09/06/2025

Esther Fernández González y Erika Garcia, concierto de la EAEM en el Paraninfo da Universidade

 Paraninfo da Universidade, Santiago de Compostela


Concierto que completa la serie de sesiones confiadas a los alumnos de la EAEM, en el Paraninfo da Universidade. Día 11, a las 19´30 h., comenzando por Esther Fernández González, quien siguió la docencia de la chelista Barbara Switalska, contando con el acompañamiento pianístico de Eriko Ishimoto para la transcripción de Adagio del Concierto para violonchelo y orquesta nº 2, en Re M. Hob. VIIb.2, de Franz Joseph Haydn, obra de su período en la corte de los Estherhazy y producto de su buena relación con Anton Kraft, un dotado virtuoso con el que mantenía excelentes relaciones aunque deberá esperar hasta 1806, para conocer su edición gracias al editor André quien la ubicará en el catálogo como Op. 101, dejando ciertas dudas en lo relativo a su datación, aspecto que veremos como es sabido, en gran cantidad de sus obras, especialmente en las concertantes. Nikolaus Kraft, hijo del citado sabrá contribuir a oscurecer algunos de esos aspectos. Ya en 1953, el descubrimiento del manuscrito autógrafo, ayudará a esclarecer tantas dudas. Tres movimientos en la obra comenzando por el Allegro molto para llegar a este Adagio y completar con un Allegro. El Adagio, en La M., avanza con un motivo rítmico de tres notas que resumen el período conclusivo del tema principal del primer movimiento, un tiempo lento y apacible recreado dentro de una atmósfera meditativa y primordial para el ejercicio de la solista. Haydn en Estherhazy, durante pasaría tres década de su vida, en el ostentoso palacio de la familia, con su pabellón de caza, junto a un lago y que en su estilo, imitaba el modelo del Versalles de Luís XIV, con más de 200 habitaciones y una ingente cantidad de personal para su cuidado, desde guardabosques a lacayos. El maestro asumiría oficios en materias musicales desde óperas a obras instrumentales o las dedicadas para banda, disponiendo de escogidos profesionales que engrandecerán su figura permitiéndole abordar un capítulo esencial de sus trabajos musicales, en los que también tendrían cabida los espectáculos con marionetas y otros entretenimientos, quedaría la sorpresa de adivinar de donde sacaría el tiempo para tantos compromisos, en los que tampoco faltaría su dedicación más personal para las músicas camerísticas. Hacia 1790, el príncipe sería sucedido por su hijo al que parecía no tentarle mucho este mundo musical y nuestro hombre no dudará en responder a las invitaciones recibidas por distintos países europeos, llegando a visitar Londres en donde era admirado y respetado, realizando productivas giras y recibiendo además el título honorario de la Universidad de Oxford, mientras asistía a los juegos de las Highlands escocesas, preparando su vuelta a su residencia acostumbrada con los Estherhazy.

César Frank- Sonata para chelo y piano, en La M., obra maestra dedicada en un principio al violinista Eugène Ysaÿe , quien la estrenará en el Círculo Artístico de Bruselas en diciembre de 1886, con Mme Bordes-Pène, quienes repetirán al año siguiente en París, en la Société Moderne; también Ysaÿe con su hermano Théo, o Raoul Pugno, contribuirán a su divulgación. Para la historia, el mito de su asimilación a la obra proustiana Pour les chemins de Swan, la Sonata de Vinteuil, y el músico de ficción Monsieur Vinteui, prendado de Odette de Crécy, en resumen, obra clave del género vista desde cualquier perspectiva de tratamiento y obra tardía de madurez, coincidente con otras en esta línea de E. Lalo o C. Saint-Saëns, en lo relativo a la renovación de la escritura. Dos tiempos: Allegro moderato, relativamente breve, no encuadrable como introducción  y resuelto en dos temas aunque sin desarrollo, un primero sobre acordes de séptima al piano que presenta el elemento armónico, preparando la entrada de la idea inicial ligera y cantarina, elevando a la cuerda a una célula cíclica con un ritmo ostinato y un segundo tema en manos  del piano, al          que responde la chelista, amplio e inspirado, cubierto de rápidas semicorcheas. Ambos temas se reúnen en la conclusión en un estado apacible, hacia una coda que se manifiesta cual cierre de hoja de un álbum. El Allegro, será para su colega Vincent d´Indy, una pieza en forma de Lied en tres partes, en respuesta a otro que aceptan la idea de una forma de Allegro de sonata, marcando sin duda un ánimo apasionado y hasta trágico que se aprecia por su ritmo anhelante y entrecortado, que se encuentra ya en su Quinteto o en el Preludio, coral y fuga. Cuatro compases acordes del teclado, valen como transición a un segundo tema, basado en una célula cíclica, imponiendo una frase lírica previa a un desarrollo, reapareciendo un diálogo apasionado y una reexposición modificada que concluye en la coda entusiasta e impetuosa con largos trinos de la chelista.

