17/03/2024

De Mar a Mar, de Jacobo Gaspar, frente a Stravinsky y Schumann

 Santiago de Compostela / Vigo - 15/03/2024

La alemana Johanna Malangré dirigió a la Real Filharmonía de Galicia contando con la colaboración de alumnos de la EAEM en sesión compartida con la musicóloga Rosa Fernández, para las obras de Jacobo Gaspar y Stravinski, poniendo en atriles el estreno de la obra De Mar a Mar, de Jacobo Gaspar, y las Danzas Concertantes de Igor Stravinski, completando la Sinfonía nº 2, en Do m. Op. 61, de Robert Schumann. La directora ejerció recientemente como titular de la O. N. de la Picardie, tras probar como asistente de la Köln C.O. y realizar masters con la City of Birmingham S.O., espacio que le valdría para probar con formaciones como la Wuppertaler Sinfonieorchester, la Orchester Lamoureux, la Wiener Kammerorchester, la Orchester de Bretagne, además de promover el Lucerne Festival Contemporary O., siendo merecedora de la concesión del Primer Premio del Concurso  MAWOMA, en un jurado presidido por Dominique Meyer, director del Teatro alla Scala. La ópera atrajo su atención en producciones para el Staatstheater Cotbus O. y el Meininger Hoffkapelle. En sus referencias, siguió las docencias de Johannes Schlafli (Zurich), Bernand Haitink, Paavo Jarvi, Nicolas Basquet y Reinhard Goebel.

Jacobo Gaspar volvía con estreno tras otro anterior  como había sido Via Láctea. Haiku espiral, en una cita dirigida por Paul Daniel, que incluía también de Antón Alcalde su obra…That pale blue dot Op. 22, entre la suite Los Planetas de G.Holst y una selección de La guerra de las Galaxias, de John Williams. Jacobo Gaspar fue premio en la XX edición de Jóvenes Compositores por Ambar, en una convocatoria celebrada en el Museo Reina Sofía, ante un jurado presidido por Carlos Cruz de Castro, Zuriñe Fernández Guerenabarrena, Agustín Charles, Sofía Ramírez e Iñaki Alberdi, galardón que se añade al premio Xavier Montsalvatge, de la Fundación Autor CDMC; el del VI Int. Jurgenson Competition for Young Composers (Moscú); el del Público del Isang Yun Int. Competition Prize (Seúl), recibiendo también la Mención de Honor del Valentino Bucchi-Parco della música (Roma) y un Segundo del Póvoa de Varzim (Portugal).  Fue alumno de Carlos Cambeiro, Joam Trilho y Pablo Beltrán, realizando un posgrado con J. M. López López.  El espectro sonoro en gran amplitud se incluye en sus ambiciones creativas, materializándose en el conjunto de las obras que da a conocer.  Las complejidades de los recursos acústicos son igualmente un estímulo a tener en cuenta dentro de esa dimensión creativa y para dar fe esta pieza De Mar a Mar, preciso Mar de fondo en lo sonoro: la acentuación de las tímbricas, el ensanchamiento de la paleta orquestal en cuanto a los armónicos y enarmónicos que no duda en los apuntes microtonales para decidirse por una actitud que tanto inquieta y para bien, a nuestros creadores actuales. En ello, pudimos apreciar los breves comentarios de Rosa Fernández, que también sabría transmitirnos en la obra del ruso.

Igor Stravinski con las Danzas concertantes, obra nacida mientras se entretenía con otros compromisos debidos al mundo del cine a través de trabajos alimenticios. Eran tiempos en los que la Orquesta de Werner Janssen, de Los Ángeles, se aprestaban a ofrecerle la posibilidad de un encargo puramente camerístico y que completaría entre 1941/2, obra con posibles pretensiones escénicas con el aliciente añadido del título, para estimular el ingenio y que en definitiva, será su objetivo el mundo del ballet, confiando en el mundo recreativo de Ballanchine y sus Ballets Rusos, establecidos en Montecarlo. Para Stravinski, nada más tentador, basculando entre sus ambiciones rompedoras y la necesidad de tratar los valores rítmicos hasta sus máximas posibilidades. Un trabajo que para mayor fortuna, dispondrá del complemento escénico de los decorados de Eugène Berman, entonces uno de sus colegas en California. Las Danzas concertantes, quedan confiadas a una plantilla de 24 músicos y que como resultado, no dejaría de suscitar rechazos entre los entusiastas de La consagración de la primavera o Las Bodas. Obra que ganó enteros con el paso del tiempo, detalle consumado por su eclecticismo y vistosidad que resumía el destino de la pieza. Una Marche- Introduction, enmarcada en el talante de un concerto grosso, destacaba apuntes de la trompa a la que respondía un violín, antes de ceder al Pas d´action, que se manejaba con variadas yuxtaposiciones, siempre sorprendentes. Cuerdas y maderas, resultaron un idóneo contrapunto, con un silencio descriptivo y un añadido  de citas imaginarias  desde lo burlesco a lo grotesco. Un Thème  varié, alegre y resultón, especie de collage de episodios opuestos, nos traslada a un Pas de deux, preparando la Marche-conclusion,  tomada de la primera y que resumió lo que es una composición encuadrable dentro del neoclasicismo en boga. Excelente oficio de comprensión de la pieza con evidente destino final y que nos ofreció Johanna Malangré, quien habrían de abordar en el juego de sus obsesiones lo que vendría a continuación.

