Teatro Principal, Santiago de Compostela
Concierto del V Ateneo Barroco en el Teatro Principal- miércoles día 18 a las 20´00 h-, con el clavecinista Kenneth Weiss, para una personal lectura de El arte de la fuga de J. Sebastian Bach, obra a su medida por el profundo estudio que sobre esta obra viene realizando a lo largo de su carrera. Kenneth Weiss, pasó por la High School of Performing Arts, con Lisa Goode Crawford, antes de alcanzar el magisterio de Gustav Leonhardt, en el Conservatorio Sweelinck (Amsterdam), y consumar oficio como asistente de William Christie, en Les Arts Florissants, con el que realizará importantes grabaciones y producciones artísticas, destacando el proyecto vigente Jardin de Voix. Su asistencia a certámenes de rango, le llevó a presentarse en La Roque d´Antheron, Innsbruck, la Citée de la Musique parisina o los festivales de nuestro país, colaborando con músicos como Fabio Luisi, Daniel Hope, Monica Huggett o Lina Tur Bonet, a la que tendremos con su grupo clausurando Ateneo Barroco; la coreógrafa Trisha Brown. Dirigió formaciones como The English Concert; la O.Barroca, de Salamanca; Divino Sospiro; la O.N. des Pays de Loire, destacando su grabación de las Variaciones Goldberg y El clave bien temperado, de J.S. Bach; las sonatas para violín, de Elisabeth Jacques de la Guerre, citar algunas, mientras ejerce la docencia en la Haute École de Musique (Ginebra) y en la Juilliard School, neoyorquina.
Kennett Weiss y El arte de la fuga, para el intérprete y en cuatro rasgos, el conjunto de 14 fugas (o contrapuntos), y 4 cánones basados en un único tema. La última obra más lograda de la exploración de Bach de composición contrapuntística. Aunque sus contemporáneos le considerasen un maestro de la fuga, el músico tentó superar los límites de su magisterio empleando un tema único, en Re m., para crear su apoteosis contrapuntística. Cada fuga, aumenta su complejidad y el sujeto original sufre numerosas transformaciones que tientan demostrar todas las posibilidades de la composición fugada. Última obra del autor que quedaría sin resolución, sin que se especifique para que instrumento/s , está destinada, su hijo Karl Philipp Emmanuel Bach, pensará en el clave, con edición editada poco después de la muerte de su prócer. Para Weiss, siguiendo a su maestro Gustav Leonhardt, se trata de una obra para teclado aunque en este asunto de obras para este medio, más que en cualquier otro compositor, puedan transcribirse sin el menor recato para otros instrumentos como el Cuarteto de cuerdas; el piano sobre el que trabajarán las generaciones desde el clasicismo y, evidentemente, las combinaciones de instrumentos a capricho de los intérpretes.
El arte de la fuga BWV 1080, fue obra pensada como trabajo teórico y poco imaginable en su opción para ser interpretada instrumentalmente, pero pesará en gran medida el rigor libérrimo de los especialistas musicológicos, que confirmarán la realidad que actualmente es una evidencia. Disfrutemos pues de las posibilidades que ofrecen profesionales prestigiados como Gustav Leonhardt, junto a Bob van Asperen; Reinhardt Goebel y el Musica Antiqua Köln; Rinaldo Alessandrini, con el Concerto Italiano; las pianísticas en otros criterios como las Grigori Sokolov, Zoltán Kocsis; las organísticas de Marie Claire Alain, Helmuth Walcha o André Isoir y las sublimes clavecinísticas de Ton Koopman, Kennett Gilbert, Davitt Moroney, y tantas otras en su recreación orquestal.
Unas primeras planchas de tan polémica propuesta creativa y testimonial, quedaron todavía en vida del autor a pesar de que el manuscrito quedase en bocetos, siendo dudoso hasta el título de la obra, reconociendo la parte de conservación respetada por su hijo Karl Phillipp Emmanuel, con todas sus inexactitudes e incoherencias, asunto al que se añade la figura de otro personaje como fue Johannes Heinrich Schübler. Una obra que proseguiría las pretensiones imaginativas de La ofrenda musical. La cuestión del orden de las fugas acabará resolviéndose según el criterio de los intérpretes, permitiendo con ello opciones quizás cuestionables siempre bajo el peso heredado históricamente, como un trabajo teórico. Hasta el año 1977, se habían localizado 53 transcripciones publicadas y 89, no publicadas. Solo los 4 cánones fueron ordenados distintamente unas sesenta veces. También los números de la primera edición fueron alterados aleatoriamente. La modernidad y el especial en Alemania, no ha parado de recibir parabienes. El añadido de obra abstracta, dará razones sobradas a lo largo de más de un siglo y un detalle de interés, será la pugna agotadora mantenida por Wolfgang Graeser, para lograr la interpretación para gran orquesta, el 26 de junio de 1927, en la Iglesia de Santo Tomás, dirigida por Karl Straube. Sobran pues opiniones críticas y fundamentadas que defienden hasta el agotamiento esa libertad. Hermann Scherchen, se decidiría por la edición de Vautaz, para diversas combinaciones de instrumentos para su registro con Accord, que se recogería en el estreno de mayo de 1965, un definitivo documento histórico que servirá de puente entre el período bachiano y las alternativas actuales; también los músicos de la Segunda Escuela Vienesa, Arnold Schönberg y Webern, se añadirán a la relación de seguidores.
Ramón García Balado
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