04/11/2024

Yulianna Avdeeva, obras de piano de F.Liszt y W. Lutoslawski, con la OSG y González-Monjas

Palacio de la Ópera, A Coruña

Auditorio Miguel Delibes, Valladolid


Concierto en el Palacio de la Ópera de A Coruña, con el protagonismo de la pianista Yulianna Avdeeva, acompañada por la OSG bajo la dirección de Roberto González- Monjas- día 7, a las 20´00 h-, incluyendo en programa el Concierto para piano nº 1, en Mi b M., S. 124 de Ferenz Liszt y las Variaciones Paganini, para piano y orquesta, obras a las que se añaden la suite de  Arcanes Symphoniques op 30, de Richard Dubugnon  y el Richard Strauss de la suite extraída de su ópera rococó por excelencia, El Caballero de la Rosa.  Yulianna, editó recientemente un cd con el título de Resilience, con sonatas de Shostakovich, Weinberg- compositor recuperado recientemente-, S. Prokofiev y una preferencia suya como es Szpielman, superviviente del horror nazi y cuya vigencia quedaría plasmada en el filme de Polanski, en El pianista, amargo y verosímil hasta la desesperación más absoluta. Se formó en el Gnessin Special Music College, de Moscú, con Vladimir Tropp; con Elena Ivanova, con Konstantin Scherbakov, en la Zuerche Hochschule der Kunste y en  la Akademie Int. del Lago Como. Obtuvo primeros galardones en los Concursos F. Chopin (Varsovia); Bremen; Kurt Lener Zurich o Ignaz Paderewski, comenzando una carrera internacional que la llevó a la Wien Bosendorfer Saal; la Pierre Boulez Saal (Berlín) o la Elbphilharmonie (Hamburgo). Entre sus preferencias musicales nos encontramos con los grandes de la tradición rusa y compositores como los citados Szpilman y Weinberg.

Richard Dubugnon- Suite de Arcanes Symphoniques Op. 30-, compositor suizo que tuvo como maestro a Alain Margomi, alumno de Florent Schmitt, para seguir en el Conservatorio de París, en una etapa que mostraría sus atenciones por el contrabajo, con Jean-Marc Rollez. La Fundación Nadia y Llili Boulanger, le concedería una beca en 1996, recibiendo un Premio de la O. de Chambre de Laussane por su ballet Horrifiques Op. 13, mientras ejercía como músico en Londres durante 7 años, en donde ejerció la docencia en la Purcell School, antes de volver a Francia en donde estrenará Arcanes Symphoniques un encargo de Radio France, y que se publicaría en cd, como Premio a la par con la compositora Sophie Lacaze, una etapa en la que también obtendrá el Prix Pierre Cardin, de la Academie de Beaux- Arts (París), mientras se enfrascaba en la composición de su Sonate Phonomorphique nº 1, destinada al Concurso Internacional de Long- Thibaud, obra que le valdrá el calificativo de hijo de Ravel y Prokofiev, por los posibles lazos de relación con esos compositores. El Concierto para violín estrenado en la Salle Pleyel, tendría como solista a Janine Jensen, con la O. de París, dirigida por Esa-Pekka- Salonen. En el espacio vocal, es autor de obras como Le Mystère d´ Agaune, para dos narradores (soprano y tenor), coro mixto, órgano, armonio, estrenada en el Temple d´Ollon, el 28 de octubre de 2018 y en un nuevo encuentro con Janine Jansen, traerá una obra como el  Piccolo  concertó grosso pour quatour à  cordes et orchestre, un reclamo del Festival de Sion. Fue compositor en Residencia de la Orchestre de Chambre de Laussane (2013/4) y del Winterthur Musikkolegium (2016/7), tras haber logrado el Prix Culturel Vaudois Musique y en Grand Prix SACEM Musique Symphonique.

