12/10/2025

Kenneth Weiss: Homenaje a Wanda Landowska, en el Teatro Principal

  Teatro Principal, Santiago de Compostela


Concierto del VII Ateneo Barroco en el Salón Teatro, con el clavecinista Kenneth Weiss- día 14, a las 20´00 h-, para un programa dedicado a Wanda Landowska, intérprete que repite tras un concierto dedicado a El Arte de la fuga, de J.S. Bach, un neoyorquino que estudió en la High School  of Performance Arts, tras seguir las docencias de Lisa Goode Crawford, en Oberlin y con Gustav Leonhardt, en el Conservatorio Sweelinck (Amsterdam), para integrarse como asistente de William Christie en Les Arts Florissants, en proyectos de cierta importancia, compartidos con las labores en los programas de Le Jardin de Voix, colaborando con Jiri Kylian en Doux Mesonges, en la Ópera de París. Una de sus especialidades con los conciertos como los que esta vez ofrece, una sesión de corte monográfico, dedicado a la figura de una ilustre clavecinista, en una selección de obras que serían representativas de su estilo. Tendremos la recreación histórica de la grabación de 1957, en la que incluiría piezas de J.S. Bach, Domenico Scarlati, Jacques Champion de Chambonnieres, Henry Purcell, François Couperin, una pieza anónima, G. F. Händel, dos de W.A. Mozart y un tiempo del Concierto en Re M. BWV 972, J.S. Bach/Vivaldi. Preferencia pues del intérprete, a los géneros camerísticos, por la abundancia de compromisos que se reparten desde Le Roque d´Anthéron, a Innsbruck, La Chaise- Dieu, La Chaud de Fonds, experiencias que comparte con artistas como Fabio Biondi, Daniel Hope, Monica Huggett, Lina Tur Bonet, o coreógrafas como Trisha Brown, llegando a ser director musical de .O. un ballet sobre La ofrenda musical, de J.S. Bach, estrenado en La Monnaie de Bruselas, entre otras aventuras como Dido y Eneas (Purcell), para Aix- en- Provence; madrigales de Claudio Monteverdi, Le Nozze di Figaro, en la Cité de La Musique; L´Incoronazione di Poppea, que se añaden al período de dirección con The English Concert. Uno de sus registros en directo, incluía las Variaciones Golberg (J.S.Bach) o las Sonatas para violín de Elisabeth Jacques de la Guerre y El clave bien temperado de J.S. Bach. Ejerce la docencia en la Haute École de Musique (Ginebra) y en la Juilliard School neoyorquina.

Wanda Landowska, la homenajeada, había seguido en sus comienzos la tradición chopiana, pero la asistencia a  un concierto con obras de Rameau, tocado por una alumna de Liszt, deslumbró un futuro tentador, que la llevaría a interesarse por instrumentos antiguos que serán determinantes en su evolución, época repartida entre París y Berlín, en donde se encontraría con quien sería su compañero Henri Lew-Landowski. Años en los que el clave no era instrumento desconocido aunque las firmas  Pleyel y Érard, conservaban su interés por sus distintos modelos, mediando figuras como la de Louis Diémer, respetado por los aficionados a la música. Claves que entonces, no incluían el registro de 16 pies, un detalle que imprimía al mismo un carácter grave  y noble, semejante al del  órgano, en beneficio de aquellos primeros clavecinistas. Una puja que mantendrá vivo el enfrentamiento cotidiano con el piano. En 1912, Landowska estrenó en el Bachfest (Bratislavia), un nuevo modelo de clave de concierto, construido por Pleyel, bajo su propia supervisión y que incorporaba indicaciones con la intención de recuperar los estilos de la época bachiana, en medio de un ambiente ayudado a la publicación de estudios musicológicos, con argumentos elocuentes y divulgativos. Trabajos suyos habían sido editados anteriormente en su recopilación Musique Ancienne, redactado conjuntamente con Henri Lew, un trabajo osado a sabiendas del enfrentamiento con los pianistas, entre los que aparecía Ignaz Paderewski, quien llegó a enfrentarse con ella. Por su cuenta, Wanda configuraría sus programas con obras conocidas asociadas al piano, desde Mozart a otras de repertorio, al Concierto Italiano, de J.S. Bach. Una actitud que podría sentirse como apostolado en forma de estrategia musical, rescatando repertorio olvidado por cualquier vía posible o transcripciones de danzas de Antoine Francisque, en colaboración con otros estudiosos. La Hochschule für Musik (Berlin), creó para ella la cátedra de clave (1913), invitando a compositores de prestigio a que le dedicasen obras, desde Delius a Thomé, Massenet o Ravel y nuestro Manuel de Falla, a través de El retablo de maese Pedro (1923), que abriría espacio para el Concierto para clave. Amargos años después de la Primera Guerra Mundial, en los que perdería a su compañero en un sospechoso accidente de tráfico, años en los que crearía su escuela en Saint-Leu-la Foret, la École de Musique Ancienne, siendo más amargos los que  conocerá tras su traslado a los Estados Unidos, en los que se alejará de Europa. Perdería su legado en el que se conservaban instrumentos de la dinastía Ruckers, una extraordinaria biblioteca, con manuscritos únicos, incluidos concierto para clave.

