Auditorio Pascual Veiga, Mondoñedo
La soprano Sara Blanch, estará en el Auditorio Pascual Veiga de Mondoñedo, en el XII Festival Bal y Gay-día 17, a las 20´30 h-, acompañada por el pianista Julius Drake, para ofrecernos una selección de Lieder elegidos entre obras de Gustav Mahler, F. Schubert, Hugo Wolf y Richard Strauss, una cantante que estudió en el Conservatori del Liceu, con Mariella Devia, fue galardonada en el Concurso tenor Viñas (2016) y que profesionalmente, interpretó roles como Sentinella, (Lisístrita), de Albert Carbonell; Littlel Sweep (Britten); Rita (Donizetti); Il turco in Italia (Rossini), Óscar de Un ballo in maschera (Verdi) o la Reina de la noche (La flauta mágica) tras participar en el Festival Rossini de Pésaro o Le Comte Ory en París o Ariadna auf Naxos, en la Wiener Staatsoper; Delia y Contessa di Folleville (Viaggio a Reims), Aspasia (Mitridade). Julius Drake, el pianista, es un notable repertorista en ciclos especializados que prestigió su carrera en certámenes que se reparten entre el Wigmore Hall (Londres); el Concergebouw (Amsterdam), el Teatro alla Scala (Milán), el Teatro de La Zarzuela, el Mercat des Flors (Barcelona), mientras ejerce la docencia en centros como la Guildhall School of Music. Sara Blanch estudió con Teresa Berganza y con Montserrat Caballé. En fechas próximas, presentará un programa similar al de esta cita, tras ofrecer conciertos en la Schubertiada (Vilabertrán), detrás de esta iniciativa, está la figura de Victor Medem, director del certamen, quien además de garantizarle los recursos necesarios, se trata de una alternativa profundamente meditada, con esta serie de Lieder. Desde los primeros años de experiencia, mostró una afinidad con el estilo de canto de Cecilia Bartoli, una voz que siempre ayudó a su evolución y en fechas próximas, la tendrá como vecina en el Festival de Salzburgo, entre sus ambiciones, valdría considerar su aspiración a cantar en el Covent Garden, donde interpretara La hija de regimiento, de Donizetti y el Metropolitan neoyorquino.
Un programa que parte de Gustav Mahler, por tres Lieder del ciclo Des Knaben Wunderhorn, reflejo de un hombre de su tiempo que define las conquistas y la evolución del lenguaje musical, durante los primeros años del siglo XX, en lo relativo a la melodía cantada, con la que encuentra las dificultades de abstraerse del tiempo presente, un cierto talante popular en un retorno a la naturaleza en un pulso irresistible de atracción por medio del reclamo del canto popular en su simplicidad espontánea que abre una profunda expresión que nos traslada a una expresión espontánea. Eu autor tiene ante sí, la sensación de descubrir un mundo nuevo que pocos músicos habían conseguido hasta entonces. El autor se inscribe en el estilo que apuesta por la elección del poema, con una idea clara del objetivo que pretende en cada uno de los Lieder, enfatizando la dimensión dramática sobre puntuales recreaciones cómicas. A diferencia de Schubert, Schumann o Hugo Wolf, no se planteaba servir al poema, sino servirse de él, para expresar su propio discurso expresivo de forma irrenunciable, en relación de forma intrínseca a su psique emotiva, en la que residen voces amargas expresadas en un doloroso lamento. Mahler no conoció Des Knaben Wunderhorn, hasta finales de 1887 o principios del año siguiente, aspecto que aparece en la mayoría de las publicaciones, cuando comenzó a componer su primera serie de los 9 Lieder, con acompañamiento de piano. Quedan dudas sobre la opinión establecida por los estudiosos Guido Adler y Paul Stefan, de que Mahler fuera el autor de los primeros versos de Wenn mein Schatz Hochzeit macht, del ciclo Lieder eines fahrendes Gesselen (Canciones del camarada errante), iniciado en 1884, ante la evidencia de ser exacto a una rima de danza, de la colección popular. El Lied para Mahler, mucho más que un género musical interesante y complementario con la sinfonía, logrando un nexo unitario interconectado en un polo indisoluble de su pensamiento o necesidad expresiva en el ámbito musical.
