02/05/2024

Sergei Dogadin y Vassily Petrenko, prestos a entenderse

  A Coruña - 26/04/2024

Programa ruso con obras de GlazunovTchaikovski dirigidos por Vassily Petrenko con el protagonismo de Sergei Dogadin, en el Concierto para violín de Glazunov,  primando este violinista ganador del XVI Concurso Tchaikovski (2019) y el IX Joseph Joachim (2015), artista que goza de notable prestigio por  colaboraciones con formaciones como el Royal Concertgebouw  (Valeri Gergiev); la Tonkuntler Orchester (Fabiel Gabel), la Shangai S.O. (Manfred Honeck) o la NDR Radiophillamonie (Andrew Manze)  mientras muestra su interés por los géneros camerísticos con músicos como Daniil Trifonov, Narek Hakhanryan- músico con el que recientemente presentó en el Auditori de Valencia, una sesión dedicada a Ravel, con obras de Glière, Söllime o Kodaly-, Elisabeth Leonskaia, D. Geringas o Denis Matsvev .Tuvo como maestros  a Vladimir Ovscharek, en el Conservatorio de San Ptersburgo y M. Vengerov, en la Ac. Y. Menuhim, de Gstaad; en Colonia, a Mihaela Martin y en la Graz Universität, a Boris Kuschnir, con el que repetirá en Viena. Dispone de un Domenico Montagnana (1721), cesión de la Rin Collection Singapur.

Vasily Petrenko, San Petersburgo (1976), es el prestigiado director ganador en España del Concurso de Cadaqués (2002), y que ha realizado una importante labor durante años con la Philharmonic O. of Liverpool, después de unos primeros años de estudios en el Conservatorio de San Petersburgo, con Ilya Musin, y proseguir con Maris Janson, Yuri Termikanov o Esa Peka Salonen. Mostró pronto interés por la ópera, ya en la compañía de Teatro y Ballet, de San Petersburgo, llegando a ser artista en residencia durante tres temporadas. Es habitual su presencia en coliseos como el Festival de Glyndebourne;  el Teatro de la Ópera Nacional (París); la Opernhaus Zürich; el Met neoyorquino o la Bayerische Staatsoper. En paralelo, en esos años londinenses, fue asiduo de los populares Proms, y en 2007, en una actitud testimonial de colaboración con otras orquestas firmó el manifiesto Builing on Excellence: Orchestras for 21 st. Century, enfocado a la divulgación de la música. Llevó a registro con la Philharmic O., integrales de Rachmaninov, Shostakovich y Elgar.

Aquella preponderante Escuela Rusa en la que Alexander Glazunov fue parte activa y en especial con obras como este Concierto para violín y orquesta del período de su Octava sinfonía, confiado al magisterio de Leopold Auer, músico de San Petersburgo, para mayor gloria del programa en cartel, pronto disfrutó de la sapiencia de Balakirev y Rimski-Korsakov, con los que trabajará codo a codo, dando cuerpo a su Primera Sinfonía de juventud, compartiendo el llamado Grupo Belaiev, centrados en los géneros camerísticos, preparando una gira tentadora por Occidente,  mientras ayudaba a su maestro Rimski-Korsakov, en la orquestación de El Príncipe Igor y se entregaba con denuedo a la promoción de conciertos sinfónicos, género que, en definitiva, acaparará su única atención, distanciándose de toda pretensión lírica y siempre centrado en la gran tradición orquestal con una única concesión al ballet: Raymonda; La señorita sirvienta; Las Estaciones y La suite medieval. Dominio en la paleta orquestal, reflejará en en conjunto de su obra semejantes virtudes.

