Conciertos de los días 7 y 8 de noviembre
Segunda obra de la compositora en residencia Raquel García-Tomás, después de Las constelaciones que más brillan, con la que se inauguró la temporada, Ceci n´est pas une vals, es obra surgida como encargo de la RFG, el Palau de la Música, de Barcelona, la O.S. del Vallès y la Fundació Catalunya-La Pedrera. Doctora por el Royal College of Music (Londres), fue galardonada con el Premio Nacional de Música y sus obras merecieron la atención de los entes de mayor prestigio a nivel internacional, en certámenes como el Kunstfest Weimar; Lucerna o el Musikverein. De sus óperas, ya ratificadas en convocatorias de prestigio, destacan DIDO Reloaded (2013); Go, Aeneas, Go!, del año siguiente, recibiendo el Berliner Operpreis (Neuköllner Oper). DisPLACE-II, (Historia de una casa), sobre texto de H. Tornero, se presentó en el Festival Musik Theater Tage Wien, repitiendo estreno en los espacios del Teatro Canal (Madrid), en las programaciones del Teatro Real 2016/7. Je suis narcisite-obra de importante reclamo-, tuvo como colaboradores a H.Tornero y M. Pazos, estrenada en el Teatro Real (Madrid), el Teatro Español y el Teatre Lliure, logrando el Premio Alicia y nominación al Internacional Opera Awards y los Premios Max, en tres categorías. Alexina B, con libreto de Irène Gayraud, se estrenó en el Gran Teatre del Liceu, también con dirección de Marta Pazos, recibiendo una Bolsa Leonardo de la Fundación BBVA, siendo nominada para los Opera Awards (2023). Su Cuarteto de cuerda à plein, fue estrenado por el Cuarteto Quiroga y Ara si que es divina, fue puesto en atriles por la OCB, bajo la batuta de Ludovic Morlot. Las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago (2022), incluyeron su obra Tiempo suspendido (Estudio sonomecánico Op. 1) dentro del ciclo JONDE FOCUS, dirigido por Fabián Panisello, junto a obras de Elena Mendoza, Georgina Derbez, Ramón Humet y Nuria Giménez.
Ceci n´est pas une valse, no es efectivamente un vals, como tampoco lo fue La Valse de Ravel, un torbellino fantástico y fatal al que llegarán a comparar con la danza de los derviches y que pese a sus devaneos con el vals vienés, se aleja obsesivamente de los fastos cortesanos de Francisco José gracias a su visión irreal e implacable que se arriesga bajo la luz intensa para diluirse de forma inmediata. Dudas que pretendan encontrarse, habremos de buscarlas en la evolución de la compositora, las inevitables cercanías a maestros de obligada recurrencia, como es el caso de Roberto Gerhard, con el que comenzamos a tener cierta familiaridad, desde que nuestra orquesta con Brönnimann, nos ofreció la pasada temporada un monográfico con la Suite del ballet Alegrías y la Primera Sinfonía, lo que convierte a Arnold Schönberg en un maestro compositor de aquella escuela que no resulta extraña y provocadora de actitudes de rechazo. La obra de García-Tomás, tuvo espacio suficiente para entretenernos desde un Ecstati orquestal en pausado desarrollo armónico en cadencia de vals, a la trasparencia ansiada de un vals antiguo de Misty, resuelto en la desenvoltura rítmica de Playful, puntuada por timbal, caja y triángulo en una insalvable transfiguración en forma de climax, que se opone al Stealthy, denso en el despliegue orquestal repartido entre las distintas secciones en dialogo densamente enfrentado, roto por la sonoridad de glockenspiel y que se cierra con el tiempo Aethereal, enlazado como sucede en tantas obras, con el Ecstati, de una intensidad arrolladora.