Robert Schumann- Sinfonía nº 2, en Do M. Op. 61-, fruto por propia confesión de uno de sus períodos de caída emocional y ofuscación mental, reflejado en una obra que desde el Allegro ma non troppo, no disimuló una entrada solemne a cargo de trompas, trompetas y trombones a través de un primer tema que recuperaría  luego en la  coda de este movimiento, para recuperarlo en el segundo tiempo, Scherzo: Allegro vivace,   permitiendo un desarrollo extenso y elocuente con respecto a la idea de la obra, auspiciado por la tonalidad del movimiento. Curiosamente, su comienzo parecía  desmentir el mentado estado de ánimo del compositor. Tiempo  de sólida consistencia que se manifestó  como un perpetuum mobile, en clara respuesta al Allegro, destacando el planteamiento elaborado a través de sus dos tríos en ansiado contraste que desmentía  el imaginable segundo tiempo en forma de Adagio espressivo,  que se desplazaba  al tercer tiempo, uno de los más sensibles de su estilo y escrito en una tonalidad menor. La melancolía manifiesta, sirvió para aceptar la evolución de la sinfonía que concluyó en un Allegro molto vivace,  de obsesiva afirmación rítmica entre oposiciones binarias y ternarias, dejando un breve apunte con una cita del Adagio.

Ramón García Balado

 

Real Filharmonía de Galicia / Johanna Malangré

Obras de Jacobo Gaspar, I. Stravinski y R. Schumann

Teatro Afundación, Vigo

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Comentario en RITMO, en edición digital ritmo.auditorio
 

10/03/2024

Coro de la Capela Antiga de Miro Moreira en San Agostiño

Igrexa de San Agostiño, Santiago de Compostela



 Concierto del Coro de la Capela Antiga de Miro Moreira con la Capela Compostelana en San Agostiño-día 16, a las 20´15 h-, con un programa dedicado a Maestros de Capilla de la Catedral y que se centrará en José de Vaquedano, Diego de Muelas, Melchor López y Buono Chiodi. En el cuadro de voces, destacarán las sopranos  Aida Cruz y Aida López; la mezzo Mariola Gongar; los tenores Diego Neira y Chema Ares; los contratenores Martín Viaño y Óscar Mato y el barítono Pablo Nieves. En su asistencia, el grupo instrumental formado por los violinistas barrocos Andoni Conde y Mariña García; el contrabajo Alfonso Morán y Francisco Luengo, bajo la dirección de Miro Moreira.  José de Vaquedano, el navarro procedente del Convento de la Encarnación de Madrid, conseguirá que obras suyas permanezcan en el cuidado y las atenciones de la posteridad por la concepción global de su legado gracias a una escritura próxima al estilo vocal de los motetes propia del finales del XVII en donde la escritura vocal acentúa la naturaleza instrumental de las piezas: tesitura, reiteración de esquemas rítmicos, planteamientos armónicos, etc… Diego de Muelas, a pesar de su corta estancia y la escasa producción que nos dejó, en el inventario de Santiago Tafall se reafirmaba que su obra era singularmente preciosa por los modelos trabajados, bastando con recordar sus motetes que se cantaban en los días de Cuaresma y Adviento. Se halla en sus obras el enlace entre la antigua polifonía y el moderno sentido armónico, haciendo uso del contrapunto e imitación de raíz hispana.

