04/07/2024

Conciertos de alumnos del Curso de Cámara Airas Nunes en el CGAC

 Centro Galego de Arte Contemporánea,  Santiago de Compostela


Para culminar las actividades del Curso de Cámara Airas Nunes de Cámara, contaremos con dos conciertos en días consecutivos comenzando por el del viernes día 5, a las 19´30 h-, en el CGAC y completar en el mismo espacio al día siguiente y a la misma hora. Para la primera cita Suryeon Nohn (Corea del Sur), abordará la segunda de las Drei Klavierstücke D. 946, de Franz Schubert, el segundo  movimiento que se nos muestra como un Allegretto en Mi  M. 6/8, que viene a adoptar la misma actitud relajada que el precedente  Allegro assai aunque invirtiendo las oposiciones ya qu aquí tenemos un estribillo apacible y juguetón dentro de una tierna romanza marcada por animosas terceras, mientras que las dos estrofas aportan fantásticas visiones de angustia e incluso desesperación  con temas sombríos que podrán evocar los lieder del Winterreise, uno de sus ciclos vocales más aterradores. Los pasajes de este segundo tiempo concluyen con un retorno del estribillo que suaviza el estado emocional de un alma alterada. Tres piezas, las de este grupo, que tardarían en editarse, debiendo esperar hasta el interés mostrado por Johannes Brahms, en 1868, bajo el título un tanto curioso de Tres piezas para piano, que en principio parecen aportar poco en cuanto a sus pretensiones y estilo, aunque no disimulan la  madurez de un compositor hipersensible.

Truman Walker (Estados Unidos), nos acerca a Karl Czerny a través de las Variaciones sobre un tema de Rode Op. 33, maestro de maestros, Czerny fue un animoso e ingenioso recreador de obras procedentes de otros grandes de su época, en particular del mundo del belcantismo en un libre juego de imaginación y atrevimiento. Unas variaciones que podrán acercarnos a las conocidas como Diabelli, que a tantos diletantes habrán tentado. Maestro de respetable oficio, tuvo como  alumnos dilectos a grandes como Ferenz  Liszt, Döhler, Kullak, Jaël, Leschetizky o Belleville, artistas importantes de su generación. Kullak describiría su método como empirismo práctico. En vez de tener ideas preconcebidas sobre la técnica del piano como Hummel,  Czerny decidió que en la  práctica real no podía haber un método que pudiera aplicarse a todo. Esto abarcaba hasta  la digitación, decía, porque las manos difieren en cuanto a forma, tamaño y estructura. Cada pieza de música entonces, debía ser aplicada específicamente al caso individual. Para estudioso Czerny pudo haber sido el origen del piano moderno en su ejecución.

Cornelia Felber (Alemania), nos lleva al mundo íntimo de Johannes Brahms, en el segundo de los Intermazzi Op. 118, el grupo de seis Klavierstücke, un Intermezzo en La M, obra de plena y sentida madurez de un creador en el margen de los sesenta años. Pura poesía embargada de un espíritu melancólico y un lirismo exacerbado, siempre pendiente de los más pequeños detalles y matices, producto de la alternancia entre mayor y menor que le convierte en sublime. Toda la emoción de los Intermezzi, sabrá concentrarse en la última de las piezas. La serie de obras dentro de este ideario, en especial las que ocupan el período  final, dejan la muy grata impresión de un irrenunciable banco de pruebas hacia exploraciones experimentales idiomáticas y en especial en el contexto de lo armónico, por sus toques preciosistas y afiligranados cargados a veces un arcaísmo modal. Para Bryr, exagerando el análisis, la sombra de su apreciado Robert Schumann, se proyecta en muchas de sus páginas. Con respecto al grupo de estas Klavierstücke Op. 118, estamos ante la llegada a la última fase creativa del autor y que acompaña de pintorescas expresiones del tipo: adiós al piano, testamento pianístico, íntimo monólogo final, etc…Las obras que vendrán después, están en la misma longitud de onda.

