26/04/2024

Beethoven: Sinfonía nº 5, en Do m. Op. 67, por la Orquesta de la EAEM

Auditorio de Galicia

Concierto de alumnos de la EAEM, dirigida por Sebastian Zinka, en el Auditorio de Galicia- día 27, a las 20´00h.-, y que para fecha tan especial, eligen una obra tan emblemática como la Sinfonía nº 5, en Do m. Op. 67, sobre la que han caído aluviones de opiniones  y que para la ocasión, aprovecharemos el estudio profundo de Jan Swafford, buscando un resumen lo más condensado posible. La Tercera sinfonía, en Mi b M. una tonalidad que para el autor iba asociada a las piezas de contenido heroico y humanista, propio de la Ilustración, la Quinta en Do m., es impulsiva, ominosa y fatídica. Fue concebida y esbozada al principio por el mismo arrebato creativo que dio origen a la Heroica, aunque transcurre en un mundo muy diferente, poseyendo al mismo tiempo su narración dramática, solo que esta vez no dio nombre a la historia. Está más unificada en su narración y en su material que cualquier otra. La esencia de esa unidad, será transmitida por el tamborileo de cuatro notas, un ritmo primario. Ritmo que saturará el primer movimiento y regresará con diferentes apariciones hasta el final. La esencia de la narración residirá en cómo es transformado ese motivo. Anton Schindler, amanuense de Beethoven, contaría al mundo que éste dijo del trueno inicial de la sinfonía: Así llama el destino a la puerta. El autor estaba terriblemente familiarizado con esa llamada, pero Schindler era un mentiroso compulsivo y no hay forma de saber si Beethoven dijo esas palabras. Al mismo tiempo, Schindler era un músico serio. La novedad final es una inmensa coda de igual duración que la exposición y el desarrollo, como había hecho en la Waldstein  y en la Appassionata. Beethoven logra esta vez la hazaña de llevar la enorme tensión a un punto más alto; la música se convierte en una absorbente carrera. El clímax, con las cuerdas y los vientos de nuevo llamándose unos a otros, es una arrolladora escala descendente. La coda genera tal cantidad de energía que los breves acordes finales no acaban de resolver la tensión.      

Tras la tempestad y su clímax, el Andante con moto llega súbitamente in media res, con su cantarín tema en los chelos como un oasis de consuelo. El autor rotuló el primer esbozo del tema principal como Andante quasi minueto. A pesar de su dulce encanto, la  frase del chelo posee una transfiguración extrañamente angulosa, en parte porque está construida en varios aspectos sobre una forma concreta. Un tiempo coherente en su forma aunque singular: alterna dobles variaciones, primero sobre el tema del chelo con su dulce estribillo y luego un segundo tema estalla en un estridente Do M. Una fanfarria será transformada en el primer fogonazo final. La neblina de la retransición del primer tiempo, aparece de nuevo y tras las parejas de variaciones, la música se envuelve en una bruma, como si hubiera perdido el hilo del pensamiento. La última variación adquiere una forma de extraña marcha de las maderas en staccato, expresión a medio camino ente lo paródico y lo ominoso, que presagian el Scherzo. Allegro trío.

Un movimiento en Do m., por métrica, tempo y forma, pero su tono apenas se ajusta al habitual carácter lúdico;  está impregnado de la beethoveniana atmósfera de Do m., con una murmurante frase de los bajos, luego una llamada de las trompas a las que contestan los vientos con un tema severamente agresivo. Se produce un momento de farsa cuando los contrabajos se lanzan a una frase fulgurante. Además de producir un interludio cómico en la narración expresiva, puede haber aquí una broma para iniciados: Beethoven, tomándose la revancha de las críticas perennes acerca de las dificultades de sus partes de contrabajo. El trío también prefigura ideas melódicas importantes del Allegro Final, por lo que viene a ser una profecía del triunfo del Do M. Las ambigüedades entran de puntillas. El no Scherzo en Do m, regresa alterado con el tema del bajo convertido en una parodia en staccato. La  música cae en una misteriosa textura de cuerdas y vibrantes timbales. Su antecedente es el Caos de Haydn, que prepara el surgimiento de la luz.

Desde ese tranquilo caos irrumpe el fogonazo de Do M. del Finale, cuya esencia radica en los metales. Su estilo recuerda la forma sencilla y directa de la música revolucionaria francesa y se semeja al grito de la libertad  y liberación. Para intensificar el peso y flexibilidad de los metales, Beethoven añade trombones a las trompas y trompetas, casi por primera vez en una sinfonía. Su gutural estrépito otorga al Finale Allegro no solamente peso, sino una coloración particular. Para ampliar hacia el agudo los límites de la orquesta, añade una flauta piccolo. Llamaremos a este Finale una triunfante recomposición del Primer movimiento, sin el fatídico monorritmo, pero con el mismo tipo de implacable intensidad (aunque ahora de jubilosa intensidad). Los materiales del primer y del último movimiento son los mismos. El motivo rítmico primario está al principio envuelto en escalas que se proyectan hacia arriba. El motivo principal del movimiento es una figura ascendente de tres notas, profetizado en el tema de los metales del segundo movimiento. La Quinta cuenta la historia de una victoria personal y de un heroísmo interior, pintado con gruesas pinceladas sobre un épico lienzo.

Ramón García Balado   

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