10/12/2025

 Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela


Los ocho privilegiados a la plaza de director asistente, compartieron estas fechas dentro de la propuesta a ocuparla tras el período de años que disfrutamos con la figura de Sebastian Zinka, a quien curiosamente le tuvimos casi como despedida a comienzos de octubre en el proyecto Sensozenomas 25, y que había incluido también a la Banda Municipal con su titular Casiano Mouriño Maquieira. – el Concierto del día 11 a las 20´30 h-, con sesión previa de Conversando con…teniendo como protagonistas a los cuatro finalistas y al compositor Joan Magrané ,en la Sala Mozart, nos invita a la charla de orientación con el propio Baldur Brönnimann, a las 19´45 h.-  dejándonos  el resultado de tantas esperanzas en las que los aspirantes, han podido intercambiar pareceres y experiencias enriquecedoras de las que con seguridad, guardaran recuerdos y posibles amistades, como es el caso del gallego Xaime Irisarri,  cuyo resultado definitivo será esta sesión final probando con  una obra tan peculiar y compleja como el Concierto rumano  (Concert românesc), de György Ligeti, en una tarde que incluyen en el apartado Cometa, una pieza de Joan Magrané;  la obertura Coriolano Op. 62 y la Sinfonía nº 1, en Do M. de L.v. Beethoven, con sesión previa de Conversando con…19´45, en la Sala Mozart, a cargo de su titular  Baldur Brönnimann.  La relación de directores asistentes, se repartieron  entre  Stefano Boccacci, Rosina Flueckiger, Javier Huerta Gimeno, Daniel Huertas Ferrer, Xaime Irisarri, Gena Líevano, César Ramos y Leonard David Wacker, pasando a la fase final César Ramos, Javier Huerta Gimeno, Leonard David Wackner y Stefano Boccacci, quienes se repartirán la dirección de las obras anunciadas repartidas por tiempos.   Joan Magrané, con su aportación, dejará muestra del magisterio de un compositor que fue alumno de Ramón Humet y de Agustín Charles en la ESMUC, antes de trasladarse a la Kunst Universität Graz (Austria), con Beat Furrer, y al Conservatoire Nationale Superieur de Musique et Dance (Paris); siguió cursos de Pierre Boulez, S. Sciarrino; H. Lanchemann, Sánchez- Verdú, Bryan Ferneyhough, Alberto Posadas o Héctor Parra, entre otros. De Magrané, pudimos escuchar el domingo pasado y en lunes desde la Fundación Juan March madrileña su pieza Sonatina sobre El rossignol, entre otras obras, en interpretación del grupo Noctes, dirigido por María Mauri, en su ciclo de Jóvenes Intérpretes

Clave de esta convocatoria, nos la ofreció el Concierto romano (1951), de György Ligeti, obra con excelente acogida en su presentación  por la O. P. de  Los Ángeles, con Esa Pekka Salonen tras su primera experiencia en Bucarest gracias a los valores estilísticos que comparte con Béla Bartók y Zoltan Kodaly. Obras que había contribuido a su asentamiento, había sido Apariciones y Atmósferas para orquesta (1961, obras que enmarcan un período de transición hacia experimentalismo en otra dimensión y que en el caso de esta última se daría a conocer en el Festival de Donaueschingen, bajo la tutela de Hans Rosbaud. El puente establecido en este Concert Românesc , nos permite acudir en consulta a Béla Bartók, a través de sus testimonios aportados en sus Escritos sobre música popular, en los que profundiza sobre las herencias folklóricas del entorno eslavo. Para el maestro Bartók, llamamos folklore musical comparado a aquella muy joven disciplina científica colocada entre la musicología y el folklore, y que sólo desde hace muy pocos años practican con amplitud los estudiosos de la música popular. Es objetivo de esta disciplina establecer los tipos originarios de los respectivos cantos populares, además de los elementos comunes y de las influencias recíprocas entre las distintas músicas populares. Ello, naturalmente, sobre la base de comparaciones entre las colecciones de los varios pueblos afines o vecinos. El inmenso territorio virgen habitado por los rumanos espera aún se explotado (Új Elet, 1912)

