19/09/2023

Amancio Prada, con la RFG, en el Festival Maré

 Auditorio de Galicia, dia 20 de septiembre

Auditorio de Galicia

Amancio Prada recuperará los Seis poemas gallegos de  Federico García Lorca en orquestación del director de la Banda Municipal de Santiago David Fiuza Souto con la RFG, primera aportación del Festival Maré que se convoca en el Auditorio de Galicia- 20´30 h-, testimonio de uno de los cantautores de referencia en el ámbito ibérico y en particular en Galicia, y que tuvo el privilegio de participar en las actividades de reapertura del Teatro Principal en 1988, compartiendo efemérides con la O.S. de RTVE, la Compañía de Zarzuela de Joan Margall, el Teté Montoliú Trío, la Compañía de Teatro Orain-Antzerki Taldea y el John Tchicai Quartet. Su sesión ofrecida el 15 de enero de 1988, no pudo ser más representativa por el programa elegido: Piezas de los trovadores galego-portugueses; Leila Doura, de su propia autoría; Rosalía de Castro, cuatro canciones desde Campanas de Bastabales a Corre o vento o río pasa; Como chove miudiño y Adios ríos, adiós fontes, para seguir con Álvaro Cunqueiro, ocupando toda la segunda parte, en un estilo de cantigas de tradición de las que el berciano fue un maestro dotado, en una velada en la que estaría acompañado por el chelista Mariano Melguizo, el pianista Agustín Serrano y él mismo con guitarra y zanfoña.

Los sonetos del amor oscuro lorquianos, fueron preferencia en el cantautor, y que llegó a presentar con la compañía de Lluis Pasqual, en el Centro Dramático Nacional, tras su trabajo musical llevado a cabo sobre el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz. La lectura de los sonetos lorquianos, serían determinantes para cumplir con una de sus ambiciones creativas. Un Amancio Prada, que en cierto modo, había recibido un estimulo creativo tomado de franceses como Leo Ferré, Jacques Brel o George Brassens,  en una estancia parisina compartida con artistas del exilio. Poemas lorquianos- La guitarra o Danza da lúa en Santiago-, habían sido incorporados en un trabajo precedente. Una relación de registros que habían sido encabezados por Vida e norte, cada uno con sello diferencial desde el monográfico dedicado a Rosalía de Castro; Caravel de caraveles; Canciones de amor y celda; Leiladoura; Canciones y soliloquios; De la mano del aire; Dulce vino del olvido; la cantata Emboscados o los mentados Sonetos del amor oscuro.

Su estimado compañero del mundo literario Manuel Vicent, de pluma aguda e ingeniosa, comentará que la voz de Amancio Prada, que emerge de un lirismo abrasador, te obliga a cerrar los ojos y muy pronto una lejana memoria de cariz renacentista puebla la luz interior de  álamos y vuelo de halcones, de doncellas bordadoras y rumor de monjes miniados, Una alondra canta en el ciprés de la abadía. Su voz, ligeramente quemada de mística en la  cresta, recita la música, hace manar la melodía de una forma silábica y cristalina. Existe en ella algo de códice, libro de horas o canto de palacio, curiosamente en este artista que en tiempos, había sido infantillo eclesiástico o cantante de orquestinas de pueblo. Otro agudo comentarista y apreciado contertulio, Ricardo Cantalapiedra, tras un recital dedicado a Trovadores, místicos y románticos, celebrado en el Círculo de Bellas Artes madrileño, y en el que ofrecería uno de sus programas emblemáticos con selección del Cantico Espiritual, poemas galaico-portugueses y canciones de Rosalía de Castro, Lorca, García Calvo y su amigo Manuel Vicent, dijo del artista: la voz de Amancio Prada tiene brumas de gregoriano, de fado y de melancolía. Pero sobre todo, provoca un sagrado recogimiento ante las dolencias del amor que no se curan.