El sábado, en la continuación de estos conciertos que contribuirán a conocer de cerca el compromiso de los alumnos del Curso Airas Nunes, nos acercarán a la interpretación de Manoush Toth (Suíza), quien abordará el primer tiempo de la Sonata nº 2, en Fa M, Op. 2, de Johannes Brahms, en concreto la primera gran obra para el piano del hamburgués compuesta en 1852, y editada por Breitkopf & Hartel al año siguiente, en dedicatoria encarecida a Clara Schumann, considerándola en su planteamiento menos perfecta que la Sonata en Do M. Op. 1, en otra de esas dedicatorias que serían el violinista Joseph Joachim, precisamente porque la composición de la misma sería posterior. Sonata si cabe más personal y arriesgada por motivo de su escritura audaz revelando a un Brahms menos pendiente de de sujetarse a los condicionantes de la inspiración preestablecida que de alguna manera, no disimula la admiración por la poética de Jean Paul. Un Allegro ma non troppo, ma energico, recibiendo el reconocimiento de un Schumann entusiasta, particularmente en este tiempo quien en 1855, le escribiría: Tu segunda sonata, mi querido amigo, m ha aproximado mucho a ti. Vivo hasta tal punto dentro de tu música que la puedo interpretar casi a primera vista, un movimiento tras otro. Te estoy agradecido. Destacan el andante y las variaciones que siguen al comienzo en pianissimi, distanciándose de la música del resto de los movimientos.

Daniil Bogdanovsky (Francia), tendrá la Balada nº 1, en Sol m. Op. 23, de F.Chopin, estrenada en Leipzig en interpretación del franco-polaco y que para no ser menos, suscitó las impresiones de Robert Schumann: Chopin me dio una nueva balada en Sol m. De entre todas sus obras, me parece ésta la más ingeniosa y genial. Le dije que era la que más me gustaba. Después de haber reflexionado largo rato exclamó convencido: Lo que me dice me produce enorme placer porque yo también la prefiero a mis otras obras, Además toco de modo incomparable otras nuevas piezas, estudios, nocturnos, mazurcas….Basta verle sentado al piano para sentirse conmovido. Vd simpatiza con él. Pero Clara Schumann es una virtuosa aún más grande. Confiere a las sonatas de Chopin casi más valor que él. Imagine Vs la absoluta perfección, una maestría que parece ignorarse a sí misma. Obra elaborada con gran libertad formal, casi como si fuera una fantasía  que entrañara un apasionado poema sonoro insuflado de ardor, emoción y pesadumbre.

Yusuko Furumi (Japón), un nuevo Chopin por la Barcarola en Fa sost. M. Op. 60, composición que resulta un absoluto reflejo en lo relativo al plano armónico y un aire italianizante cual si de traslación de un tema operístico se tratase prevaleciendo con gallardía el valor significativo de las fioriture. Para Andrés Coueroy, un entusiasta al que tener en cuenta, son estos detalles los que realzan la importancia de esta barcarola. Comenzada en 1845 y concluida en un breve espacio de tiempo, será recibida por entusiamo desde la primera edición francesa, una pieza de notable señorío que tendrá como dedicataria a la baronesa de Stockhausen, compañera de quien fue dedicatario de la Balada Op. 23. Chopin la ejecutó por primera vez en la Salle Pleyel, el 16 de febrero de 1848. Responde en lo genérico a esas piezas que ofrecían los gondoleros venecianos, en sus jaleosas tonadas.  

Amelia Zofia Chmielewska (Polonia)- violonchelo- y Marija Normantaite- piano-, con la Fantasiestücke  Op. 73, de Robert Schumann, en dos de sus tiempos: Zart und mit Ausdruck (Tierno y con expresión) y Lebhaft. Leicht (Vivo y ligero). Obra que permite igualmente el tratamiento con clarinete y cuyos tres tiempos fueron escritos en el invierno de 1850. La versión con clarinete, se dio a conocer en la Hofkapelle Dresden, en una lectura privada con un músico de la orquesta antes de la presentación pública poco después. La versión de chelo y piano, tendrá una aceptación entusiasta apoyándose en la configuración de la obra construida en forma de lied con coda. Zart und mit Ausdruck, establece un clima elegíaco apoyado en una tierna melodía en la que ambos solistas se permiten un protagonismo de indudable importancia. Lebhaft, Leicht, resulta un equilibrado scherzo en modo mayor que utiliza un diálogo animado con un detalle central marcado por escalas de tresillos que preparan el tiempo final Rasch, mit Feuer.