Buono Chiodi, en 1769, llevado por la corriente italianizante preponderante en Europa, fue contratado por el Cabildo procedente de la Catedral de Bérgamo, recomendado por José Ferrari, maestro que conseguirá superar el arcaísmo todavía pujante del barroco precedente en el ámbito de la música litúrgica. Melchor López culminará la herencia recibida gracias a los fiables profesionales de que disponía, reforzando e incrementando el cuadro de voces, siendo entonces muy apreciados y valorados, quizás la mejor Capilla en aquel entonces, Destacaban los músicos meritorios de menores exigencias económicas que iban ocupando la plaza de los que renunciaban por las razones más diversas. Funcionaba la Capilla como una respetable escuela de música y de su catálogo se apreciarán casi mil obras. A principios del XIX, por avatares históricos, entre guerras napoleónicas y otras presiones, la Catedral se empobrecerá.

Para el programa del día, nos atendremos a las opiniones contrastadas de Pilar Alén. Las dos primeras piezas de Vaquedano (1642/1711), alusión directa a la Cruz Vexila Regis prodeunt (Himno de Pasión), es un Himno compuesto en el Siglo VI por Venancio Fortunato. Se canta para ensalzar la Santa Cruz el día del Viernes Santo. La pieza O Crux, Ave, es la novena estrofa del citado himno, con clara alusión a la esperanza puesta en Cristo como vía de salvación.  Las lamentaciones de Semana Santa  por el contrario, tienen un carácter penitencial. Se cantaban durante el Triduo Sacro. El Manum suam, misit   hostis, de Vaquedano, compuesto para tres voces solistas, tres instrumentales y acompañamiento continuo. Al igual que otras piezas de este autor, presenta un rico contrapunto, típico a su vez de la mejor época de la polifonía barroca. Al tratarse de un texto sacro y en latín se le prestaba mayor atención, por lo que el  resultado es de mayor complejidad que el obtenido con  cual      quier  otro con letra en castellano.

Los dos motetes de a Cuaresma del maestro Diego de Muelas (1648/1743), son como pequeñas joyas en miniatura a capella. Fue uno de los primeros músicos que compusieron piezas para el primer día de Cuaresma y los domingos que preceden a la Semana Santa. Inter vestibulum et altare, está pensado para cantarse durante la imposición de la Ceniza y el texto procede de la profecía de Joel.  Dixerunt autem ei, recoge la respuesta de Jesús ante la curación del ciego de nacimiento tras haber anunciado su pasión, muerte y resurrección, según narra el evangelista Lucas.  Ambos reflejan un alto grado de religiosidad a la vez que son fieles exponentes de lo que señala Santiago Tafall, al abordar el estilo del maestro: …el contrapunto e imitación de pura cepa española, que con tanta habilidad cultivaron los buenos y numerosos organistas de su época….

Dando un salto en el tiempo, las obras de Melchor López (1759/1822), están imbuidas por el clasicismo, pese a tratarse de piezas que por sus dimensiones y particularidades no permiten observar el despliegue que hizo en otras producciones de este estilo, sin duda peculiar comparado con el vienés. Ave Regina Caelorum, es una oración (antífona) que precede a otra igualmente en latín (salmo. Himno, etc…),su origen remonta a la Edad Media y como rezo mariano que es , está presente en la hora canónica llamada de completas, reservada para el final del día. El villancico Ay, Dios piadoso (1788), para contralto, con su recitado y aria, presenta en el original una orquestación típica a base de violines, viola, flautas, trompas y  acompañamiento, adaptada en este concierto para una formación instrumental reducida.  La lamentación Misericordiae Domini (1799), a ocho voces, fue interpretada en la Catedral compostelana incluso en  fechas posteriores a su composición. Pertenece a un periodo notorio y progresivo declive de la capilla de música, en el que el propio Melchor López, fue componiendo cada vez menos.

Entre el barroco y el clasicismo, la figura de Buono Chiodi, destaca su motete Contra vos, o monstra horrenda (motete a solo de tiple), un tanto oscuro y de difícil traducción, es básicamente una especie de cantata italiana en forma tripartita. Es posible que haya sido compuesto en Italia. Destaca en él la amplitud de intervalos melódicos, lo que le confiere gran expresividad, así como la abundancia de notas descendentes, acordes con el clima de descendimiento o destrucción del texto; se ve especialmente en palabras como avernitenebrosi, caeciaverni o quaero mortem.   La secuencia del Stabat Mater, en Fa m., remite a una atmósfera semejante, teniéndo como protagonista a la Virgen postrada a los pies de la Cruz, El texto, atribuido a Jacope da  Todi (s. XIII), ha sido puesto en música por numerosos compositores. En este caso se trata de una obra que Chiodi debió componer también en Italia, siendo realizada para un coro principal y otro de ripieno (a 4, a  concerto), fórmula muy frecuente, Stabat Mater dolorosa: (Adagio para coro); Quae moerbat (Andantino, para Alto); Quis non posset (Adagio, Allegretto, Allegro, para tenor); Fac, ut ardeat (Comodo, para coro); Fac me tecum (Adagio. Tiple/Alto); Flammis ne urat succensus (Allegretto, para bajo) y Quando corpus morietur (Adagio. Allegro, Adagio. Allegro, para tiple y coro.  Pese a que las obras se hallan en el archivo de la Catedral de Santiago, no se puede decir con propiedad que hayan sido realizadas por músicos compostelanos, ni tan siquiera  en Compostela. Por el contrario, todos ellos nacieron fuera de Galicia.

