Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela, 11 de octubre
Juliane Banse |
Concierto monográfico mozartiano con la soprano Juliane Banse, el pianista Alexander Krichel, el bailarín István Simon y el coreógrafo Andreas Heise, en colaboración con Amigos de la Ópera de Santiago, en el Ciclo de Lied, quienes también hicieron posible otro espectáculo con estos artistas en el XX Ciclo de Lied, dedicado al Winterreise D. 911, de F.Schubert. Juliane Banse, tuvo como maestros en Zurich a Paul Steiner y Ruth Rohner ampliando con Brigitte Fassbander y Daphne Evangerlatos, en Munich. Participó en dos estrenos: Lunea, de Heinz Holliger y el monodrama de Willem Jeths The Tell-Talle Hearts, y mantiene una actividad artística con el Teatro an der Wien, y en la Boulez Hall de Berlín, ofreciendo recitales con el pianista Wolfram Rieger. Alexander Krichel-piano-, es artista de Sony Classical y destaca por su apreciación en los géneros camerísticos. Formó parte del proyecto stART, de la Bayer Kultur, siendo asidua se presencia en certámenes como Schleswig-Holstein; la Kleine Saal Elbphilharmonie (Hamburgo), en colaboración con primeras orquestas. István Simon- bailarín-, es artista del Semperoper Ballet, tras formarse en la Ac. de Danza de Budapest. Colabora en roles operísticos y entre otras iniciativas, es solista en obras de Jiri Kylián; Alexei Ratmansky; Mats Ek; A. Ekman; W. Eaglin; Ohad Naharin; Johan Inger y Jiri Bubennicek. Andreas Heise- coreógrafo-, estudio en la Universidad de Palucca (Dresde), antes de seguir en Noruega, Nueva York o la Acting School (Londres). Su carrera se inició con Uwe Scholz, en Leipzig y entre destacada compañías, aparecen Jiri Kylián; William Forsythe; Paul Lightsfoot; John Neumeier; Nacho Duato o Liam Scarlett. Ambos arroparon a la soprano en los aspectos dramáticos como intérprete, entre sus devaneos evoluciones acrobáticas y acentuaciones gestuales de pronunciadas pretensiones.
Programa mozartiano entre lieder y tres tiempos de una de sus sonatas, para cerrar con el sonata para piano a partir del Lacrymosa del Requiem K. 626, en transcripción de Ferenz Liszt. La Sonata nº 12, en Fa M. K. 332, aportaba sus tiempos a modo de enlace entre el transcurso de los lieder: el Allegro; el Adagio y el Allegro Assai, sonata parisina de 1778, penúltima de las cinco pertenecientes a esa etapa de su vida y entregada poco antes de la vuelta a Salzburgo, que destaca por esa tonalidad asociable a la estética del momento por lo que no resulta extraña su popularidad auspiciada por el cuidado y la riqueza de sus temas ya desde el Allegro marcado por la gracia de sus ornamentaciones, en particular en la melodía central. En efecto, un irresistible homenaje a su amigo y profesor Johann Christian Bach, con quien se había vuelto a encontrar en la capital francesa. Fuerza y ambición en plena madurez dentro de los dominios de un género que había hecho propio y que para el programa del día, resultaba un estudiado ensamblaje entre los lieder.
Das veilchen (La violeta) K. 476, sobre texto de J.W. Goethe, modelo perfecto del género y que resulta una admirable compenetración entre música y texto: la infeliz violeta y el pobre Mozart distanciándose de manidos usos tradicionales que indagaba en lo profundo de su sensibilidad. La elección de Goethe, sería consecuencia del singspiel Erwin und Elmire, en el que se encontraba esta poesía o también en una colección presentada por J.A. Steffan, en la que erróneamente se atribuía al poeta Gleim. Un cuidado fraseo y delicadeza de trato por la soprano Juliane Banse, quien otorgaría similar idea para An die Freude (A la alegría) K. 53, cancioncilla de juventud, especie de canción-danza pensada desde el punto de vista instrumental, con un texto perfectamente adaptado y ejemplo de sus trabajos del momento, como el singspiel Bastián y Bastiana, resultado de una dedicatoria al masón vienés Joseph Wolff, quien había curado a sus dos hermanos, durante la epidemia de viruela.
Das traumbild (La imaginación fantasiosa) K. 530- L.H.C. Hölty-, ostenta un carácter italianizante- como tantas otras piezas-, y es obra compuesta en Praga, dedicada a Gottfried von Janequin, en señal de sincera amistad, una curiosidad delicada y palpitante mientras se preocupaba por el estreno del Don Giovanni, y que con fortuna tendrá publicación inmediata gracias a Breitkopf & Härtel. Mostraba en lo concreto un estado de ánimo ensoñador propia de una lírico-ligera conocedora del estilo del salzburgués. Aparecería de inmediato, el Adagio de la Sonata nº 12, en Fa M., para dejar paso a Als Luise die Briefe (Cuando Luisa quemó las cartas de su amante infiel) K. 520, quizás una humorada quejumbrosa. Las cartas sobre la mesa, en este lied compuesto en la casa de su amigo Gottfried von Jacquin. En pocos compases se concentra todo el drama en una intensidad subida de tono. No se trataba de una sencilla canción, sino de una autentica escena dramática, pensada como lamento hipersensible y abrasador. Das Lied der Trennung (Canción de la separación) K. 519-K.D. Karl Schmidt-, un largo lamento también embargado en un ambiente penumbroso como sugiere el poema, y que para conocedores podrá ser precursor de muchos lieder de Schubert: no hay luz que no conozca la oscuridad, ni alegría que no encierre sufrimiento. Esa asimilación schubertiana nos mostraba a la cantante en sus modismos reconocible. La Fantasía en Do m. K. 475, especie de interludio, es única en su estilo y nació como dedicatoria a su alumna vienesa Therese von Trattner. Retoma detalles sombríos de la Sonata K. 457, por su estilismo.
Die Zauberer (El mago) K. 472, comparte con otros tres del tiempo las turbadas emociones de una joven delante de su cortejador, una idea radiante por resumir en breves compases una curiosa situación. Un coqueteo cual puente hacia An Chloe K. 524, que resultó un canto vibrante a la vida para glorificación de la épica anacreóntica y que abandona el estilo del lied clásico. Abendempfindung (Impresión de atardecer) K. 523, coincide con las fechas de la muerte de Leopold y está condicionado por la melancolía inherente. Una lectura ensimismada que se ofrecía como una queja. Esa tarde en la que coinciden las inspiraciones griegas con las fantasías románticas. Un mensaje de pena secreta inmersa en una dolorosa melancolía. Un nuevo detalle con la Sonata en Fa M. K. 332- Allegro assai- para encontrarnos con el Lacrimosa del Requiem K. 622, en transcripción de Ferenz Liszt. Lacrimosa- VII secuencia, de la obra inacabada y que se confió a Süssmayer. El Lacrimosa que se interrumpe en el octavo compás, junto después de las palabras Qua resurget ex favilla, judicandus homo reus.
Ramón García Balado
Ciclo de Lied
Juliane Banse/Alexander Krichel/ István Simon. Andreas Heise, director y coreógrafo
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
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