Anton Brucker: Sinfonía nº 4, en Mi b M. (Romática)-, para el anecdotario y como expresaba el especialista Harold C. Schonberg, nuestro sencillo e ingenuo maestro, hijo de la naturaleza, no alardeaba de relumbrón social. Un día se encontró con Hans Richter, gran autoridad en la batuta, tras escucharle en la dirección de esta obra, le ofrecería una propina: Tome esto, dijo, y bébase una jarra de cerveza a mi salud. El atónito director miró la moneda, y se la metió en el bolsillo y más tarde la colgó de la cadena de su reloj. Los gestos de este tipo divertían a algunos e irritaban a otros. Por ejemplo, Wagner se divertía entre situaciones chocantes. Bruckner fue a Munich en 1865, para asistir al estreno de Tristán e Isolda, y la música le impresionó tanto que se convirtió en uno de los wagnerianos más entusiasta de Europa. Wagner le dio la mano y Bruckner abrumado, dobló la rodilla llevándose la mano a los labios y diciendo: Oh! Maestro, yo lo venero ¡ Gracias a la mediación del maestro de órgano Johann Herbeck, Bruckner sería nombrado organista del Conservatorio de Viena, en 1868, llegando a ser organista de la Capilla de la Corte.
Bruckner entre inseguridades y neurosis, no cederá a las urgentes revisiones de esta Cuarta Sinfonía, en Mi b M. (Romántica), realizando dos versiones e incluso tres, en lo relativo al Finale, un trabajo que le ocupará el año 1874, en medio de otros fracasos imposibles de aceptar. La edición Nowak, tardará en llegar y no será hasta 1975, ejecutada entonces en Linz y ya en 1878, el autor revisará los dos primeros tiempos, ofreciendo un nuevo Scherzo y abreviando el anterior, llegando de esa forma hasta nosotros: Tres primeros tiempos de 1878 y el Finale, de 1880, para el estreno de Hans Richter, aunque su publicación deberá esperar hasta 1936, con Robert Haas.
El Allegro molto moderato (Bewegt, nicht zu schnell), destacaría por su complejidad y por la claridad de su escritura, que se comprende por el tratamiento en forma sonata, desde el amplio primer tema, anunciado por las trompas sobre trémolo de cuerdas, para seguir con un intervalo de quinta, en progresivo ascenso, una sugerencia de amanecer, entre tinieblas, hasta llegar a una parte rítmica auspiciado por violas y violines, que permitían la entrada de la trompeta. Un pianissimo sobre redobles de timbales, otorgaba el protagonismo a la flauta y al clarinete. En la reexposión, tras el desarrollo, reaparecen los temas en orden de aparición. El Andante, quasi allegretto, efectivamente una marcha fúnebre en la tonalidad principal, aunque pueda llegar a sugerir otra, movimiento de talante melancólico entre dos motivos, desde uno moderado en manos de las cuerdas a un segundo expuesto por violas, con respuesta del resto de la orquesta. La coda se resolvía con un aire triunfal, cara a un decrescendo apacible. El Scherzo (Bewegt), calificado como el cuadro de caza, se expresaba como el más programático y fantasioso, por uso de detalles que le dan personalidad, sobre trémolos de cuerdas, trompas y un crescendo con disonancias que alcanzan un fortissimo de metales. El trío Nicht zu schnell keinesfalls schleppend, mostraba un imaginario aire rural, repartido ente el oboe y el clarinete. El Finale (Bewegt doch nicht zu schnell), para un redondeo del la labor de Brönnimann, fue el tiempo largo y con un estilo misterioso, resultado de un preámbulo con un ostinato de un crescendo cada vez más pujante, preparando un fortissimo con un pleno orquestal cuyas influencias no dejan de ser perceptibles, siempre a expensas de los instrumentos de metal. Un segundo grupo de temas se manifestó por el uso de fragmentos melódicos reconocibles. La reexposición, en crescendo, acentuaba la idea de las obsesiones que siempre pesaron sobre sus obras.
Ramón García Balado
Real Filharmonía de Galicia. Baldur Brönnimann
Obras de Raquel García-Tomás y Antón Bruckner
Auditorio de Galicia
Centro Cultural Afundación, Vigo
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