Gaspar Cassadó- Suite para chelo solo-, obra testimonial del maestro barcelonés y que se programa con respetuosa frecuencia en homenaje a quien fue figura ya desde sus años de juventud, tras la obtención de una beca en 1908, para estudiar en París, con Pau Casals, antes de consagrarse profesionalmente a partir de 1918. Su temperamento le facilitó medirse con artistas como Harold Bauer, A. Rubinstein, Iturbi, Szigeti, Hubermann o Y. Menuhim y Ketner, dedicándose profundamente a la docencia en Siena (1945 y 1955); Colonia, desde 1958; Florencia, en donde vivió hasta el final de si vida o el Curso Universitario Internacional de Música en Compostela, desde su segunda convocatoria, en la Cátedra de Música de Cámara. Estrenó obras como los Dialoghi- L. Dallapiccola (1960)-; transcripciones de J.Turina; el Concierto para chelo, de Martinu; el Concierto galante, de J. Rodrigo; el Segundo concierto, de Bacewicz (1963) o Prozesion, de Reuter (1957).

Erika García, alumna de Vicente López y también acompañada por Eriko Ishimoto, elige la Fantasiestücke, para clarinete y piano Op. 73, de Robert Schumann, tres fragmentos de profunda impresión personal y que se estrenarán en Leipzig a comienzos de 1850. Cada una de sus páginas está construida en forma de Lied, con su coda correspondiente, llevando a su máxima expresión las sonoridades nostálgicas que ansía ofrecer, remarcando la importancia del clarinete  que para los románticos la preferencia se inclina por el instrumento en Si b, dejando también la posibilidad de un tratamiento para violonchelo. Zart und mit Ausdruck (tierno y con expresión), en La m., es una primera página de establece un ciclo elegíaco y con una seductora melodía a cargo de la clarinetista por su diálogo en tresillos del piano, destacando en la sección central el intercambio de los dos instrumentos. Lebhhaft, Leicht (Vivo y ligero, en La M.) resulta un ligero scherzo en modo mayor con un episodio central que se basa en un juego de escalas en tresillos.  Rasch, mit Feuer (Rápido y con fuego, en La M.), es una especie de variación conclusiva que recupera elementos precedentes: el primer fragmento en el  trío (en modo menor) y el segundo en la coda. Una escritura brillantemente arpegiad

Francis Poulenc- Sonata para clarinete y piano-, obra escrita entre 1956/7, dedicada en 1962 a la memoria de Arthur Honneger y escrita para el clarinetista de jazz Benny Goodman, quien la estrenará con Leonard Bernstein al piano tres meses después de la muerte del compositor, el 10 de abril de 1963, en el Carnegie Hall neoyorquino, antes de ser editada por Chester. El Allegro tristamente, Allegretto, destaca por sus diseños del clarinete, sostenidos por los acordes del piano. En el centro, el movimiento contiene un episodio casi monótono que remarca la intención de la obra, en el que el clarinete toca la misma figura rítmica con un sentido poético de apariencia sombría.  La Romanza, resulta una página realmente apacible y plena de dulzura en un estilo melancólico para pasar a un Allegro con fuoco más animado y fogoso que se presenta como final en un estado de ánimo distinto, siendo el piano por su talante percusivo por momentos, quien resuma detalles melodiosos y animados, una divertida conclusión de Poulenc, que se entrega a una despedida en fortissimo.

