Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Jornadas intensas de actividades musicales iniciadas la semana pasada con el VI Concurso de Canto Compostela Lírica que desde el principio promueve Amigos de la Ópera de Santiago y que como en todas las convocatorias se repartió entre el viernes y el sábado ante un jurado de especialistas reconocidos que siempre se encuentran en la duda hasta el último momento de otorgar los tres galardones a repartir entre los ocho cantantes, dejando a la postre una cierta impresión de atender a las urgencias de atender a las demandas de un fin de semana agobiante. Fueron los galardonados del mismo Lucas López, con el Premio Andrés Gaos, al mejor de los aspirantes gallegos; un Tercero, para Marcelo Solís y Zhang Shuai, ex aequo; el Segundo para Laura Brasó y el Primero para Paulina Bielarcyk. Esta semana sin reposo y desde el día 4, en sesión matinal, los ocho pretendientes a la plaza de Director Asistente probarán entre las 10 h. y las 14 h., de la que saldrán los tres elegidos, que seguirán los próximos días 5 y 6, a la espera del día 7, con una ensayo general desde las 10 h., preparando el concierto de las 20´30 h., con entrada libre, de la que se beneficiarán los aficionados. Baldur Brönnimann, resalta la importancia de esa plaza por lo que supone la colaboración directa en las programaciones de la propia orquesta.
En programa, contaremos pues con tres obras, una de ellas que repite tras su reciente estreno como encargo de nuestra orquesta, Schattenhaft, de Hugo Gómez- Chao Porta, el Concierto en Mi b (Dumbarton Oaks), de Igor Stravinski y la Segunda Sinfonía en Mi M. Op. 36, de L. v. Beethoven. La excelente acogida de la obra del compositor gallego, será un reconocimiento a sus méritos y una respuesta a la excelente aceptación por parte de los aficionados en cada uno de los tres conciertos seguidos, en el Teatro Afundación de Vigo, el Auditorio de Galicia y el Auditorio de Ferrol. Sobre Schattenhaft (pleno de sombras), es obra nacida al amparo de su estancia en la Real Academia Española de Roma, en donde fue compositor en residencia, y sobre el plantel nos hallamos ante un trabajo dividido en dos partes claramente diferenciadas, una primera expresada como Unruhring, delirando, marcada por una superposición de masas de sonidos, teniendo cada material su propio desarrollo independiente: en algunos casos por aspectos armónicos y en otros por su aspecto tímbrico (líneas melódicas que se transforman en ruido; sonidos que se vuelven más oscuros o más brillantes). En consecuencia, toda la orquesta queda fragmentada, avanzando y transformándose constantemente, como velada a través de un filtro, con momentos puntuales en cuanto al protagonismo de una a otra línea. En el aparente caos reinante de talante violento, surgen momentos de claridad, orden y estabilidad, tal cual un primer movimiento de una sinfonía clásica. La segunda sección, Adagissimo, lontanissimo, sempre espressivo, resume una transfiguración en cámara lenta de una imagen, en la que dominan una inspiración vocal y en la que la orquesta simula hablar entre rumores y voces que se solapan merced a la exploración del espectro armónico y el empleo de una amplia gama de técnicas extendidas- extended techniques- repartidas por todos los instrumentos que ayudan a recrear de esa manera, una ambientación sombría y nebulosa.
Igor Stravinski con el Concierto en Mi b Dumbarton Oaks, obra surgida a través del apoyo de Mr. y Mrs. Robert Wood Bliss, aprovechando su visita a Dumbarton Oaks, tras el final de su tercera gira por los Estados Unidos, en la que dirigió formaciones como la O. de Nueva York, la de Cleveland y la de San Francisco y conocer a Charles Chaplin. El concierto que tendremos, es obra para orquesta de cámara (maderas a uno, dos trompas y diez cuerdas) que según propia confesión resulta un pequeño concierto al estilo de los brandenburgueses bachianos: no es posible ser más lacónico ni más exacto. De un concierto brandemburgués, tiene no solo el corte y las proporciones, sino también la escritura: a la manera de una fuga en el primer movimiento, en un contrapunto de solistas en el segundo, el más delicioso, todo un muestrario de simples melodías breves cuidadosamente cinceladas, y a la manera de un concerto grosso, en el final con motto. Los movimientos se encadenan entre ellos con cadencias de las cuerdas, sensibles y meditativas; el tercero se expresa en un desarrollo fugado del tema y de su inversión exacta. El ritmo cuadrado, simple, resulta bachiano como no podría ser menos. Con ello, llevó a suscitar actitudes de rechazo y críticas pertinaces.
L. v. Beethoven con la Sinfonía nº 2, en Re M. Op. 36, obra en un período límite de su evolución, porque a partir de entonces, distinta será la evolución de nuestro personaje, agobiado por dudas e inseguridades, es verdad que en su percepción era consciente de que la naturalidad y el equilibrio tanto de Haydn como de Mozart, no podían ser recreados y en plano de confluencias, nos encontraremos con L. Cherubini. Cuatro movimientos dispuestos a desdecir el peso de influencias que todavía condicionaban el momento histórico. Cuatro tiempos que se desplegarán desde el Adagio-molto; al Allegro con brio; el Larghetto-Scherzo hasta el Allegro-Allegro molto. Para ubicarnos a gusto, recurriremos a la opinión recibida tras el estreno vienés, en la publicación Leipziger Zeitung: Un monstruo informe, un dragón alanceado que se debate indómito y no quiere morir y que al mismo tiempo se desangra (sobre todo en el Allegro molto final) agitando rabiosamente la cola. En respuesta y en conformidad con la posteridad más creíble, nos serviremos de Héctor Berlioz, quien sentenciará que en esta sinfonía todo es noble, enérgico y fiero: la introducción es una auténtica obra maestra. Se manifiestan con claridad bellísimos efectos sin confusión, de manera simple e inesperada; el canto es de una solemnidad emotiva, impone respeto y produce fuerte emoción, el ritmo se revela más audaz y la orquestación es más rica, más sonora y más variada que en la Primera sinfonía.
Ramón García Balado
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