El Concierto para violín y orquesta, una concesión para Leopold Auer, era muestra igualmente del dominio del autor para este tipo de obras, ya que era un violinista de cierto talento, en los dominios de la escritura y la interpretación, dejándonos una obra que se resuelve en sus  tiempos  sin solución de continuidad  a partir de un Moderato, que expuso  una entrada tensa y vibrante, aureolada por pinceladas de un zingarismo pujante, que presume la evolución del tiempo en pinceladas ascendentes hacia un agudo hiriente que anuncia un Andante en Re b M., un punto de evanescencia que reafirmó el Moderato, un excelente pasaje de Sergei Dogadin para lograr el reconocimiento de los aficionados confirmado por una espectacular cadenza, plena de recursos como el uso de dobles cuerdas, golpes de arco y otros preciosismos, que repetiría en un bis espectacular y deslumbrante.  El    lirismo de carácter significativo descubría la personalidad del autor, enmarcando una orquestación de técnica sobresaliente en cuanto al desarrollo, gracias a un trabajo de planteamientos claros y refinados, permitiendo al solista desplegar sus argumentos más detallistas, enfocados a esa cadenza de gran poderío sonoro, cargada de trinos y que cedió a la entrada del Allegro final, expresado a través de temas punteados por el grupo orquestal que se entregó el protagonismo al violín solista,  un protagonismo emergente propuesto entre aires de danza y una fanfarria de notable colorismo sonoro en forma de danza, resultó un festivo alarde de conclusión.

Tchaikovski con la Sinfonía Manfred, en Si m. Op. 58,  estrenada en Moscú el 11 de marzo de 1886, bajo la tutela de Erdmannsdörf, y motivada por un tema sugerido al autor por su compañero Balakirev, quien le había ofrecido la posibilidad de un trabajo que se acercase  a Héctor Berlioz en La Sinfonía Fantástica o Harold en Italia. Los tiempos de esta obra, podrían regirse por ese parámetro bajo el argumento de la Idée fixe, que circundaría su evolución, aunque pasaría dos años para que el trabajo cobrase forma, entre anotaciones dispersas manteniendo la propuesta de Balakirev, que seguirá de refilón, con un tratamiento orquestal de efectivos al uso, un clarinete bajo, dos cornetines de pistones, dos arpas y percusiones reforzadas, címbalos, bombo, triángulo, tam-tam, Campana  y órgano, para una obra de casi una hora.

Pulso y tensiones para  demostrarnos que Vassili Petrenko era de hecho un director que conocía en profundidad una obra de equidistantes e idiomáticos contrates, en esta transición de la forma rapsódica de la obra anterior, a la épica tchaikovskiana.   El  Manfredro errante por los Alpes como obsesiva incógnita sobre la condición humana o la persistencia del pasado, penetrando  en los misterios de la magia, seducido por la imagen de Astarté, a la que tiene en mente y a la que hizo desaparecer en un angustioso espacio sin límites, en  el movimiento Lúgubre repartido en tres secuencias, dos de ellas alusivas a Manfred, a través de clarinete bajo y fagotes y un tercero para cuerdas, evocando a Astarté, de notable melancolía.

El Hada de los Alpes  hacía surgir a Manfred en medio del arco iris producido por una cascada, (Vivace con spiritu), tiempo en forma ABA a partir de una primera atemática destacable por el poderío de su textura sonora, en el entramado de su escritura perfilada por staccati acelerados y acordes de arabescos, sobre timbres de maderas y cuerdas en pizzicatos, camino de un desarrollo pleno de graciosas melodías, que recuperan el tema de  Manfredo (un imaginario episodio de Byron).  La Pastoral, un  cuadro sobre la vida sencilla, pobre y libre de los montañeses, un Andante con moto, preparando con un tema del oboe, que anunciaba esa  Pastoral transmutada en una seductora romanza orquestal, edulcorada por el tema de Manfred hacia el final, con respuesta de sonidos de campana especialmente resolutivos y que en las versiones originales, ambos tiempos alternaban el orden previsto, conservando los episodios de la obra de Byron.

Los palacios subterráneos de Ahrimann, cuarto episodio sinfónico-Allegro con fuoco- nos  trasladaba a la orgía y bacanal en la que participa Manfred, con la aparición del espectro de Astarté, en una evocación determinante, en la que Manfred resulta absuelto del peso de la mala conciencia con su propia muerte que nos relata ese Allegro con fuoco, aceptando que en la obra de Byron, no existe tal bacanal y que Tchaikovski no dudará en recurrir a un modelo de El sueño de una noche de Sabbath, de la Sinfonía Fantástica. Un tema dominante en ascenso por grados conjuntos que se entrelazan rítmicamente contribuyen a la recreación de la obra acentuando fortissimi desde el segundo tema de Manfredo, tras el tumulto de la bacanal, que reaparecerá de nuevo en una escritura fugada. Un coral de órgano (o armonio), que sigue al primordial dies irae gregoriano, añade poderío al final, por su proximidad con la Sinfonía Fantástica, culminando aquí en un estado de reflexión y calma.