Isaac Martínez Mederos, procedente de Canarias, nos dejará la Balada nº 2, de Ferenz Liszt, una de las dos compuestas por el húngaro cosmopolita y universal, admirado y recibido con halagos en los grandes salones hasta convertirle en ese personaje que todos conocido y que arrastraría a sus costas ríos de literatura de todo rango, un Liszt al que igualmente el cine había flacos favores recreando penosas hagiografías de escaso valor. Dos fueron sus baladas en las que expresaba un ansia de interioridad y meditación recreando un estilo que resultará reconocible a la postre por los alardes de virtuosismo. La Segunda Balada en Si m., queda fechada aproximadamente hacia 1853, y se desarrolla en forma sonata, lo que la distancia de la Primera en Re b M. que tardaría en alcanzar su forma definitiva. La pieza tiene seis grandes partes y está basada en tres temas. Prevalece con rigor el ansia de concentración interiorizada, aspecto que observamos en el conjunto de las dos baladas.

Ramón García Balado

03/07/2024

El Cuarteto de cuerda español según Cibrán Sierra, para el VIII Curso Airas Nunes

 Curso Airas Nunes  Aula de Cámara

Inmersos en las actividades del VIII Curso Airas Nunes, valdrá recordar las apreciaciones de Cibrán Sierra en su trabajo teórico El Cuarteto de cuerdas. Laboratorio para una sociedad ilustrada, que no permitirá acercarnos a las opiniones que en lo relativo a la tradición hispana tiene sobre el mismo, en algunos detalles precisos y someros. Partiremos de nombres fundadores como Gaetano Brunetti, Almeida, Teixidor, Canales o Ataide para encontrarnos con J.Crisóstomo Arriaga (1806/26), quizás el primer nombre que dejara referencias gracias a sus tres cuartetos que traspasaran fronteras a pesar de una tuberculosis que trunco su carrera en plena juventud. Tras su desaparición, el mundo creativo español entró en un período de infertilidad  y sólo a partir de mediados de los sesenta del XIX, paralelamente a lo que ocurría con el entorno europeo, empezaron a surgir por toda la península sociedades de conciertos que introdujeron progresivamente en la vida pública la gran música instrumental europea que llegó a llamarse música sabia- por su tradición ilustrada, o alemana y su vinculación con el mundo austro-germánico, hasta adquirir  progresivamente un estatus referencial y canónico, a partir del cual se consolidó como música clásica.  La creación de las Sociedades  de Conciertos en las grandes ciudades- la de Madrid creada en 1863, fue el modelo pionero-, y sirvió como pistoletazo de salida a un progresivo desarrollo de la consideración social y académica de la música de cámara en general y del cuarteto en particular, como género matriz del que surgirían las demás formaciones camerísticas. Así aparecieron  los primeros cuartetos escritos por compositores locales además de las primeras agrupaciones estables, en un proceso que el crítico José Mª Esparza y Sola  llamó la restauración del buen gusto musical en España.

Las obras para cuarteto de J. María Usandizaga, Federico Olmeda, Ruperto Chapí, Joaquín Turina, Eduard Toldrá y el tercer cuarteto de Tomás Bretón, podrían enmarcarse en ese proceso, mientras que las de Andrés Isasi o el monumental legado de Conrado del Campo- más vigente que nunca por sus 14 extensísimas y ambiciosas partituras- podrían contextualizarse dentro de una voluntad decidida de algunos compositores españoles y por desmarcarse de ese fenómeno y vincularse a los modelos más modernos que llegaban tanto desde el mundo francófono (Franck, Debussy, como desde Alemania (Wagner, Strauss). Las Sociedades Filarmónicas que se consolidaron en el cambio de siglo, serían agentes decisivos de manera proverbial y milagrosa, manteniéndose activas la mítica Sociedad Filarmónica de Bilbao, que ha mantenido establemente y desde 1896, un nivel de programación a la altura de las mejores y más selectas salas de todo el mundo. En lo relativo a nuestra tierra y nuestra ciudad, habremos de conformarnos con los excelentes ciclos tanto monográficos como temáticos, que promueven los miembros de la RFG, la propia EAEM, la USC o proyectos particulares como este Curso Airas Nunes, un ejerció de voluntarismo entusiasta promovido por los propios músicos, que pudimos comprobar a lo largo de estas convocatorias.

Clave innegable fue siempre la referencia eslava por las Academias que han servido como fundamento y reclamo, con plena vigencia como ya sabemos, por los músicos que se han incorporado a nuestras principales orquestas desde los años de aparición de las mismas. Sus miembros, están con nosotros perfectamente integrados en la vida social y profesional, a lo que también agradecemos sus labores de formación de nuevos talentos en la EAEM, sin ir más lejos, traeremos a la memoria la serie A Escola na Cidade 2024, recién clausurada y en la que fueron maestros   Nikolay Velikov, Natalia Madisson, Laurent Blaiteau, Plamen Velev, Vicente López, Christina Dominik, Barbara Switalska, Grigori Nedobora, Ildikó Oltai, Timur Sadikov, José Vicente Faus, Adriana Winkler, José Ortega y Manuel Fernández, añadiendo un concierto extraordinario del Curso Avanzado de Especialidad Orquestal como fin de Curso en el Auditorio de la EAEM, un intensivo final con el que despedíamos las actividades a finales de junio.

