27/11/2023

Umbrío (Schattenhaft) de Hugo Gómez-Chao


Hugo Gómez-Chao Porta
estrenaba Schattenhaft con la RFG dirigida por su titular
Baldur Brönnimman, junto a el Idilio de Sigfrido, de R.Wagner  y la Sinfonía nº3 (Singulière), del sueco Franz Berwald.  La obra de Hugo Gómez-Chao Porta, era encargo de nuestra orquesta, y resultado de su reciente etapa como Residente de la Ac. Española, en Roma, al tiempo que prepara sus próximos compromisos con la JONDE y el Ensemble Modern (Frankfurt) y la Fundación Tapies, con motivo de su centenario y la Ac. Española de Roma, a medias con la Fundación Luis Seoane, en memoria de Luigi Nono, que se estrenará el próximo año, un músico que cuenta con una consolidada trayectoria que añade a esas labores creativas, la dinamización del Festival Resis, dedicado a los géneros preferentemente contemporáneos. Obras de reciente memoria de su firma son Sol, quizás, o nada, encargo de la SGAE y AEOS, que la OSG estrenó en un programa con obras de F.Poulenc y la Primera Sinfonía, de J.Brahms, trabajo que se añade a Vanitas, vanitatum, para voz, guitarra, violín y chelo o El Tiempo menos solo (Sobre la poética de Abraham Gragera); Límites en negro- ganadora del Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CDMCM; Chanson de la plus haut tour (Arthur Rimbaud), un trabajo para orquesta; Icaro, compromiso con la SGAE y AEOS. Fue compositor residente de Juventudes Musicales de España, tras seguir las docencias de David de Puerto, Beat Furrer, en la Künstuniversität de Granz, ampliando dominios de especialización con Clemens Gadentätter, Sergio Luque, Friedrich Haas, Toshio Hosokawa, Pierligi Billoni, Jesús Rueda o el director George Pehlinvanian.

 Schattenhaft, perfecto reflejo de semejantes influencias, es obra sin concesiones al reposo gracias a la amalgama del tratamiento plural de extended techniques, libre vuelo en recursos de alto riesgo que podrá producir más de una sorpresa ingrata y asunto del que se rehuía en esta pieza que avanzaba desde el unruhing delirando, entremezcla de densas masas sonoras sobre encabalgamiento de ideas independientes, planteadas desde recursos  armónicos o tímbricos tendentes a otra serie de elementos melódicos transfigurados en ruidos elevados a dimensiones de colorido desmesurado. El beneficio de la propia orquesta fragmentada coadyuvaba a la acentuación de pasajes electrizantes y de difícil conformación. Una sección en forma de adagissimo, lontanissimo, sempre espressivo, permitía un cierto apaciguamiento melódico a modo de aparente rumor simulado por los instrumentos de la orquesta, propiciado en gran medida por la asunción en grado sumo por el uso de esas extended techniques, elemento que tan generosos frutos está deparando a los compositores de nuestra realidad cotidiana.

Para recrearse en ambiente, una pieza excepcional como el Idilio de Sigfrido, de Richard Wagner, composición de 1870 y de pretensiones profundamente líricas por las circunstancias que la vieron nacer, durante un período de reposo frente al lago de Lucerna, entre afectos cruzados del compositor, Cosima y Hans Richter, tomando en préstamo partes dispersas de pasajes elegidos de Sigfrido. Una dedicatoria para su hijo Sigfried, en la fecha de su nacimiento y un afecto al borde del éxtasis hacia Cosima. En esencia y para entendernos con la obra, un destilado poema sinfónico  que recurre imaginariamente al Viaje de Sigfrido por el Rhin (El crepúsculo de los Dioses); la Liebestod (Tristan e Isolda); los poemas de amor, de Mathilde Wessendock, motivos que proceden de su óperas tempranas, una genuina tarjeta de visita sonora  que hacen reconocible la pieza  desde sus  primeros compases y que actualmente se recibe con la mayor naturalidad entre los aficionados más comunes.  Martin Gregor-Dellin, nos traslada a aquellas fechas, a finales de 1870, cuando se estaba preparando una fiesta íntima y en la mañana del 25 de diciembre, Cosima recibiría la luz del día con una música de una dulzura doliente y emotiva. Cuando enmudeció la música, entró Richard con los niños en la habitación de Cosima y le tendió la partitura  del Cumpleaños  sinfónico, que había concluido el 4 de diciembre en el mayor de los secretos y después recibiría el título de Idilio de Sigfrido. A excepción de una melodía compuesta por San Silvestre en 1868, Duerme, niñito duerme, el Idilio de Sigfrido era un poema sinfónico en un solo movimiento, reelaborando motivos de Sigfrido, incluido el tema de amor anotado en Munich, el 14 de noviembre de 1864. Se trataba de una música de amor intima y de una ternura privada, que en un principio pareció poco apropiada a las salas de concierto, aunque estaba prevista para orquesta y no para el pequeño conjunto de cuerda y viento que la ejecutó por primera vez.