Bruno Mantovani- Bug-, obra estrenada el 6 de febrero de 1999, por Philippe Soured, su dedicatario en el Festival de Mérie en Francia, y que cuenta con un registro discográfico, D´un rêve parti, con el Ensemble Alternance, en el que también aparecen Les Dances interrompues, D´un rève parti, Appel d´air y Früh. Bug  es una metáfora de la desazón causada por los fallos en las computadoras provocado por aquel apocalíptico efecto 2000 que tanto dio que hablar. Obra de elevado virtuosismo y densidad debido a los continuos trinos y glisandi, así como a la variedad de articulaciones, estas dinámicas contribuyen a las contradicciones que se producen en la obra, en sus dinámicas y el perfil melódico. A lo largo de la obra, se suceden rápidos pasajes, momentos de calma hasta que se desata el virtuosismo extremo del fortissimo. En este momento, parece que todo se desintegra con cuartos de tono fundiéndose unos en otros, concluyendo la obra con notas sostenidas, únicas supervivientes de esa melodía microtonal.

 Ramón García Balado

Yiran Niu, Irene Sancho Álvarez y Jorge Denís Sanromán, la EAEM en el Paraninfo da Universidade

 Paraninfo da Universidade, Santiago de Compostela


Cuarto concierto de alumnos de la EAEM, en el Paraninfo da Universidade-día 10, a las  19´30 h-,Intérpretes para la sesión de la EAEM, dentro del CAO, que comenzará  Yiran Niu, quien siguió la tutoría de Anca Smeu y que tendrá como acompañante a la pianista Simona Velikova, para las dos obras que nos ofrecerá. El Adagio de la Sonata para violín solo, en Sol m. BWV 1001, de Johann Sebastian Bach, piezas que mantienen la duda de si estuvieron pensadas para su propio disfrute o para Pisendel,  dejando constancia del gran nivel de dominio y conocimiento del instrumento resaltando su melodía cantabile y la importancia de la expresión armónica a partir de una técnica que brotaría del más depurado virtuosismo. El autor se familiarizó con la técnica de las dobles cuerdas que tan importantes serán en el conjunto de sus obras, tras haberlo hecho con las sonatas italianas y los conciertos de igual procedencia. El Adagio de la BWV 1001, resulta un majestuoso movimiento en forma de obertura, resultando una página emocionante sobre grandes trazos rápidos de toccata jalonados por acordes de tres y cuatro sonidos. Bach adoptará aquí un estilo cercano a la fantasía improvisada. En las tres Sonatas, se observa una elaboración dentro del modelo sonata da chiesa en sus cuatro tiempos, conteniendo cada una grandiosa fuga precedida de un Preludio lento con rasgos de improvisación y con una riqueza polifónica extraordinaria.

Max Bruch, con el Concierto para violín en Sol m. Op. 26, en sus tiempos Vorspiel (Allegro moderato); Adagio y Finale (Allegro energico), uno de sus tres conciertos para el instrumento y perteneciente este al año 1886, antes de ser ejecutado dos años después atendiendo a los modelos de Mendelssohn y Johannes Brahms. Obra dedicada encarecidamente al virtuoso J. Joachim, significándose por su abundante calidad melódica y el detallismo de su escritura para la parte solista. El Allegro moderato, pasará como una introducción a los movimientos que siguen, lo que para el autor supondría más de una duda en lo relativo en dar un nombre al concierto, afectando al Allegro de sonata, aunque desprovisto de desarrollo y de reexposición, pudiendo hablarse de una forma rapsódica con un diálogo entre solista y la orquesta. El tema principal, de acentuado dramatismo, verá surgir en la madera a la que secunda el violín una cadencia que se despliega en una larga extensión que alcanza un tema secundario lírico con el violín en registro agudo para recuperarse con el tema inicial. El Adagio, amplio y generoso, se elabora sobre un tema en Mi b M., anunciado por el violín, adornado y variado hasta una celosa cima de clara intensidad antes de la vuelta del silencio preparando entradas de flauta y trompa, que invitan de nuevo al instrumento solista. El Allegro energico, fogoso y temperamental, evoca ritmos y acentos zíngaros que nos acercan a Brahms, llevándonos a otro tema contrastante e impulsivo, que desafía al violín. La presente transcripción nos marca evidentemente nuevos derroteros.

