14/07/2023

Banda Municipal: Ópera na rúa

Período estival con la Banda Municipal dirigida por su titular David Fiuza Souto, para una sesión de tarde prevista para A Praza das Praterías y que se trasladará  al Auditorio de Galicia, en previsión de la situación climática - 20´00 h., prevista como primera  actividad de las Xornadas de Música Contemporánea, y que hubo de suspenderse por problemas técnicos.  Bajo el reclamo A voz a escena  dentro del  apartado de SONARTE- Ciclo III Músicas Abertas-, en una nueva colaboración con Amigos de la Ópera de Santiago, para un programa repartido entre Kurt Weill, por su Kleine Dreigroschenmusik (La ópera de cuatro cuartos) y el Piazzolla de María de Buenos Aires, espectáculos que trascienden las formas más tradicionales del género y que con fortuna no han perdido su absoluta vigencia. Para su interpretación, las voces de Clara Panas- ganadora de uno de los certámenes promovidos por la asociación compostelana en los concursos de canto, una cantante que igualmente en otra de las galas como la de hoy, hace unos tres años, y bajo la dirección de Casiano Mouriño Maquieira, en compañía de las castañuelas de Margarita Guerra, el Coro Liceo de Vilagarcía, dirigido por María Rodríguez, nos dejaron un amplio programa centrado en el mundo de la lírica-; Lucas Pérez será la segunda voz, contando al mismo tiempo con la colaboración del pianista Brais González y la acordeonista Nerea Rodríguez.

Kurt Weill en una selección de Die Dreigroschenoper (La ópera de cuatro cuartos), espectáculo que sobrepasa los límites de la propia lírica para reclamar su dimensión como obra de profundas connotaciones sociales, obra de un período convulso en la Alemania de entonces y que supo pulsar las sensaciones complejas de la vida cotidiana, no en vano su mano a mano con Bertold Brecht, acertó en tocar la fibra sensible del aficionado. Una ópera, en lo posible, que se distanciaba de los estilismos más académicos, sin llegar a perder la más mínima vigencia hasta la actualidad. Berlín entre su amplia oferta de proyectos de gran abanico de espectáculos, entre los que también se dará a conocer el Wozzeck, de Alban Berg o la pareja de la que se escoge en esta tarde  Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny (Auge y caída de la ciudad de Mahagonny), de un par de años después y bajo la misma rúbrica intencional. Tiempos crudos y revueltos, como es bien sabido, con amargas consecuencias para la Europa de entonces. Kurt Weill no dudaría en recurrir a eso que llamamos la memoria histórica en una perspectiva de siglos, y para confirmarlo la muy conocida The Beggar´s Opera (La  ópera del mendigo), en un salto al vacío que con traslada a la Inglaterra del XVIII. Weill, otro condenado a un inevitable exilio americano, tras huir de la Alemania nazi, en donde colaborará con otros escritores de irregular fortuna.  

Cantables de la ópera, a medio camino del singspiel, la comedia musical y géneros afines, son moneda de cambio preferida en los programas de los intérpretes más variados, por la sencillez de sus melodías o el contagioso humorismo que descubrimos en ellos. Bastará con que nos acerquemos al personaje-cantante de baladas; a la joven de vida dispersa, Jenny Diver- quizás una mezzosoprano-; al hombre del desarraigo Filch; a la Sra Peachum y a los personajillos que la rodean; el resto de chicas revoltosas y jaraneras; al guripa Smith, poco fiable tal cual corresponde a su linaje o al cabeza de la banda de delincuentes Macheath. Una fauna al gusto y demanda del cartelón pergeñado por Bertold Brecht. Ni un segundo de reposo, para mantenernos entretenidos dentro de una rendida complicidad. Cada acto, un mundo de ingenio y recursos, desde el preludio en la feria que nos presenta el Soho. Parodias, burlas de himnos, arropados por una orquestina tradicional a la que se adivinan sus entresijos, para conseguir el grado máximo del espectáculo.

María de Buenos Aires, ópera de Astor Piazzolla, nueva colaboración con una pluma sublime, y que en esta ocasión es la del poeta Horacio Ferrer, ópera de indaga en la tradición popular con arrebatos milongueros, como es de rigor. Ferrer se midió a fondo, para conseguir una perfecta correspondencia con Piazzolla, en un ambicioso trabajo de indagación en las jergas de los llamados bajos fondos, entre referencias de pinceladas esotéricas. El Piazzolla de finales de los sesenta, que conseguirá calar entre los aficionados, resultando un complemento de perlas con respecto a la obra de Kurt Weill, por su temática y pretensiones, salvando las oportunas y comprensibles distancias. Pensemos también en la colaboración del propio Horacio Ferrer, en los roles de recitador, nadie más propicio para los resultados pretendidos. Para entonces, un grupo de diez músicos, en el estreno un 8 de mayo de 1968 y el protagonismo de insignes cantantes como la sublime Amelita Baltar, asistida por Héctor de Rosas, junto a un coro de voces de hombres y mujeres. Ferrer, en sus dominios perfectamente demarcados, supo evitar toda carga de superflua monotonía

En unas memorias sobre Astor Piazzolla, recopiladas por Natalio Gorin, nos recordaba el gran suceso artístico en la prensa pero como certificado una vez más que los temidos críticos no escriben la historia, un fracaso de público, y a la vez un derrape económico, en especial para Piazzolla. Se dijo entonces, entre  otros textos, que la poesía de Horacio Ferrer era el tango, lo que al tango era la música de Astor Piazzolla. La idea, a efectos de la operita, hasta hoy en día, me parece audaz y ligera. Piazzolla estaba llegando a sus alturas creativas y Horacio Ferrer, estaba en el arranque de una obra poética que años más tarde tendrá momentos notables de gloria junto a la música de Piazzolla.

Ramón García Balado 13/VII/2023     

 

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