El Salón Teatro compostelano, allá por la primavera de 2011, acogió otro de aquellos conciertos reseñables, Camelias para Cunqueiro, acompañado entonces por Hilary Fielding- chelo-; Josete Ordóñez- guitarra y mandolina-, con el artista en canto y guitarra. Poemas tratados musicalmente, desde A dama que ía no branco cabalo, a O cabaleiro da pruma na gorra; Hai unha illa loubada; No niño novo do vento o Amor de auga lixeira, en un total de catorce cantigas. Decía sobre el tema el cantautor: Un día, de 1976, asinado exemplares dos meus primeiros discos, Vida e morte y Rosalía de Castro, nunha tenda de Vigo, apareceu o meu amigo Carlos Casares, en compañía de Álvaro Cunqueiro. Presentuonos e estivemos a charlar un anaco. Dixome entón Cunqueiro que me ía a mandar un artigo que escribirá e publicara sobre as miñas cancións de Rosalía…A verdade é que nunca cheguei a ver aquel artigo; pero fiame ilusión pensar que existe o que existiú na miña imaxinación ainda que quede coas ganas de lelo. Foi a primeira vez que vin a Cunqueiro. A segunda e a última, sería anos mais tarde, no outono do 80; dera un recital en Vigo e, paseando pola cidade, descubrín nunha librería o primeiro tomo recentemente editado da súa obra en galego completa: Poesía e Teatro, merqueino e, coa de que me o asinase, chameino. Quedamos vernos na súa casa. Acompañoume Victor Freixanes. Ofreceunos un café, cunha copa de agardente de herbas. Un sol apoucado douraba as mazás estendidas nun canto da sala, Falamos de Lord Dunsany, dos primeiros trovadores e das novas cantigas do libro que me estaba a dedicar…Cando lle comentei os meus propósitos de poñerlles música alegrouselle a cara. Ao despedirnos, trataba de imaxinar a Cunqueiro mozo, que escribirá Dona do corpo delgado. O mesmo que agora, estará a vivir algún algún dos seus maravillosos mundos soñados, xunto a Merlín y familia, con Bernal de Bonaval e con Mendiño, roldando á princesita aquela da garganta de cristal, que se poñía colorada ao beber ribeiro tinto, sob os abelaneiros frolidos… Vaina estas cantigas como camelias para quen fixo que coa súa obra Galicia viva mil primaveiras mais.

Ramón García Balado

 

Aida entre su séquito de aduladores

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Palacio de la Ópera, A Coruña

Aida en la primera opción operística en la programación de Amigos de la Ópera de A Coruña, en el Palacio de la Ópera, en una coproducción de Amigos Canarios de la Ópera, con dirección artística de J. Miguel Pérez Sierra al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia, la colaboración del Coro Gaos con

Palacio de la Ópera

su orquesta, en escena y el ballet Druida, en un meritorio oficio propuesto por su coreógrafa Mercedes Suárez

Una puesta escénica de Daniele Piscopo, con diseño de Italo Grassi, en una recreación en los cánones de las dinastías faraóricas, con modismos  reconocibles en los planteamientos fílmicos de un Cecile B.Demille, ágil en cuanto a la alternancia de cuadros y escenas.   Destacaron en los roles primordiales la soprano Marigona Querkezi (Aida); la mezzo Nino Surguladze (Amneris); los tenores Jorge Puerta (Radamés) y Carlos Almaguer (Amonasro); el barítono Simón Orfila (Ramfis); el bajo Giacomo Prestia (Faraón) y los comprimarios,  la soprano Lucía Iglesias (una sacerdotisa) y el tenor  Francesco Pardo (un mensajero)

Un Verdi en los estilismos de la Grand Opéra francesa a lo Meyerbeer, pero que se aprecia  en sí misma sin que falte una densa orquestación y los preceptivos números de ballet,  abundando el uso de breves motivos temáticos que ayudan a perfilar la identidad de los personajes, gracias a la limitación abusiva de las caballette. Un espectáculo destinado a la Ópera de El Cairo a finales de  1871, antes de que confirme su trascendencia en el Teatro alla Scala milanés o la prevista en Parma, especialmente complicada. Ricordi, sabrá estimularle para que prepare una obertura diferente para Milán, y anécdotas a mayores, recordarán el intento de Toscanini de recuperar aquella versión milanesa. Verdi, había previsto también un ballet que titularía La figlia dil Faraoni, que no llegó a prosperar y en la presentación de El Cairo, quiso oponerse a la imposición de una presentación con invitación: ¡Qué placer para un artista, estudiar tanto tiempo, trabajar tan intensamente y luego que le aplaudan educadamente, como en una Academia!

