Teatro Principal, Santiago de Compostela
Concierto de la Banda Municipal con su titular Casiano Mouriño Maquiera, para la sesión que se anuncia bajo el reclamo Da Praza de Galicia ao Pe da Berenguela- en el Teatro Principal-día 2 a las 12´00h-, ofreciendo en dos obras James Barnes y de Alfred Reed, completando con una versión para banda de la cantanta Carmina Burana, de Carl Orff. James Barnes (1949)- Symphonic Overture Op. 80-, es un compositor formado en la University of Kansas, en la que posteriormente ejercerá la docencia (1977), siendo también intérprete de tuba y colaborador de la Tokyo Kosei Wind Orchestra, con la que llevó a registro un trabajo en tres cd´s, una agrupación que había fundado Frederick Fennell y por la que también pasaron Thomas Sanderling, Douglas Bostock, Perl Meyer y Takashi Ooi. En la relación de sus obras, destacan precisamente los trabajos para banda, como Light in the Wilderness; A solemn prelude for symphonic Band Op. 114; Caribbean Hideaway; A very American overture Op. 93; Fanfares and Capriccio; Appalachian overture Op. 51; Omaggio; Pagan Dances, Beautiful Oregon o Brockshire suite y Arioso for Symphonic, a las que se añaden composiones sinfónicas como la Cuarta (Yellowstone Portrait Op. 103; la Quinta (Phonix) Op. 110; la Séptima (Requiem) Op. 135 y la Octava (For Wangen) Op. 148.
Alfred Reed-Fifth suite for band- compositor asiduo en las programaciones de nuestra Banda Municipal, se define como un creador neoclásico por su catálogo que abarca todo tipo de trabajos desde sinfónicos o banda, corales, camerísticos y de las tendencias más diversas, en este neoyorquino que probó sus primeras experiencias en el período de posguerra, en la 529 Army Air Force Band, ampliando en la prestigiosa Juilliard School of Music, bajo la supervisión de Vittorio Giannini, que le permitirá asentarse en el espacio de arreglos para los géneros audiovisuales, en compromisos para la NBC; para la ABC, recibiendo a partir de 1953, la responsabilidad de tomar el cargo de tomar la titularidad de la Baylor Symphony Orchestra , en la Baylor University. Para su tesis de graduación, había reservado su Rhapsodie for Viola and Orchestra, siendo galardonado con Luria Prize (1959), y en lo relativo a sus trabajos publicados, destacaremos precisamente los registros editados por la citada Tokyo Kosei Wind Orchestra.
Quizás sorprenda la inclusión de los Carmina Burana, de Carl Orff, dentro de esta opción que deja al margen la acostumbrada en forma de cantata, que es la que se escucha con mayor frecuencia, obra de 1937, período convulso en la realidad cotidiana, tras haber probado en este estilo con poemas musicados de Franz Werfel, escritor de ascendencia judía y que se acabaría exiliando en Praga, el mismo que aportará material para sus Catulli Carmina. El descubrimiento de cantos goliardescos del Medievo, en el Monasterio de Benedictbeuren (Baviera), había sido motivo de inspiración para la escritura de los Carmina Burana, a los que dará su propia identidad, que definirá como canciones profanas para solistas y coro, acompañados de instrumentos e imágenes mágicas, convirtiéndose en uno de los capítulos formados por la trilogía que completaban Catulli Carmina y El triunfo de Afródita. Palabra y gesto, cual elementos articulatorios de obras tan sorprendentes, con un mensaje inmediato y provocador, con reminiscencias de sus primeros estudios con Kaminski, quien seria clave en las indagaciones dentro de la polifonía, tras probar en la Academia de Música de Munich. Orff pudo acercarse a los dominios del sistema modal griego, el canto llano y las aportaciones medievales, junto a danzas y otros estímulos populares, distanciándose de la armonía cromática que tanto valor tuvo en el Romanticismo de época, recurriendo por necesidad a melodismos más sencillos. Obras escénicas como las de este ciclo, que permitirían las puestas escénicas imaginativas y tentadoras, de ahí su permanencia y celebridad que se mantendrá a lo largo de decenios.
En su trayectoria, valdrá recordar por su evidente choque de argumentos, su capacidad de medrar en el mundo musical de la República de Weimar, quizás a contracorriente, y la aceptación recibida en la Alemania siniestra de pocos años después. Orff había participado en los modelos de educación socialista de Leo Kestenberg, en ese período de su vida en el que estrenaba Carmina Burana, cantata que también tendrá excelente recepción en la época nazi, recibiendo el halago de Goebbels. Lo exótico que pretendía aportar en esta cantata, recurría a los instintos más primarios y ancestrales, en parte por el realce de las percusiones- detalle que igualmente podríamos reconocer en Les noces, de Igor Stravinski-, y los matices sincopados que muy poco debían a Wagner. Para añadir enjundia, el Völkischer Beonacher- órgano de opinión del Reich-, también critico los Carmina Burana, por su inadecuación, apreciación que acabará rechazando una vez comprobado el éxito de la obra. El paso de los años y superados los condicionantes del periodo bélico, Orff consiguió prosperar con esta cantanta recibiendo la aceptación del OMGUS- Oficina del Gobierno Militar- dentro de la Guerra Psicológica en el Control de la Información, que asumía responsabilidades de actividades culturales de las zonas ocupadas, ya dentro de una actitud de reconciliación de la que se vio beneficiado. Uno de los miembros con opinión aceptada, había sido John Evarts, desde el año 1946, y que había dado clases en el Black Montain College (North Caroline), en el que Heinrich Jalowetz, ejercía como alumno directo de Arnold Schönberg, a los que se uniría el pianista Carlos Moseley, y que había seguido la escuela de Leonard Bernstein, dinamizador de conciertos de divulgación, en Munich. El OMGUS, desde sus comienzos entre Alemania y Austria divididas, había tenido como gestor fundamental a Lucius Clay, hombre apacible y ecuánime, obligado a seguir los dictados del New Deal.
Ramón García Balado
Ningún comentario:
Publicar un comentario