02/11/2023

Sinfonías de Johanes Brahms con la OSG, dirigida por Josep Pons en el Palacio de la Ópera de A Coruña

Palacio de la Ópera, A Coruña

Josep Pons


Josep  Pons vuelve con la OSG al Palacio de la Ópera de A Coruña-día 3 a las 20´ 00 h.-, para dirigir la Sinfonía nº 3, en Fa M. Op. 90 y la Sinfonía nº 1, en Do m. Op. 68, de Johannes Brahms, maestro importante trayectoria por su colaboraciones con formaciones de primer rango: Staatskapelle Dresden, City of Birmingham, Royal Stockholm, WDR Köln, BBC S. O., Orchestre de Paris,Deutschekammerphilharmonie Bremen, además de las  españolas de referencia, ocupando la lírica un espacio irresistible en el que tuvo en agenda óperas cono Kata Kabanova, Electra, Tristan e Isolda, Don Giovanni, L´Enigma de Lea- personal compromiso con Benet Casablancas-, Turandot, Rodelinda, Romeo y Julieta, en un amplio espectro desde los barrocos a las tendencias contemporáneas. Mereció un Choc de la Musique, por Noches en los Jardines de España, con Javier Perianes; el BBC Prize por la Sinfonía, de L.Berio y por los Frühe Lieder de Mahler/Berio, con Mathias Goerne. En 1999, recibió el Premio Nacional de Música.

J. Brahms, viviría un período de intensidad creativa cuando encare la Sinfonía nº 3, en Fa M. Op. 90, por la estimulante relación que mantenía con su inseparable J.Joachim, que dejará resultados en el Festival de Koblenz, y que se ratificará en el estreno de esta obra en Berlín, mientras abordaba algunos de sus lieder más elocuentes como los Op. 96 y 0p.97, pero el esperado estreno del 2 de diciembre de 1883, no había tenido la aceptación ansiada, en aquella ocasión con la O.F. de Viena, con  Hans Richter, producto del rechazo de los incondicionales de Bruckner y Wagner. Un maduro Brahms, sabría dar a esta obra un claro giro en la idea de su estilo gracias a la profunda atención a los detalles. Un período de transición que arrastra el peso y las influencias beethovenianas.

El Allegro con brio, se anuncia así con un importante ataque de vientos en una apoteósica afirmación dramática y a partir de un apunte de tres notas con las maderas en agudo, adentrándose en pasajes más oscurecidos que dan argumentos  a las cuerdas, basculando dentro de una divagación ondúlate, que invitan a expresarse al clarinete, que coquetea con un aire popular. Otro tema con el oboe, cálido y apacible, ayuda a completar el tiempo para dar entrada al Andante, en un talante de reposo que algo podrá deber al estilo de sus lieder. Destaca un episodio  repartido entre clarinetes y fagotes, que recrean sonoridades de impregnación melancólica.

El Poco Allegretto, no tendrá mucho  que ver con un esperado scherzo, en el que su anuncio queda propuesto por chelos y cuerdas que disputan el aire de que supondrá un típico allegretto remarcado por motivos irónicos, de guiños cómplices claramente entremezclados. Como ideario a seguir, en su entrada, un a modo de melodía sin el menor disimulo que nos acerca a las danzas húngaras, tan apreciadas por el autor, logrando un detallistas juego de contrastes. El Allegro final, logra resumir el conjunto de argumentos que propuso a lo largo de los precedentes, magnífico exponente de su magisterio artesanal dentro de unas proporciones que en su contexto, se sublima en la conclusión resuelta en un acorde pianissimo, que consuma su trasparencia y sonoridades solemnes.  Esta obra que del conjunto de las cuatro, observa el carácter típico alemán del norte, en la que aparece el ardor fantástico de las leyendas y la ensoñación introvertida que se proyecta en la dimensión de un éxtasis.

Hans von Bülow, en sus enfrentamientos con Wagner, por turbias diferencias con    Cosima, probará con el acercamiento a Brahms, una relación que poco antes resultaría fría y distante  y en 1877, dejará como rédito el estreno de la Primera Sinfonía, en Do m. Op.68, en Hannover para repetir inmediatamente en Glasgow. Momento en el que el compositor, sentirá muy positivo ese entendimiento con von Bülow, como se comprobará por la correspondencia mantenida. En 1881, con motivo de conciertos del director en Viena, tendrá intercambio de pareceres sobre estos importantes avances del compositor, en cuanto a las innovaciones y como resultado irrenunciable, en aquel retiro en Pressbaum, surgirá otra obra fundamental, el Concierto para piano y orquesta en Si b M. Op. 83, que a dos pianos habrían probabo Billroth  y Hanslick. Ese Hanslick que dignificará la obra como prueba de una voluntad poderosa y de un pensamiento musical de grandes facultades arquitectónicas.

El Allegro quedaría dotado de los tres temas clásicos, expuestos desde un primero vigoroso y  melancólico el segundo para el tercero  puntualmente rítmico. Las distintas combinaciones con ideas secundarias, redundan en una densa trama tras la aportación de un marcado y buscado sentido del equilibrio global, argumento primordial en su unificación que se articulará en el conjunto de la obra.  El Andante sostenuto, un patrón acostumbrado de hipersensibilidad interiorizada tan significativa en su ingenio motivado por un primer tema apacible y solemne, además de lírico, será  remarcado con prestancia en el episodio central, resuelto por cuerdas y oboes, en un genuino tratamiento ornamental enriquecido en los pasajes centrales y que se completa en una atractiva luminosidad sonora.

Un poco allegretto e grazioso, es tiempo con temple de scherzo, aunque más sereno por su buscada sonrisa que se tilda de gris-azulada, aspecto que nos trasmite el timbre de los clarinetes encabalgados por los pizzicattos de los chelos para dejar ideas que nos trasladan al comienzo, manejando motivos melódicos en el estilo puramente brahmsiano, reconocible en su magna dimensión, para alcanzar el punto álgido en el Finale  (Adagio-Più andante-Allegro non troppo ma con brio), dividido en esa cascada de secciones, desde las pinceladas con el Adagio pretencioso e hierático en donde manifiesta un sinfonismo desmedido y con aspectos enigmáticos y complejos ya desde una idea primera de enfrentamiento entre cuerda y maderas, con ritmos punteados. El più andante-Allegro non troppo ma con brio, se nos ofrece como un complejo y curioso enlace de transición por su extensión hacia un detalle de la trompa que retomará la flauta sobre un trémolo de cuerdas con un coral de metales que remite de nuevo a la trompa. La resolución de conflictos en litigio, consuma la grandeza de la sinfonía.

Ramón García Balado

 

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