Menores sorpresas deparaba Fanz Werbald (1796/1868), el compositor sueco por excelencia de su tiempo, y autor de cuatro sinfonías de las que esta Tercera Singulière, es la más lograda por el tratamiento de sus tiempos que descubren las herencias de sus tradiciones con influencias perceptibles de influencias alemanas y que nos hacía intuir un Sibelius en ciernes. Un romanticismo de perfiles nacionalistas propios de la época, sin perceptibles innovaciones cono nos descubrían sus tres tiempos desde el Allegro fuocuso, al Adagio-Scherzo-Allegro assai o y Adagio, para concluir con el Finale Presto. Tardará en llegar el reconocimiento para sus trabajos sinfónicos, habiendo de esperar hasta su aceptación en otros países gracias a sus giras, desde Austria a Alemania o Francia. Una biografía cargada de sobresaltos que le obligaron a abandonar la música en un par de ocasiones, a sabiendas de que en buena medida, la pertenecía a una saga de importantes compositores, facilitaría su dedicación a l música. Se había formado como violinista en Uppsala, con Du Puy, llegando a ser director de la Royal Orchestra, y en calidad de compositor, dejará sus primeras aportaciones con una Fantasía Orquestal, un septeto y un Concierto para violín, y en especial por el poema sinfónico La batalla de Leipzig, que preparará la llegada de trabajos camerísticos y en mayor medida, la serie de óperas: Leonida; Der Verräter; Donna Isabela- inacabada- y en su desplazamiento entre Berlín y Viena, una nueva obra de titulo tan atractivo como sugerente para estudiosos y aficionados, Estrella de Soria, que con el paso de los años, tendrá una revisión en 1946, de M. Pergament, una ópera sobre la que trabajaría mientras componía esta Sinfonía nº 3 (Singulière), a la que no se le niegan influencias impresionistas, entre otras piezas orquestales que mostraban su capacidad creativa. Músicos de su entorno cultural como Tor Aulin, Henri Marteau o Wihelm Stenhammar, contribuyeron a la recuperación y consolidación de su figura, después de la vuelta definitiva a su tierra para ser nombrado director de la Royal Orchestra y director musices de la Uppsala Universitty.

Ramón García Balado

Real Filharmonía de Galicia/Baldur Brönnimann

Obras de R.Wagner, Hugo Gómez-Chao Porta y Franz Berwald

Teatro Afundación, Vigo

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Auditorio de Ferrol

 

24/11/2023

Trío EnClave en el XXV Ciclo de Outono del Museo Belas Artes de A Coruña

Museo de Belas Artes, A Coruña



Sesión de la serie del XXV Ciclo de Concertos de Outono en el Museo de Belas Artes de A Coruña y con entrada libre-domingo día 26 a las 12´30 h.-, que protagonizará el Trio EnClave que forman el guitarrista Mateo Arnáiz, el vibrafonista J.M. Castro y el contrabajista Ximo Pallás Fuertes. Todos ellos ejercen la docencia en distintos centros, al tiempo que cuidan estas iniciativas en los géneros musicales más sugerentes, como en este caso será el dedicado al mundo del tango. Mateo tras estudiar en A Coruña, amplió fundamentos en la École Normale de París Alfred Cortot, con Alberto Ponce. Realizó algunos registros que definen sus inquietudes en su carrera: Preludios; Capricho, bolero y fandangos; la Suite española de Albéniz, con instrumento de época y con el Dúo Axioma II, otro bajo el reclamo Souvenir de París.  El vibrafonista J.M. Castro, mostró desde sus comienzos interés por el jazz en sus diversas corrientes, con un acercamiento al swing, como aspecto fundamental. Colaboró con formaciones como la RFG, la OSG y bandas de repertorio tradicional siendo además miembro del grupo de percusión Attacca.  El tercero en liza, el contrabajista Ximo Pallás, estudió en la S.M. La Artística de Buñol, comenzando pronto una carrera que le llevó a integrarse en formaciones como Jorvgal; JONC; la JONDE, tras disfrutar del magisterio de Javier Sapiña, Francisco Catalá, Francesco Petracchi, Andrew Akermann o A. Woodrow. Es profesor en el Conservatorio Superior Xan Viaño de Ferrol. 