Irene Sancho Álvarez, alumna de Carlos Méndez y acompañada por Simona Velikova, apuesta por la Sonata nº 2, en Mi m. Op. 6, de Adolf Misͮek, compositor de Modleton, 1875- entonces Imperio Austrohúngaro- y que nos dejó en Praga, en 1955, dotado contrabajista checo perteneciente al Romanticismo tardío y autor de repertorios camerísticos además de excelente pedagogo, músico forjado en la Ópera Estatal de Viena, tras estudiar en la Universidad de Música y Arte Dramático, con Franz Simandl, donde se graduó en 1894. Pasó también por la Wien P.O.,  y tras el fin de la Primera Guerra Mundial, abandonó su plaza para volver a Praga, donde fue nombrado solista de la O. del Teatro Nacional de Praga. Su música muestra un talante bohemio con referencias a Brahms, Wagner o R. Strauss, manteniendo una importante actualidad. La Sonata nº2, en Mi m. Op. 6, fue editada en 1911, lo que hace presumir una escritura anterior. Cuatro tiempos: Con fuoco; Andante cantabile, Furiant, allegro energico y Finale. Allegro appasionato, de los que tendremos los tres primeros, y que pueden interpretarse de forma separada, llegando a durar casi media hora. La influencia de Brahms y los compositores del Romanticismo tardío resulta ya evidente desde el primer movimiento.

De Serge Koussevitzky, el Allegro del Concierto para contrabajo y orquesta en Fa sost. m., Op. 3, director que estudió contrabajo en el Conservatorio de Moscú con Rambousek y composición con Blaramberg y Krugliakov, llegando a formar parte de la Orquesta del Bolshoi, donde fue solista entre 1901/5, preparando una importante carrera como solista realizado a través de transcripciones de obras para chelo y páginas de propia firma. Fijó su residencia en Berlin (1907), donde debutará como director, faceta en la que se prestigiará tras su presentación con  la Berlin P.O., antes de confirmarse en Moscú a nivel universal. Dirigió óperas rusas y fundó los célebres Conciertos Koussevitzky, fundando años después el Festival deTanglewood (1935) y promoviendo la Fundación que lleva su nombre, en honor de su compañera Natalia Ushkov.  El profesor Rainer Zepperitz, aconsejará a alumnos suyos sobre este concierto, dejando precisas indicaciones sobre ese primer movimiento Allegro, en Fa sost. m, cuyo principio tiene que ser una nota larga con un gran arco. Hay que escuchar continuamente el sonido que produce, los tresillos son más rápidos. Este concierto requiere un montón de energía, muchas veces tocando además en la misma cuerda. Las pausas entre frases tienen que ser cortas para no interrumpir la inercia, es sólo impulso para  seguir con la misma fuerza. La relajación es importante para abordar los pasajes  comprometidos. En el climax hay que anticipar un crescendo molto justo antes y luego coger el tempo.

