Hugo Gómez-Chao Porta estrenaba Schattenhaft con la RFG dirigida por su titular
Baldur Brönnimman, junto a el Idilio de Sigfrido, de R.Wagner y la Sinfonía nº3 (Singulière), del sueco Franz Berwald. La obra de Hugo Gómez-Chao Porta, era encargo de nuestra orquesta, y resultado de su reciente etapa como Residente de la Ac. Española, en Roma, al tiempo que prepara sus próximos compromisos con la JONDE y el Ensemble Modern (Frankfurt) y la Fundación Tapies, con motivo de su centenario y la Ac. Española de Roma, a medias con la Fundación Luis Seoane, en memoria de Luigi Nono, que se estrenará el próximo año, un músico que cuenta con una consolidada trayectoria que añade a esas labores creativas, la dinamización del Festival Resis, dedicado a los géneros preferentemente contemporáneos. Obras de reciente memoria de su firma son Sol, quizás, o nada, encargo de la SGAE y AEOS, que la OSG estrenó en un programa con obras de F.Poulenc y la Primera Sinfonía, de J.Brahms, trabajo que se añade a Vanitas, vanitatum, para voz, guitarra, violín y chelo o El Tiempo menos solo (Sobre la poética de Abraham Gragera); Límites en negro- ganadora del Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CDMCM; Chanson de la plus haut tour (Arthur Rimbaud), un trabajo para orquesta; Icaro, compromiso con la SGAE y AEOS. Fue compositor residente de Juventudes Musicales de España, tras seguir las docencias de David de Puerto, Beat Furrer, en la Künstuniversität de Granz, ampliando dominios de especialización con Clemens Gadentätter, Sergio Luque, Friedrich Haas, Toshio Hosokawa, Pierligi Billoni, Jesús Rueda o el director George Pehlinvanian.
Schattenhaft, perfecto reflejo de semejantes influencias, es obra sin concesiones al reposo gracias a la amalgama del tratamiento plural de extended techniques, libre vuelo en recursos de alto riesgo que podrá producir más de una sorpresa ingrata y asunto del que se rehuía en esta pieza que avanzaba desde el unruhing delirando, entremezcla de densas masas sonoras sobre encabalgamiento de ideas independientes, planteadas desde recursos armónicos o tímbricos tendentes a otra serie de elementos melódicos transfigurados en ruidos elevados a dimensiones de colorido desmesurado. El beneficio de la propia orquesta fragmentada coadyuvaba a la acentuación de pasajes electrizantes y de difícil conformación. Una sección en forma de adagissimo, lontanissimo, sempre espressivo, permitía un cierto apaciguamiento melódico a modo de aparente rumor simulado por los instrumentos de la orquesta, propiciado en gran medida por la asunción en grado sumo por el uso de esas extended techniques, elemento que tan generosos frutos está deparando a los compositores de nuestra realidad cotidiana.
Para recrearse en ambiente, una pieza excepcional como el Idilio de Sigfrido, de Richard Wagner, composición de 1870 y de pretensiones profundamente líricas por las circunstancias que la vieron nacer, durante un período de reposo frente al lago de Lucerna, entre afectos cruzados del compositor, Cosima y Hans Richter, tomando en préstamo partes dispersas de pasajes elegidos de Sigfrido. Una dedicatoria para su hijo Sigfried, en la fecha de su nacimiento y un afecto al borde del éxtasis hacia Cosima. En esencia y para entendernos con la obra, un destilado poema sinfónico que recurre imaginariamente al Viaje de Sigfrido por el Rhin (El crepúsculo de los Dioses); la Liebestod (Tristan e Isolda); los poemas de amor, de Mathilde Wessendock, motivos que proceden de su óperas tempranas, una genuina tarjeta de visita sonora que hacen reconocible la pieza desde sus primeros compases y que actualmente se recibe con la mayor naturalidad entre los aficionados más comunes. Martin Gregor-Dellin, nos traslada a aquellas fechas, a finales de 1870, cuando se estaba preparando una fiesta íntima y en la mañana del 25 de diciembre, Cosima recibiría la luz del día con una música de una dulzura doliente y emotiva. Cuando enmudeció la música, entró Richard con los niños en la habitación de Cosima y le tendió la partitura del Cumpleaños sinfónico, que había concluido el 4 de diciembre en el mayor de los secretos y después recibiría el título de Idilio de Sigfrido. A excepción de una melodía compuesta por San Silvestre en 1868, Duerme, niñito duerme, el Idilio de Sigfrido era un poema sinfónico en un solo movimiento, reelaborando motivos de Sigfrido, incluido el tema de amor anotado en Munich, el 14 de noviembre de 1864. Se trataba de una música de amor intima y de una ternura privada, que en un principio pareció poco apropiada a las salas de concierto, aunque estaba prevista para orquesta y no para el pequeño conjunto de cuerda y viento que la ejecutó por primera vez.
Menores sorpresas deparaba Fanz Werbald (1796/1868), el compositor sueco por excelencia de su tiempo, y autor de cuatro sinfonías de las que esta Tercera Singulière, es la más lograda por el tratamiento de sus tiempos que descubren las herencias de sus tradiciones con influencias perceptibles de influencias alemanas y que nos hacía intuir un Sibelius en ciernes. Un romanticismo de perfiles nacionalistas propios de la época, sin perceptibles innovaciones cono nos descubrían sus tres tiempos desde el Allegro fuocuso, al Adagio-Scherzo-Allegro assai o y Adagio, para concluir con el Finale Presto. Tardará en llegar el reconocimiento para sus trabajos sinfónicos, habiendo de esperar hasta su aceptación en otros países gracias a sus giras, desde Austria a Alemania o Francia. Una biografía cargada de sobresaltos que le obligaron a abandonar la música en un par de ocasiones, a sabiendas de que en buena medida, la pertenecía a una saga de importantes compositores, facilitaría su dedicación a l música. Se había formado como violinista en Uppsala, con Du Puy, llegando a ser director de la Royal Orchestra, y en calidad de compositor, dejará sus primeras aportaciones con una Fantasía Orquestal, un septeto y un Concierto para violín, y en especial por el poema sinfónico La batalla de Leipzig, que preparará la llegada de trabajos camerísticos y en mayor medida, la serie de óperas: Leonida; Der Verräter; Donna Isabela- inacabada- y en su desplazamiento entre Berlín y Viena, una nueva obra de titulo tan atractivo como sugerente para estudiosos y aficionados, Estrella de Soria, que con el paso de los años, tendrá una revisión en 1946, de M. Pergament, una ópera sobre la que trabajaría mientras componía esta Sinfonía nº 3 (Singulière), a la que no se le niegan influencias impresionistas, entre otras piezas orquestales que mostraban su capacidad creativa. Músicos de su entorno cultural como Tor Aulin, Henri Marteau o Wihelm Stenhammar, contribuyeron a la recuperación y consolidación de su figura, después de la vuelta definitiva a su tierra para ser nombrado director de la Royal Orchestra y director musices de la Uppsala Universitty.
Ramón García Balado
Real Filharmonía de Galicia/Baldur Brönnimann
Obras de R.Wagner, Hugo Gómez-Chao Porta y Franz Berwald
Teatro Afundación, Vigo
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Auditorio de Ferrol
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