Ramón García Balado  

 

Sergei Dogadin

Orquesta Sinfónica de Galicia / Vassily Petrenko

Obras de A. Glazunov y P. I. Tchaikovski

Palacio de la Ópera, A Coruña

01/05/2024

Su sangre ya viene cantando: Exposición sobre Luigi Nono en la Fundación Luís Seoane

 

Exposición conmemorativa del centenario de Luigi Nono que abarca desde el día 3 de mayor al día 3 de septiembre, dentro de las actividades del VII Fesival Resis, de A Coruña y que tendrá como protagonistas a Marta Azparren, Marcelo Expósito y Andrea Valdés. La muestra aporta una selección de obras gráficas y manuscritos procedentes de la Fondatione Luigi Nono, de Venecia, del Archivio Ricordi, del Centro Federico García Lorca, de Granada y de la Fundación Tapies, con la pretensión de indagar en las afinidades y los vínculos establecidos entre  el compositor vanguardista de conocidos posicionamientos éticos y estos artistas que aportan su personal perspectiva, respondiendo con trabajos en estreno por encargo directo. Marta Azparren- In gesto illuminato- nos traslada en su ideario a la obra de Nono La fabbrica illuminata, optando por el registro de materiales acústicos, tomados de los procesos de fabricación en los altos hornos de la fábrica de acero Italsider, incluyendo igualmente las  voces de los trabajadores. Esa obra que Nono dedicó a los obreros de aquella fábrica para denunciar las duras condiciones de su trabajo. Poco después, en 1972, frente a una de aquellas instalaciones de Italsider, Pier Paolo Pasolini entrevistó a un obrero sordo en paro. Sus preguntas tendrán como respuesta no tanto un lenguaje de signos, sino una pura expresión de gestos de una lucha abierta. Escena muy criticada por militantes cercanos por considerarla degradante.

En la pieza Il gesto iluminato, Marta Azparren traduce los  gestos de aquel obrero por medio de incisiones grabadas por  guantes de uñas con forma de punzones sobre la superficie de un hierro de acero como las que fabricaba Italsider. La repetición durante horas de esa acción y el  registro de su sonido se convierte en un gesto iluminado de aquel obrero sordo, un posible diagrama audiovisual de una lucha no sólo obrera sino también de otras luchas y voces paralelas que quedaron invisibles y en silencio. La fabbrica illuminata de Luigi Nono, fue obra de compromiso social al igual que Il canto sospeso (1956); Ricorda cosa ti hanno fato in Auschwitz (1965), sobre el tema del Holocausto; Intoleranza 1966, una acción escénica centrada en la emigración y por los que pueda afectarnos Epitaffio a Federico García Lorca, precisamente por partes Y su sangre ya viene cantando (1952) o Momento. Romance de la guardia civil española (1953) es también obra que aparecen junto a piezas de Antonio Machado, como Canciones para Silvia o sus Canciones a Guiomar (1962/3). Recodemos que la última estancia de Luigi Nono en España fue en 1988, en calidad de profesor de los Cursos Manuel de Falla, en Granada.

El verdadero ingreso de Nono en la música electrónica tuvo lugar en 1964, año en el que compuso precisamente la obra que mayor celebridad conseguida hasta entonces La fabbrica iluminata, gracias aque como creador había madurado en el conocimiento de las posibilidades del medio durante esos años y la afirmación nítida, clara e inequívoca de su personalidad intelectual comprometido con la realidad política y social de su entorno. Para Pestalozza, La fabbrica illuminata desenmascara el trabajo alienado…habla de la música y dice que la música  es un medio de comunicación, o antes bien, un trabajo para comunicar la situación concreta de una fábrica, o sea, todo el trabajo considerado en relación a lo social. La fabbrica de Nono, nos muestra la relación del compositor con la tecnología  electrónica.