Milán será acopio de dudas por la compañía asignada en donde, con todo, ejercerá un control medido en compañía con su compañero Faccio, logrando un éxito absoluto en febrero de 1872, ratificado por las abundantes salidas ante el público y la entrega del cetro de oro y marfil. Una trayectoria que ampliará recibimientos desde Parma a Nápoles, aunque en Parma, se vio forzado a reorganizar el Coro del Teatro Ducale y el director-inquieto por naturaleza-, se las vio con una plantilla de músicos inmaduros, y un promotor obsesivo por rendir resultados económicos, a lo largo de 16 representaciones, en más de un mes. En mucho había colaborado la puesta escénica de Girolamo Magnani, que garantizaría la posterior gira por los Estados Unidos. Quedaba entonces Stolz y Waldmann del elenco original de El Cairo.

El San Carlo de Nápoles, fue punto de los enfrentamientos con el empresario Antonio Musella y allí se confirmarían los peores augurios: un teatro pobre, ante un público ausente, ajeno a lo que allí sucedía, que traería como consecuencia enfrentamientos con Ricordi, por la  imprevisión, la tozudez de la dirección, y la actitud del Municipio. En confesión a Arrivabene, todo fue una ruina, con el problema de cantantes indispuestos, la ignorancia de planificación, el desorden y una situación crítica, entre inercia y apatía. Su fe en Aida, y la obsesión para que triunfase en Nápoles, se repartía entre proyectos para Alemania y Austria. El éxito napolitano, disipará posibles fantasmas, y en carta a Clara Maffei, confesará: Aida fue éxito inmediato y decisivo, sin que hubiera ningún si…o pero…que lo deslustrara, sin expresiones crueles como wagnerismo, el futuro y el arte de la melodía , etc…Este Verdi de controversias, encontrará la culminación de sus ambiciones en un espectáculo de perfecta confluencia a partir del libreto de Antonio Ghislanzoni, quien se había inspirado en un relato de Auguste Mariette y que en aquel primer estreno, contará con otro ilustre en la dirección, Giovanni Bottesini. Milán tendría una Sinfonia-Obertura, que desplazaría al Preludio de El Cairo, que definitivamente quedó excluida, a pesar de estar preparada, hasta que Toscanini recupere el original, en los 40, para la presentación en Nueva York, con la O.S. de la N.B.C. y C.Abbado se permita labores parecidas para el Teatro alla Scala, en el otoño de 1977, que llevará a registro fonográfico.     

Aida, plagada de deslumbrantes arias, dúos, páginas concertantes realzadas por el coro, pasajes instrumentales o detalles de danza, es ópera que condensa las ambiciones del autor, impregnado hasta los aspectos más genuinos de la Grand Opéra, vigente en aquellos tiempos. Cuatro actos con sus estudiados cuadros efectistas, para mayor relumbrón en cuanto a los recursos de cada intérprete. Radamés- Jorge Puerta, con el recitativo y aria, voz robusta de técnica para un verdiano de estilo en su idónea composición del personaje: Se quel guerrier…Celeste Aida. O Patria mia, del tercer acto, en un añorado lamento y los dúos con Aida- Marigona Qerkezi, soberbia por su proyección con un metal sobrecogedor, Rivedrai le foreste; Pur ti riveggio el final en desesperada entrega con Aida, Morir! Si pura e bella; O terra addio…. Aida, en su arrebato encadenado de recitativo y aria Ritorna VincitorDunque scordar poss´io o los correspondientes del tercer acto Qui Ramadés verrà…O Patria mia. Ranfis-Simón Orfila por sus dominios entre bajo y barítono, tuvo su grado de poderío en extensión en la escena Possente, possente Pthà, quien por recursos, tuvo un oponente de cara en la voz de Giacomo  Prestia-El Rey de Egipto-, efectivamente un basso profondo, para un rol de prestancia de grandilocuencia ostentosa, razones para  Amneris-Nino Surguladze- para dar entidad a ese cuadro de solista de pura épica arrebatadora,  en el acto siguiente y en el Palacio Real, con el arioso L´aborrita rivale o la maldición Spirito del nume, precedido por el recitativo Ohimé! Su dúo con Radamés Forse l´arcano amore y el terceto de con Aida y Radamés: Trema, o rea schiava, en un allegro agitato.