Jorge Denís Sanromán, alumno de José Vicente Faus, nos traslada a mundos sonoros centrados en los medios de la percusión. Jan Freicher, tendrá Koda, para vibráfono, obra divertida que no duda en acercarse a los modismos de las músicas latinas cuidando los aspectos armónicos y sorprendentes. En sus cercanías, los maestros jazzísticos del vibráfono como Lionel Hampton o Milt Jackson, por citar a los más emblemáticos o quizás Red Norvo, en la vertiente latina, y la concomitancia con el swing. Otros músicos en cartel, Eddie Costa,  Vic Feldman, Terry Gibs, Gary Burton, Tom van der Geld, Bobby Hutcherson o Carl Tjader. El vibráfono se hizo grande en el espacio del jazz creando una corriente reconocible y para muestra, otro personaje como Cassey Cangelosi, con una pieza cargada de energía como Tap Oratory para caja y electrónica (2015), pieza cercana a los siete minutos electrizantes de este músico integrado en la Classical Marimba League y dinamizador del Festival Marimba Zeltzman (2011), en Appelton, tras formarse en Boston, Massachussets y en el Instituto de Artes de California. E. Sejourné, con el Concierto para marimba y cuerdas-Tempo suple-, se caracteriza por su expresión neo-romántica, sazonada a salto de mata por algunos gestos y armonías que parecen provenir del mundo del jazz, entre figuraciones que destacan precisamente en este tempo suple, que resulta especialmente atractivo por su ambiente evocador y sus sugestivas armonías. Su catálogo de obras concertantes ofrece trabajos como el Concierto Magallanes, para percusión y cuerdas, ejemplo del alto nivel conseguido como notable percusionista y en el que caben también obras escénicas. El ConCerto Fuoco, para marimba (percusión y banda) o el Concierto para tres percusiones y banda, además del Concierto para vibráfono y cuerdas, son las obras más difundidas, junto al encargo del Festival Grame, para el Grupo Teclados de Percusión de Lyon.

Ramón García Balado

08/06/2025

Tercer concierto del CAO de la EAEM: Inès Fernando y Óscar Rial Salgueiro, en el Paraninfo da Universidade

 Paraninfo da Universidade, Santiago de Compostela


Dos intérpretes de la EAEM, en el Paraninfo da Universidade, día 9 a las 19´30 h., y que abrirá Inès Fernando, alumna de Timur Sadykov,  acompañada por la pianista Eriko Ishimoto, tendrá en programa la Sonata Arpegione, en La m. D. 821, de F.Schubert, obra que según Briggite Massin está relacionada con el fabricante vienés Johann Georg Staufer (1778/1853), especializado en instrumentos de cuerda quien construyó una especie de violín (por su forma) y guitarra  (por el número de cuerdas, seis), que llevaba el nombre de arpegione, o también guitarra-violonchelo o guitarra de amor. Vicent Schuster fue un virtuoso de este efímero instrumento y fundador de la escuela para promocionar el arpeggione; fue probablemente quien encargó a Schubert la composición de una sonata destinada a probar la musicalidad del nuevo instrumento. La sonata fue escrita muy rápidamente, como demuestra el manuscrito muy poco cuidado. Fue interpretada antes del fin de año en casa de Schuster, con Schubert al piano. No queda ningún documento que hable de esta ejecución. La sonata no tiene la dimensión de los cuartetos de cuerda escritos algunos meses antes. Solo consta de tres movimientos, relativamente reducidos, que dejan traslucir la intención de destacar un instrumento inusitado. El primer movimiento, Allegro moderato, está en La m., y su primer tema melancólico, está expuesto al piano pero repetido pronto por el arpegione; es este el que expone el segundo tema, vivo y danzante. El desarrollo, después de un único enunciado del primer tema ampliado, está llevado por el arpeggione; una bella transición de clima inquietante, trae consigo la reexposición, durante la cual el instrumento vedette vuelve a exponer alternativamente los dos temas. La conclusión se mantiene en la línea melódica del comienzo del movimiento.  El segundo movimiento, es un Adagio en Mi M., concebido como un Lied; el arpeggione corresponde a la soñadora melodía, al piano el acompañamiento discreto y tranquilo. El interés se centra sobre las cualidades expresivas  del insólito instrumento; es el encargado de termina el movimiento sobre cuatro compases de una cadencia que introduce directamente al final. El Allegretto, en La M., es un rondó en varios episodios. Sigue siendo evidente el interés por realzar el instrumento de cuerda, tanto si se trata del estribillo de aire popular, o de los intermedios  (el primero en Re m., violentamente ritmado, el segundo en Mi M., mucho más melódico, y también mucho más desarrollado), la parte principal vuelve a corresponder al arpeggione, que debe demostrar sus posibilidades de agilidad y de virtuosismo como demostraba su expresividad en el movimiento precedente. Obra de circunstancia, de evasión, la sonata, no deja de tener, por el sabor de sus temas, la sucesión casi improvisada de sus elementos melódicos y la soltura de su desarrollo, un encanto evidente, un poco anticuado y nostálgico. La primera edición de la obra, en 1871, incluía la transcripción para violín o violonchelo, junto a la parte del arpeggione. Se hicieron arreglos más tardíos para viola o para guitarra. E incluso transcripciones orquestales de la parte del piano. En nuestros días se interpreta casi siempre con violonchelo y piano. Es la única obra en dúo de Schubert que puede inscribirse en el repertorio de los violonchelistas.