Marcelo  Expósito-Cásida de la tierra que no dejan-, es obra sonora compuesta en cuatro piezas editadas en disco de vinilo, un trabajo de diálogo en el que el compositor dialoga con Federico García Lorca, intentando profundizar en las capas acumuladas por la tradición del poeta granadino. Nono se había acercado a su figura gracias a Eunice Catunda, artista brasileña de gran talento con la que había coincidido en 1948, en un proyecto propuesto por Scherchen. Lo que le atrajo de Lorca, no fue tanto el poeta gitano, sino por su vertiente surrealista. Un  oscuro y lejanísimo fondo que dejará el Epitaffio per Federico García Lorca, tríptico que verá la luz entre 1951/3, cuya primera parte se titula España en el corazón. La obra de Marcelo Expósito, toma fragmentos de la llamada Trilogía rural, organizada en torno al uso sinfónico de voces de mujeres, como un dispositivo dinámico y también conceptual a la hora de crear el prototipo de una comunidad simbólica convocada por la memoria y la ausencia de cuerpos  desaparecidos. La gacela del silencio (Lenin en el diván) y otras piezas que forman parte del proyecto, pasajes de la banda sonora de Mudanza (2008), la película de Pere Portabella, filmada en la querida Huerta de San Vicente que el artista considera obra esencial sobre García Lorca, profunda sinécdoque sobra las muertes del franquismo. El conjunto del proyecto remite también a la coincidencia casi exacta entre dos centenarios, el de Luigi Nono y la muerte de Vladimir I.Lenin, una presencia casi fantasmática en los epitafios que Nono compuso a partir de Lorca.

Andrés Valdés -Y con todo se mueve (O como escuchar a Nono con todo en contra)- la eterna sentencia de Galileo, generalmente atribuida a él y de consecuencias históricas determinantes. Una profunda permanente reflexión que mueve conciencias de forma muy libre permitiendo una poética de insólita riqueza, que vivifica el presente. A medida que penetraba en su universo, según Andrea Valdés, imaginó especular sobre su afinidad con otra figura igualmente erudita y comprometida con esos parámetros, la del cineasta chileno Raúl Ruiz, quien divagaría en la imagen de forma herética y nada convencional, al igual que hizo Nono con los medios del sonido. El texto quedará acompañado con selectas fotografías de Nono en su casa natal de la Giudeca y desde el Hotel Halden, en Alemania, por su atmósfera que podría corresponder a fragmentos de un filme imaginado por el citado cineasta.

Ramón García Balado     

Centenario de Luigi Nono en el VII Festival Resis de A Coruña

 Fundación Luís Seoane, A Coruña

Luigi Nono
El VII Festival Resis de A Coruña nos invita en la Fundación Luís Seoane- día 3,  20´00  h-, a su inauguración en esta convocatoria centrada en la figura de Luigi Nono, en un programa protagonizado por el excantante flamenco y rompedor de moldes Paco Contreras Niño de Elche, personaje quizás provocador y que para mejor confirmación, bastará con que sigamos su charla en el espacio creativos conducido por Toni Segarra, en las actividades de la Fundación Juan March. Junto a él, Miguel Álvarez- Fernández, en los recursos electroacústicos y Emilio Pascual Valtuena, como técnico de sonido, electrónica y espacialización. Y entonces (Variaciones sobre Luigi Nono), es el encabezamiento de la propuesta, para este homenaje que ocupará la idea programática del certamen. Miguel Ángel-Fernández, trabaja dentro de este  fundamento de escucha sobre distintas perspectivas (como artista sonoro, musicólogo, ensayista y  dramaturgo o director de cine.  Compartió proyectos con profesionales como Israel Galván, Mar Aguiló, Fernando Millán, Jan Rohwedder y el Espacio de Creación Azala (dirigido por Idoia Zabaleta). Presenta el programa Ars Sonora (Radio Clásica) además de coordinar las sesiones de escucha Relatos del ruido, que se realiza en la Cineteca del Matadero de Madrid. Su filme reciente, Jordi Teixidor. Perspectivas, fue dirigido en colaboración con Álvaro Oliveros y Bruno Dozza.