Ramón García Balado

09/03/2024

Nas Montañas de Galicia: Banda Municipal en el Auditorio de Galicia

 Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Concierto de la Banda Municipal en el Auditorio de Galicia- día 10 a las 12´00h- dirigida por su titular David Fiuza Souto para un ambicioso programa que destaca la Sinfonía nº 2 (En las montañas de Galicia AGB 60 de Andrés  Gaos y la Sinfonía nº 9, en Mi b M. Op. 70, de Dmitri Shostakovich, en el arreglo correspondiente. En la obra del añorado Julio Andrade Malde, Andrés Gaos, el gallego errante, se afirma que esta había sido comenzada en 1917, y según su compañera Luisa Guillochón, el autor se hallaba inmerso en una obra precedente, la Sinfonía Galicia que sería un claro antecedente. Se llegó a suponer que en su fundamento quedaban la serie de poemas sinfónicos y hasta el material ex-novo que en 1953, será destinado para el Concurso del Centro Gallego de Buenos Aires. Joam Trillo, comentará sobre la obra: Unha cousa a notar é que os tres tempos de esta obra están claramente relacionados entre sí formando unha sinfonía que non é o resultado de de xuntar pezas sinfónicas diversas e independentes. Se  ben non hai unha clara unidade tonal hai con todo unha relación evidente: o ton principal do primer tempo é Sol Mayor, pero unha introducción en Re, que é claramente a dominante de Sol, pero é tamén a tónica do terceiro tempo. As formas nas que están escritos os tres movementos son os tradicionais de sinfonía: 1º  en forma sonata; 2º en forma  romanza o terceiro tempo, como é tradicional, é claramente un Rondó, ainda que as distintas seccions deste non estean tan claramente diferenciadas como nunha sinfonía clásica.

El estreno en España el 14 de noviembre de 1975, tuvo lugar  en el Teatro Colón de A Coruña, y estuvo a cargo de la Orquesta de A Coruña, filial del Conservatorio, dirigida por Rogelio Groba, completándose con el Preludio y fuga en Mi m., de  J.S. Bach y el Concierto para piano y orquesta nº 2, de L. v. Beethoven, ante la presencia del hijo del compositor Andrés Gaos Guillochón, venido expresamente desde Bueno Aires. En las montañas de Galicia destacan precisamente esos tres tiempos. Fiesta en la aldea, el primero, que comienza con un Andante mosso a cargo del oboe  que lleva al típico ritmo de alborada en el tambor y el no menos típico bordón de gaita. En su planteamiento orquestal se alternar distintos pasajes tímbricos por instrumentos de la orquesta, en los que también las trompas ayudan a conferir la evolución del tiempo. No se renuncia a su inspiración en la tradición popular gallega tratada en forma de sonata. El segundo tiempo, Cantos celtas, en Do m., se reparte en forma tripartita en forma de Romanza, comenzando por una melodía personal que impregnará el conjunto del tiempo, deudor de la tradición romántica. Incluye un scherzo como parte intermedia de forma romanza típica del segundo movimiento sinfónico, sin renunciar en las partes primera y tercera de esta forma tripartita,  al uso de temas populares. El tercer tiempo, Danza campestre, Allegro moderato, un Rondó en varias secciones, abunda en los cambios de actitud expresiva que culmina en un gran crescendo mientras el ritmo se diluye en un pianísimo. La valoración de la sinfonía tuvo en Ramiro Cartelle a uno de sus mejores avales en una crítica publicada en la Enciclopedia Galega.