Tango a la vista, forma se hunde sus raíces en los boliches de carreros y cuarteadores, en los conventillos y casas de mala nota del barrio Sur, desde donde traspasó las cancelas hasta acceder a las clases medias. Las masas que pululaban, solitarias y desarraigadas, en los cafetines entremezcladas con rufianes y tipos marginales, darían acogida a etnias de aluvión desde hispanos a italianos, eslavos o gauchos desplazados. Ejemplo para expresar aquellos mundos, el tango Melodía de arrabal (Mario Battistel/ A Lepera: Cuna de taitas y cantores, de broncas y entreveros; de todos mis amores. En tus muros con mi acero yo grabé nombres que quiero: Rosa, la milonguita; era rubia Margot y en la primera cita la paica Rita, me dio su amor…En general, el protagonista era un perdedor atormentado por el fracaso y ya en la década de los treinta, caerán como aldabonazos los versos más amargos y desilusionados de Enrique Santos Discépolo.

Vuelta atrás en el medio del cabaret escénico y el tango a sus anchas, El 12 de enero de 1918, período temprano y por medio de un aviso en la revista Caras y caretas, la histórica firma de Max Glücksmann, ponía a la venta el disco Mi noche triste (Castriola/ Contursi)-la voz que no podía ser otra que la de Carlos Gardel. Incluyendo otros cinco del dúo criollo Gardel/ Razzano. Tiempos en los que la popularidad adquirida por Roberto Firpo, con su orquesta típica, suscitaron el interés de la compañía Muiño-Alippi, por los  éxitos en el Empire Theatre, de Buenos Aires, sala ubicada en la esquina nordeste Corrientes y Maipú, arrasada 20 años después por el ensanche de la gran arteria porteña. Alippi apostaría por Firpo en calidad de incisivo regisseur, apostando por todos los recursos histriónicos más tentadores. Un aluvión de piezas de repertorio, propias de cabaret, que enlazaba las parejas de actrices, actores y figurantes, en un descollante baile de meta y ponga y como número de relumbrón la primera diva se soltaba con el tango Mi noche triste.

Mi noche triste, había dado cartas de naturaleza a la oficialización del tango, pasando de ser un género sustancialmente bailable a ser un género en el que el canto predomine, consiguiendo las letras un grado de primacía y que tendrá como artistas de nombradía, entre otros a Agustín Magaldi, Ignacio Corsini, Ada Falcón. Azucena Maizani, Libertad Lamarque y una larga lista inagotable, los mitificados Alberto Castillo, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Hugo del Carril. A su servicio, letristas como Contursi, Alfredo Lepera, Celedonio Flores, Santos Discépolo, Cátulo Castillo- sublimes poetas- a los que pondrán pentagramas Enrique Delfino, Julio de Caro, Oswaldo Fresedo, O. Pugliese y otros maestros de agudo ingenio. Tango porque sí, atraerá la atención de H.G. Wells, quien tildó a 1913, como el año del tango; Franz Lehar, incluyó un tango en su opereta La esposa ideal y en Berlín se publicó un álbum con dibujos relativos al mismo. Igualmente, los poetas Vladimir Maiakovski le prestaría sus atenciones a la par de músicos como Stravinski, Kurt Weill o Isaac Albéniz. Osado había sido el Premio Nobel de 1927 Henry Bergson, quien diría que en un giro de tango, se habla más del alma de una  mujer, que en diez tomos de W.Shakespeare.

La emigración gallega en el tango rioplatense, fue tratada en su estudio por Manuel Suárez Suárez, especialista que recuperará a personajes dignos de mención: Eduardo Calvo, Víctor Soliño, José Vázquez, Manuel Parada y Joaquín Barreiro. Para Suárez Suárez: Sendo o tango froito da emigración, correspóndelle ós galegos un anaco do froito que se personifica en autores como, compositores e intérpretes. Xa cando nace o tango, corresponde citar a  un importante poeta nacido en Ribadeo, o emigrante José Alonso y Trelles, o moi coñellido El Viejo Pancho.  Así é como  José Gobello, un fino observador expresa falando de Alonso, que sería imperdonable omitir  este antecedente literario de letras do tango. En 1915, publica un libro de poemas titulado Paja Brava.  Deste libro  Carlos Gardel escolle catro poemas que grava e populariza: Insomnio; Como todas; Misterio e Hopa, Hopa.  El Viejo Pancho, fue un prodigio de adaptación al medio y hacia 1872/3, se fue a Río de la Plata, intentando radicarse en Chivilcoy (la ciudad de Contursi), y después se fue a El Tala, en el departamento uruguayo de Canelones. Sus versos en gallego, no se parecían en nada a las décimas gauchescas que circulaban entonces aunque aquellos versos pueden encontrase como anticipación de muchos tangos camperos.

