Paraninfo da Universidade, Santiago de Compostela
Dos intérpretes de la EAEM, en el Paraninfo da Universidade, día 9 a las 19´30 h., y que abrirá Inès Fernando, alumna de Timur Sadykov, acompañada por la pianista Eriko Ishimoto, tendrá en programa la Sonata Arpegione, en La m. D. 821, de F.Schubert, obra que según Briggite Massin está relacionada con el fabricante vienés Johann Georg Staufer (1778/1853), especializado en instrumentos de cuerda quien construyó una especie de violín (por su forma) y guitarra (por el número de cuerdas, seis), que llevaba el nombre de arpegione, o también guitarra-violonchelo o guitarra de amor. Vicent Schuster fue un virtuoso de este efímero instrumento y fundador de la escuela para promocionar el arpeggione; fue probablemente quien encargó a Schubert la composición de una sonata destinada a probar la musicalidad del nuevo instrumento. La sonata fue escrita muy rápidamente, como demuestra el manuscrito muy poco cuidado. Fue interpretada antes del fin de año en casa de Schuster, con Schubert al piano. No queda ningún documento que hable de esta ejecución. La sonata no tiene la dimensión de los cuartetos de cuerda escritos algunos meses antes. Solo consta de tres movimientos, relativamente reducidos, que dejan traslucir la intención de destacar un instrumento inusitado. El primer movimiento, Allegro moderato, está en La m., y su primer tema melancólico, está expuesto al piano pero repetido pronto por el arpegione; es este el que expone el segundo tema, vivo y danzante. El desarrollo, después de un único enunciado del primer tema ampliado, está llevado por el arpeggione; una bella transición de clima inquietante, trae consigo la reexposición, durante la cual el instrumento vedette vuelve a exponer alternativamente los dos temas. La conclusión se mantiene en la línea melódica del comienzo del movimiento. El segundo movimiento, es un Adagio en Mi M., concebido como un Lied; el arpeggione corresponde a la soñadora melodía, al piano el acompañamiento discreto y tranquilo. El interés se centra sobre las cualidades expresivas del insólito instrumento; es el encargado de termina el movimiento sobre cuatro compases de una cadencia que introduce directamente al final. El Allegretto, en La M., es un rondó en varios episodios. Sigue siendo evidente el interés por realzar el instrumento de cuerda, tanto si se trata del estribillo de aire popular, o de los intermedios (el primero en Re m., violentamente ritmado, el segundo en Mi M., mucho más melódico, y también mucho más desarrollado), la parte principal vuelve a corresponder al arpeggione, que debe demostrar sus posibilidades de agilidad y de virtuosismo como demostraba su expresividad en el movimiento precedente. Obra de circunstancia, de evasión, la sonata, no deja de tener, por el sabor de sus temas, la sucesión casi improvisada de sus elementos melódicos y la soltura de su desarrollo, un encanto evidente, un poco anticuado y nostálgico. La primera edición de la obra, en 1871, incluía la transcripción para violín o violonchelo, junto a la parte del arpeggione. Se hicieron arreglos más tardíos para viola o para guitarra. E incluso transcripciones orquestales de la parte del piano. En nuestros días se interpreta casi siempre con violonchelo y piano. Es la única obra en dúo de Schubert que puede inscribirse en el repertorio de los violonchelistas.
Óscar Rial Salgueiro, alumno de Javier Simó y Ramón Llaster, disfrutará de la asistencia de Haruna Takebe, en la transcripción para dúo del Concierto para trompeta, en Mi b m.Hob. VIIe.I, de Franz Joseph Haydn, obra de 1796, en la serie menos afortunada de los dedicados a instrumentos de viento, en los que abundan de forma especial los perdidos y abandonados, además de los apócrifos, como habían sido dos de los dedicados para flauta- Conciertos en Re M. Hob. VIIf.1 y Hob VIIf. D1, el primero con el íncipit Entwurf-Katalog, perdido y el segundo, definitivamente asimilado a Leopold Hofmann, a pesar de que fue siendo interpretado con frecuencia con originalidad errónea. Concierto destinados al definitivo olvido fueron el destinado para trompa, en Re M. Hob. VIId1; el destinado para dos trompas en Mi b M. Hob, VIId.2, añadiendo el apócrifo Hob, VIId.4, para trompa en Re M. Otro para dos trompas, en la tonalidad de Mi b M., se encuentra en los archivos Oettingen-Wallerstein, de cuya evidencia se tuvo conocimiento en fecha tan cercana como 1959, gracias a la mediación de Karl de Nys, obra que circuló con el nombre del maestro de la sinfonía y de los cuartetos de cuerda y que curiosamente podrá atribuirse a su apreciado hermano Michael, siempre condenado a ocupar un rango inferior en la historia de la música. Es verdad que la sombra de Franz Joseph era sobradamente alargada. Para mayor gratificación, en medio de una situación plagada de equívocos, podremos consolarnos con obras incuestionables como el Concierto Hob. VIId. 3, en Re M., para trompa (1762) o este modélico Concierto para trompeta, en Mi b M. Hob. Vlle. 1., cuyo manuscrito autógrafo está fechado en 1796, tratándose de su último concierto además de su postrera partitura orquestal. Dedicado a Anton Weidinger, trompetista prestigioso de la corte vienesa, sería además inventor de unas trompetas con llaves capaces de tocar en una extensión de dos octavas, de una forma justa y pura, todos los grados de la escala cromática. Weidinger interpretó por vez primera este concierto de Haydn, precisamente en Viena, el 28 de marzo de 1800. Su trompeta de llaves dejaría a los asistentes en un grado de éxtasis arrebatado, mientras que Hummel realizaría lo propio para el mismo instrumento tres años después. Un concierto para gran orquesta y que en lo orgánico mantendría dos flautas, dos oboes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas y un equipamiento de timbales, además de cuerdas. Un año antes el maestro había presentado lo que sería su última sinfonía- la nº 104, en Re M., conocida como Londres y que se daría a conocer en beneficio propio del autor, en la capital inglesa, dentro de los Opera Concerts). Tres tiempos en la obra que se nos reserva, comenzando por el Allegro 4/4 , en el que condesa un trabajo temático densamente ceñido, dentro de los cánones de la forma sonata abreviada para esa concisión lapidaria del ideario postrero. Los detalles rítmicos o los melodismos del solista, resumen precisamente un tratamiento hasta las profundidades. El Andante, en La b M. 6/8, emparenta con la Gott erhalte Franz den Kaiser Hob. XXVa. 43, una evocación del himno austríaco que compondrá al año siguiente, con atisbos si cabe de la sensibilidad romántica. El Allegro final 2/4, es una amalgama lúcida y brillante de detalles tomados del propio compositor, desde la forma sonata a los modismos del rondó. Página claramente luminosa cargada de episodios contrastantes que para cualificado estudiosos acabará sorprendiendo que no haya sido publicada hasta el siglo XX o que sorprendentemente no hubiese pasado por la criba del desafuero, soportando la destrucción de su manuscrito original.
Ramón García Balado
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