Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Concierto en el Auditorio de Galicia- día 21, a las 12´00-, con el ballet de P.I. Tchaikovski, con la Banda Municipal de Santiago dirigida en lo artístico por Casiano Mouriño Maquieira y Diego Lardín, en los aspectos coreográficos que nos invitan al Cascanueces Op. 71, en dos suites, según arreglo de Diego García. Un Concierto navideño que sugiere el mundo de magia que nos envuelve para esas fechas P. I. Tchaikovski, se había embarcado hacia 1890, en un proyecto que le llevaría a los Estados Unidos, tras el éxito logrado con El lago de los cisnes, ballet en el que sentarían plaza figuras de la danza clásica como Ana Pavlova y Galina Ulanova, aunque su aceptación resultase ciertamente relativa, siendo una verdadera catarata de valses, czardas y otros números de reconocido arraigo, nuestro músico trataba de inaugurar el Carnegie Hall, respondiendo al encargo de Lücien Guitry, quien le había encargado una escena para Hamlet y el Teatro Mariinski, de San Petersburgo, un par de piezas: una ópera en un acto Iolanta y este ballet Casse-Noisette (El cascanueces). Según comentaría su estimado hermano y biógrafo Modesto, comenzaba a agotarse con claras muestras de deterioro físico en aspectos como un claro encanecimiento y problemas de la vista, a la par de problemas de movilidad. En ese 1891, se dará a conocer este ballet en dos actos y tres cuadros. Marius Petipa, el gran coreógrafo, había escrito el argumento basándose en una adaptación de Alejando Dumas, tomando la leyenda de Hoffmann : El cascanueces y el rey de los ratones, para algunos críticos, el mejor de sus ballets aunque no fuese el más popular, resultado de la serie de números musicales que iban desde una danza china a la danza española, con aspectos reseñables como los diálogos de flautas y fagotes, los pizzicati de cuerdas en la orquestación original; la danza árabe; el trepak, baile folklórico ruso y el volátil vals de las flores. Agradeceremos la figura de la gran protectora, Mme Nadejda von Meck, quien veló durante años por su carrera, producto de su firme admiración por el compositor. La dama que recibió el apellido por su esposo, el ingeniero Karl Otto von Meck, constructor de ferrocarriles, quiso asistirse en estas labores como protectora, una Sra de la Alta Nobleza, pero no especialmente bella, veló por su futuro artístico y profesional, aunque la relación entre ambos no pasase de lo puramente artístico, quedándonos con lo puramente epistolar. El cascanueces fue bien acogido en su estreno en San Petersburgo, en marzo de 1892, llegando a repetirse varios de sus números, lo que le trajo como beneficio el poder comprarse una nueva casa en las afueras de Klin, casa que pasaría a su sirviente Alexis Sofronov, quien la vendería a su hermano Modesto, siendo en la actualidad domicilio en el que se encuentran todos los documentos del compositor y otros objetos personales, en lo que es un auténtico museo dedicado a su figura.
La suite de El cascanueces Op. 71 a., es obra estrenada en San Petersburgo el 7 de marzo de 1892, bajo la dirección del propio compositor. Mientras que las suites sacadas de de óperas se realizaron comúnmente después de haberlas estrenado, la de este ballet fue prevista durante la escritura de la misma, teniendo su ejecución antes de la representación del ballet. Un total de ocho números tras la pequeña obertura de la obra, que presenta una ambientación perfecta de una especie de cuento de hadas, por su atractiva ligereza. Las Danzas características, primero la Marcha, único número del Primer acto, mostrando un divertido empleo de los típicos instrumentos de metal, para continuar con danzas divertidas y pintorescas del último cuadro, en un orden ligeramente diferente al del ballet. Sucederán la Danza del Hada Bombón, que se exalta a mayores alturas por la instrumentación que tiene asignada por la idea del propio compositor, acuciadas por detalles grotescos e hirientes de los clarinetes, incorporando el clarinete bajo. El trepak, tal cual según su patrón, resulta una frenética danza rusa dentro de los trazados canónicos, para entregarnos a la Danza árabe, acunada por efectos de cierta languidez, que sugiere un orientalismo edulcorado. La Danza china, resulta una acalorada muestra de vitalidad y fuerte colorido sonoro, aunque tal orientalismo resulte quizás gratuito y excesivo. La danza de las flautas, posiblemente la más conocida y divulgada, se expresa por medio de tres flautas, el corno inglés y el añadido de los instrumentos de metal en la sección central. El juego de evocaciones infantiles expuestas en este pasaje, nos traslada a una conclusión con variantes ciertamente líricas y de una nobleza acorde con las demandas de esta página. El llamado Vals de las flores, aporta un tema seductor resuelto en lo musical por las trompas. Tchaikovski en esta etapa final de su vida, conocería la recaída de sus estados de ánimo, las depresiones, que le animarían a refugiarse en su retiro campestre, rechazando importantes ofrecimientos recibidos desde Budapest, Maguncia o Frankfurt, aunque no rechazase otras invitaciones procedentes de París y los Estados Unidos. Para su hermano Modest, su mirada resultaba alarmante en lo concerniente a sus estados de ánimo que nos lo presentaba como ausente y lúgubre. Una etapa en la que dio a conocer su ópera Iolanta, hoy recuperada con cierta fortuna; o la más notable de sus sinfonías, la número 6, en Si m (Patética), mientras era víctima de estados de agitación e intranquilidad, que le condenaron a una imposibilidad de trabajar.
Ramón García Balado

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