España, del exilio a la democracia, para Cibrán Sierra, tendría como principal compositor a Jesús Guridi, autor de dos cuartetos de escritura muy clásica y académica pero firmemente elaborada. El también vasco Francisco Escudero al igual que el madrileño Adolfo Salazar, que nos dejaron sendos cuartetos, aunque tras le llegada de la dictadura franquista, no volvieron a escribir para el género. Fue precisamente un exiliado tras el golpe a la República, el catalán Roberto Gerhard, quien destacaría como uno de los compositores españoles de más trascendencia internacional. En los años cincuenta surge una generación de compositores que influidos por la vanguardia europea que emanaba de Darmtadt, fundan en 1958 el Grupo Nueva Música y el Aula de Música del Ateneo de Madrid. Entre ellos estarán grandes nombres que cultivarán el cuarteto como Ramón Barce, Carmelo Bernaola, Cristóbal Halffter, Luís de Pablo, Gonzalo de Olavide, por mencionar los más importantes. En Cataluña , en ese mismo marco generacional , destacan los nombres de Josep Soler, Xavier Montsalvatge, Jordi Cervelló y Joan Guinjoan, autores de excelentes cuartetos de cuerda. Tomando orientaciones estéticas bien distintas, debemos mencionar a Antón García Abril. La generación posterior, que comenzaron a tomar vías artísticas más eclécticas y personales a partir de los setenta, estará representada por Jesús Villa- Rojo, Carlos Cruz de Castro, Tomás Marco, José Luís Turina, Alfredo Aracil, Jorge Fernández Guerra, Benet Casablancas, Marisa Manchado o Francisco Guerrero y ya para ponernos en años recientes, J.M. López- López, David de Puerto, Mauricio Sotelo, Héctor Parra, Agustí Charles, Gabriel Erkoreka, César Camarero, los gallegos Eduardo Soutullo, Hugo Gómez- Chao Rego,  Manuel Quiroga, Juan Durán, José Arriola, Marcial del Adalid- cuyas obras fueron grabadas por el Cuarteto Novecento-del que es miembro Millán Abeledo-, Carlos García Picos, Paulino Pereiro, Eligio Villa…un género que por su planteamiento, parece suscitar la obligada tentación de los compositores con ambición.

Ramón García Balado

Dende o virtuosismo: Banda Municipal

 As Praterías, Santiago de Compostela

 Concierto de la Banda Municipal en As Praterías, con su titular David Fiuza Souto- día 4, a las 20´00 h-, para un programa en colaboración con el Congreso Nacional AETYB, dentro de la serie Postais, en su tercera edición destacando como solistas, J. Manuel Vázquez y Tormod Flatte, intérpretes de bombardino y el tuba J. L. Vázquez, para un programa revestido de alicientes especiales por las obras elegidas, comenzando por el mítico Friedrich Gulda, todo un personaje que ha dejado larga estela por sus actitudes personales y artísticas, marcando un referencia que se mantiene hasta nuestros días. Artistas de los frentes más diversos, gozaron del beneficio de medirse con él, no siempre de forma regular debido a su complejo talante y por su ideario como creador o intérprete. Para esta sesión, el Concierto para chelo Op. 129. Friedrich Gulda (1930/ 2000), fue en un principio un pianista capaz de las más insólitas pretensiones pero sin el menor recato en asumir las  ideas que defendía con respecto al enfoque de los grandes clásicos. Había estudiado con Viena antes de convertirse en artista de confianza junto a   en la Academia de  Música en la capital vienesa con Pazofsky en Música de la capital vienesa. Josef Marx, velaría por asentar sus fundamentos en el espacio de teoría musical y composición. Pronto llegará su presentación en público que le convertirá en el artista que romperá moldes a partir de 1944 consiguiendo en menos de dos años en lograr el prestigioso Prix de Genéve, puente directo para darse a conocer en el Carnegie Hall neoyorquino, en 1950, ya como virtuoso admirado y para muestra, el reto de la integral de las sonatas beethovenianas, que no dejaría de enfrentar opiniones. En aquel período, pleno de autoestima, llegará la ocasión en Viena de probar con otras iniciativas de notable riesgo como la creación de la Orquesta Clásica Gulda- así, con su propia firma, para que no quedasen dudas-, situación que le facilitará la oportunidad de dinamizar pequeñas agrupaciones camerísticas. El Gulda sin limitaciones para encarar los repertorios más ambiciosos y vanguardistas al que se acercarán los aficionados no menos ambiciosos. Los años sesenta, serán claves en la evolución y posicionamiento del artista enfocándose a conciencia en los trabajos de composición, que le ocuparán el resto de su vida. Poco antes de ese período, había sentado cátedra en 1956, con su aparición en el mítico Birland neoyorquino, epicentro del jazz más pujante representado por los grandes boppers cuyos nombres siguen siendo venerados hoy en día y para mayor confirmación, precisamente en 1960, Gulda no perderá comba, creando su propia agrupación que será recibida generosamente en el Festival de Newport, estamos precisamente ante un artista que promocionará otras de sus agrupaciones míticas, la Eurojazz Orchestra. La improvisación se convertirá en seña de identidad y en argumento para dar cauce a su urgente necesidad de consolidar sus planteamientos, dando razones para abrir su propia escuela en 1968, en Ossiah (Carintia). Disfrutó entonces igualmente como intérprete de saxofón barítono y flauta, y adaptando sus dominios en el piano a nuevos contextos expresivos. Dejó un compendio de escritos bajo e título Worte zur Musik, editados en Munich en 1971.