La apabullante Marcha triunfal o los números corales: Su! del Nilo, en aclamación a Ptah; Gloria all´ Eggito o Chi mai fra…, para definitivo enlace de pasajes entrelazados. La escena de poderosa presencia Possente Fthà, danza de las sacerdotisas y la consecuente Nume, custode e vindice, a reivindicar entre Ramfis, Radamés y el coro. Para un perfecto acabado, una nutrida plantilla orquestal, entre metales, maderas, recursos percusivos y efectistas trompetas, rememorando sonidos vagamente ancestrales, precursores de los modernos recursos propuestos por etnomusicologías emergentes. Todo se andaría en breve espacio de años. El Coro Gaos quedó emplazado en forma de testimonial equilibrio y esta Aida, de la que Pérez Sierra, con una dirección de conocida solvencia, recibió el respeto de los aficionados en las dos funciones.

Ramón García Balado  

 

Amigos de la Ópera, A Coruña.

Producción Amigos Canarios de la Ópera

Aida, de Verdi.

Marigona Querkezi, Nino Surguladze, Jorge Puerta, Carlos Almaguer, Simón Orfila, Giacomo Prestia, Francisco Pardo y Lucía Iglesias.

Orquesta Sinfónica de Galicia / José Miguel Pérez Sierra

Orquesta y Coro Gaos, de Fernando Briones / Ballet Druida, de Mercedes Suárez


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15/09/2023

Epistolae: Las cartas de Hildegard, en Espazos Sonoros

 Igrexa de San Martiño de Xuvia (Narón)

Hildegard von Bingen acapara el protagonismo en Espazos Sonoros, en la Igrexa de San Matiño de Xuvia (Narón)-sábado día 16, a las 19´00 h-, en un programa que cubrirán la cantante Maria Jonas; Susanne Ansorg, con fídulas y elementos percusivos, y el arpista irrenunciable de tantos proyectos, el compostelano Manuel Vilas, y que para esta convocatoria se anuncia como Ala Aurea. Maria Jonas, cabría asimilarse a lo que se dio a conocer como trobairitz, aquellas errantes difícilmente clasificables por el entorno de la época que las conoció y que con las debidas distancias, nos acercará a los trovadores. Occitania será en principio un encuadre histórico de acogida, pero su repercusión tendrá amplio eco en el Medievo. Esta cantante, es parte activa en agrupaciones como Ars Choralis Coeln; el grupo Ala Aurea y Sansistierce- una formación intercultural. Fue galardonada por su trabajo Prima Materia y fundó un programa de masters dedicados a la Edad Media, en la Essen Folkwang Universität, mientras ejercía la docencia en Colonia y Leipzig, en los cursos estivales de San Marino, CIMM Valldigna y Budapest. En 2020, creó en Renania del Norte-Wesfalia, el ciclo de conciertos KlosterKlaenge, del que es directora artística.

Susanne Ansorg, filóloga y musicóloga, imparte clases en la Leipzig Universtät, especialmente en instrumentos de cuerda y teoría musical del Medievo, en la Schola Cantorum Basiliensis (Suiza), al tiempo que colabora con The Boston Camerata; Sequentia; Saraband; The Harp Consort o Ars Choralis Coeln. Se dedica en preferencia a las investigaciones sobre organología medieval y la práctica interpretativa, centradas en el canto, con talleres de especialización que reparte por Universidades como las de Folkwang, de Essen; el Mozarteum, de Salzburgo; la de Humbolt e iniciativas divulgadoras en atención a los refugiados.

Manuel Vilas, nuestro arpista por excelencia, fue alumno de Nuria Llopis, en Madrid y de Mara Galassi, en Milán y desde los comienzos, pudo colaborar con formaciones de élite como Les Musiens du Louvre, Al Ayre Español; Ensemble Elyma; Ars Longa; La Trulla de Vozes; Musica Ficta y un amplio elenco, en el que destacan solistas destacados. Colaboró en producciones como L´Incoronazione di Poppea (C.Monteverdi), La Púrpura de La Rosa (Torrejón y Velasco); Salir del amor el mundo (Sebastián Durón) o la serie de cantatas del Palacio Contarini, con Marta Infante, junto a su personal proyecto del Manuscrito Guerra, en varias entregas y con distintos protagonistas, una de sus ambiciones más loables.

