Igrexa de San Francisco, Viveiro/ Auditorio Hernán Naval, Ribadeo
Dos serán los conciertos que ofrezcan el grupo Nereydas, que dirige Javier Ulises Illán en el XII Festival Bay y Gay- día 10, a las 20´ 00 h., en la Igrexa de San Francisco (Viveiro) y el del día siguiente en el Auditorio Hernán Naval (Ribadeo), a la misma hora. Nereydas se presenta como una agrupación vocal e instrumental especializada que se mantiene dentro de criterios históricamente informados ya desde su fundación en 2010, por su titular Javier Ulises illán, con amplia experiencia en estos repertorios y que para estos conciertos reservan obras de Händel y Vivaldi, culminando con el Gloria RV 589, del veneciano. Un grupo abierto y flexible para esa combinación de voces e instrumentos de cualificada garantía interpretativa. Cuidan desde los fundamentos las fuentes a las que recurren, trasmitiendo el legado recibido de estilos de época, participando en lugares como el Teatro Real (Madrid), el Teatro de La Abadía, Patrimonio Nacional, el CNDM, la Semana de Música Religiosa de Cuenca y otros espacios, dejando registros en cd, de sus trabajos, ratificados por su afinación y compromiso con estos estilos.
G.F. Händel con el Concerto grosso, en Re m., nº 8 HWV 326, conjunto de obras de una colección cuidada y elegante según Christopher Hogwood, y pensada para competir con la homónima de Arcangello Corelli que seguía siendo a tenor del criterio de Roger North, el pan de la música para los intérpretes. El gusto inglés había sido modelado en los principios de Corelli y por su discípulo Geminiani, que había publicado varias colecciones de sus propios Concerti grossi, en los diez últimos años, junto a arreglos de sus conciertos y de las doce sonatas para violín del propio Corelli. Imitadores ingleses tales como Festing y Woodcock, colaboraron en la confirmación de estos principios y Händel no tuvo el menor reparo en adoptar similares criterios de planteamiento. Concierto que también tienen menor dependencia de los conciertos de la escuela veneciana de Vivaldi y Albinoni, cuyas obra eran reconocidas en Inglaterra.
Antonio Vivaldi con el Concierto nº 4, en Sol m. RV. 157, el capítulo de obras entre conciertos y sinfonías entre las que se engloban la serie que abarca el grupo comprendido desde la RV, 131 a la RV. 168. Con independencia de su cronología, que se datan desde 1715 a 1741, la mayoría de aquellas obras se repartirán entre conciertos y sinfonías a cuatro, en los que se descubre un considerable catálogo. La esmerada concepción polifónica de aquellos concerti grossi, suponen una magnífica demostración del magisterio del veneciano en el ejerció del contrapunto. Las soluciones constructivas que Antonio Vivaldi adopta en la serie de estas obras de sobresaliente poderío sonoro y expresivo, obras sin un solista reconocible, llegan al grado máximo en estos años de obsesiva fecundidad creativa. Para Marc Pincherle el acostumbrado término de Conciertos sinfónicos, resultará idóneo para la definición estructural de unas obras en las que Vivaldi, liberado de los condicionantes de obras con solista, llega a lograr resultados de música pura y diáfana
El Gloria RV 589, verdadero paradigma de composición coral, fue compuesta hacia 1713, para dos sopranos, contralto, coro mixto a cuatro voces, con orquesta y continuo, que incluye oboes y trompetas. Un Gloria que eclipsará el resto de obras con el mismo motivo argumental , concentrando los mismos procesos de escritura en una visión preclara lograda en cada uno de sus tiempos, desde el Allegro, al Andante, un nuevo Allegro, un Adagio, otro Allegro, el Largo para llevarnos a un arrebatado y exultante Allegro, que encadena otros tres tiempos. El Gloria para mayor entidad, respondía a la precedente Introduzzione, de Gasparini, ofrecido el 2 de julio de 1713, con motivo de la Fiesta de la Visitación della Pietà, en sus intenciones creativas, y en su condición de música religiosa, confirmará el desafecto expresivo con respecto al llamado stille antico, propio de Venecia en el apartado de obras sacras. Las influencias reconocidas del mundo operístico, como pasará en muchas de sus obras, será consecuencia de una evolución enriquecedora, en particular para los cantantes por los detalles belcantistas. Una estructura compleja, remarcada afortunadamente por la recurrencia al uso de las arias acompañadas de ariosi, más libres en comparación con otras obras de parecidos contextos. Los ritmos punteados en su calidad de contraste encuentran aquí un medio de canalización expresiva. La generosidad lírica del melodismo ornamentado es fuente de un permanente entusiasmo al que responde en justa medida el coro en los pasajes de mayor protagonismo. Otro Gloria RV 588, será obra que con seguridad fue posteriormente sin que llegase a alcanzar los avances conseguidos en esta obra, quizás la más sublime junto algunos de sus grandes motetes como Domine ad adiuvandum me RV, 593, el Dixit Dominus Rv. 594, que tendría continuidad en el RV. 595; Beatus Vir RV. 597, un motete de gran aliento que inspirará un segundo de parecida resolución.
Ramón García Balado
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