Óscar Rial Salgueiro, alumno de Javier Simó y Ramón Llaster, disfrutará de la asistencia de Haruna Takebe, en la transcripción para dúo del Concierto para trompeta, en Mi b m.Hob. VIIe.I, de Franz Joseph Haydn, obra de 1796, en la serie menos afortunada de los dedicados a instrumentos de viento, en los que abundan de forma especial los perdidos y abandonados, además de los apócrifos, como habían sido dos de los dedicados para flauta- Conciertos en Re M. Hob. VIIf.1 y Hob VIIf. D1, el primero con el íncipit Entwurf-Katalog, perdido y el segundo, definitivamente asimilado a Leopold Hofmann, a pesar de que fue siendo interpretado con frecuencia con originalidad errónea. Concierto destinados al definitivo olvido fueron el destinado para trompa, en Re M. Hob. VIId1; el destinado para dos trompas en Mi b M. Hob, VIId.2, añadiendo el apócrifo Hob, VIId.4, para trompa en Re M. Otro para dos trompas, en la tonalidad de Mi b M., se encuentra en los archivos Oettingen-Wallerstein, de cuya evidencia se tuvo conocimiento en fecha tan cercana como 1959, gracias a la mediación de Karl de Nys, obra que circuló con el nombre del maestro de la sinfonía y de los cuartetos de cuerda y que curiosamente podrá atribuirse a su apreciado hermano Michael, siempre condenado a ocupar un rango inferior en la historia de la música. Es verdad que la sombra de Franz Joseph era sobradamente alargada. Para mayor gratificación, en medio de una situación plagada de equívocos, podremos consolarnos con obras incuestionables como el Concierto Hob. VIId. 3, en Re M., para trompa (1762) o este modélico Concierto para trompeta, en Mi b M. Hob. Vlle. 1., cuyo manuscrito autógrafo está fechado en 1796, tratándose de su último concierto además de su postrera partitura orquestal. Dedicado a Anton Weidinger, trompetista  prestigioso de la corte vienesa, sería además inventor de unas trompetas con llaves capaces de tocar en una extensión de dos octavas, de una forma justa y pura, todos los grados de la escala cromática. Weidinger interpretó por vez primera este concierto de Haydn, precisamente en Viena, el 28 de marzo de 1800. Su trompeta de llaves dejaría a los asistentes en un grado de éxtasis arrebatado, mientras que Hummel realizaría lo propio para el mismo instrumento tres años después. Un concierto para gran orquesta y que en lo orgánico mantendría dos flautas, dos oboes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas y un equipamiento de timbales, además de cuerdas. Un año antes el maestro había presentado lo que sería su última sinfonía- la nº 104, en Re M., conocida como Londres y que se daría a conocer en beneficio propio del autor, en la capital inglesa, dentro de los Opera Concerts). Tres tiempos en la obra que se nos reserva, comenzando por el Allegro 4/4 , en el que condesa un trabajo temático densamente ceñido, dentro de los cánones de la forma sonata abreviada para esa concisión lapidaria del ideario postrero. Los detalles rítmicos o los melodismos del solista, resumen precisamente un tratamiento hasta las profundidades.  El Andante, en La b M. 6/8, emparenta con la Gott erhalte  Franz den Kaiser Hob. XXVa. 43, una evocación del himno austríaco que compondrá al año siguiente, con atisbos si cabe de la sensibilidad romántica.  El Allegro final 2/4, es una amalgama lúcida y brillante de detalles tomados del propio compositor, desde la forma sonata a los modismos del rondó. Página claramente luminosa cargada de episodios contrastantes que para cualificado estudiosos acabará sorprendiendo que no haya sido publicada hasta el siglo XX o que sorprendentemente no hubiese pasado por la criba del desafuero, soportando la destrucción de su manuscrito original.