Antonhy Plog-Three miniatures for solo tuba-, es obra de un compositor actual que a efectos reales y ante nosotros, presenta credenciales, un músico norteamericano interesado en géneros de obras incidentales, especialmente para el cine, los medios escénicos y propuestas similares, por lo que su conocimiento entre el gran público resulta ciertamente menor. Destaca sin embargo en el estilo de obras dentro de estos cánones, obras en atención a instrumentos concretos, obras como el Segundo concierto para trompeta y orquesta; el Concierto para tuba y orquesta; el Doble concierto para trompetas y también, para distintos ensembles de viento, el Quinteto de metales con orquesta de acompañamiento. Caben en sus creaciones obras escénicas como Spints; Aesop´s Fables; How the trumpet Got its Toot o The Sacrifice.

Vladir Cosma- Concierto for euphonium-, músico que también asociamos al mundo del cine por la cantidad de bandas compuestas, o los  compromisos para la televisión en series  como Les Aventures de Tom Sawyer; Tang; Le Collectionneur de Cervaux; Hugues Le Loup; Michel Strogoff o Les Piques- Assietes. Al margen de esta especialidad, fue autor de obras como el Concierto para trompeta, en tres movimientos; piezas para teatro y ballet; Oblique, para chelo y orquesta o el Concierto de Berlín, para chelo y orquesta. Colaboró con artistas como Toots Thielemans- virtuoso maestro de jazz-,Gheorghe Zamfir; Chet Baker, trompetista de amargo final; Philippe Catherine; Pierre Gossez; Liam O´Flynn o la soprano Wilhelmina Fernández, en Diva. Las formas tradicionales francesas fueron fuente de inspiración en la evolución del conjunto de sus obras, aspecto en el que también nos encontramos con maestros por excelencia como fueron  Michel Legrand o Burt Bacharad. El euphonium es instrumento de gran predicamento en las bandas militares, como el buggle o el clarín, con el que realmente puede asociarse. Un instrumento bajo de válvulas, una tuba bajo, el más grave de la familia de los fiscornios, provisto de tres a cuatro válvulas e inventado en 1840, por Sommers, en Weimar y un antecesor del oficleide, con una extensión de tres octavas.

Manuel Otero Paino- Miguel de Souto-, obra en dedicatoria y consideración, es un trabajo de este compositor que destacó en su período con la Banda Recreativa Cultural de Bandeira, a la que dedicará precisamente el Himno a Bandeira. Paino es trompetista a la par que director y un apreciado arreglista ampliando labores de dirección en agrupaciones corales como Vales Mahía, de la villa de Bandeira. Colaboró con Cristina Collazo en O Circo dos contos, además de la obra Frida, tratada en textual por Marcos Paino y Tomás Axeitos y como aspirante a esa plaza de Bandeira, había superado la prueba tomando en elección tres piezas: ¡Olé contrabandistas!, de Ramón García i Soler; La tormenta del desierto, de un habitual en las programaciones, Ferrer Ferrán, además de All Glory tall, de James Swaringen. Obra que también se aprecia en su catálogo es Ápeiron, que en más de una ocasión ofreció nuestra Banda Municipal.

