19/08/2023

Opera Omnia y el Dúo Konstantin Krimmel-Ammiel Bosahkevitz, en el Festival Bal y Gay

 

Foz: Festival Bal y Gay

Para estos días y dentro del Festival Bay y Gay, un par de actividades comenzando en la Iglesia de Santiago de Foz- hoy a las 21 h.-, con la actuación del grupo Ópera Omnia, dirigido por Isaac  M.Polet, que integran la soprano Manon Chauvin, la gambista Calia Álvarez y Josías Rodríguez, guitarra y archilaúd. Un programa español en su integridad, bajo el título Amor, no te llame amor, repartido entre Juan Hidalgo, Diego Ortíz, Sebastián Durón y Martín i Coll. Período marcado por la pujanza del género de la cantada española, en la que lo sacro y lo profano irán de la mano. Juan Hidalgo, gozará de mayor protagonismo por su piezas Quiero y no saben que quiero; Ciego que apuntas y aciertas ( Luís de Góngora) y Antorcha  Brillante (Fernández de León). Juan Hidalgo, arpista de la Capilla Real, destacó igualmente en las artes escénicas- precisamente en un cuidado reparto entre los estilos de tonos humanos y divinos-, atendiendo a modismos populares como el villancico y la canción. En ese escénico, el teatro de Calderón de la Barca, acaparará sus preferencias, llegando a conocer amplia divulgación en Latinoamérica, en cuyos archivos con suerte se conservan muchas de sus obras. Para ejemplo y  modelo, Celos, aún del aire matan.

En honor a la precisión, estamos ante una forma musical que ha recibido nombres como Fiesta de Zarzuela, Fiesta Cantada o Fiesta de Música, espectáculos que abarcaron desde el siglo XVII al XVIII, con asegurada aceptación repartida a la par por los gustos populares y aristocráticos, añadiendo con soltura los calificados como géneros menores, en puja con las influencias de repertorios de procedencia italiana como la ópera. Había sido el Barroco el período del desarrollo y apogeo de la música teatral, aunque su real procedencia será muy anterior, desde los comienzos del siglo XVI. El estilo escénico, que nos atañe, había sido la presencia de cortas introducciones, intermedios y apéndices vocales y/o instrumentales. Los entremeses y piezas menores no resultaban un sencillo relleno, sino el hilo argumental para que el espectáculo, deviniera en la prototípica Fiesta teatral. Un inicio con un tono o un cuatro de comenzar, como preliminar, dará paso a la loa o prólogo, que valía como anticipación y síntesis del posterior desarrollo. Normalmente entre  las jornadas (actos), de la comedia, se  intercalaban un entremés cantado (género de menor importancia) y un baile entremesado, para concluir con un fin de fiesta o una mojiganga. Las jácaras, gracia y desparpajo, no precisaban de un protagonismo asegurado. Las piezas de Hidalgo y otros músicos, tienen mucho que ver con este asunto.

Sebastián Durón (1660/1716), tuvo a bien abordar la renovador del género en un momento primordial, músico en el que se percibe la posible acuñación de un género nacional por excelencia- de su firma, Abril Florençte (Antonio de Zamora)-, autor que a otro nivel, sabrá asimilar esas procedencias italianizantes, En su frontispicio, obras escénicas como La guerra de los gigantes, o Con salir el amor al mundo, de 1696. La palabra ópera, asomará tímidamente en estas obras, pero en realidad, para confirmación constatable, encontraremos la nueva era de la zarzuela, conservando bastantes elementos de la generación anterior. Durón, será compañero de generación de compositores que hoy sabemos apreciar: Antonio de Literes- Acis y Galatea o Los Elementos- y José de Nebra, con zarzuelas barroca de gran postín como es Viento, es la dicha del amor. Añadiremos un par de piezas instrumentales de Diego Ortíz (1510/70)- Recercadas II/V., músico de cámara del Duque del Alba en el reinado de Nápoles y en su corte, autor de una obra fundamental: Tratado de Glosas  sobre Cláusulas y otros géneros de puntos en la Música de violones nuevamente puestos en luz. También Martín i Coll, con unas Xácaras, asimilado en lo artístico a Alcalá de Henares, por su docencia junto a Andrés Lorente. Fue organista de San  Pedro El Grande, de Madrid, destacando por sus composiciones para el instrumento.