Landowska había sido calificada como Die Dame mit dem Cembalo, según Martin Elste y para Arthur Nikisch, sería la Bachante, un ingenioso juego de palabras, inspirado tras escucharla en una sesión con obras de Bach. Robert Brussel, la comparó con las heroínas de Maurice Meterlinck o las vírgenes prerrafaelitas de Edward Burne-Jones, y  ella misma se definía como Mamusia, un diminutivo de mamá en polaco. Documentos suyos se conservan en la Library of Congress (Washington), diez cuadernos escritos entre 1894/1900, obras para el clave aunque en algún momento confesase la intención de componer piezas para  coro o lieder. Como artista, cuidaba su puesta en escena, enfundada en un largo vestido negro, con el pelo recogido, dejando la apariencia de una de las heroínas de Maeterlick. La apuesta de teclados históricos cultivados por Ignaz Moscheles o François- Joseph Fetis, Landowska pretendía no plantear una demostración sino que se valió del clave como una apuesta sonora vanguardista, para interpretar repertorios pretéritos. En su dilatada carrera, llegó a visitar la Residencia de Estudiantes (1920), mientras realizaba una gira por España, con resultados como el Concierto para clave, de Falla- estrenado en Barcelona el 5  de noviembre de 1926-, una idea de su planteamiento de viajar con su propio clave, temprana experiencia de su colaboración con  Pleyel, producto de la Exposición Universal de París (1889) y que mantendría durante un largo período. Un instrumento que se caracterizaba por disponer de dos manuales o teclados que imitaban la disposición pianística en los colores y las dimensiones de las teclas- lo que facilitaba a su vez a la propia Wanda, la alternancia con el piano, en sus conciertos-,provistos de plectros de cuero y una hilera de seis pedales para activar los diferentes registros.  Pleyel, por sugerencia suya, añadiría un séptimo pedal para activar el registro de 16´,  que ampliaba la sonoridad del instrumento, al hacerlo sonar una octava más grave, un nuevo prototipo que aumentó e incrementó la estabilidad de la caja, para permitir el transporte habitual de claves en los teatros en los que tocaba. Landowska, tuvo también relación artística con el Noucentisme, a caballo con el Neoclasicismo; el Arts & Craft o el movimiento Mloda Polska (Joven Polonia). Para el día 15, dos actividades repartidas entre la dedicada a Cinema, doc, música…en Númax, que nos invita al filme The Quest for Tonewood (La búsqueda del violín perfecto), de Hans Lukas Hansen- 19´45 h-, y que es continuación de la del certamen pasado de Pere Portabella, Stille vor Bach (El silencio antes de Bach),  un relato sobre Gaspar Borchard, en su aventura por los bosques balcánicos, en la búsqueda de maderas para los instrumentos de Cremona y en el Club de Lectura, Helena Attle:El violín de Lev, moderada por Olaia Tubío, a las 18´00 h., título publicado por El Acantilado.

Ramón García Balado

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