Ramón García Balado  

 

23/11/2023

Terra, cantata para solista y orquesta, de Juan Durán, en el XL Aniversario do Consello da Cultura Galega


Palacio de la Ópera, A Coruña

Juan Durán


Concierto de la Sinfónica de Galicia ofreciendo en estreno la cantata Terra para solista, coro y orquesta, en la que destacará el barítono Javier Franco- cantante en excelente relación profesional con el compositor, por experiencias compartidas como el ciclo Nosos Intérpretes, de Amigos de la Ópera de A Coruña, con primicias como la Canción de Guiomar (Antonio Machado) y la  ópera O Arame-,  el coro de la propia formación bajo la dirección de Carlos Mena y Javier Fajardo y quien fuera titular de la OSG, Víctor Pablo Pérez. Para continuar, la Sinfonía nº 3, en Mi b M (Renana), de Robert Schumann, en el Palacio de la Ópera de A Coruña-día 24 a las 20´00 h.-, La cantata Terra nos remite al año 1922 cuando el escultor Francisco Asorey fue objeto de un homenaje en Cambados que reuniría a artistas e intelectuales como,  Basilio Álvarez, Portela Valladares, Gil Casares, Castelao, Risco, Blanco Torres, Enrique Peinador, Isaac  Fraga, entre otros, acto del que dejará memoria El Correo de Galicia, de Buenos Aires- en una dedicatoria a la llamada Quinta provincia y que fue firmada por Ramón Cabanillas con discursos de Castelao y Risco. Nos contemplaban figuras como miembros de As irmadades da fala y de la Xeración Nós y Durán recurre precisamente a Cabanillas a través de sus poemarios No desterró,  Vento mareiro y Da terra asoballada, poesía tanto social como civil cargada del lirismo representativo de sus obras postreras.
Terra, obra ambiciosa y densa se avanza con un Primer canto en Do M., idea de lo que resulta un argumento primordial a través de un intervalo de segunda descendente y concisa que prepara matizadas elaboraciones que anuncian el discurso de la obra. Camiño longo-primer poema-, parte de la cuerda baja en un contexto sombrío entre Fa M.  y Re m., que cede a los violines en Fa  M., hacia el texto Galicia, nai e señora en La M., con tempo animado antes de volver al comienzo. En su evolución se añade una glosa de Camiño longo- poema  de A rosa que sangra-, reflexión sobre la fugacidad de la vida y la inseguridad de la fortuna otorgando al barítono un protagonismo esencial cediendo espacio a un detalle del poema Alén, protagonizado por el coro intercalado con el de A rosa que sangra. La coda remite a los textos En pé- barítono, impetuoso-, y Vía crucis, con un largo pedal en Sol, en un enigmático interrogante tomado de  ¿Son chegados os tempos?
El Segundo canto, resulta un homenaje a la tradición oral con un preciso ritmo de muiñeira en la pandereta a lomos de un conocido aire usado en la rapsodia para banda de música de preguerra Follas Novas-Luís Brage-, y Festa na Toldra-Gustavo Freire-, alterado en el tratamiento de Juan Durán en apuntes cromáticos con un efecto de picante tritono a medias con una fantasía festiva de metales en un paso hacia el poema Terra de Breogán, con el coro manteniendo armonías sostenidas, casi a capella que se redime en Esperta e érguete axiña, con temple animado hasta un fortissimo pasando a una segunda sección a cargo del barítono- Meus irmáns-, misteriosa y apacible y la sección consecuente con textos de Terra de Breogán y Libertade á nobre saga/terra de Breogán, un apoteósico crescendo.
El Tercer canto proclama una onomatopeya que evoca resonancia de campanas y que alude al texto Campana choca- poemario No desterró-, al que sigue un texto de Cabanillas -A peste, a fame e a guerra- de Da miña zanfoña (1954)-, meditativo y melancólico, además de nostálgico y moralizante. El final, nos traslada a la soledad del camposanto evocado en sus colorido por un arpegio ascendente del arpa, al que sigue la segunda sección en tempo animato (La M.), que recupera poemas de En pé, confiados a la voz del barítono, en una actitud épica y combativa. Para cerrar, una recuperación de melodías y texturas como A rosa que sangra o Roseira que trebón deixou espida, en una renovada retórica musical con unos compases de tresillos en las maderas agudas, trémolos de violines y violas y culminar en un crescendo poético musical que se confirma en un coro sonoro y grandilocuente sobre ¡En pé! !Adiante¡  ¡Alén¡.