 Richard Strauss- Suite de El Caballero de la Rosa Op. 59-, una golosina de irresistible paladeo que sintetiza esa ópera siempre apetecible, de la que saldrá un cuarto de siglo después de su estreno esta contagiosa suite, perfecta para culminar la sesión, encadenado de espíritu del vals sobre una orquestación preparada a mediados de los años 30, para completarse en los cuarenta, para el estreno londinense en 1946, bajo la batuta de Erich Leinsdorf. Para no perder encanto, un despliegue orquestal con 3 flautas, 3 oboes, 3 clarinetes, corno di basseto, 3 fagotes, 4 trompas, 3 trompetas, 3 trombones, tuba baja, timbales, glockenspiel, dos arpas y cuerdas. Casi mejor que un desmesurado refrito, como podría haber sido la conocida Danza de los siete velos, nos hallamos ante un fecundo decorado sonoro en pinceladas de época que nos impregna de una precisa recreación, en un destilado estilo de los estilemas del compositor, dentro de esa sofisticación que en ningún momento resultará relamida o viciada por tópicos al uso. Quizás y en su beneficio, un erotismo contagioso ya desde la introducción y los desarrollos en el acto inicial, con los devaneos del barón Ochs, con sus osadías propias de la opereta. En prueba de referencia, una segunda Grand Suite resultante y que se dio a conocer en 1946, de unidad conceptual más convencional, con una coda elaborada sobre el motivo de trompa, unido al personaje de Otaviano, y que cierra con un detalle jocoso de Ochs.

Ferenz Liszt- Concierto para piano y orquesta  nº 1,  en Mi b M. S 124- obra de su etapa en Weimar  hacia 1855, con el artista en la cima que ofrecerá una gala ante un público elegido para ofrecer este concierto, un hecho cargado de un personal sentido largamente esperado en cuanto a su virtuosismo exigido ya que había conseguido evitar las fórmulas complacientes de las tradiciones al uso. Tenía sus razones que el estilo manido en exceso, durante la primera mitad del XIX, resultaba un asunto complejo. La relación entre solo y tutti, que Thalberg, Henselt y el joven Chopin, habían abordado según los dogmas del virtuosismo fortepianístico, estaba demostrando ser un problema difícilmente subsanable, ante el cual las soluciones propuestas por Mendelssohn y Schumann, parecían sólo conclusiones temporales.

La obra de Liszt, había comenzado a elaborarse en Roma, aunque tardaría un decenio en completarse y se haría bajo la dirección de Berlioz, con el autor al piano. El Allegro maestoso, presenta una entrada con siete notas, especialmente reconocibles por las habituales emisiones, partiendo de un tema construido por un intervalo débil (tercera disminuida) hacia una idea poderosa de gran vitalidad y fuerza, abocado a una cadenza larga y complaciente gracias a la pujanza de los contrastes dinámicos que nos llevan al comienzo.  El Quasi adagio, forma tripartita, se anuncia con un pasaje melódico en el que el piano marca la pauta, especialmente en la sección media, con la respuesta de la flauta, a la que responden arpegios del piano.  El Allegretto vivace, especie de scherzo, se reafirma por sus arabescos y los detalles rítmicos arropados por una poderosa orquestación con un apunte del triángulo, que para Hanslick le valdría como mote humorístico de: ¡ Pero si es un concierto para triángulo!  El Allegro marziale animato, final no menos poderoso, expone motivos ya servidos en una renovada perspectiva sonora, a partir de un tema  heroico, camino de un tutti apabullante entre solista y orquesta.    

Witold Lutoslawski- Variaciones Paganini para piano y orquesta- curiosa composición surgida en un período conflictivo en su Polonia natal, en medio de la Segunda Guerra Mundial, en el que sobrevivía en trabajos alimenticios como las músicas de café o entretenimiento y otros oficios a salto de mata, compartidos con su colega Andrej Panufnick, quedando como resultado esta obras obre el conocido Capricho Op. 24, de Niccolò Paganini, pieza para dos pianos que a la postre, permitirá la adaptación para piano en forma de variaciones Paganini. Desde el original de Paganini, resultará todo un reto, aceptado los condicionantes de recursos expresivos, desde elementos de pizzicato a los armónicos, dobles cuerdas, efectos añadidos y otros tantos condicionantes.   Lutoslawski, se había dejado influir por las músicas folklóricas a modo de preámbulo de formación, un presagio de lo que vendrá de inmediato en su aproximación a Béla Bartók y otros de su entorno. Hombre de gran flexibilidad y dotado de una técnica profunda, sabrá asimilar la herencia del sinfonismo post-romántico y las procedencias de la Segunda Escuela Vienesa, con las ideas de A. Schönberg. Un músico predispuesto a mantenerse al día de las propuestas más sugestivas, con un planteamiento sincero, llegando a ser un maestro en los años difíciles. Sobre una base tonal, se moverá con  libertad que no se limitará simplemente a la armonía con trabajos significativos como el Concierto para orquesta, que completaría en 1954, usando todavía motivos populares de una forma brillante y atractiva, obra que acabará creando escuela.

Ramón García Balado

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