Dmtri Shostskovich en la Sinfonía nº 9, en Mi b. M. Op. 70, mostrará el momento de su período de buenas relaciones con Prokofiev y Kabalevski en labores de intercambios de pareceres mientas se entregaba a la serie de obligaciones agotadoras con respecto a esta obra que no renegará de modelo neoclásico pujante. Su estreno se realizará el 3 de noviembre en Leningrado, en 1945,  bajo la batuta del ilustre Evgeni Mraviski. Un corto primer movimiento de cinco minutos, cuando en las anteriores la extensión podría llegar a más de veinte minutos y que aquí destaca por su humorismo. Una corta repetición reitera la exposición desarrollada en el movimiento con pequeñas variaciones. El segundo tiempo Moderato, lírico por necesidad y dentro del estilo que le caracterizaba, se manifiesta con gran sencillez próxima a los modismos de las músicas camerísticas ya desde una primera idea sugerida por el clarinete. Los movimientos restantes se ofrecen sin solución de continuidad, repitiendo modismos de la Sinfonía nº 8. Un Scherzo en forma de bravura, y también breve, anuncia un Largo de dimensiones similares aunque dramático hacia un Final satírico que rememora el Scherzo, de locuaz polifonía en la que los instrumentos ayudan a conceder la gracia de define a esta sinfonía, a las puertas de las grandes obras de talante monumental que compondrá de inmediato. Para ese estreno con la Filarmónica de Leningrado y Evgeni Mravinski, Shostakovich se encontraba especialmente nervioso e inquieto como después confesaría a Raissa Glesser.

Ramón García Balado

03/03/2024

Judith Jáuregui: modernismo impresionista en Falla

 Vigo / Santiago - 02/03/2024

Sebastian Zinca dirigió a la Real Filharmonía de Galicia destacando Judith Jáuregui como solista para Noches en los Jardines de España, de Manuel de Falla, completando sesión con  Entropía, de Inés Badalo y un clásico de Juan Crisóstomo Arriaga, en su Sinfonía en Re. Inés Badalo, guitarrista y compositora extremeña, fue alumna entre otros de Carles Trepat, Ricardo Gallen, Álvaro Pierri o A. J. Gonçalves y en el ámbito de la composición de Franck Yeznikian, J.M. López López, Luis Tinoco y C. Bachmann. Recibió galardones de importancia como los Concursos de Composición Manuel de Falla; la Soc. Portuguesa de Autores/Antena 2; Francisco Guerrero Marín; Jóvenes de la  SGAE/CNDM o el certamen F. Lopes- Graça. Cuida igualmente sus preferencias por los géneros camertísticos junto al Trío Arriaga, el Ensemble Sonido Extremo o el Ensemble Soli- Tuti, mientras ejerce la docencia en el Conservatorio de Elvas (Portugal). Como compositora, sus referentes desde los grandes clásicos, son también Haas, Czernowin, Kaija Saariaho, Luciano Berio y G. Liget. Entropía, reto asumido para Zinka, era modelo de pieza típica por el uso de técnicas extendidas por el tratamiento concedido a los instrumentos, presumiendo un caos ordenado dentro de cierta aleatoriedad para sorpresa del oyente y en la que el director confirmó sus preferencias en obras como la de Badalo, estrenada por la Orquesta Gulbenkian con Nuno Coelho.

Judith Jáuregui, pianista de consolidada carrera internacional, reconoce su débito con el maestro Vadim Suchanov, en Berlín y dentro de sus ambiciones destaca el aprecio especial a los compositores españoles de la generación de los Granados, Albénz y Manuel de Falla, el gaditano al que prestó siempre una dedicación en preferencia, en convocatorias como la celebrada en honor a su apreciada Alicia de Larrocha, en una gala ofrecida en el Auditorio Nacional, en un monográfico dedicado Falla, con esta obra y El sombrero de tres picos y que tendría resultados en un registro en cd. La  pianista recibió una entregada acogida en el pasado  Festival Bal y Gay, en su octava edición, formado de festivales que se ajustan a sus preferencias y especialmente ese al que eligió para interpretar obras de Schubert y Beethoven, en la Basílica de San Martiño. En A Mariña luguesa, conserva un lugar de reposo al que recurre con regular frecuencia, disponiendo de una casa propia en Rinlo. Judith, para mayor confianza en sus posibilidades, creó su propio registro discográfico, Berli, compartiendo medios de divulgación con el sello alemán Ars Produktion.