Robert Schumann y la Sinfonía nº 3, en Mi b M. (Renana) OP .97, acunada a las orillas del Rhin y vagamente programática entre una ambientación tiznada de amabilidad, tema complejo teniendo en cuenta la situación emocional del compositor. Aquel río de atractivo irresistible que condicionará sus continuados intentos de suicidio. No renuncia al uso de temas de inspiración popular perdidos en la memoria de sus ensoñaciones, mientras se deja llevar por la recurrencia a paisajes de sus cotidianas vivencias, ese río que pasa al lado de su casa, el artista entregado a sus ensoñaciones en medio de sus diálogos con la muerte, las leyendas de arraigo en el sentimiento del romanticimo renano, de la Alemania ancestral y que Eugenio Trías en el Canto de las sirenas, el reflejo de aquellas aguas, no era sino una epifanía sombría y enigmática, la misma que anticipó en uno de sus más hermosos lieder, perteneciente al ciclo de poemas tomados de Eichendorff, los Liederkreis von Eichendorf Op. 39.
Schumann pretendió en esta sinfonía una obra que siguiese el planteamiento dentro de los convencionales movimientos, aunque posiblemente optase por nombres más descriptivos a tenor de la propia obra: Mañana en el Rhin; En el estilo de acompañamiento a una solemne ceremonia, en relación con la Catedral de Colonia, pero la idea fue suprimida. Romperá en definitiva con obligados patrones completando su obra en cinco tiempo y con el sugestivo aliciente de que las numeraciones acostumbradas, se verán ampliadas por apreciaciones subjetivas con mayor acentuación: Lebhaft (Vivace); Sehr mässig (Scherzo molto); Nicht Schnell (Andante: Non troppo vivo); Feirelich (Maestoso) y Lebhaft (Finale: Vivace). En resumen, cinco movimientos, dos lentos en lugar de uno, en una obra que parte del Vivace marcado por un ritmo acentuado, remarcado en tutti e intenso por necesidad impulsiva en su amplia dimensión que tendrá un pasaje en stacatto que determinará el segundo tema, puramente lírico que ayudará a la unificación del tiempo.
El Scherzo: Molto moderato (Sher mässig), recurría a la idea precedente de lo que se titularía Mañana en el Rhin, y evoluciona a partir de la idea tripartita del scherzo al uso, resultando a la postre una serie de variaciones sobre pinceladas de aires tradicionales cargadas de ánimo cercano al habitual ländler, expuesto por violas y chelos que reciben la respuesta de los instrumentos de viento y que en su transcurso nos traslada a un apacible desvanecimiento. El Andante: Non troppo vivo (Nicht Schnell), tiempo breve por excelencia, vale a modo de intermezzo en estilo de lied, particularmente sobrio en su desarrollo  y que deja paso al Maestoso (Feierlich), pretendidamente solemne como segundo movimiento lento y reflejo de la fascinación de la contemplación de la Catedral de Colonia. Un contrapunto incisivo supone un oculto mensaje en dedicatoria a J. Sebastian Bach, a partir de un motivo de amplia melodía que se resume con instrumentos de metal y maderas, con respuesta de cuerdas e intervenciones de trombones. El Finale: Vivace (Lebhaft), culmina el contraste pretendido en la sinfonía, marcado por una idea excepcionalmente rítmica, por su fuerza y acentuación que recrea atmósferas de aires populares, resumiendo un detalle religioso procedente del Maestoso, en modo mayor, para cerrar en una coda calificada como più vivace, resuelto por temas elegidos de la Sinfonía Renana, en Mi b. M., cuidadosamente adornados.