Ramón García Balado

03/06/2025

Da trisca as praterías

  Praza das Praterías. Santiago de Compostela


Concierto de la Banda Municipal en As Praterías- día 5, a las 20´00, con su titular Casiano Mouriño Maquiera, ofreciendo en programa obras de compositores habituales comp Phillip Sparke, Alfred Reed, Franco Cesarini, el menos frecuente Arie Malando (Arie Maasland), un holandés converso y especializado en tango a lo largo de su dilata vida y una selección de la zarzuela Alma de Dios, de José Serrano.  Phillip Sparke (1951), con To a New Day, un compositor formado en el Royal College of Music, de Londres, en las especialidades de trompeta y piano, destacando pronto por obras como el preludio de concierto, para banda de metales, suscitando un creciente interés por el estilo de obras que cultivaba, por lo que recibiría encargos ya desde su juventud, entre los que se encontrarán los destinados para cadenas de tv, como los recibidos de la BBC, llegando a ser galardonado por tres veces, por el Contest of the European of Music Band, merced a  trabajos como Slipstream, Skyrider y Orient Express, siendo alguna de sus obras piezas habituales en las programaciones de nuestra Banda Municipal. Una idea de trabajo que le llevará a proyectarse en otros ámbitos distintos a las obras de concierto, destinadas a géneros cercanos a las formas incidentales. Recibió el Sudler  Prix International of Composition (1997) y el Contest Int. de 2005, por La Música de las esferas.

Franco Cesarini-Old Russian romances (2013): Come my guitar play on; Great Affliction all hope gone y Two guitars, un músico familiar entre los aficionados, compositor con estudios en el Conservatorio Giuseppe Verdi, de Milán, teniendo como maestros a Robert Suter o Jacques Wilberger (teoría y composición); Petter- Lukas Graf (flauta) y Felix Hauswirth, en dirección de banda de viento. Ejerció la docencia en la Universidad de las Artes de Zurich, entre 1989 y 2006, y llegó a ser nombrado maestro de la prestigiosa escuela del Conservatorio della Svizera Italiana (Lugano), donde amplió perspectivas en trabajos para banda, teniendo un inmediato refrendo en sus giras de concierto y siendo nombrado compositor en residencia de la Southeast Missouri State University y en la Cape Girardeau. El repertorio para banda ocupa una atención preferente, destacando obras como Rapsodia Ucraniana Op. 3; la Suite Ancienne Op. 1; Mexican Pictures Op. 8 o El butaquito.