Bartók, al servicio de la cultura rumana, según el Dr. S. C. Sereghy Elemér (Nemzeti, Ujság. 1920): Entre los pueblos de Hungría, el rumano es el único que ha conservado de manera incontaminada la forma primordial de su música. Bartók, mantendría con dolor que los cantos populares rumanos no han sido recogidos ni siquiera en Rumanía, sino tan solo en Transilvania, vale decir, por el mismo Barkók. El Sr Sereghy Elemér ,regio profesor húngaro, divide Transilvania en tres zonas rumanas , proclamando que los ducados de Máramaros, Ugocsa, Szatmár, Szilágy, Beszterce- Nasród, Bihar y Hunyad, comprendiendo naturalmente los territorios adyacentes,  al sur y al este, son una zona cultural rumana. ¿Qué le habrá pasado a Bartók?  Hace tres años proclamaba todavía en origen húngaro de los cantos populares rumanos: Ahora, en cambio, quiere remitir todos nuestros cantos transilvanos a un origen rumano. Sería de desear que el Ministerio de Instrucción Pública ofreciera a Bartók, antes de la expiración de su licencia, una oportunidad para que se exprese con mayor claridad con respecto de su nacionalidad. La sencilla recopilación de los Escritos sobre música popular bartókianos, ilumina el paisaje de esos entornos eslavos, y que siempre pone a nuestro alcance, una imprescindible vía de orientación.

 Beethoven- Sinfonía nº 1, en Do M. Op. 21-, para Jan Swarfford, es obra que recuerda a Haydn que a Mozart. El comienzo de la introducción Adagio molto, es una serie de acordes de los vientos que fuerzan un par de reglas, aunque de forma ligera: comienza con una disonancia y una tonalidad equivocadas. Solo el cuarto compás alcanzar la música un acorde en el que revela que la pieza está en Do M. El motivo principal es el semitono ascendente que se oye una y otra vez al principio de la introducción, ascendiendo y descendiendo una escala, anunciando la figura de la introducción del último movimiento.  Sigue un vigoroso Allegro con brio, de aire militar, fraseo firme, modestas modulaciones y desarrollo y coda no excesivamente largos. Gran parte del movimiento está en forte o fortissimo y en buena medida está escrito para toda la orquesta al completo. El segundo movimiento (escrito en forma de sonata inisual), el autor estaría más próximo al carácter preciosista del estilo galant del s. XVIIIm todavía en boga en aquellos años. Por muy lejos que estuviera de su propio temperamento, el galant, era un tono que podía exhibir siempre que quería. Llamó el tercer movimiento Minuetto, pero su tempo de Allegro molto e Vivace revela el trato de un Scherzo. Éste es vehemente, como se supone que tienen los scherzi, pero en la práctica es uno de los menos destacados de todos los que escribió. El tono de moderada alegría se mantiene en el Finale, que comienza como el primer movimiento, con una introducción en Adagio. Hay un claro parecido familiar con los temas de apertura de todos los movimientos; a estas alturas, estos tipos de relaciones entre los movimientos eran ya una vieja costumbre de Beethoven. La Primera Sinfonía en Do M. Op. 21, es más grande y en teoría más ambiciosa que sus obras de cámara, y al mismo tiempo fue concebida para atraer a un público educado en Haydn y W. A. Mozart. El autor había estado durante años trabajando en una sinfonía en esa tonalidad. Ahora, buscando un gran final, dejó al lado las dudas y acabó de componer la obra a gran velocidad. Aprovechó lo que habían sido ideas para el primer movimiento y las transfirió al Finale, componiendo luego los tres movimientos. Debido al paso de aquellas ideas transferidas, la sinfonía apunta en la dirección que Beethoven estaba persiguiendo: el Finale se convertía en el movimiento más importante e intenso, en lugar de otorgar el mayor peso al primer movimiento, como en otras sinfonías. La Obertura Coriolano OP. 62, en Do m., célèbre  morceau no fue compuesta como se podía creer para el homónimo drama de Shakespeare, sino como comentario musical de una tragedia, hoy completamente olvidada, de Heinrich- Joseph von Collin, notorio jurista y poeta de la época del compositor, siendo estrenada en Viena en 1807, para este trabajo, el citado Collin, quien solía entrar sin la menor consideración sobre material literario de autores consagrados, abreviando gustos y repertorios de los clásicos.

Ramón García Balado

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