Franz Schubert, en una selección de Lieder conocidos entre los que apreciaremos: Auf dem See D. 543; Nachviolen D. 752; Der Tod und das Mädchen; Gretchen am Spinnrade o Erlkönig D. 328. Con el compositor alcanzaremos el cenit del género, una disputa entre las demandas poéticas a partir de dominios literarios tanto líricos, como dramáticos o épicos. Para acercarnos al personaje, urge analizar no solo el pensamiento musical sino también su idea de la condición humana, en el contexto sociológico y artístico de la época que le tocó vivir, factores que influyeron en su persona además de la empatía con los posibles credos artísticos y las corrientes en boga, llegando a inclinarse por estilos épico-dramáticos o las aproximaciones al estilo de Lied-escena y la balada. El intimismo de lieder como Du bist die Ruth, Nacht und Träume o los Mignon Lieder y otros tantos. En la edición completa de Gesamtausgabe, figuran 630 Lieder- una abreviación de la Franz Schubert Werke. Kritish durchgeschene G., autorizada por el propio autor e iniciada por Breitkopf Härtel, en 1884 y completada en Leipzig, entre otros por Johannes Brahms, un apasionado defensor del compositor y su fiel Mandy Eusebius Mandyczewski, cifra que añade 57 más, recopilados por el especialista belga Reinhard von Hoorickx, quien añadiría algunos dejados por el autor al quedar inacabados.
Hugo Wolf-tres de los Mörike Lieder-piezas de juventud cuando el compositor había puesto música al famoso Mausfallen Sprüchlein, al tiempo que probaba con los Gedische von Edward Mörike fue eine Singstimme und klavier, para voz y piano, poemas a secas sin la menor mención a otra razón que no fuese la afinidad con los poemas. Mörike sería un personaje ajeno a la sociedad de su tiempo, debido a su destino por grandes núcleos urbanos, un poeta pictórico y poliédrico en esa expresividad marcada por su Weltanschauung que reflejaba el interior de su alma. Wolf se propuso ofrecer una panorámica de aquel corpus poético condensado en la diversidad que iba desde lo natural a lo sobrenatural, del realismo poético al cuento de hadas, de lo idílico a lo siniestro, de lo humorístico a lo serio, de la religión al misticismo. Fischer- Dieskau, aval del Lied a través de las obras más genuinas, afirmaba que Wolf buscaba textos alejados de todo estereotipo, en los que pudiera reconocerse al poeta contemplativo, al irónico y al desesperado.
Richard Strauss- una sublime miscelánea que aporta piezas de los Brentano Lieder Op. 68; Gedischte aus Letze Blätter Op. 10; Morgen!, delicadeza de los Vier Letze Lieder, op.27, junto a Cäcilie, del mismo grupo o Du bist mein Auge, cuarto del Op. 37. Si Schubert y Schumann fueron las referencias del Lied, Wolf y Richard Strauss fueron los continuadores en la segunda mitad del XIX, dejándonos Strauss unos 150, en los que destacan su riqueza armónica, la naturalidad del canto y el poder poético de los textos, una línea melódica que está al servicio de las demandas de la prosodia exigida, a la que se envuelve con prestancia el acompañamiento de un consumado pianista, conocedor del género del Lied, dentro de un ostensible virtuosismo-virtud de la que ya se tenía noticia, en el propio compositor-, la línea vocal se expande en el espacio sonoro con una flexibilidad excepcional, mediante largas frases diatónicas o, por el contrario, en un efervescente lirismo con arpegios, arabescos, ligaduras y encantadores melismas. En cualquier caso, sus Lieder no ocupan una posición primordial dentro de su creación, en la que toma mayor protagonismo los poemas sinfónicos, las obras orquestales y en mayor medida, las óperas.
Ramón García Balado