Alfred Reed- El Camino Real (Fantasía Latina) (1983)- creador de primer rango con más de doscientas obras, es efectivamente uno de los incondicionales de las propuestas de temporada, un neoyorquino de arraigo internacional, siempre en cartel de las bandas de mayor prestigio, pasó parte de sus años de formación en bandas militares, lo que determinó la evolución de su carrera. Fue director de la Baylor Symphony Orchestra University, después de estudiar en la Juilliard School of Music, con Vittorio Giannini, llevando a presentar una tesis sobre la Rhapsody for viola y orchestra, galardonada con The Luria Prize (1959), fue también miembro del Beta Tau Chapter of Phi Mu Alpha Sinfonia, una confraternización en defensa de la divulgación de la música y de los propios compsitores/intérpretes. La Universidad de Miami, le tuvo entre sus maestros en estos oficios, que compaginará con la composición de obras de notable prestigio, como los conciertos para banda Russian Christmas Music; The Musik Maters; A Ceremonial Fanfare; A Northern Legend; Armenian Dances, inspiradas en piezas de raigambre tradicional; In Memoriam an Elegy for the Fallen o la First Suite for Band.

Arie Malando (Arie Maasland) (1908/80)- El ciclo de los ríos, en arreglo de Kees Vlak: Río Negro; Orinoco y Chubat. Curioso personaje holandés profundamente interesado en el mundo del tango desde años jóvenes, de ahí el detalle de su nombre, la latinización de su nombre que conoceremos como Arie Malando, que llegó a formar una orquesta dedicada al fomento de los estilos de tango en los años treinta. Una vida poco fácil ya que padeció los turbio amargos cuarenta, en medio de la ocupación nazy. Había estudiado piano con Jan Kriek antes de entregarse a la seducción del acordeón que enfocaría el resto du su vida, gracias al embrujo del tango y las orquestas milongueras, fue su sonido una perfecta asimilación que ya desde los años treinta, conseguirá una aceptación internacional pero en su favor, la garantía de un estilo claramente personal, garantizado desde su primer gran éxito Anny, dedicado a su compañera sentimental, que repetirá también en su hija. Acuñará definitivamente el nombre artístico de Malando, tras probar impresiones artísticas con la orquesta de Eduardo Blanco y después de pasar un importante período como músico de sesiones de acompañamiento en los filmes de cine mudo. Con los Jumping Jack, había actuado en oficios parecidos mientras daba gusto a las composiciones tangueras- Olé guapa, Cosmopoliet, en su título original y otras tantas de las que sacará buen partido. En la memoria, se conservan en registro, Niña Bonita, dedicada a su hija Lía; Cornelita o Guapita; Noche de estrellas; Con sentimiento o Soleado. Llegó a formar su propia orquesta con sus colegas Ben Rodenhuis (violín) y Rinus de Recht (violín, clarinete y canto), la radio y los conciertos, había sido una excelente vía de popularidad, facilitando su visita a Buenos Aires, en una de sus largas giras e incluso en Japón, donde le recibieron con los brazos abiertos, todo un acontecimiento de época. Tras su muerte, la orquesta se mantuvo activa, bajo la dirección de su yerno el percusionista Evert Overweg, quien incorporará nuevos repertorios sobre ritmos latinos y entre los que destaca precisamente Rivieren Cyclus (Río Negro; Orinoco y Chubat), obra que fue incorporada a los repertorios de orquestas sinfónicas.

José Serrano, estará representado por la zarzuela lírica Alma de Dios, acuarela de costumbres populares, sobre libreto de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez, para estrenarse en el Teatro Cómico madrileño, el 17 de diciembre de 1907, destacando como solistas Loreto Prado; Enrique Chicote, en calidad de tenor cómico; la Señorita Anchorena, como actriz; el Sr. Delgado, como actor y un  importante elenco de artistas de éxito del momento. Fue la Compañía de Chicote quien veló por ella, consiguiendo gran aceptación desde las primeras funciones gracias a sus virtudes trabajadas sobre los madriles castizos, las pinceladas sainetescas, los detalles propios del género chico y otras deferencias.  Alma de Dios, revela sus cualidades desde el Preludio en forma de seguidillas, consolidando el talento de José Serrano quien con ingenio describe aires quijotescos reservados a los protagonistas, manejándose con soltura en la selección de números musicales, que serán recordados durante bastantes años, como la melodía Canta mendigo errante o las seguidillas del fuelle, cuyo estribillo se repetirá machaconamente.

Ramón García Balado

Novena edición del Curso Airas Nunes

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