Ramón García Balado

 

02/07/2024

 Auditorio del CGAC, Santiago de Compostela

Logos Dúo
Concierto de becarios en el VIII Curso Airas Nunes-día 4, a las 19´30 h-, en el Auditorio del CGAC, con tres formaciones comenzando por el Logos Dúo, integrado por los pianistas Carlos Bujosa Salazar y Jia Yuang Chong, quienes interpretarán dos obras: La Petite Suite de Claude Debussy en sus cuatro tiempos: En bateau; Cortège; Menuet y Ballet, además del Andante & Allegro brillant Op. 92, de Felix Mendelssohn. Piezas para cuatro manos, la del francés editada por Durand (1889), alarde de grandes posibilidades de recursos que han permitido una conocida orquestación realizada por Henri Büsser (1907), con notable aceptación por parte del autor. En Bateau,  resulta una dulce pieza en forma de barcarola dominada por cadencias de terceras y una perceptible sencillez armónica que disimula ostensibles audacias. Cortège,  ofrece una elegancia y desenvoltura que recrea una ambientación poética cercana a las Fiestas galantes, de Paul Verlaine. Una dulce melancolía se percibe en el Menuet, ciertamente sutil que le convierte en el más apreciado de los cuatro tiempos, gracias a punto de vista de la inestabilidad  tonal y modal, ya desde la introducción de un tono arcaizante que podrá llevarnos al Menuet, de la Suite bergamasque. Más animado resulta el Ballet conclusivo motivado por los acentos alegres y retozones cercanos a los  Minstrels, motivados por su tema de tres saltos sucesivos de cuarta. En verdad, es obra ligera de perfiles que no disimula la cercanía de Delibes y Chabrier, auspiciada por en encanto de sus modulaciones. El tema del vals escogido, sirve de contrasujeto en la repetición, fundiéndose con la coda a través de un tema inicial en cuartas que adoptan un ritmo ternario para encumbrarse a una brillante conclusión.

Un Mendelssohn a cuatro manos por el Allegro brillante Op. 92, obra ubicada en un espacio disimulado en el catálogo de sus obras y pareja a la Fantasía en Re m., compuesta en el año 1840. Las piezas en este estilo, suscitarán efectivamente poco interés, quedando como sencillos entretenimientos para disfrutar en familia o entre curiosos de estas obritas no excesivamente ambiciosas, de hecho, esta pieza quedo inédita. Mendelssohn solía pasar momentos gratificantes para evitar las horas lánguidas en compañía de Clara Schumann y para ejemplo, el concierto ofrecido en la mítica Gewandhaus de Leipzig, el 31 de marzo de 1841, donde dirigirá el estreno de la Primera Sinfonía de Schumann. El Allegro brillante Op. 92, no desmerecerá por su cualidades quedando como una joyita de la literatura para el piano a cuatro manos, precisamente por la visible dificultad de ejecución, poco común dentro de estos estilos.

Dúo Balás- Wozniak

 El Dúo Balas- Wozniak: Mikolaj Wozniak (piano) y Michal Balas (chelo), reservan la Sonata para chelo y piano en Mi m. Op. 38, de Johannes Brahms, obra de juventud en sus tiempos Allegro non troppo; Allegretto quasi minuetto y Allegro. Para la creación de obra tan particular habrá que tener en cuenta las circunstancias personales adversas como la muerte de su madre Johanna Henrika Christianne Nissen, una pérdida que marcaría toda su vida. En la creación de la obra, se observa una atmósfera singular por la escritura modal arcaica, de ascendencia litúrgica. El rigor arquitectónico de adustez, sobriedad y limpieza, aparece en el Allegro non troppo, que cuenta con tres temas expuestos en forma sonata, sin excesivo trabajo temático. El Allegro quasi minuetto, resulta elusivo y enigmático para abundar en sus intenciones, dentro de una estructura ordenada, motivada por su aparente gracia velada y amarga, con pocos momentos de lirismo y de un posible abandono sentimental ubicado en el trío, donde el chelo se relaja en una apacible serenidad. El Allegro final, muestra la intención de marcar distancia con  respecto a la obra en su conjunto; un riguroso tiempo fugado encuadrado  en su forma de sonata y que puede ser entendido como un homenaje a J.S. Bach. Para Geiringer, los dos primeros tiempos de la sonata, el chelo es tratado con seguridad poniendo de relieve su sonoridad, demostrando la experiencia del autor que hasta ese momento había adquirido.
Trío Moment

