Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Palacio de la Ópera, A Coruña
Concierto que podrá seguirse en el Auditorio de Galicia-día 23, a las 20´30 h-, para repetir mañana en el Palacio de la Ópera de A Coruña- 20´00 h-, en el que la violinista Liza Ferschtman, incluyendo el Concierto para violín, en Re m., de Robert Schumann, dirigido por Markus Stenz, completando con la Sinfonía nº 5, en Do sost. m., de Gustav Mahler. Liza Ferschtman, tuvo como maestros a Philipp Hirshhorn, Ivry Giflis, Igor Oistrakh y Aaron Risand, y en su formación que pasaría por el Conservatorio de La Haya, tendría como profesor a Qui van Wuerdekom, para seguir en Amsterdam, con Herman Krebbers y en el Instituto Curtis, con Ida Kavafian y en la Guildhall School of Music and Drama, con David Takeno. Realizó la integral para violín y piano de L.v. Beethoven, con Inon Barnatan, interpretada en el Concertgebouw, de Amsterdam, que grabaría en cd. Recientemente la tuvimos con la OSG, incluyendo el Concierto para violín, en Re M.,Op. 77, de Brahms, dirigido por Antonello Manacorda.
Markus Stenz, fue titular de la Generalmusikdirector Köln, y su carrera le ha llevado a probar experiencias con formaciones como la London Sinfonietta; la O.S. de Melbourne; el Festival de Montepulciano, iniciativa personal mantuvo entre 1989/95; la München P.O.; la O. de la Radio de Baviera, las de Hamburgo, Bamberg, BBC, O. de la Halle; la Royal Stockholm, la O.F. de Helsinki, o el Maggio Musicale Fiorentino. Fue invitado por el Ensemble Modern y el Ensemble Intercontemporain, los BBC Proms, en donde dirigió Das Silbersee, de Kurt Weill. La ópera fue un género que motivó un destacado interés, estrenando obras de Hans Werner Henze, como la Elegie für Junge Liebende, llevada a La Fenice (Venecia); English Cat, destinada a la Deutsche Oper Berlin o Das verrentene Meer y The Bassarids.
Robert Schumann con el Concierto para violín y orquesta en Re m. WoO 23, obra con profunda relación afectiva con Johannes Brahms y el virtuoso Joseph Joachim, quien le había dejado una irresistible impresión tras escucharle en el Concierto para violín, de Beethoven, en el Festival de Düsseldorf. En su reconocimiento, le tendrá en cuenta ofreciéndole la Fantasía en Do. M. Op. 131, un trabajo ligeramente circunstancial y sin mayores atenciones, por lo que Joachim no le dio mayor importancia. Este Concierto para violín, entre otros infortunios, y atenciones, recibirá a mediados del siglo XX, en 1933, el interés de las hermanas Yelly d´ Aranyi y Adila Fachiri, sobrinas nietas de Joachim. Jelly, también violinista, se decidió a rescatarlo, cuyo original se conservaba en la Biblioteca del Estado de Prusia (Berlín), recibiendo el rechazo de la hija del compositor, aunque su edición sería posible, en un momento en el que tropezarían con el enfrentamiento del gobierno nazi, debiendo esperar hasta 1937, para que Georg Kulenkampff, pudiese ponerlo en atriles, tras revisarlo con Georg Schünemann y Paul Hindemith, quien probaría en la reducción para violín y piano. Ya Joachim había dado fe de una obra para lucimiento, como los de Mendelssohn, Brahms o Bruch. Su escritura florida y virtuosa (trinos, dobles cuerdas, detalles melódicos y agilidades), desvela un ejercicio con intervenciones en las que la orquesta resulta menos ambiciosa. Jelly D´Arányi, lo ofreció en la sala de Conciertos Queen´s Hall (Londres), con la O. S. de la BBC y habría que esperar hasta 1988, para recurrir a la revisión de Thomas Zehermair, para una grabación en la que corregiría abundantes errores del manuscrito original
In kräftingem, nicht zu schnellen, primer tiempo, manifiesta un ritmo enérgico, no mediado rápido, pero más bien relajado y que se distancia de los conflictos tonales, dominando el tema inicial, basado en la doble exposición principal. El desarrollo, es una trasformación de ese material que culmina con un pasaje en el que el violín se somete a una subordinación del esquema sinfónico, acentuado por la ausencia de cadenza. Langsam, preceptivo segundo tiempo, una especie de intermezzo lírico marcado por un estado ensoñador y emotivo que nos remite a detalles tomados de la Frühlings Ankunft Op. 79, nº 19; Vogel as Prophet de Waldenszecen y al Allegro de la Segunda Sinfonía de Norbert Burgmüller, que él había orquestado. El espíritu lejano de Schubert y Mendelssohn, quedaría como reflejo de los delirios que atormentaban al compositor en 1854 y así aparecerán la serie de variaciones que escribió sobre el tema Geistervariationen WoO 24. El tiempo final, Lebhaft doch nicht schnell (Animado aunque no tan rápido), se presenta en la tonalidad paralela de Re M., con ritmo ternario en ¾,, en forma de Rondó vigoroso y danzante, en ritmo de polonesa, preparando en final enérgico.