Noches en los jardines de España,  impresiones sinfónicas para piano y orquesta, en dedicatoria a Ricard Viñes, fue  estrenada el 9 de abril de 1916, en el Teatro Real de Madrid teniendo como solista a José Cubiles y la O. S. de Madrid, en un concierto que incluía El Amor Brujo. Un Falla de vuelta de París, por los temores de la Primera Gran Guerra y que llegaría en esbozos de Nuits dans les jardins d´Espagne, una ambigüedad de aire afrancesado de tres impresiones sinfónicas iniciadas en 1909. Obra proyectada originalmente como una serie de cuatro nocturnos para piano solo, dos de los cuales serían descartados. El de Cádiz, acabará integrándose en El Amor brujo y en La Atlántida, el llamado Nocturno de Sevilla. El autor rehará el proyecto dejando la obra en estos tres tiempos, por indicación de Viñes, buscando un resultado más colorista  gracias al derroche de motivos y timbres entre siluetas caudalosas, fértiles y efervescentes. En El Generalife (Allegro tranquilo e misterioso, partimos de una introducción orquestal que reflejó precisamente ese ansiado pasaje nocturno creado por distintos instrumentos que anticipan la entrada del piano entre acentuadas figuraciones evocadoras en su expresión merced a los aspectos melódicos y rítmicos a lo largo de toda la extensión del teclado. En su desarrollo se reafirma la testimonial atmósfera requerida precisamente en su trazado por la insistencia de Viñes. La conclusión en pianissimo, ayudó a que el tiempo consiguiese el grado de magia pretendido. El tríptico es obra que para Judith Jáuregui, resulta como una de sus preferencias por los precisos perfiles que nos aporta a través de sus íntimos recovecos.

La Danza lejana (Allegro giusto), como segundo nocturno, mantuvo el mismo talante seductor entre remarcados apuntes rítmicos, en los que las respuestas orquestales otorgaron un preciso contrapunto especialmente en la forma de eco de las cuerdas. Delicia embriagadora de esa forma de estética modernista-impresionista, surgida al tiempo del encuentro con Santiago Rusiñol. A las puertas, se anuncia lo que en breve dejarán Albéniz y Granados. Una evocación pues, de ensueño y que curiosamente se dio de bruces con el rechazo de Gieseking. Frank Marshall, entusiasta de la obra, sería tildado jocosamente como El jardinero, por las veces que la incluía en sus conciertos.

En los jardines de la Sierra de Córdoba (Vivo), tercer nocturno, tiempo que  encadenado sin solución de continuidad, precisamente para mantener el estado de ánimo en su integración, desde un detalle en forma de rondó realzado por un apunte en estribillo que destella en su preparación para la concesión del protagonismo al resto de la orquesta, en un estilo marcado por la serie de fuegos artificiales para mayor recreación. Perfecto juego de alternancias de las que el gaditano era genuino maestro por esas raíces tan andalucistas, palpables en el conjunto y el legado de su obra. Un solo de piano preparó a  conciencia a través del rubato, la entrada poderosa de cuatro trompas. Una versión para orquesta de cámara pensada para la Orquesta Bética de Sevilla (1926), con trombones, percusión,  trompas y celesta, había sido preparada por Eduardo Torres, m.c. de la Catedral hispalense y que llegó a atribuirse al propio Falla. Para el bis, nada tan en su punto como  Granados en su Andaluza, quinta de las Danzas españolas.

Juan Crisóstomo Arriaga con la Sinfonía en  Re, obra que sobrevive al lado de la obertura de Los esclavos felices, quedando como una pieza que se programa con cierta regularidad por sus estilismos mozartianos. El Adagio, relativamente breve, destacó por el ingenioso entrecruzamiento de cuerdas y vientos en permanente diálogo con acordes repetidos que se encumbra hasta un Allegro vivace, en canónica forma sonata y una strette precisamente a la italiana, para lograr un perfecto equilibrio. El Andante, permitía un diálogo que ayudaba a que los temas propuestos resultasen reconocibles gracias a su sencillez poética y transparencia sonora. El minueto  ajeno a lo que en realidad se conoce en un tiempo con tal título, apreció precisamente el colorido de una pieza pastoral de escritura claramente sencilla, en la línea de toda la obra que culminó con el Allegro molto final, pretendidamente apasionado que no desmiente las intenciones de esta sinfonía dieciochesca.

Ramón García Balado

 

Judith Jáuregui. Real Filharmonía de Galicia / Sebastian Zinka

Obras de Inés Badalo, Manuel de Falla y J.C. Arriaga

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Teatro Afundación, Vigo

publicado en RITMO. ritmo auditorio (Edición digital)

Conciertos de alumnos del Curso de Cámara Airas Nunes en el CGAC

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