Ramón García Balado     
 

Katharina Kang y Andrew Lytton, una estimable concordia

Principio del formulario

Palacio de la Ópera, A Coruña - 23/11/2023


El  Concierto para viola de William Walton, con Katharina Kang, como solista  y la Segunda Sinfonía, en Mi m. Op. 27, de Sergei Rachmaninov, fueron las obras para las dos jornadas volviendo para la dirección, Andrew Litton, pareja de la solista, maestro con formación en la Fieldston School y que ampliaría en la Juilliard School neoyorquina, recibiendo la Medal Sanford de la Yale University (2003), y en calidad de batuta, ha mostrado una ostensible fidelidad durante años a dos formaciones, la Bournemouth S. O. y la O. S. de Dallas, además de cobrar un protagonismo personal en los  Sommerfest Concerts de la O. S. de Minesota. Fue titular de la Bergen Philharmonik Orchester y recibió la invitación para integrarse en el New York City Ballet. Entre sus galardones, un Grammy por The Belshazzar´s Fest, con Bryn Terfel y la Bournemouth S. O.; también merecieron consideración parecida sus labores por los dos  registros de los conciertos de Rachmaninov, con Stephan Hough y la New York P.O.; el ballet Romeo y Julietta, de Sergei Prokofiev, con la O. de Bremen y los trabajos dedicados a uno de sus compositores de cabecera, G. Gershwin.

Su compañera Khatarina Kang, destaca igualmente como intérprete de violín, y en su trayectoria será apreciada por sus años de formación entre los Estados Unidos y Europa, a repartir entre la Manhattan School of Music, con Pinchas Zukerman y Patinka Kopec, y la Robert Schumann Musikhochschule Düsseldorf, con Rosa Fain; entre sus especialidades, además de obras fundamentales de repertorio, destaca su interés por estrenos de compositores actuales, como Niko Muhly, Dennis Bell o Ambroise Algin Musire. Es frecuente escuchar a dúo en repertorios camerísticos, con la pareja Andrew Litton.

William Walton con el Concierto para viola y orquesta, obra de este creador de trabajos orquestales de reconocible patente como la Suite The Wise Virgins; las Variaciones sobre un tema de Paul Hindemith o el Capriccio burlesco, fue autor de obras incidentales refrendas en el cine o el teatro, como Escape me never; Macbeth; Hamleth o ballets como The Quest. Testigo y conciencia de años confusos, debería mucho en su evolución a Hugh Allen, Busoni, Gossens y Ansermet, pero no menos importante serán sus inquietudes viajeras  con colegas de travesía como Osbert y Sacheverell Sitvell, siendo parte irrenunciable de una vida que dejará manifiestos estéticos como Façade- sobre la poética de Edith Sitwell-, Portsmouth Point o este Concierto para viola (1929), en un estilo cercado a Paul Hindemith y J.Sibelius. El sinfonismo coral, magnificará su prestigio y respeto con trabajos como Balthassar Fest- texto de Osbert Sitwell-, un compromiso con la BBC, para el Festival de Leeds, obra a la par con El Sueño de Geroncio, de Edward Elgar o A Child of our Time,  de Michael Tippett.

Un flujo de confluencias que recorrerá sus obras en los géneros más distintos y que alcanza a este Concierto para viola y orquesta, dedicado en especial a Paul Hindemith, para estrenarse en los Proms de Londres, y que con posterioridad, el autor revisará en 1961, una obra en la que se aprecian pasajes sonoros que para sus entusiastas serán reconocible en otras obras suyas, tanto concertantes como en esos modelos de géneros incidentales, con ostensibles concesiones a otros instrumentos de cuerda como el chelo, acentuando con ello esas tendencias de tensiones llevadas a mayor altura. En su resultado, una obra en tres tiempos convencionales: Andante comodo; Scherzo y trio y Allegro moderato, en los que se hacen ostensibles esas patentes de su estilo, gracias a un melodismo incisivo, una tensión poética y un evidente entramado de las texturas sonoras, ricas y complejas por necesidad expresiva, aspecto reconocido por Hindemith por su virtuosismo que no conseguirá repetir en el Concierto para violín. El Andante comodo encabezaba la obra en una especie de volátil scherzo que se enfrenta a los siguientes en cuanto a recreación  de ambientes sonoros, que bastante se acercan a esos estilos tan apreciados por el autor, en los matices pretendidamente sombríos y que permitían  a la solista ofrecer un estilo de danza de notable expresividad, con el beneficio de la respuesta de un fagot, que refrendaría los dos tiempos en clara oposición, el Scherzo y trio,  preparando el Allegro moderato Final que rescataba elementos del comienzo. Para el bis, un apunte electrizante con procedencia del mundo del cine, con firma de John Corigliano y del filme Te red violin, y que ha tenido entusiastas seguidores como Philippe Quint, pieza perfecta para seducir al aficionado, en reconocimiento a la interpretación ofrecida por Katharina Kang.