Gustav Mahler con la Sinfonía nº 5, en Do sost. m., estrenada por el autor en Colonia el 18 de octubre de 1904, obra que le ocupó unos dos años, en el período estival entre 1901/2, siempre bajo la impresión de que la obra rompía amarras en la renovación estética, y que para mejor confirmación podremos remitirnos a su propia memoria. Opiniones encontradas la calificarán como un trabajo esquizofrénico aunque será a la altura de los años setenta, cuando logre su definitiva aceptación, similar a la Primera y la Cuarta. Una sesión de gran calado por su dirección de Die Zauberflöte, traería como consecuencia una visita hospitalaria de urgencia- achaques acostumbrados para un director de corta vida-, y que tendría como consecuencia un colapso por una intensa hemorragia. Era su tercera operación que el compositor reposaría en Abbazia, en las costas adriáticas. La vuelta a Viena, en un verano agobiante, dejaría obras como los tres primeros movimientos de esta sinfonía; los Rückert- Lieder y una pieza orquestal del Knabenhorn y tres de los Kindertotenlieder. Un apacible retiro en su Haüschen, construida por Alfred Theuer. Alma por su parte, mantenía sus amoríos con Alexander von Zemlinski, aunque el final feliz entre ambos les llevaría a Rusia, en donde dirigió varios conciertos. Ya en Carintina, retomará esta Quinta Sinfonía, en la que reafirmará el inmenso dominio en cuanto a la técnica. El Primer movimiento, Marcha fúnebre se apoya en un solo de trompeta que desemboca en un fortissimo, en medio del tutti orquestal, para ceder a un segundo tema contrastante con violines y chelos, con una melodía procedente de la tuba y la trompeta, mostrando un desarrollo iniciado por el motivo enunciado por la trompeta. Reaparecerán las cuerdas con una coda confiado a ellas, sobre el col legno de los arcos. Un motivo de trompeta eleva el estado de ánimo, expuesto por la flauta y un pizzicatto de cuerdas quizás grotesco o burlón, que veremos en sinfonías posteriores, como la Trauermarch de esta y la primera Nachmusik, de la primera. El segundo tiempo Kräftig, nich zu schnell, es resultado de dos secciones enfrentadas desde la impetuosa, con su tema de cuerdas a la serena, con flautas, oboes, clarinetes, sostenida por otro tema del tercer tema del primer movimiento, preparado por los chelos con solemnidad. En esencia, el autor, en un alarde contrapuntístico ubica los chelos en un espacio de intensidad permitiendo una fanfarria de metales apoteósica y una coda sobre trémolos de cuerdas y terceras del arpa, que recupera motivos de las flautas. El Scherzo, especie de semivals, ofrece a la primera trompa un total protagonismo, con un trío sobre pizzicatti, de cuerdas. En definitiva, el más extenso de los compuestos, con una visible equiparación con el Rondó-Burleske de la Novena, aunque curiosamente, muchos directores no tuvieron buena opinión de este tiempo, como fue el caso de Klemperer. En su base melódica, un pasaje de un poema de La trompa mágica, que había previsto. El Adagietto, para arpa y cuerdas con su inspiración en el mundo del lied, nos acerca a los Rückert Lieder (Ich bin der Welt abhanden gekomme) , de 1901, resuelto para mayor gratitud con una amplia sección de cuerdas y arpa, inmerso en la exploración en la que se debatía su sensibilidad creativa, en particular en los ciclos de sus Lieder. El Finale, resulta una osada aventura contrapuntística desde la propuesta del fagot que nos recupera un lied del Wunderhorn, Lob´des hohen Verstandes (Elogio de la Alta Sabuduría), un contraste con Ablosung im Sommer. A partir de un fugat, el tiempo se transforma en una cascada de intercambios antifónicos del tema del Wuderhorn y del de Rückert, clave en el Adagietto precedente.
Ramón García Balado
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