 El Lied acapara el protagonismo del concierto en la Catedral Basílica de la Asunción- día 21 a las 21 h.-, con el dúo que forman el barítono Konstatin Krimmel y Ammiel Bushakevitz, piano, con obras de Hugo Wolf, Franz Schubert y una canción de Sir Ralph Vaughan Williams, del que se toma Songs of travel, en principio grupo de nueve canciones sobre la poética de Stevenson y del tiempo de las piezas de The House of Life, publicadas en distintos momentos, aunque conformen un ciclo  por la unidad de tono y espíritu. Canciones como The Vagabond, Let Beauty awake; The Roadside Fire; Youth and Love; In Dreams; The Infinite shining heavens; Whiter  must I Wander ?; Bright is the ring of Words y I have trod the Upwards and downward slope.

Franz Schubert, el lied por excelencia, deja Der Pilgrim D. 794, el viaje que es la vida sobre un poema homónimo de Schiller, con una estructura clara en nueve estrofas, con unas primeras optimistas. En cierto modo, la pasión schubertiana a la hora de tratar el poema,  condicionó la frescura del resultado final. Se publicó en 1825, y en su edición, tendrá un número de opus diferente además de alterar su tonalidad, pasando a Re M., en lugar de  Mi M., y con otras modificaciones que le garantizaban un curioso refinamiento.  Totengräbers Heimwehe D. 842 (Nostalgia del sepulturero), se acerca al lied Die Junge Nonne D. 828, un a modo de balada o breve cantata, entre continuas variaciones  tonales y temáticas. Un permanente acento dramático dominado por una angustia insoportable, en la que se alternan el arioso y el recitativo, casi una sobra de otro lied como Ganymede.       

An den Mond (A la luna) D, 193, poema de Hölty, será autor al que volverá en otros lieder de talante distinto. Año prolífico, recuerda aquí a la Sonata claro de Luna, de Beethoven, o a Mozart en Abendemfindung. El uso del 12/8, ayuda en buena medida a dejarnos llevar por un estado de relajamiento especial y ensoñador, dentro de su estructura  ABA, marcando la parte central por su distanciamiento con respecto a las otras dos. La primera edición se había hecho en 1826, con distinta numeración.  Die Sterne (Las estrellas) D. 684, primera de las seis sobre textos de Friedrich von Schlegel y que en lo literario recurre al ciclo Abendröte. Comienza con un tema solemne en La b M., y cada una de las stanze se divide en tres secciones diferenciadas.  Nachtstück (Pieza nocturna) D. 672, un sobrecogedor lamento fúnebre, lied final de la serie de Mayrhofer, del otoño de 1819, en forma durchkomponiert, herencia de antiguas balada perdidas en la memoria.

Para mayores angustias, Hugo Wolf, en piezas no menos dolientes. Lieder como And die Türe will ich schleichen o Wer sich der Eisamkeit  ergibt, o Wer nie sein Brot mit Thränen ass pertenecientes  a Los Cantos del arpista,  y Anakreons Grab, de la serie baladas y poemas. Hugo Wolf fue autor entre 1888 y 1897, de unos 220 lieder, que definirán su gloria como artista que impregnará la magnitud del género, con un tratamiento modélico de textos de Goethe (51); los de Mörike, de febrero de 1888; El Cancionero español, del año siguiente, en complemento con El Cancionero italiano, repartido en dos entregas, entre 1890 y 1896. Wolf enfrentado consigo mismo y sus fantasmas.

Ramón García Balado   

 

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