Rachmaninov con la Sinfonía nº 2, en Mi m. Op. 27, obra con estreno en Hamburgo el 20 de enero de 1908, bajo su propia dirección, aunque su grandeza no fuese tan valorada como su talento como pianista, pero la batuta no dejará de tentarle y un maestro como Nikolai Medtner, le recordará dirigiendo la Quinta sinfonía de Tchaikovski, cuando sólo se tenía memoria de la realizada por Nikisch y sus imitadores, salvándola de un fracaso seguro a consecuencia del movimiento Lento patéticamente resuelto. Bajo Rachmaninov, esa pesante tradición desapareció. Tras la huida de su país, Rachmaninov recibirá la invitación para dirigir orquestas norteamericanas como la Sinfónica de Boston o la de Philhadelphia, pero sus preferencias seguirían manteniéndose dentro de la composición.

El Largo-Allegro moderato, extenso y locuaz, abundaría  en detalles en estilo de esbozo sugerente, tratados por los violines, para contagiar al resto de la orquesta, marcada por un acentuado contrapuntismo que prepara el ostentoso Allegro moderato, muy animado por tresillos y acordes transparentes que ayudan a la expansión de una melodía adornada, realzada gracias a un cuidado desarrollo, potenciado por el conjunto orquestal.  El Allegro molto, no menos resolutivo, se propuso como una especie de scherzo en tres partes de una arrolladora vitalidad y en la que la trompa no deja de remarcar apuntes de contraste enfrentados a las cuerdas, una posible idea que se relacionará con recursos propuestos por compositores afines en su generación. El pasajes pianissimo, observa arabescos encadenados para mayor enjundia gracias también a una serie de arpegios quebrados repartidos entre clarinete y oboes.

El Adagio, firme en su evolución, signo de su buen oficio en esta forma, destacó por un pronunciado melodismo, como no podía ser menos y en el que los dos temas que lo enmarcan, se dejan llevar por un aire de popular romanza perfectamente pensada para la orquesta, en una especie de transición cíclica permanente destacando un motivo central remarcado por entonaciones de semitonos en el oboe merced a una escritura sumamente trabajada.    El Allegro vivace, confirmación de la obra, se resolvió por su intenso colorido en cuanto a la paleta orquestal, en toda su gama de argumentos y que se permitió  un breve apunte en forma de Adagio en caída rebuscada hacia un final en staccattos, repartidos con un sentido pretendido entre la flauta y el oboe.

Ramón García Balado

 

Katharina Kang

Orquesta Sinfónica de Galicia / Andrew Litton      

Obras de William Walton y Sergei Rachmaninov

Palacio de la Ópera, A Coruña

 

 

 

14/11/2023

Charles Chaplin: The inmigrant, con banda sonora de Timothy Brock

Cineuropa. Auditorio de Galicia 


Chaplin de nuevo en Cineuropa tras haberle tenido hace un par de temporadas con El peregrino, con aportación musical de Timothy Brock, que esta vez aportará su oficio para The Immigrant, con la RFG en el Auditorio de Galicia- día 16 a las 20´30 h.-, en un programa abiertamente fílmico, por el programa elegido, Nino Nota-con un tiempo en forma de danza de Il Gattopardo (Ballabili) y la Serenara Húngara Op. 25 (1945), de Miklós Rózsa. Timothy Brock, es maestro en la composición para bandas sonoras para filmes como La nueva Babilonia (D.Shostakovich); Entreacto (Erik Satie); El ballet mecánico (G. Antheil) o Cabiria Manilo Mazza), mientras descubría el mundo de Chaplin- Luces en la ciudad; La fiebre del oro  o El circo. Destaca su compromiso por la recuperación de las llamadas Entartetemusik (Músicas degeneras), por autores como Erwin Schulhoff (sinfonía nº 2); Viktor Ulmann (El emperador de La Atlántida); Hanns Eisler Niemandslied y Kuhle Wampe) y otros de aquella amarga generación desde Franz Schreker, Alexander von Zemlisky, Hans Krása, Gideon Klein o Pavel Haas. Es autor de óperas: Billy; Mudhoney y obras orquestales o piezas para la voz destinadas a la soprano Cyndia Sieden, destacando en otras iniciativas como las dedicadas al cine mudo de Buster Keaton.