Luigi Nono, en el reclamo para Y entonces, es apreciado por una idea de claridad y pureza, la melodía al igual que el ritmo, es convocada en sus manifestaciones más titubeantes e imprevisibles, ofreciendo siempre una contumaz resistencia frente a cualquier posibilidad de codificación visual, esto es, evitando la esclerosis que implica toda forma de escritura (incluyendo desde luego la musical), un canto que evoca, desde la más radical oralidad, aquellas grafías características de un Nono que no abandonó antes de tiempo.  Aquella notación manuscrita, irregular, dispersa en pentagramas flanqueados por líneas adicionales que-como tantos otros elementos más allá de la tesitura- apelan al extremo, siempre entendido como lo frágil, lo remoto o limítrofe.

 Enrique Franco, en la reseña escrita en la fecha de fallecimiento, recordaba al músico veneciano nacido en el popular barrio de la Giudecca. Un hombre idealista por naturaleza y pretendidamente práctico por voluntad. Escogió libremente el camino del compromiso político a sabiendas de que si la música no podía borrar de la memoria Auschwitz, la guerra del Vietnam o las desapariciones en La Argentina, podía hacer algo más que transmutar tan tremendas realidades de belleza asimilable por los oyentes del más dudoso y variado pelaje. Esta  actitud de compromiso y protesta fue mantenida en Nono a lo largo de su existencia y de su obra, desde el Epitafio a García Lorca (1952), hasta el Homenaje a Edmond Jabes (1987). Nono quiso invadir las calles como decía Jurg Stenzl, con su Fabricca iluminata (1964), su A floresta é joven (1966) o Ein Gespenst geht um der Welt (1971).  Con Nono, el pianista Pollini y el director Claudio Abbado, ascenderán en la contemporaneidad hasta la cumbre. El pianista protagonizó Sofferte onde serene y Como una ola de fuerza y luz, será dirigida por Abbado, quien también se interesará por Prometeo.

Sánchez-Verdú, destaca su importancia como hombre esencial, muy vinculado emocionalmente con la Serenissima y su historia, su vida y su espacio acústico. Su formación en el Conservatorio de esa ciudad, le llevó de la mano de Malipiero, enriqueciéndose también por su relación artística con Bruno Maderna. Un amor por esa tradición italiana que implicará igualmente las herencias del Renacimiento. Otro personaje clave será Hermann Scherchen, quien le acercó a las proximidades de la Segunda Escuela de Viena y la llave con Centroeuropa. Entre sus compañeros de travesía, Emilo Vedova, Carlo Scarpa o Massimo Cacciari. Vivió con premura los avatares de su tiempo, con enfrentamientos como los expresados ya e n 1959, cuando dejó escrito: Hace falta mucho coraje y mucha fuerza para mirar a la cara a la propia época y tomar decisiones.

José Iges, en su breve monografía editada por el Círculo de Bellas Artes- Músicos de nuestro siglo-, comenzaría tratando a Luigi Nono desde la referencia al serialismo, otra de sus tantas invariantes, y es indudable que las técnicas seriales se sobreponen directamente de las directamente derivadas del movimiento postweberniano de los años 50, que han fecundado su obra durante algunos años cruciales de su evolución creadora. Pero no es menos cierto que Nono fue haciendo progresivamente dejación de dichas técnicas a medida que se ha ido alejando del Círculo de Darmastadt, y profundizando en otras preocupaciones  ético-estéticas y formales, tales como la exploración del espacio y el encuentro con el silencio. Y con ello, y vinculados con sus obras de los ochenta y sus propias actitudes, aparecen nuevos lugares comunes, nuevas etiquetas simplificadoras. Es Nono, en suma, autor de perfil tan personal que todas las tentativas de esquematización apresurada puede acercarnos a su realidad o alejarnos de ella.  Nace Nono el 29 de enero de 1924, en una casa del Zattere  (Venecia). La suya es una familia arraigada en la vida cultural de la ciudad de los Canales: Su tío Ernesto es escultor y su abuelo Luigi, pintor perteneciente a aquella escuela veneciana de fines del XIX, de la que formaron parte Favretto, Ciardi, Selvático…el mundo que inventó la Bienal. Su abuela, leía y cantaba con frecuencia música contemporánea y años después, se encontraron en su casa  los Italianische Lieder, de Hugo Wolf.

