Auditorio de Vilagarcía de Arousa
Clausura del VIII Festival Clasclâs, de Vilagarcía de Arousa, en el Auditorio de la ciudad- día 28, a las 21´00 h.-, con la soprano Miren Urbieta-Vega, acompañada por la Orquesta Gaos, de Fernando Briones, para un programa se repartirá su repertorio entre obras de Giuseppe Verdi y Giaccomo Puccini. Miren Urbieta-Vega fue galardonada con el Premio Lírico del Teatro Campoamor y como cantante revelación en la ABAO, en el rol de Liù (Turandot), en la producción de Nuria Espert; el Concurso Francesc Viñes (2014); el Internacional de Canto de Bilbao (2012); el tercero del Concours Médoc Bordeaux (2016), destacando por la interpretación de roles como Mimi (La Bohème); Liù (Turandot), Contessa (Nozze di Figaro); Donna Elvira y Zerlina (Don Giovanni); Adina (L´elisir d´amore); Aminda (La finta giadinera); Marguerite (Faust); Inès (La Favorita); Stella (Don Fernando el emplazado-Zubiaurre). Zarzuelas como El Caserío, Los Gavilanes, Luisa Fernanda, Benamor y oratorios o páginas sacras como el Requiem (Verdi); el Stabat Mater (Dvorak); la Cuarta Sinfonía (G. Mahler); el poema sinfónico L´Amour et la Mer (Chauson); Ein Deutsches Requiem (J. Brahms); los Vier Letze Lieder (R. Strauss) o el Tríptico de canciones de Antón García Abril. Se formó en el Centro Musikene y amplió en perfeccionamiento en el Centro de Plácido Domingo (Pala dels Arts de Valencia, bajo la supervisión del muy apreciado Alberto Zedda. Se le agradeció su colaboración en el Festival de Amigos de la Ópera de A Coruña (2023), junto a Marina Monzó, también alumna de Alberto Zedda, para cubrir la gala en la fecha de clausura, por la obligada renuncia de la soprano Aida Garifulina, entonces con la OSG, dirigida por José Miguel Pérez Sierra, entre obras que iban desde Verdi, Puccini o Fauré, a Charpentier, Bellini, Tchaikovski, Gounod o Gerónimo Giménez.
Verdi aporta la entrada con la obertura de Nabucco ópera de éxito notable y que motivó que el editor Canti, publicase nuevos retratos suyos junto a algunas de sus canciones, mientras se mantenían negociaciones para diversas producciones. Tras su estreno, Merelli vendió la mitad de los derechos a Ricordi, compaginando la venta de los derechos del libreto a Solera. Por mediación de La Streponi, el autor cedería la venta a los ambiciosos Lucca, la mitad de esos derechos, transacción realizada el 13 de marzo de 1842, detalle que más tarde, le supondrá problemas con Lucca y Ricordi en lo relativo a su presentación en el Teatro alla Scala. Urgencias para el músico enmarañado en una compleja red de conflictos a los que se verá arrastrado en cuanto a la propiedad de la ópera. Nabucco quedará señalada especialmente por el coro Va pensiero, convertido en coro oficioso reivindicativo. Otello- Ave Maria, pregha per chi adorando-, lamento de Desdemona en el IV acto, plegaria desesperada antes de recibir la visita de Otello, quien la besa tres veces antes del fatídico final que concluye con el dúo Chi è la? y la escena del asesinato. Con Otello, creará uno de sus puntos álgidos iniciando un par de décadas antes con Don Carlo, una evolución en la que estudiosos encuentran paralelismos posibles con Wagner, aunque semejante afinidad resulte inviable. En Otello, el discurso musical es perfectamente continuo. No hay separación entre los recitativos y las arias. La orquesta no está allí solo para acompañar el canto: dialoga con los cantantes y dispone de una autonomía que no tenía en las obras de juventud del bussetano.
I lombardi alla Prima crociata Recitativo y aria de Giselda, Quel prodigio…Non fu sogno, Una Griselda en el IV Acto, ante el Santo Sepulcro, medio adormecida recuerda en estado de arrebato entre coros celestiales la serie de impresiones que le producen la presencia de Oronte, quien le confiesa la trascendencia de un mensaje destinado a los cruzados a los que avisará de los acontecimientos inmediatos. Para esta ópera, Verdi estaba todavía imbuido del éxito de Nabucco, como había comentado Pougin, convirtiéndose ya en uno de los compositores de moda, como lo eran Donizetti Mercadante, Pacini o Luigi Ricci, a los que podía pedir que escribieran la ópera d´obligo, para la importante temporada de Carnaval. La noche de la tercera función de Nabucco, Merelli había enviado a Verdi la decisión de su admiración a la que había llegado, en una carta de sincero entusiasmo.
