles, habría quien consideraría la Barcarola como el mejor Nocturno salido de su firma
George Gershwin- Rhapsodie in Blue-, tratamiento para cuatro manos según Henry Levine, una sugerencia de Paul Whiteman, con el que en un principio no se sentía especialmente interesado, queda ese acercamiento al mundo del jazz y Gershwin comenzó por los tanteos en versión para dos pianos, a comienzos de 1924, y durante ese meditado proceso, Ferde Grofé se había instalado en su apartamento neoyorquino, cercano al del compositor de esta obra. Como arreglista de Whiteman, Grofé se haría responsable de la orquestación de esta perla concertante, hoy en día verdadera obra maestra que sirve para todo tipo de usos. Aquella orquestación se realizaría de forma pausada a pesar de que la urgencia apremiaba. El primer ensayo general de la Rhapsodie in Blue, tuvo lugar en la cita de una velada en el Palais Royal, en la que asistieron como invitados Walter Damrosch, W.J. Hendeson (crítico musical), Edwin Hughes (pianista y profesor); Victor Herbert, Leonard Liebeling (editor musical, del Musical Courier, Pitts Sanborn (especialista en música contemporánea), y H. O. Osgood (editor del Musical America). Un momento que sirvió para la presentación pública de Gershwin, por medio de Whiteman, ante un público perspicaz e interesado, lo que trajo como consecuencia la insalvable disparidad de criterios entre tanto agudo sabueso. La historia vino a demostrar que las opiniones positivas se llevarían la palma. Para Sanborn, la opinión se resumirá en las palabras: No es que me sintiera encandilado por los temas o la ejecución, pero el asunto tenía fuerza y empuje. Whiteman en ningún momento se sintió descorazonado, estaba seguro de la Rhapsodie in Blue, sería un éxito por absoluta suficiencia, un mazazo merced a su sólido magisterio por lo que para asegurarse de su seguridad, invitó a un almuerzo colectivo con parte de los asistentes que se dieron cita en aquel estreno.
Ramón García Balado
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