Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Apertura de temporada de la RFG en el Auditorio de Galicia-jueves día 5 a las 20´00 h.-,
Auditorio de Galicia |
György Ligeti en su Concierto para piano, del que será solista Alberto Rosado, quien lo grabó en registro discográfico, con el Plural Esemble y al que tuvimos en las Xornadas de Música Contemporánea 2022, en las destacaron JONDE FOCUS, bajo la dirección de Fabián Panisello. Rosado, con el Plural Ensemble, ofreció en la primera cita una sesión con obras de G. Friedrich Hass; Kaija Saariaho; Fabian Panisello y Steve Reich. El período de composición de este concierto, mostrará su tendencia a uso intenso de las polirritmias, un aspecto que estuvo presente en su evolución y que redundará en una aproximación a culturas distantes, tras la etapa fundamental de Colonia y Darmstadt, con resultados en este espacio como los Estudios para piano. Desde los fundamentos, Ligeti se preocupará por las técnicas de complejos cromáticos, dejando de ser las alturas del sonido y el ritmo la idea del idioma sonoro, en beneficio de la creación de texturas observadas con independencia armónica del sistema total. En su permanente evolución, el compositor aceptará que cada vez que completaba una obra, revisaría sus posiciones concluyendo por rechazar los estereotipos artísticos sin aceptar ninguno como definitivo, en función de esa irresistible curiosidad que nos trasmitía en el resultado de esos trabajos, forzado por una irresistible curiosidad, lo que le llevaría a perder aquella entrega a los principios adquiridos en Darmstadt.
El Concierto para piano y orquesta, no será ajeno a esos condicionantes, y que el autor pretende mostrar su independencia de los débitos de las vanguardias tradicionales o los posmodernismos. La obra en concreto será una dedicatoria al director norteamericano Mario de Bonaventura, quien lo estrenará el 29 de febrero de 1988, en Viena. Hubo bocetos previos en 1980 pero tardaría cinco años hasta completar el trabajo. Los tres primeros movimientos se presentaron en Graz (Austria), el 23 de octubre de 1986, a cargo del pianista Anthony di Bonaventura, con la Wien Philharmonic O., y al año siguiente, añadirán otros dos tiempos- el cuarto y el quinto-; esperando hasta 1988 para completar la obra en cinco tiempos: Vivace molto rítmico e preciso; Lento e deserto; Vivace cantábile; Allegro risoluto y Presto luminoso. Compleja resulta la propuesta en la plantilla orquestal, por el despliegue de recursos instrumentales que ayudan a su resolución tímbrica y sonora, una aportación requerida además, ya que al mismo tiempo se dedicaba a ahondar en los Estudios para piano. Perceptible resulta esa recurrencia a las culturas que atraían sus preocupaciones y que se despliegan en los instrumentos de percusión como entramado de recreación observable en sumo grado en el Presto luminoso, una consecuencia previsible de los dos intermedios.
Las Danzas sinfónicas Op. 45, de Sergei Rachmaninov, conocieron su estreno en Filadelfia con Eugène Ormandy (1941), respondiendo a los títulos de El Día; El Crepúsculo y Medianoche que al final quedarán postergados por los actuales, aceptado que parte de la música proviene de un ballet inacabado. El Non allegro, se inicia con un arpegio de tres notas sobre un fondo ritmado que dejará paso al tema fundamental. Una ostentosa idea saltarina deja un aspecto grotesco marcado por los timbres de maderas. El desarrollo cambia de orientación por su talante nostálgico en el que las maderas insinúan una ambientación pastoral, permitiendo a las cuerdas un mayor protagonismo expresivo. El Andante con moto-Tempo di valse, observa una serie de acordes disonantes de metales, que preparar el estilo de vals protagonizado por cuerdas y corno inglés. Un pulso continuo define este tiempo dejando una sensación de permanente enfrentamiento que añade matices cercanos a los estilos impresionistas. El Lento assai-Allegro vivace, manifiesta con regocijo una serie de enfrentamientos entre instrumentos de la orquesta que se entremezcla con el tema del Dies Irae, un capricho recurrente del propio compositor y que anticipa la poderosa parte final, muy reforzada por la percusión.
Ramón García Balado
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