Trio Moment: Javier Moya Puigcercos
- piano-; Fabiola Sebastián Guijarro- chelo y el violinista Juan López de Soria Homar, con dos obras. El Trío nº 1, en Re M op 70, en su primer movimiento, obra conocida como el Trío de los Espíritus, y que debe su nombre al Largo assai e esspresivo, tiempo central, auténtico pivote de la obra desarrollada en tres tiempos, que en este caso pretende asociarse con la escena de las brujas de Macbeth, de J.H. von Collin, obra de talante vagante impregnada de detalles sombríos y un humorismo negro, más perceptible en ese segundo tiempo. El grupo de dos tríos que motivaron la opinión de Witold, quien dirá que las obras debían ocupar más que por su forma o estructura, por su propia sustancia, un lugar aparte en toda la producción del compositor. Vivía en aquellos momentos en el palacio de la condesa Marie Erdödy, a la que el trío estará dedicado. El talante irascible de nuestro músico, se reflejará con creces en esta obra. La posible presencia de un Scherzo (caprichoso y cortante), habría contribuido al desequilibrio de esta obra en su unidad conceptual, al tiempo sublime y preciosista.    Un nuevo Brahms por el Trío en Si M. Op. 8, del que hay versiones distintas: la de 1853/4 y la de Ischl. Obra que parte de un Allegro con brio (con motto en la primera versión), enmarcado en la típica forma sonata (tres temas a los que se añade diversas ideas secundarias, e igualmente caracterizado por una conducción muy libre.  El Scherzo (Allegro molto), vistoso y desenfadado que para ciertos románticos nos traslada a un mundo de elfos, gnomos y otras criaturas fantásticas, con modificaciones añadidas entre ambas ediciones. El Adagio en estilo de Lied ternario en su estilo clásico que recrea la necesidad de misterio casi solemne para dar paso al Allegro que en la primera edición se presentaba como Molto agitato y que une la forma de Rondó con la forma sonata (con tres temas), tiempo que ha suscitado más de una controversia.

Ramón García Balado

Concierto de becarios del VIII Curso Airas Nunes

 Auditorio del CGAC, Santiago de Compostela

Logos Dúo
Concierto de becarios en el VIII Curso Airas Nunes-día 4, a las 19´30 h-, en el Auditorio del CGAC, con tres formaciones comenzando por el Logos Dúo, integrado por los pianistas Carlos Bujosa Salazar y Jia Yuang Chong, quienes interpretarán dos obras: La Petite Suite de Claude Debussy en sus cuatro tiempos: En bateau; Cortège; Menuet y Ballet, además del Andante & Allegro brillant Op. 92, de Felix Mendelssohn. Piezas para cuatro manos, la del francés editada por Durand (1889), alarde de grandes posibilidades de recursos que han permitido una conocida orquestación realizada por Henri Büsser (1907), con notable aceptación por parte del autor. En Bateau,  resulta una dulce pieza en forma de barcarola dominada por cadencias de terceras y una perceptible sencillez armónica que disimula ostensibles audacias. Cortège,  ofrece una elegancia y desenvoltura que recrea una ambientación poética cercana a las Fiestas galantes, de Paul Verlaine. Una dulce melancolía se percibe en el Menuet, ciertamente sutil que le convierte en el más apreciado de los cuatro tiempos, gracias a punto de vista de la inestabilidad  tonal y modal, ya desde la introducción de un tono arcaizante que podrá llevarnos al Menuet, de la Suite bergamasque. Más animado resulta el Ballet conclusivo motivado por los acentos alegres y retozones cercanos a los  Minstrels, motivados por su tema de tres saltos sucesivos de cuarta. En verdad, es obra ligera de perfiles que no disimula la cercanía de Delibes y Chabrier, auspiciada por en encanto de sus modulaciones. El tema del vals escogido, sirve de contrasujeto en la repetición, fundiéndose con la coda a través de un tema inicial en cuartas que adoptan un ritmo ternario para encumbrarse a una brillante conclusión.