Ramón García Balado    

29/04/2024

Áurea, rapsodia para clarinete de Pacho Flores con Juan Ferrer

 Ferrol / A Coruña - 29/04/2024

Concierto con la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por Christian Vásquez y contando con Juan Ferrer, como solista para la obra en estreno por encargo de la orquesta, a medias con la de la O. de Extremadura y la de la Región de Murcia.  Áurea, capricho concertante para clarinete y orquesta de Pacho Flores, amalgama de inspiraciones recreadas a través del instrumento en tres posibilidades, La, Si b y el requinto, en esa búsqueda de recreación de ambientes sonoros, obra que tendría como detalle de aclimatación en el comienzo,  la Fuga criolla para orquesta de cuerdas de Juan Bautista Plaza.

La  Sinfonía nº  2, en Do m. Op. 17, (Pequeña Rusia), de P.I. Tchaikovski, sería un real exotismo frente a un repertorio tan latino por excelencia. Juan Ferrer miembro de la OSG, tuvo como maestros a Larry Passin, Andrew Marriner, Alan Damiens, Walter Boeykens, Anthony Gigliotti, Guy Deplus o Jehuda Gilad. Pronto colaboró con orquestas españolas tras seguir cursos de ampliación en la University of South California, con los maestros Mitchell Lurie y Michelle Zuckovsky y desde 1994, es miembro de nuestra orquesta, como principal clarinetista, habiendo disfrutado de batutas como  Lorin Maazel, Osmo Vanska, D.  Slobodeniouk, G. Rozdesvenski, James Conlon, Sir Neville Marriner o Peter Maag, al tiempo que colaboraba en iniciativas con el Trío Untía, el Grupo Instrumental Siglo XX, el quinteto de solistas de la OSG, mientras contribuía a estrenos de obas de Fernando Buide, Octavio Vázquez, Salvador Brottons, Vladimir Rosiinski, Karolis Biveinis o Juan Durán. Obras para clarinete fueron llevadas a cabo en una serie de academias internacionales con resultados como el registro para clarinete y piano con el pianista Daniel del Pino. Tras una interpretación desbordante y entregada, guardó para el bis un detalle apacible de Michele Magnani, tras unas palabras de agradecimiento tanto para los aficionados de la orquesta como para sus compañeros de atriles.

Christian Vásquez, un valor fijo por el programa elegido en este director venezolano educado en el Sistema de Abreu, quien sabría orientar su carrera como director y violinista, destacando la importancia de las atenciones enfocadas a la pedagogía, ya desde la agrupaciones de base, tema que comprobamos en el día a día por la frecuencia beneficiosa que recibimos con regularidad, y sus primeros oficios los rindió en la Escuela de San Juan de Aragua, preparando una etapa de notables resultados con Gustavo Dudamel, en la O.F. de Los Ángeles.  

Juan Bautista Plaza (1898/1965), aportó la fuga criolla, breve entrante para orquesta de cuerda para ponerse a tono, mientras encaraba poemas sinfónicos como  Vigilia o el Picacho abrupto, de la misma época en la que se decantaba por un incipiente nacionalismo, marcado por elementos vernáculos, auspiciados por Antonio Calcaño y su hermano Miguel Ángel; Moisés Moleiro o V. Emilio Sojo. Vendrán la Sonatina venezolana  con escritura gozosa; el Contrapunto tuyero, en los cincuenta, con perceptibles disonancias; esta Fuga criolla, para orquesta de cuerdas (1931), que se acerca sin disimulo a los modelos barrocos en una fidelidad sin renuncia en cuanto a la severidad de su forma y que arrastrará la leyenda de confirmarse como un Himno a la alegría curiosamente en tiempo de joropo, bailable de esencia tradicional venezolano (homenaje al Kantor de Leipzig), en devota complacencia. Hacia 1950, repetirá con la Fuga romántica, cuyo título original era Fuga y canción venezolana.