Chaplin en The Immigrant, bien descrito por Román Gubern, la trascendencia del vagabundo romántico de sombrero hongo y grandes zapatos, radica en la incorporación de una cálida dimensión humana al mundo de los estrafalarios muñecos creados por Sennett. En su visión de la sociedad conserva Chaplin el feroz sentido satírico de su maestro, que le hace dinamitar sistemáticamente las llamadas instituciones respetables, pero añade además una apremiante llamada al amor y a la fraternidad humana, Por eso, sus películas son siempre polémicas, acusadoras: el policía de la esquina, enemigo perseguidor de Charlot en The adventurer; el funcionario, que a la vista de la estatua de la Libertad, coloca una cadena en torno a los emigrantes, en The Immigrant; la absurda crueldad de la guerra y la sinrazón del heroísmo en Shoulder Arms o la mojigatería religiosa, puritana e hipócrita en The Pilgrim,

Nino Rota, con Ballabili, un tiempo de Il Gattopardo (1962), breve página instrumental del memorable creador de bandas sonoras en una etapa memorable en la que también encaraba Otto e mezzo, en un oficio en el que dejará trabajos desde los años 50, a partir de Il bidone;  Notte di Cabiria; Italia piccola o Le notti bianche. Llegará la gloria y el reconocimiento universal con Giulietta degli spiriti; Satyricon; la serie de The Godfather; Amarcord; Il Casanova y otras serie televisivas. En la cumbre y desde la cumbre, el compositor reclamado pues, por el destino, desde los años de estudio en el Conservatorio de Milán, con Delachi, Orefice y Bas, que dejará como tentativa el oratorio L´infanzia di San Giovanni Battiste y la comedia musical Il príncipe Porcaro. Fue también alumno de Alfredo Casella y en una primera aventura americana, con Rosario Scalero y Fritz Reiner. El neorrealismo será un espacio de referencia en sus labores, del que quedan ejemplos en importantes filmes.

La trilogía de The Godfather, arrastrará ríos de tinta, ya desde la primera en la que sabrá pinzar el ingenio preciso y en la que recurre a una tonada popular, ya usada en su obra Fortunella (1957), y que en consecuencia le impediría la posibilidad de acceder al Oscar, tema que sí se confirmará en la segunda serie, gracias a que la mayoría de la banda cuenta con música propia y una breve parte de adaptaciones cuidadosamente engarzadas. En Rota, fueron determinantes en su desarrollo artístico Ildebrando Pizzetti y Malipiero, quienes le animaron al uso de las raíces del folkore nativo, en particular en la incorporación y tratamiento de los instrumentos. Tendremos que imaginar al Rota abordando óperas como Ariodante; comedias como Il capello di paglia di Firenza o música para ballet, La rappresentazione di Adamo ed Eva. Colaboradores suyos, fueron Carlo Savina (director de orquesta), para filmes Roma y Giulietta degli spiriti; Franco Ferrara, director en La Strada; Marcus Dods; Ennio Morricone; Anton Karas; Anna Melato, en repertorio vocal o Italie Coppolla, como letrista.

Miklós Rozsa, aporta la Serenata Húngara Op. 25 (1945), composición el forma de ampliación de la Serenata Op. 10 (1932), en una orquestación procedente de piezas para piano, también, como es sabido, un creador que dejó un abundante legado de bandas sonoras para el cine, artista con sólida formación, gracias a una familia musical y que se inició de joven con Hermann Grabner, en Leipzig. Se doctoró en París, en donde conocerá a Arthur Honneger, quien precisamente estimulará su apreciación por el cine, probando en estos comienzos, con el ballet Hungaria, en Inglaterra, para la compañía de  Alicia Markova y Anton Dolin, colaborando al tiempo con los hermanos Korda, antes de trasladarse a los Estados Unidos, en donde se asentará definitivamente. Un detalle metidos ya en el mundo del cine, será la incorporación del theremin- peculiar instrumento por su sorprendente sonoridad- y que descubrimos en las películas Días sin huella y Recuerda.

 Habrá aspectos en el planteamiento de sus bandas sonoras, que nos trasladen al magisterio de Gustav Mahler y Richard Strauss y puestos en el ámbito de las formas instrumentales como esta Serenata Húngara Op. 25, que no disimula sus trazos estéticos abiertamente reconocibles por su convencionalismo, estamos en medio de otras labores no menos apetecibles dentro de este contexto, como son el Trio Serenade, para cuerdas (1927); las Seis bagatelas, para piano (1932); las Dos canciones para contralto y piano (1940); el Concierto para orquesta de cuerda (1943); el Concierto para violín y orquesta (1953)-del que saldrán ideas para La vida privada de Sherlock Holmes- o la serie de sonatas para piano.  Dejó para los años finales, un compromiso con Europa cuyo resultado será bandas para Providence (1977), ganadora de un Premio Cesar, antes de la vuelta a su país de adopción, para que tras su muerte en el verano de 1995 (Los Ángeles), parte de sus obras en registro fonográfico, comiencen a divulgarse, bastantes de ellas inéditas

Ramón García Balado

 

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