Hildegard von Bingen estará representada por piezas elegidas en un reparto de secciones que van desde un prólogo a la muestra de la correspondencia mantenida con Bernardo de Claraval; las cartas íntimas a sus compañeras de Rupertsberg; otra tomada de Elisabeth de Schönau. Sobre el Santo Disibodo y sobre el Santo Ruperto, se descubrirá el débito mantenido con quienes fueron sus patrones de los monasterios en donde profesó, para concluir en una carta destinada al abad de Kuno (Disibodenberg). Maria Jonas, especialista en la abades, nos lega parte de su herencia de manuscritos del Códice de Dendermonde (Abadía del mismo nombre en Bélgica, 1163/1175), y otro conocido como Riesencodex , de la Biblioteca Estatal de Essen (Wiesbaden), recopilación en folios de pergamino, cuidada por su último secretario Guilbert de Gembloux, y que se encontraba en el Monasterio de Rupesberg, destruido en la Guerra de los Treinta Años. Posteriormente pasaría a Eibingen, en un período plagado de conflictos históricos.

Hildegard von Bingen (Renania, 1098/1179), la llamada Sibila del Rhin, escribió sobre todo tipo de materias, entregada en buena medida a sus pasiones visionarias y místicas, reflejadas en la abundancia de sus hagiografías, con abundancia de trabajos propiamente musicales. Había nacido en el seno de una familia noble en Bermersheim, dando muestra de sus excepcionales condiciones artísticas y temperamentales, lo que la llevó a ingresar en el Convento de Disidobenberg, bajo la acogida de la abadesa Jutta von Spanheim, en donde será instruida en las reglas benedictinas. En 1136, con la pérdida de su preceptora, sería elegida para ocupar su puesto, fundando en breve su propia comunidad, en oposición al abad de Rupertsberg. Será cerca de Bingen, donde acabe encontrando su lugar de residencia con otras 18 seguidoras.

Una vida sufrida condicionada por frecuentes achaques de salud, que mucho tendrían que ver con los estados de arrobamientos místicos, visiones relatadas en sus escritos Scivias (Conoce el camino) y uno de los manuscritos, será precisamente el Codex de Rupertsberg (1165), que contiene miniaturas representativa de sus estados delirantes y que tendrá continuidad en otros dos. Más de 300 cartas, serán un afortunado testimonio de su realidad, materia que alimenta el concierto de Epistolae (Alla Aurea), y que se añaden al drama Ordo virtutum. Estamos ante la mística por excelencia del siglo XII, visionaria y profética, cuya fama se extenderá más allá de su Renania natal. Una visión del mundo de ideario neoplatónico. En este apartado de las canciones, se observa una atención primordial a las festividades de María y los santos locales, y el conjunto se recoge en la colección Simfonia Harmoniae. Un cuidado en la versificación como argumento fundamental, dentro de una poética imaginaria, en un lenguaje musical tratado con suma delicadeza, que contribuye a un extasiado realce. El resultado artístico, trajo como excelentes resultados la aceptación de reconocimiento que actualmente se le otorga,  gracias a la abundancia de trabajos, registros sonoros, en manos de los más cualificados especialistas y el reconocimiento de su figura como precursora de corrientes renovadoras.

Ramón García Balado  

   

14/09/2023

La pianista Laura Ballestrino Mateos, en el Museo de Bellas Artes, de A Coruña

 

Museo de Bellas Artes, de A Coruña

Concierto con invitación abierta en el Museo de Bellas Artes de A Coruña- viernes día 15, a las 20´00 h., con la pianista Laura Ballestrino Mateos, ganadora de la mejor intérprete Internacional del 99 Concurso de Juventudes Musicales de España, con un Galardón en el espacio de la interpretación ante un jurado presidido por Jesús Rueda, Josep Colom, Mariana  Gurkova, Miguel Ituarte y Jesús Herrera. Presidía como director del certamen, Antonio Martín, y el criterio general se atenía al modelo seguido por la European Union Music Competition for Youth (EMEY), un concurso que se celebró en la Universidad Alfonso X El Sabio, de Madrid, en 2021. Cuatro obras para su programa con una atención personal a Jaime Santoyo, por Canción de los lagartos, joven compositor formado en Salamanca, con Alejandro Yagüe y en los Conservatorios Teresa Berganza, de Madrid, ampliando en un Curso de Aptitud pedagógica de la Universidad Complutense y en la Universidad Rey Juan Carlos, también en Madrid. Participó en el Lorca poeta en Nueva York, actividad de 2007, con una obra en dedicatoria, la Fantasía Coral, que interpretaría en Grupo Cosmos, que dirigía Carlos Galán, en aquel año Lorca de la Comunidad de Madrid, junto a obras especialmente elegidas de John August Pamintvan, Miguel del Castillo- García Pablos, Joan Chic, John Leavitt, Morten Lauridsen, Samuel Barber, Eric Whitacre. Relevancia también había tenido el Coro Nur, que dirigía J.Manuel López Blanco.  