El apreciado Pacho Flores, trompetista de lujo por recursos y dominio técnico, presentó en estreno  Áurea. Rapsodia  Concertante para clarinete y orquesta, artista que nos dejó impagables veladas y trabajos en colaboración llevados al disco con la RFG, obras como Cantos y revueltas, acompañándose por el cuatro venezolano de Leo Rondón, en una velada dirigida por su amigo Manuel Hernández-Silva, con obras de Ginastera (Suite de Estancia); otra suite de Silvestre Revueltas- Redes Suite, en arreglo de E. Kleiber o la  Quinta bachiana brasileira de Heitor Villa-Lobos.   Pacho Flores, autor de aquella Cantos y revueltas, para trompeta y orquesta, partía del legado de cantos de trabajos ancestrales, siempre teñidos de cantos melismáticos tomados de los pastores españoles y tonadas, bien tratadas por su colega Leo Rondón. Nos encontraríamos un joropo- baile por parejas-; un fandango gaditano; piezas que los mulatos conocerían como de guataca, que tendrá adaptaciones para arpa rústica de bambú o bandola; cargados de florituras y ornamentaciones entre giros virtuosos. Influencias que cuajarán el los joropos con larga herencia procedente del clave y con familiaridad no tan lejana con el fandango, esencia de perfumes e impregnaciones inevitables de aquellos bailables populares. Un modelo de confluencia hacia una ansiada modernidad que sugiere la cercanía de los estilos jazzísticos y derivados.

Recuerdos de Pacho Flores  como el disfrutado con la RFG, entonces con Paul Daniel eligiendo el Concierto para trompeta de Christian Lindberg;  las Danzas latinas para trompeta y orquesta, de Efrain Orcher; el Concierto de otoño para trompeta y orquesta, de Arturo Sandoval, aquellos Cantos y revueltas, de tan contagioso impacto, en  este artista de excelente entendimiento con la firma STOMVI, que le apoyó en esta cascada de iniciativas en cuanto a la renovación de recursos expresivos plasmados en obras como el Concierto para trompeta (Akbank Bundka, en el que utilizará un total de ocho instrumentos. Para completar, la visita al Festival de Santander, presentando un programa de gran versatilidad en esta idea. Su presencia en la sala, fue un motivo de regocijo y agradecimiento por parte de los intérpretes y del público asistente.

Tchaikovski,  con la Sinfonía nº 2, en Do m. Op. 17 (Pequeña Rusia), estrenada en Moscú  por Nikolai Rubinstein en 1873, para repetir en San Petersburgo en 1881,  por Zicke. Obra de tintes calurosos en respuesta a la anterior, y que revisará en 1879. El Andante sostenuto-Allegro comodo,  nos presentó su evolución gracias a un apunte de la trompa que sugería una vieja tonada dentro de un carácter de dumka de perfiles eslavos, hacia una presencia de cuerdas ascendentes en respuesta a un Allegro ampliado por el conjunto orquestal, con la aparición de un detalle del clarinete que promovía  variaciones contrapuntísticas que demostraban  técnicas de admirable compostura.  

El Andantino marciale quasi moderato, procedente de la ópera La Ondina, que el propio autor acabaría destruyendo, resulta  una forma de Rondó de sonata, una marcha orquestada y poco densa, desde un diálogo de clarinetes y fagot, que le concede ese aire misterioso, acercándose a una melodía propuesta por las cuerdas en una parte central de canto ruso hacia una reexposición plagada de variaciones.

 El  Scherzo-Allegro  molto vivace- que también conoció una revisión en 1879, observa la dependencia del Romanticismo de vieja escuela, entre síncopas y acentos repentinos  propuestos por los distintos timbres (flautas, clarinetes, fagotes o flautín). 

El   Moderato assai-Allegro vivo, tiempo que se acerca a esas raíces nacionales de tintes coloristas entre motivos contrastados y graciosos que sugieren otras obras del Grupo de Los Cinco, entre danzas enérgicas y entusiastas. Tiempo que al igual que el resto, tendrá su revisión e 1879, con un importante corte de compases  en el final.

Ramón García Balado

 

Juan Ferrer

Orquesta Sinfónica de Galicia / Christian  Vásquez

Obras de J.Bautista Plaza, Pacho Flores y P.I. Tchaikovski

Auditorio de Ferrol

Palacio de la Ópera, A Coruña

Comentario en RITMO, edición digital

 

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