La forza del destino- Pace, pace, mio Dio, aria de Leonora-, cuadro segundo, del IV acto, los alrededores en donde se oculta Leonora y mientras vela en sus demandas al Altísimo para que le conceda esa tranquilidad que nunca tuvo, mientras que escucha un tumulto exterior que la obliga a ocultarse, observando cómo dos hombres se baten en duelo cayendo uno herido pidiendo auxilio. Don Álvaro llama a la puerta y tras muchos ruegos, consigue que Leonora le abra la puerta. Sobre el libreto de Francesco Maria Piave, basado en el conocido drama de El Duque de Rivas, bien sabemos de los resultados artísticos menos logrados de Verdi, destinado al estreno milanés en el Teatro alla Scala, el 20 de febrero de 1869 y que con clara evidencia, obligaría a completar necesarias reformas, con añadidos en el texto literario. Arreglos en los que tendría algo que decir Antonio Ghislanzoni, el futuro libretista de Aida.
Giaccomo Puccini, para la continuación, comenzando con un Capricho sinfónico y el aria de La Bohème- D´onde lieta uscii…de Mimi, perteneciente al Tercer acto, un estado en el que la bordadora amante de Rodolfo se muestra en un grado de situación desesperada, para una trama cuya resolución sería un reto para libretista y compositor y que nos ubica en aquel París descrito por Henry Murger en las Scènes de la vie bohème publicadas por entregas en la prensa de entonces, preparando el oportuno traslado a la escena gracia a Giuseppe y Luigi Ilica. Esa buhardilla en la que malamente conviven el poeta Rodolfo, el pintor Marcello, el músico Schaunard y el divagante filósofo Colline, junto a la bordadora Mimi. Faltaba la complicidad de los aficionados para elevar la ópera a la categoría de mito y para ello, bastará con la aparición subida de tono de páginas como Mi chiamano Mimi; O Soave fanciulla; Quando me´n vo; Dunque è propio finita?; Oh Mimi, tu più non torni o el dúo Sono andati…Virando a situaciones de similar desesperación, el aria Sole, perduta abbandonata , de Manon Lescaut, culminando el IV acto, en un paisaje desolado de la Luisiana, con la presencia de De Grieux y nuestra dolida criatura, siempre errática en su carrera caótica y despreocupada, relato tomado del abate Prevost, según proposición del editor Giulio Ricordi, para refrendar su estreno en el mítico Teatro Reggio de Turín, el día 1 de febrero de 1893. Otra de esas óperas sometidas por vía de urgencia para sufrir las necesarias alteraciones desde el cambio del Primer acto que previamente ofrecía un típico pezzo concertato. Sola, perduta, abbandonata, la celebérrima aria final llegó a estar desplazada pero a la postre, durante el trigésimo aniversario del estreno, sería recuperada para este final, merced a la sugerencia de Arturo Toscanini, tras algunos arreglos aceptados por el autor. Edgar-preludio del acto tercero-representada por vez primera en el Teatro alla Scala, el 21 de abril de 1889, fecha en el que surgieron enfrentamientos entre sectores con actitudes opuestas, recogiendo en el primer acto una aceptación cálida que arrastrará el rechazo en los dos siguientes. Puccini confesará a Ninetti: La velada transcurrió alternando los pros y los contras. La primera noche hubo siete da capos y cuarenta aclamaciones, en la segunda, se podían haber hecho diez representaciones si se hubiera permitido. Estoy muy satisfecho. Turandot-Tu, che di gel sei cinta-segundo cuadro del tercer acto, aria en la que la esclava de la princesa Turandot, entrega su alma confesando su amor irrenunciable al príncipe Calaf. La inspiración de Carlo Gozzi, quien había contagiado a otros maestros como Karl Mª von Weber, Ferrucio Busini o Antonio Bazzani, en lo que será el canto del cisne pucciniano, teniendo como sustento los libretos de Simoni y Adami, que definitivamente no estarían acordes con el reto, lo que trasladaría el proyecto a la obra escénica de Giacosa, en lo relativo al tema. Fragmentos de la ópera, fueron dados a conocer por Arturo Toscanini, quien se haría cargo del estreno en la primavera de 1925.
Ramón García Balado