Un Mendelssohn a cuatro manos por el Allegro brillante Op. 92, obra ubicada en un espacio disimulado en el catálogo de sus obras y pareja a la Fantasía en Re m., compuesta en el año 1840. Las piezas en este estilo, suscitarán efectivamente poco interés, quedando como sencillos entretenimientos para disfrutar en familia o entre curiosos de estas obritas no excesivamente ambiciosas, de hecho, esta pieza quedo inédita. Mendelssohn solía pasar momentos gratificantes para evitar las horas lánguidas en compañía de Clara Schumann y para ejemplo, el concierto ofrecido en la mítica Gewandhaus de Leipzig, el 31 de marzo de 1841, donde dirigirá el estreno de la Primera Sinfonía de Schumann. El Allegro brillante Op. 92, no desmerecerá por su cualidades quedando como una joyita de la literatura para el piano a cuatro manos, precisamente por la visible dificultad de ejecución, poco común dentro de estos estilos.

Dúo Balás- Wozniak

 El Dúo Balas- Wozniak: Mikolaj Wozniak (piano) y Michal Balas (chelo), reservan la Sonata para chelo y piano en Mi m. Op. 38, de Johannes Brahms, obra de juventud en sus tiempos Allegro non troppo; Allegretto quasi minuetto y Allegro. Para la creación de obra tan particular habrá que tener en cuenta las circunstancias personales adversas como la muerte de su madre Johanna Henrika Christianne Nissen, una pérdida que marcaría toda su vida. En la creación de la obra, se observa una atmósfera singular por la escritura modal arcaica, de ascendencia litúrgica. El rigor arquitectónico de adustez, sobriedad y limpieza, aparece en el Allegro non troppo, que cuenta con tres temas expuestos en forma sonata, sin excesivo trabajo temático. El Allegro quasi minuetto, resulta elusivo y enigmático para abundar en sus intenciones, dentro de una estructura ordenada, motivada por su aparente gracia velada y amarga, con pocos momentos de lirismo y de un posible abandono sentimental ubicado en el trío, donde el chelo se relaja en una apacible serenidad. El Allegro final, muestra la intención de marcar distancia con  respecto a la obra en su conjunto; un riguroso tiempo fugado encuadrado  en su forma de sonata y que puede ser entendido como un homenaje a J.S. Bach. Para Geiringer, los dos primeros tiempos de la sonata, el chelo es tratado con seguridad poniendo de relieve su sonoridad, demostrando la experiencia del autor que hasta ese momento había adquirido.
Trío Moment

Trio Moment: Javier Moya Puigcercos
- piano-; Fabiola Sebastián Guijarro- chelo y el violinista Juan López de Soria Homar, con dos obras. El Trío nº 1, en Re M op 70, en su primer movimiento, obra conocida como el Trío de los Espíritus, y que debe su nombre al Largo assai e esspresivo, tiempo central, auténtico pivote de la obra desarrollada en tres tiempos, que en este caso pretende asociarse con la escena de las brujas de Macbeth, de J.H. von Collin, obra de talante vagante impregnada de detalles sombríos y un humorismo negro, más perceptible en ese segundo tiempo. El grupo de dos tríos que motivaron la opinión de Witold, quien dirá que las obras debían ocupar más que por su forma o estructura, por su propia sustancia, un lugar aparte en toda la producción del compositor. Vivía en aquellos momentos en el palacio de la condesa Marie Erdödy, a la que el trío estará dedicado. El talante irascible de nuestro músico, se reflejará con creces en esta obra. La posible presencia de un Scherzo (caprichoso y cortante), habría contribuido al desequilibrio de esta obra en su unidad conceptual, al tiempo sublime y preciosista.    Un nuevo Brahms por el Trío en Si M. Op. 8, del que hay versiones distintas: la de 1853/4 y la de Ischl. Obra que parte de un Allegro con brio (con motto en la primera versión), enmarcado en la típica forma sonata (tres temas a los que se añade diversas ideas secundarias, e igualmente caracterizado por una conducción muy libre.  El Scherzo (Allegro molto), vistoso y desenfadado que para ciertos románticos nos traslada a un mundo de elfos, gnomos y otras criaturas fantásticas, con modificaciones añadidas entre ambas ediciones. El Adagio en estilo de Lied ternario en su estilo clásico que recrea la necesidad de misterio casi solemne para dar paso al Allegro que en la primera edición se presentaba como Molto agitato y que une la forma de Rondó con la forma sonata (con tres temas), tiempo que ha suscitado más de una controversia.

Ramón García Balado

 

Conciertos de alumnos del Curso de Cámara Airas Nunes en el CGAC

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