Para esta sesión también, la Balada nº 4, en Fa m. Op. 52 (1842), de Frederic Chopin, el franco-polaco que dejará uno de sus postreros trabajos junto a la Barcarola en F sost. Mi m. Op. 61 y la Polonesa-Fantasía Op. 61. El punto álgido de su estro imaginativo para el teclado en  una dedicatoria a la baronesa Nathaniel de Rothschild, consiguiendo con ella una de las obras de referencia para el piano, en particular por el diseño de sus ornamentaciones y el diseño de los motivos temáticos, realzados por una  exaltada inspiración, lo que ayuda a entenderla como uno de sus grandes desafíos para el intérprete. Quizás pueda anticipar aspectos que anuncian el impresionismo ya a las puertas. El Andante con moto, se mueve por los atractivos pentagramas desde su inicio, preparando una tonada a mezza voce, y que nos trasladará a una atractiva fermata, para ambas manos en  unísono.

Un concierto que se anuncia como Etats D´âme, en honor a Alexander Scriabin y a su Sonata nº 3, en Fa sost. m. Op. 23 Etats d´ âme, en sus cuatro tiempos, modelo de su etapa de transición y que tuvo publicación póstuma en un número de la revista Mouzy –kalny Sovremennik (El contemporáneo musical, 1915). Dramatico- primer tiempo-, destaca por los apurados saltos de octava que lo dominan ampliamente, llevando a una exposición de pureza contemplativa en un poco scherzando en una estudiada mezcla de temas con superposiciones que equilibran la armonía y el contrapunto. El Allegretto, aporta un ritmo ligero dentro de un ansia de reposo sobre armonías perfumadas que nos descubren su alma inquieta, desde una alegría de vivir a un arrebato entregado, entre una bacanal y una lucha.  El Andante, de un alma inquieta, divaga entre deseos imprecisos o fantasmales, que encuentran respuesta en el contracanto de la mano izquierda. Destacan en cierto modo, la concatenación de episodios variables, que anuncia aspectos de obras futuras.   El Presto con fuoco final,  ofrece un aire demiúrgico de imponente desafío para la intérprete, motivado por los arpegios amplios de la mano izquierda (por el ritmo casi invariable de dos tresillos de corchea, seguidos de cuatro semicorcheas). Nos queda curiosamente una versión abreviada por el compositor, prepara para sus propios conciertos. En el tema final se encadena la idea con la vuelta a la reaparición del segundo tema del primer movimiento y la culminación se queda en una serie de imitaciones cerradas entre sí mismas.

Manuel de Falla con la Fantasía Bética, una dedicatoria a su estimado Arthur Rubinstein, un adiós a Granada, y la despedida con respecto a esas formas musicales a las que tanto debía, en un anuncio de lo que será El Retablo de Maese Pedro y el Concierto para clave (o pianoforte), flauta, oboe, clarinete, violín y chelo. Valdrá como otro homenaje tardío a Isaac Albéniz, por su carga de notas en su estilo, parecidas a las que hallamos en las Cuatro piezas, a él dedicadas. El talante de las secciones exteriores resulta austero- aspecto propio en la sensibilidad del gaditano-, acentuadas por detalles percusivos que nos recordará a las herencias del cante jondo-su apreciado concurso que marcará una época-; posibles deudas con el barroquismo de la escuela dinamizada por Domenico Scarlatti y sus acólitos y hasta contemporáneos centroeuropeos como Béla Bartók. Falla en su profunda idoneidad, siempre presente en el conjunto de una obra aparentemente no tan extensa, pero profundamente idiomática, más vigente que nunca.

Ramón García Balado

   

Paseos compostelanos con la Banda Municipal

  Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela Primer tramo trimestral de temporada otoñal con la Banda Municipal dirigida por Casiano Mour...